«La vida de otra manera»

Andaba yo buscando infructuosamente una forma de nombrar lo que empezará para los ciudadanos de la CAV a partir de mañana. No me servían por pedantes o imprecisas ni “Nueva normalidad” ni “Post-pandemia” ni “normalidad” a secas. A punto de abandonar la empresa, escuché de refilón al portavoz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, hablar de “La vida de otra manera” y pensé que eso era lo más aproximado para definir el tiempo que estrenamos dentro de unas horas. Con el fin de las principales restricciones y el decaimiento del decreto de emergencia sanitaria reconquistaremos una parte de nuestra existencia anterior a la irrupción del virus. Volveremos a disfrutar de un pintxo y una caña en la barra, podremos juntarnos sin límite alrededor de una mesa —con la mascarilla todavía, ojo— y no tendremos que mirar el reloj para entrar en según qué locales. Sin ánimo de ser cenizo, haremos bien, sin embargo, en tener muy presente que la pandemia todavía no ha terminado y que sigue habiendo motivos para ser prudentes. Este es el minuto en que la ciencia no tiene claro, por ejemplo, si será necesario volver a vacunarnos o si tendremos que hacerlo con cierta periodicidad.

Más allá de eso, me atrevo a pedir que no seamos tan olvidadizos como de costumbre. Por más prisa que tengamos en dejar atrás la pesadilla, nos haremos un flaco favor si no extraemos las lecciones oportunas, que son unas cuantas. Sin regodearnos, sin permitir que el miedo nos paralice, es preciso que hagamos lo posible por mantener la memoria de lo que hemos vivido desde marzo de 2020. Se lo debemos a los millones de personas que se han quedado en el camino.

2 comentarios en ««La vida de otra manera»»

  1. Efectivamente Javier, se lo debemos a las personas que se han quedado en el camino.
    En Euskadi más de 4.700 personas, cuyos fallecimientos certifican con meridiana claridad, que el tema del COVID-19 ha sido algo muy serio. Y sería lamentable que no supiéramos sacar de ello alguna lección que nos sirva para futuros comportamientos personales y sociales.
    Sería lamentable que nos olvidarsemos de aquellos aplausos de las ocho de la tarde en balcones y terrazas en homenaje al personal sanitario; de aquellos gestos de solidaridad llevando comida a las personas mayores que vivían solas; de los miles y miles de contagiados que, muchos de ellos, arrastrará de por vida secuelas que marcarán y condicionarán su futuro. Y así un largo etcétera. Que no se nos olviden, por ellos y por nosotros.

  2. Buen hallazgo.
    También, habida cuenta de que, desde el 15 de marzo del 2020 nos hemos encontrado con un nuevo acompañante -no invitado- en nuestras vidas que nos ha puesto la mascarilla (que nos hacía sonreír extrañados al verla en japoneses, mayormente, con ella en la calle) y que ahora deberemos llevarla como cosa normal cuando estamos resfriados, o con gripe recién pasada…yo la llamaría «la vida viral».
    Por cierto, hoy me he encontrado con que la persona que me entrega el pan todos los días no se ha vacunado, («porque no», cuando le he preguntado por qué). He reflexionado si no habría que abordar el manido debate de la obligatoriedad. A mi me obligan a entrar en la panadería uno por uno (es pequeña), aunque deba hacer cola (de vacunados) lloviendo a jarras, por supuesto con mascarilla, con un cristal entre ella y yo, pero ella no está obligada a vacunarse, ¿por qué?. Sanidad, que investiga -o debe hacerlo- el índice de pelo de rata por gramo de harina en el pan, no tiene nada que decir?
    La «vida de otra manera» debe incluir solidaridad de lo individual ante el derecho colectivo, y debe incluir preocupación en los presupuestos sobre dotación de medios a sanidad y financiación suficiente a la investigación de pandemias, vacunas y atención clínica.
    También debe incluir legislación adecuada que no permita el intrusismo de virólogos aficionados vestidos con toga y puñetas… Que se nos han ido cerca de 90000 personas en el Estado y casi 5000 en Euskadi (nuestro cupo).
    Si seguimos con el papel de fumar entre los dedos, tanto en derechos inalienables a cervecita y piti, además de no vacunarse, mal nos va a ir en esta «otra manera» de ver la vida. Va a ser igual que la anterior.

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