Antes de las explicaciones de Pedro Sánchez sobre el escándalo del espionaje, teníamos motivos para estar indignados y preocupados. Después de escuchar al presidente español en el Congreso, hemos avanzado mucho. La indignación se ha multiplicado por diez ante la pachorra exhibida, y la preocupación ha mutado en congoja, por no escribir la palabra que ustedes están pensando. Entre las cabriolas dialécticas, las promesas de humo y los sudores de tinta china del atribulado inquilino de Moncloa, no fue difícil sacar varias conclusiones, a cual más espeluznante.
Primero, se diría que para el sujeto lo sucedido no pasa de ser un accidente menor, cuya gravedad no reside en la ignominia de husmear a dirigentes políticos sino en la repercusión para el mantenimiento de su poltrona. Lo terrible no es la intromisión en la intimidad sino que le pueda costar el puesto. Solo el miedo a tal circunstancia le hizo anunciar vagas modificaciones legales sobre el CNI y, echándole un par de narices, comprometerse a toquitear la ley de secretos oficiales cuya reforma volvió a mandar al cajón no hace ni dos meses.
Claro que lo peor de todo fue la sensación de que, como muchos nos temíamos, el jefe del ejecutivo no tiene pajolera idea de en qué andan los miembros de los servicios de inteligencia. Ya escribí aquí mismo que era muy malo que Sánchez estuviera al cabo de la calle del asunto, pero que la posibilidad verdaderamente funesta consistía en que no controlase a los moradores de las cloacas del Estado. Cada vez hay más indicios de que esté siendo así, y eso sí que no hay ley ni reforma que lo remedie.
Los que nos vendieron el Pegasus tienen que estar flipando con lo que ven y escuchan. Manda huevos que encima les pagamos por ello. Pero me surge una duda, Pegasus o como se llamara entonces, no se enteró de nada de lo que se preparaba para 11 M de 2014?
Pues hombre, no hace falta ser muy listo para juntar las premisas y sacar conclusiones, ¿no?
Las premisas:
– El PP contrató los servicios de la empresa israelí que programó el software Pegasus
– El PP decidió espiar a un taco de independentistas y quién sabe a quién más. 18 de ellos de forma legal (llaman legal a que un juez español dé su permiso para espiar, qué risa) y todos los demás ilegalmente
– El PSOE fue tan imbécil como para seguir con el espionaje legal y el ilegal de los independentistas
– Al cabo de un tiempo el PSOE y los demás nos enteramos de que el gobierno estaba siendo espiado con Pegasus.
– El PSOE viene a dejar claro que no controla el CNI.
Conclusiones:
– El PP desde un principio y el PSOE a continuación delinquieron y ninguno de ellos va a pagar por ello.
– El CNI no trabaja para el gobierno sino para el PP,
– El CNI es quien ha espiado al gobierno y los informes se los ha dado al PP.