¡A las urnas!

Como la mayoría de los mortales, llego a estas elecciones con la lengua fuera y una sensación de hastío infinito. Aunque sea cierto que desde hace unos lustros vivimos en campaña permanente, dos llamadas a las urnas en menos de un mes y para votar (como poco) para cinco cosas distintas se hacen inabarcables. Máxime, cuando la triple cita de hoy se vive como una especie de reválida o segunda vuelta de la del 28 de abril, lo que inevitablemente suponía un riesgo de contaminación de los mensajes y las actitudes.

Y aquí es donde esta columna hace la ciaboga —o un triple tirabuzón— y cambia de tenor. Para variar, me pongo en clave optimista. Creo sinceramente que en este trocito del mapa hemos sido capaces de vadear ese peligro para centrarnos, en general, en las cuestiones que de verdad se juegan en el recuento de esta noche. Aunque el ruido de fondo de costumbre no ha faltado, tanto en la demarcación autonómica (en cada uno de sus territorios) como en la foral, exabrupto arriba o abajo, se ha mantenido el foco del debate donde debía estar.

Habrá que agradecérselo de modo especial a las sufridas y los sufridos candidatos. Después de tratar a unas decenas de aspirantes a lo largo de los últimos quince días, les confieso desde aquí mi admiración. Les juro que no es ironía. Es verdad que en alguna ocasión sus palabras sonaban a recitado machacón o venta de moto. Sin embargo, en la mayoría de los casos, me he encontrado con personas ilusionadas, nerviosas, con ganas de agradar, que parecía que se creían sinceramente lo que decían. Todos coincidían, por cierto, en la importancia de cada voto. Hasta el último cuenta.

Una propuesta estúpida

Tonterías animadas de ayer y hoy. La menguante sucursal navarra del PP propone en el Parlamento foral que se exija a la Comunidad Autónoma Vasca que se abstenga de celebrar el Día de Euskadi el 3 de diciembre. En argumento propio de criaturas de primaria, la franquicia gaviotil viene a sostener que la fecha está pillada, chincha raviña, y que los malvados vecinos de la demarcación autonómica tienen el resto del calendario para poner su fiesta institucional.

La lista de memeces concurrentes es interminable, pero habrá que señalar como primera el hecho de que se trata de una venda para una herida que aún no se ha producido… y probablemente, ni se producirá. Todo lo que hay hasta el momento en el Parlamento Vasco es una iniciativa absolutamente legítima de EH Bildu que se debatirá y, si es el caso, se votará cuando toque. A partir de ahí, la decisión está en manos de la cámara de Gasteiz, o sea, de los partidos que representan a la ciudadanía de los tres territorios. ¿Con qué derecho entromete su hocico una formación que ni pincha ni corta? Corrijamos: unas formaciones, en plural, porque UPN ha apoyado a bloque la soplagaitez y el PSN, más timorato, también lo ha hecho en dos de sus tres puntos.

Como han señalado, supongo que con dificultad para disimular las carcajadas, las y los portavoces del cuatripartito, el asunto se sitúa, amén de en la injerencia, en el absurdo, la ridiculez y el esperpento. Si lo suman todo, hallarán como resultado el patético autorretrato de una oposición que trata de conjurar su ineficacia dejándose arrastrar, bonita ironía, por sus sempiternas obsesiones identitarias.

Derechos y privilegios

A 150 kilómetros, sigo con pasmo infinito el novelón del convenio-chollo de la Sanidad Pública navarra con la universidad privada y su clínica adosada. Con la Obra de san Josemaría hemos topado. O en palabras mil por mil pertinentes del portavoz de Geroa Bai, Koldo Martínez, con la médula de la Navarra católica, foral y española. Lo brutalmente revelador es que tal médula sea apenas un billetero. Por más que se engole la voz y se inflame la carótida, todo acaba siendo cuestión de pasta y, como síntesis, de unos sentimientos de superioridad e invulnerabilidad arraigados en el tiempo y amparados… hasta ahora (¡ay!) por los sucesivos gobiernos, santificado sea el quesito ya rancio de Miguel de Corella.

Humanamente, se comprende el cabreo de los trabajadores y las trabajadoras de la Universidad y la Clínica. No debe de ser fácil distinguir un privilegio de un derecho, sobre todo, cuando el momio viene de largo y a nadie se le ha ocurrido discutirlo. 30 años pagando la misma cuota que cualquier hijo de vecino y disfrutando de un servicio exclusivo porque la diferencia la apoquinaba el erario común. Ahí la igualdad ni está ni se la espera. Claro que lo más lisérgico, rozando lo insultante, es tener que lidiar con cuentas de la vieja que pretenden demostrar que la bicoca descarga la sanidad pública y, por tanto, los verdaderamente beneficiados son los pringadetes que la utilizan porque no les queda más remedio. Hace falta un enorme desparpajo para defender ese planteamiento. Por fortuna —y no hay mejor moraleja—, como otras que han ido cayendo desde junio, esta gran injusticia forma parte del pasado.

Osasuna, qué pena

A 150 kilómetros, lo de Osasuna mueve más a la piedad que a la indignación o, desde luego, la sorpresa. Como representación gráfica, no se me ocurre ninguna mejor que la pintada callejera que mostró el otro día en Twitter el (muy notable) poeta de Burlada Ángel Erro. En una pared anónima, un lúser —creo que ahora hay que escribirlo así— del recarajo y medio había escrito: “Todo me male sal”. Exactamente igual que a la institución rojilla, que no evitó la segunda división a pesar de haberse pulido un dineral en amañar un puñado de partidos, según confesión del lenguaraz e imagino que atribulado exgerente Vizcay. A los cargos que ya pesan sobre los antiguos directivos enmarronados, habría que añadir los de torpeza en grado superlativo y pardillez con balcones a la plaza. A la del Castillo, naturalmente.

Porque esa es otra: hasta donde le alcanzan a uno las matemáticas, diría que para trampear el resultado de un encuentro, sea de fútbol o de ping pong, hacen falta, como poco, dos, el que compra y el que se deja comprar. Dado que, siempre de acuerdo con lo que va trascendiendo, hubo una media docena de trapicheos, nos estamos poniendo en un buen pico de candidatos a declarar en comisaría y/o acabar en prisión preventiva. Ya vemos que, hasta la fecha, los únicos que están pringando son los de la capital del Arga.

¿Se ampliará la cuota de carne de banquillo al resto de los rufianes que participaron en los tejemanejes o las autoridades deportivas y su prima la Justicia española ya se dan por servidas con el costillar del chivo expiatorio que están merendando ante la opinión pública? Hagan sus apuestas.

Osasuna y el cinismo

No se cansa de hacer horas extras el gendarme de Casablanca. Ahora en la vieja Iruña: “¡Qué escándalo, qué escándalo! ¡Aquí se amañan partidos!”. Me pregunto si cuela y a quién. Fíjense que a este humilde escribidor de tontunas, aun estando a 150 kilómetros y habiéndose quitado mucho de la farlopa futbolera, le había llegado el chauchau ya hace un buen rato. Creo recordar que fue en medio del baile del abejaruco electoral que terminó con la victoria de Luis Sabalza literalmente por incomparecencia de rivales. Pudo ser incluso antes, en tiempos de la gestora que hubo de lidiar con el marronazo del descenso y el monumental pufo económico, sobre el que también el personal se hizo de nuevas, por cierto. Y no piensen que la confidencia me vino rodeada de candados ni me fue susurrada. Se comentaba a viva voz en las redacciones periodísticas de toda la navarridad. ¿Que por qué no se publicaba? De eso, solo les puedo ofrecer una intuición. Era cabrón buscar las pruebas concretas, pero más lo era la eventualidad de encontrarlas. Nadie quiere aparecer como el que le da la puntilla al club de los amores del terruño. Que inventen (o sea, que investiguen) otros.

Así fue. Un medio foráneo levantó la apestosa liebre y comenzó el rasgado ritual de vestiduras, no sin un primer impulso negador por parte de muchos aficionados. Diría que más o menos los mismos que celebraron el sonrojante rescate de Osasuna con un pastizal público. A todo esto, ¿podrían asegurar los tres partidos promotores de esa salvación de birlibirloque que cuando la aprobaron en el Parlamento no habían oído hablar del dinero que no aparecía?