Esta semana se ha celebrado en el hemiciclo del Congreso el debate sobre el Estado de la Nación. En Estados Unidos, lo llaman el debate sobre el estado de la Unión. En Euzkadi, en setiembre, el Debate de Política General. Son debates anuales de toma del pulso al país, a su economía, a su conflictividad, a los partidos políticos.
A mí me tocaron 18 debates de este tipo con Felipe González y con Aznar y lo malo de aquellos debates era que, o la víspera, o el mismo día, ETA o había secuestrado o matado a alguien. Sin embargo, en esta oportunidad, ETA no es ya el problema, con lo que esto significa, sino la noticia ha sido que San Sebastián ha sido escogida como capital cultural europea para el 2016. Y que un ex ministro como Belloch, aquel juez “progre” de Bilbao, se haya portado ante la noticia como un ultrasur o que una ministra del actual gobierno Zapatero, Rosa Aguilar, ex alcaldesa de Córdoba en sus tiempos de militante de IU, hayan impugnado esa decisión no deseando dar la menor oportunidad a la paz, mientras Odón Elorza, en un gesto que le honra, acompañaba al actual alcalde donostiarra en su viaje en autobús a Madrid. Una fotografía de situación que describe bien la falsedad de Belloch y Aguilar cuando decían que lo importante era que desapareciera la violencia y que tras lograrse esto, todo podía plantearse. Rosa Aguilar y Juan Alberto Belloch, dos socialistas de salón, de esa izquierda caviar que tanto daño ha hecho por su incoherencia al socialismo español y al propio presidente Rodríguez Zapatero, se han retratado.
El debate y sus conclusiones han girado alrededor de lo que en este momento angustia al ciudadano como es la economía, la falta de perspectivas, el paro juvenil, el desempleo, la falta de crédito, y la ausencia de una dirección segura. De ahí que me extrañara tanto la parte final de la intervención de Zapatero en su discurso por la mañana. Sonaba a despedida cuando teóricamente le quedan seis meses para hacer cosas. Y si uno tiene el BOE y apoyos parlamentarios ¿a qué viene presentarse ante la opinión pública como un pato cojo más cojo de lo normal?. Eso jamás lo hicieron González ni Aznar. Decían de él que no era un bambi pues tenía dientes de acero. Lo demostró con la vieja guardia de su partido a la que fulminó para, pasado el tiempo, acabar confiando en el único viejo rockero que dejó vivo cerca de él y el 4 de abril anunció que no optaría a un tercer mandato y que eso lo había decidido desde hacía mucho tiempo. No es verdad. Hubiera optado por un tercer y por un cuarto mandato si no hubiera tenido un huracán en su contra. Es hombre de poder, aunque luego no sepa qué hacer con él y se invente un día lo de la geometría variable y otro diga que no se trata de una crisis sino de una recesión.
A Zapatero cuando se le juzgue se le juzgará por sus ocho años de mandato, no por los dos últimos y a pesar del florilegio final hacia el PNV y de su buena sintonía actual hay que recordar que se alió con el PP para tumbar y no tramitar la reforma estatuaria del Estatuto de Gernika que Ibarretxe emprendió en 2005 porque el estatuto estaba clavado. Y a pesar de lo que diga de su buena relación con los presidentes del EBB tengo para no olvidar su intervención en el Palacio Euskalduna jactándose de no haberle dado nunca la mano a otro presidente del EBB como Xabier Arzalluz. Sus amores actuales pasan por sus intereses. Quiere acabar sus ocho años de mandato con la economía encauzada y dejando un suficiente margen de tiempo a su sucesor por ver si sale alguna luz en el horizonte y quiere ayudarle y eso lógicamente, a nosotros, pero sobre todo a Euzkadi, le conviene. ¿Por qué?. Porque en su debilidad, estamos pudiendo desarrollar una ley orgánica como es el Estatuto de Gernika, clavada a soplete durante treinta años y porque además, la economía si algo necesita es estabilidad y estos seis votos del PNV en Madrid son los que están garantizando que España no se convierta en Portugal y mucho menos en Grecia. Somos un instrumento útil para Euzkadi. Pero lo que no entiendo del actual Zapatero es como está desaprovechando la oportunidad de apostar, además de por las reformas en curso, por apuestas que sin costar un euro, oxigene la democracia como es la transparencia, la aprobación de las incompatibilidades, la doble vuelta, la evitación de duplicidades, el apoyo de verdad a las pymes y a la investigación, el debate energético y educativo pero de verdad.
La expresión «lame duck», en castellano pato cojo, originalmente empleada en el siglo XVIII en Gran Bretaña para designar la bancarrota de los hombres de negocios vulnerables como un pato herido después de un disparo o para los presidentes norteamericanos en período de descuento, no debería aplicarse a un Zapatero que mientras tenga a mano el BOE debería ejercer plenamente el poder, porque quien lo tiene y no lo ejerce, que no debería quejarse. Es una pena que la sociedad del espectáculo, solo necesite actores aseados y con percha, aunque luego pasa lo que ha pasado, que no solo de talante vive el hombre. Almunia, el nuevo cónsul de Bilbao, fue en su tiempo un mal candidato, porque no tenía glamour, pero hubiera sido mejor presidente en tiempos de crisis. Ante esas experiencias, más que nunca, lo que se impone es la seriedad. Lo de “váyase Sr. González” de Aznar, está ya muy gastado y no conduce a nada.
Pues, Senador, es fácil de entender. Su partido y algún otro partido nacionalista tienen al pato ensartado desde el trasero hasta el pico, por más que de tanto en tanto le dejen que salga un ratito del rustidor en el que se asa y de paso nos frie a deudas a todos por varias generaciones.
Remedio lo hay y más rápido cuanto más prisa se den las
Cortes Generales en hacer los cambios necesarios, incluido el de la Lery electoral para que partidos minoritarios no puedan tener bajo chantaje al Gobierno. Estaa crisis es brutal pero cabe que hasta saquemos algo bueno a partir de ella. Usted y su partido político siguen embelesados con Irlanda, con la del sur y con la del Norte. Prefiero fijarme en Islandia y en Canadá, por ejemplo.
¿Que se necesitan elecciones generales? Vayamos a ellas.
¿Que conviene alguna reforma Constitucional sabiendo a dónde quiere ir el pueblo soberano? Pues plantéese y hágamosla.
Saludos, Senador.