Esta semana nos acercamos hasta la comarca de Arratia para visitar un entorno recientemente declarado bien cultural por el Gobierno Vasco. En esta ruta encontraremos cuevas, mitología y por supuesto, coronaremos un par de cimas de la kárstica sierra de Ugatxa.
Conducimos hasta el barrio de Olabarri (Dima) y dejamos el coche junto a la ermita de San Francisco de Olabarri. Comienza nuestra caminata siguiendo el camino asfaltado que discurre junto al río.
Tras pasar por otra zona de aparcamiento llegamos a un cruce en el que encontramos abundante señalización. Haciendo caso de las indicaciones, giramos a nuestra izquierda cruzando el Indusi en dirección a las cuevas de Baltzola por el PR-BI 41. Primero debemos ganar algo de altura hasta llegar al caserío Gibiltar, que domina la colina a la entrada del barranco de Kobalde.
Dejamos atrás el caserío y el asfalto, pasando a caminar por sendero mientras bajamos unos metros antes de atravesar una puerta metálica. Poco después debemos cruzar el arroyo Kobako Erreka a través de un pequeño paso.
En seguida nos topamos de bruces con uno de esos lugares naturales cargados de magia: el arco natural conocido como Jentilzubi (305 m). Se dice que esta gran piedra horizontal quedó en esa posición después de que la dejarán así los gentiles, personajes de gran fuerza y envergadura pertenecientes a la mitología vasca. Es bonito imaginar que así fuera, pero en realidad parece que se trata de los restos de la entrada a una antigua galería.
Unos metros más adelante un estrecho e irregular sendero sale a nuestra izquierda y trepa hacia una de las entradas de la cueva de Baltzola (360 m). Al entrar debemos tener cuidado con los primeros pasos porque este tramo de roca pulida y mojada resbala bastante.
Encendemos los frontales y caminamos hacia nuestra derecha buscando la poca luz que se ve al fondo proveniente de las bocas superiores. Este pequeño tramo será a oscuras y por terreno resbaladizo debido al agua que se filtra desde el techo. Cuando llegamos al vestíbulo de la otra entrada todo es más cómodo.
Salimos por la boca más grande, pasando bajo multitud de mosquetones que cuelgan del techo. Y es que esta es una zona habitual entre los aficionados a este deporte. La cueva cuenta también con sus historias y leyendas, que la sitúan como una de las moradas de Sugoi (marido de la diosa Mari) y su malvado hijo Mikelatz. Una vez fuera seguimos una estrecha senda que nos lleva siguiendo el río hacia la pared izquierda, donde encontramos la entrada Sur del túnel de Abaro (380 m).
Este túnel natural se puede atravesar de lado a lado si el río no viene con mucho caudal. Ayudados de los bastones vamos haciendo equilibrios piedra a piedra hasta salir 70 metros más adelante por la otra boca. No es difícil imaginar a las lamias de las leyendas morando en estos escondidos rincones. Tras una pequeña y fácil trepada nos abrimos camino hasta el paraje de Gibiligane, donde unos bucólicos meandros nos permiten cruzar a la otra orilla.
Un sendero da la espalda al arroyo y nos sube al collado de Baltzola (395 m), donde encontramos señalizaciones que nos siguen llevando cuesta arriba por pista (en bastante mal estado) en dirección a Garaio.
Cuando la pista empieza a descender debemos abandonarla y girar a nuestra izquierda colocándonos de cara a la pendiente. Nos costó encontrar las marcas del sendero en este punto así que hay que estar un poco atentos. De todas formas, la despejada cima a la que nos dirigimos no tiene pérdida. Poco a poco vamos ganando altura y dejando atrás el pinar.
El sendero discurre por un terreno cada vez más rocoso mientras trepamos por la ladera Sur. Al llegar a la parte alta localizamos el buzón en la lejanía, camuflado en un mar de rocas. Ya falta poco.
Tras unos últimos metros sobre lapiaz, alcanzamos la cima de Garaio (574 m) siguiendo los hitos. En ella encontramos un buzón y un motivo navideño que data de 1985, muy acorde con las fechas en las que nos encontramos. Tenemos buenas vistas hacia el Sur, dominado por Gorbeia y Lekanda, y con Urrekoatxa más cerca coronado por su antena. Hacia el Norte el macizo de Aramotz presidido por Leungane nos hace levantar la mirada, altura que mantenemos por encima de los mil metros si giramos al NE y nos encontramos con Errialtabaso y Eskuagatx.
La bajada la hacemos por la cara opuesta a la que hemos subido. Un estrecho y desdibujado sendero desciende por la pronunciada pendiente hacia el pinar. Los hitos y marcas nos ayudarán a seguir el camino correcto.
Llega un punto a media ladera en el que la senda gira hacia la derecha y nos conduce sin pérdida hasta un collado en el que hay un cruce de varias pistas. Seguimos avanzando por la derecha rodeando una pequeña cima (Usuku) hasta que conectamos con la ancha pista que viene del Este. En este cruce seguimos hacia la izquierda, haciendo caso a la señal que indica la dirección a Baltzola.
Cruzamos sobre el río y caminamos por una cómoda subida que pasa junto a las casas altas de este tranquilo barrio. Casi sin darnos cuenta llegamos a la ermita de San Lorenzo (431 m). Junto a ella también encontramos una cripta en la que se muestra una imagen de la virgen.
Nos dirigimos ahora hacia la siguiente cima del día y para ello seguimos la pista hacia Baltzolamendi. Unos trescientos metros después la dejamos siguiendo un sendero que sale a nuestra derecha.
Rodeamos la cumbre de Baltzolamendi (506 m) por su ladera Norte. Frente a nosotros se muestra la tentadora punta rocosa de Bargondia, ocupada por un gran número de buitres que descansan ajenos a nuestra presencia. Antes debemos llegar hasta la zona de pinos que pueblan el collado.
Ya situados en el collado Bargondia (475 m) nos enfrentamos a la pendiente subiendo junto a una valla de alambre. Seguimos las marcas del sendero hasta que este se mete hacia el interior y nosotros decidimos improvisar nuestro camino lo más cerca posible de la caída de la pared Norte.
Cada vez encontramos más rocas hasta que llega el punto en el que caminamos de nuevo por lapiaz. Finalmente llegamos a la cima en la que encontramos el buzón de Bargondiko Atxa/Bargondia (536 m). A nuestros pies está el barrio de Bargondia (Dima) que da nombre a este monte. El macizo de Ganekogorta perfila el horizonte al dirigir la mirada hacia el Oeste, mientras que al Norte y Sur repetimos las vistas que teníamos desde Garaio.
A pesar de ser pleno invierno hay suerte y el día está lo suficientemente agradable como para hacer aquí mismo el hamaiketako. Para la bajada deshacemos nuestros pasos, pero esta vez seguimos el sendero correcto más alejado de la cresta. Volvemos a dirigirnos hacia el collado para bordear Baltzolamendi, ahora por la ladera contraria.
Caminamos por el pinar buscando la pista que habíamos abandonado hace un rato cuando subíamos desde Baltzola. Una vez que la encontramos el recorrido no tiene pérdida, ya que solo resta bajar siguiendo la pista más evidente.
Al salir a un claro sentimos la agradable sensación del sol de invierno calentándonos con toda la fuerza que puede. Unos metros más adelante llegamos a una vieja cantera abandonada donde aún se pueden ver los cubos de roca que se extraían de la montaña.
Seguimos la pista en descenso continuo pasando por algunos tramos bastante embarrados. El agua de lluvia corre ladera abajo en forma de pequeños torrentes que atraviesan el camino. Tras cruzar el vallado una última vez llegamos a la carretera y caminamos hacia la ermita donde hemos aparcado a primera hora.
Track: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/cueva-de-baltzola-garaio-y-bargondia-desde-indusi-21776592
Info: 7,4 km / 480 m / 4 h / Moderado
Videotrack:
Más rutas en: http://www.testeadoresdeocio.com