Con el ejército español no hay gran cosa que hacer. Por más mares de barniz dizque democrático que le viertan encima, no es necesario ni rascar con una uña para darse de morros con su genuina cáscara podrida de carcoma facciosa. Y para muestra un botón, arrancado de la guerrera de un teniente coronel que atiende por Alamán Castro. Después de años de chusquería semianónima y golpismo de cantina con peste a aguardiente y Varon Dandy, el milico ha encontrado su cuarto de hora de fama eructando en uno de tantos apartaderos de fachas que hay en internet que la independencia de Catalunya deberá pasar por encima de su cadáver.
Eso, como titular. En el resto de la vomitona dialéctica, convenientemente azuzado por un presunto entrevistador de los de correaje a la vista, el fulano se explaya a modo. Que si un puñado de buitres carroñeros nacionalistas no podrán acabar tan fácilmente con 1.500 años de historia, que si José Antonio reclutó en Barcelona el doble de seguidores que los separatistas, que si hay millones de españoles dispuestos a ofrecer su preciosa sangre por la patria amenazada… En una entrega posterior, propiciada por el éxito cosechado por la primera descarga, el sietemachos de pechera contrachapada se venía arriba del todo y pedía el encarcelamiento de Joan Tardá y la ilegalización inmediata de los partidos disgregadores. Quien busque en google hallará, de propina, una bravata anterior disparada a bocajarro contra el ministro de Defensa: “Pedro Morenés es un vividor que no tiene cojones de hacerme callar”.
La cosa es que en esa última parte, suecencia Alamán Castro parece estar en lo cierto. A la hora de escribir estas líneas, el Negociado hispanistaní de la Guerra sigue llamándose andanas sobre las bocachancladas del cuartelero largón. Antes al contrario, un par de peperos con pedigrí han corrido a propalar que al tipejo de caqui no le falta razón. ¡Todos al suelo!