Somos laicos, pero solo a ratos. Mayormente, a la hora de los discursos y las proclamas. Pero en cuanto bajamos la guardia, a san Fermín venimos por ser nuestro patrón. O, como ha pasado en Cádiz, a la Virgen del Rosario, que acaba de ser condecorada con la Medalla de Oro —así, con mayúsculas—de la ciudad gobernada por Podemos. ¿Pe, pe, pero…? Sí, la concesión del honor a la protectora de la Tacita de Plata ha salido adelante gracias al respaldo de los munícipes de la cosa morada, empezando por su singular alcalde, el que atiende antes al alias Kichi que a su nombre de, ejem, pila bautismal, José María González.
¿Y qué hacemos, nos escandalizamos? Por lo que a este juntaletras respecta, ni media. Prefiero ejercitar los músculos faciales sonriendo hacia dentro, no tanto por la noticia en sí, que ya les digo que me la trae al pairo, como por las reacciones que está provocando. De miccionar y no echar gota, las justificaciones de los más aguerridos legionarios pableristas, que han salido en tromba a hostiar a los que, por motivos que no parecen difíciles de entender, han recordado al exministro que imponía distinciones a otras versiones de la madre de Cristo.
¡No es los mismo lo de Kichi que lo de Fernández Díaz!, braman los tuiteros de Corps, incurriendo en una excusatio non petita del tamaño de la Bahía de Cádiz. Luego están las buenas gentes del “Yo, personalmente, no lo habría hecho, pero…”, sudando tinta china en la defensa de lo que saben indefendible. Claro que aun resultan más divertidos los requeteortodoxos que sulfuran por lo que barruntan claudicación de su camarada alcalde. Más palomitas.
Los votos de los ocho concejales de PCSSP no cambiaban el resultado de la votación.
El PP, con diez concejales, votó que sí. El PSOE-A, que tiene cinco, también. Y C’s, dos, lo mismo.
GCEC, que votó no, tiene también sólo dos concejales. Por cierto, además de la laicidad del Estado, alegan que aunque lo pidieran 6.000 personas, el Reglamento de la Comisión Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Cádiz no permite que se conceda la Medalla de Oro de la ciudad a imágenes o figuras religiosas, por lo que no tendría que haberse votado en el Pleno.
Todita la razón. Y ya que estamos, contemos todos los casos, Javier. No seamos tramposetes…
https://laicismo.org/2016/los-crucifijos-vuelven-a-la-diputacion-de-gipuzkoa-de-la-mano-del-pnv-y-pse/149422
¿Tramposete, señor anónimo? Que ya le digo que la trae al pairo lo de las vírgenes, los crucifijos en la Diputación de Gipuzkoa y lo que sea menester. Otra cosa es la dar la barrila a los demás y luego fumarse un puro. Sí me jode, eso es verdad, la intolerancia solo con unos símbolos y la manga ancha para otros, especialmente los de creencias reaccionarias y totalitarias. Y el anonimato para insultar, pues, qué mal. Yo seré faltón, pero con mi nombre y mi apellido.
¡Hombre, Javier! Yo no digo que seas faltón, y me parece que no lo soy contigo ni que te haya insultado. Digo lo de «tramposete» (en primera persona del plural) para incidir en lo que tú comentas: somos muy críticos con los de enfrente y muy permisivos con los nuestros. Comparar la patochada de Kichi con las de Fernández Díaz me parece muy acertado. ¿Qué hay de malo en señalar otros hechos similares de otras formaciones políticas?
Por mi parte, nada.
Estando plenamente de acuerdo con Javier, con su llamada a la igualdad de trato y su crítica a los distintos raseros, aun así yo me atrevo a destacar un matiz que podría introducirse: no es lo mismo hacer un homenaje o poner una calle, o acudir a una celebración (Begoña en Bilbao, Salve en Donostia, San Fermin antes de cada encierro…), actos todos ellos que encierran cierto sentir popular, procedente de costumbres arraigadas, que condecorar a santos y vírgenes como protectoras de fuerzas que detentan el monopolio de la violencia. En eso sí creo que hay una diferencia. Dicho de otra manera: Lo del Ministerio del Interior, como que no pega con su actividad, y lo del Alcalde de Cádiz con la Virgen del Rosario, o Azcuna bailando en Begoña, digo yo que es más pacifico, más inerme, más blanco…
Pero, aún así, repito mi total acuerdo con la llamada a la coherencia en nuestras críticas. Me considero laicista y así debo serlo con todo y todos.