De entre todas las reacciones a los resultados que depararon las urnas vascas el pasado domingo, ninguna como la que han ido aventando distintos dirigentes del PP local. A medio camino entre el delirio y la jeta de alabastro, al ser preguntados —o incluso sin mediar pregunta, a modo de excusatio non petita— por qué celebraban con tanto ardor su enésimo récord negativo de votos y escaños, proclamaban que sus (ridículos) números suponían una gran base para construir una alternativa constitucionalista. Tal cual, se lo juro. Lo oí primero en labios de Javier de Andrés, y se lo achaqué a la sobrexcitación —creo que ya me entienden— del momento. Pero luego lo repitió Alfonso Alonso como quien se come una gilda, un rato después me lo soltó Laura Garrido en la lisérgica charla que mantuvimos durante el Especial Elecciones de Onda Vasca, y al día siguiente volvió a decírmelo Nerea Llanos.
Van dados si esperan que les aclare el significado de la enigmática formulación. Estoy igual de pez que ustedes. ¿Alternativa constitucionalista? ¿En septiembre de 2016? ¿Con sus tristes 9 parlamentarios o, en el mejor de los casos, sumando la misma escuálida representación apañada por el PSE? Parafraseando al del chiste del túnel y el tren, chufla, chufla, que como no te apartes tú…
Imposible no recordar, una vez más, a aquel japonés que se tiró tres décadas escondido en una isla porque nadie le dijo que se había terminado la segunda guerra mundial. O a la anterior presidenta del partido, Arantza Quiroga, que antes de ser laminada por proponer una nueva vía, había confesado: “Sin ETA nos hemos quedado como desnudos”.