Es derecho pero no justicia

La jueza Angela Murillo duerme tranquila. Comenta con sus compañeros que la sentencia contra Otegi, Diez Usabiaga y compañeros no es más que la aplicación del Código Penal tomando como base el criterio político que Batasuna es ETA. Sentada la premisa, lo demás es fácil. Y así ha sido. Diez años de cárcel por ejercer la libertad de expresión y de asociación tratando que ese mundo entrara en razón e hiciera política. A Gerry Adams lo han condecorado y M. Guines puede hasta ser presidente de Irlanda, pero aquí seguimos con la lógica militar de los vencedores y los vencidos, sin dar la menor oportunidad a la paz.

Ya sé que Otegi ha tardado la intemerata en darse por aludido y sé también que si ETA hubiera decretado su cese las cosas serian distintas, pero, a pesar de esto, semejante rigor en una sentencia como si Bildu no estuviera legalizada y como si Garitano no fuera Diputado General de Gipuzkoa, llama la atención.

Por eso digo que es derecho, pero no es justicia. Y mucho menos, olfato social. Es propaganda gratis para Bildu, con la épica del encarcelado al que el Tribunal Constitucional sacará de la cárcel tras las elecciones del 20 de noviembre. Al tiempo.

Pero es habitual en este mundo de intereses. Y siempre ha sido así.

En aquel 10 de agosto de 1792, las miradas se fijaban en las elecciones para la Convención. Los jacobinos de Robespierre, los rufianes de Marat, crápulas como Felipe de Orleans, iban a ser derrotados, pero controlaban la Comuna de París y el Comité de Vigilancia, donde se planificaban los asesinatos. ¡La Revolución corría el peligro de caer en manos de los moderados!. La orden fue dada, París se entregó al pillaje.

«Bajo el espantoso recuerdo de los asesinatos de septiembre -escribe M. Mac Donald- se reunieron los electores. Robespierre los condujo por una ruta cubierta de cadáveres: las víctimas de la prisión de Chatelet. El alarde macabro redujo a los electores a la abulia, y el 5-9-1792 eligieron a Robespierre primer diputado por París».

Es importante recordar que cuando Robespierre, modesto abogado bretón, comenzó su carrera como honrado líder radical no se imaginaba que un día el proceso lo llevaría a dar por válidos estos métodos. Se habría quedado en Arras, su pueblo natal, si se le hubiera anticipado que para ser diputado no sólo se prodigaría en asesinatos sino que los utilizaría para doblarle la mano a electores aterrorizados.

En puridad la Revolución Francesa, la de los derechos del hombre, había nacido con la ilustración para morir cuando hombres bien intencionados fueron arrastrados junto con rufianes sórdidos a aplastar la disidencia y enaltecer el crimen. Ironía sangrienta: el contenido de la revolución se había desvanecido, y sin deberle nada a ella, los primeros ideales reaparecieron en la humanización del Derecho.

Comprendió el movimiento democrático posterior que el Derecho era un refugio y no una argucia. Cesare Beccaría había elevado el Derecho Penal a la condición humana con instituciones como el debido proceso, la presunción de inocencia, la igualdad en el juicio y el derecho a la defensa. François Marie Arouet, alias Voltaire, había demolido los abusos del absolutismo. Brissot, Robespierre, Marat, Danton, fanáticos de aquellos precursores, descubrieron que el Derecho obstaculizaba su justicia sumaria. Desde entonces muchos se distribuyen, según la posición que ocupen, en el campo de los rábulas o en el de los leguleyos.

En fin. Dentro de poco esto se habrá superado y solo habrá sufrido el concepto de la justicia.

Lo dice Europa: El Rey está superprotegido

Una condena de un año de cárcel para Arnaldo Otegi por llamarleresponsable de los torturadores» es «particularmente severa y excesiva» ha dicho el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que ha condenado España a indemnizar a Otegi con 20.000 euros (unos tres millones de pesetas) por vulnerar su libertad de expresión. Un año de prisión a treinta mil pesetas por mes. Una arbitrariedad injustificable por una parte, una minucia en euros por la otra. ¿Quién le devuelve, ese año que estuvo en prisión?.

Es de destacar que los magistrados del Tribunal de Estrasburgo critican en su sentencia la “sobreprotección a la figura del Monarca”. Según se lee en la sentencia que el rey cuente en la legislación española con un nivel de protección más alto que cualquier otro ciudadano es censurable. ¡Por fin se reconoce!. Esa fue la tesis de mi libro «Una monarquía protegida por la censura».

En Europa, donde son más demócratas que en España, no entienden como el jefe del estado no es responsable ante nada y «el hecho de que el rey ocupe una posición de neutralidad en el debate político, una posición de árbitro y de símbolo de la unidad del Estado, no puede ponerle al abrigo de todas las críticas en el ejercicio de sus funciones oficiales», dice la resolución.

Me ha defraudado el ministro Caamaño quien como ministro de Justicia en lugar de reconocer que la sentencia da en la diana se pone a elucubrar que en principio la sentencia española parecía muy “equilibrada ¡Qué cara dura!.

Del PP no se podía esperar más que rebuznos y en este caso la insoportable Soraya Sáenz de Santamaría dijo que lo que había dicho Otegi era muy grave y que estaba de acuerdo con la pena impuesta por los tribunales españoles. Esta repipi abogada del estado español dista mucho de ser persona ecuánime y equilibrada. ¡Que Dios nos coja confesados si llegan el año que viene al poder con mayoría absoluta!.

Aquí se ha demostrado una vez más que el PSOE, el PP y los tribunales españoles usan las leyes a su antojo, que el rey es un superprotegido y a pesar de que delinca tiene inmunidad total y que en Europa ven a la monarquía española como un anacronismo de país autoritario. Un año de cárcel por decir una evidencia. ¡Mon Dieu!.

La «Seducción Democrática» que a Arnaldo le produce Egiguren

El domingo se publicó en El País una larga entrevista a Arnaldo Otegi, éste en la cárcel. Si Mac Luhan decía que «el medio es el mensaje», la cosa, estaba clara. La entrevista no se produjo en las páginas de Berria o de Gara, sino en El País, con permiso de Pérez Rubalcaba y dirigida a la pa­rroquia socialista y a la cúpula del PP.

La entrevista no era personal. Era un cuestionario y, en la cárcel, se tiene todo el tiempo del mundo, por lo que cada palabra estaba pesada y medida. Esa era otra de las peculiaridades del mensaje de Otegi.

Me llamó la atención las muestras de aprecio por Jesús Egiguren, presidente del PSE. A nadie más hizo carantoña alguna. A Egiguren si. Incluso corroboró algo que se sabía, aunque no se había confirmado y que era el que tras el atentado de la T-4, inmediatamente tuvo un encuentro con Egiguren.

Me llamó la atención la confirmación de lo que en su día se le dijo a Otegi y él recha­zó que fue que toda la propuesta de Anoeta, la de la rama de olivo y la de sacar la violencia de las calles, no tuvo la suficiente maduración y cocina. Ahora reconoce que se equivocaron.

Me llamó la atención de que habla que los socialistas les impiden presentarse a las elecciones porque estos tienen miedo a “un bloque popular nacionalista”. Mi pregunta es ¿con quienes y entre quienes?.

Me llamó la atención que Otegi utilizara una palabra maldita. Por lo menos lo fue para Josu Jon Imaz cuando habló de que había que seducir a España. Otegi utiliza la de “seducción democrática”. A Imaz le montaron una gran bronca. A Otegi no. Y no hay cosa más seductora que la democracia.

Otegi se opone a la violencia, pero no la condena. Lo suyo es no romper con ETA y no condenar. Podemos estar así otros quince años, aunque no lo parezca. Darle vueltas y más vueltas al molinillo.

Lo que más me gustó fue leer en sus labios que la violencia debe desaparecer de forma «unilateral, permanente y verificable». Me hubiera gustado que hubiera añadido: “por razones éticas y humanas”, pero ya sé que esto es mucho pedir. Lo de ellos no es centrar la acción en el ser humano, sujeto de derechos.

Y al final lo suyo es “la lucha por la independencia y el socialismo en Euskal Herria». Lo de la independencia como señuelo, como papel de regalo. Lo del socialismo real me lo creo. Y para eso hay que cambiar al nombre a Euzkadi por Euskal Herria. Que no tenga el menor toque sabiniano. Pero eso será, en breve, la gran discusión. De qué tipo de Euzkadi estamos hablando.

De todas formas mejor esto, que no lo que hemos visto en el pasado reciente.

Pero me gusta más el camino del PNV. Ciento quince años luchando por Euzkadi, día a día. Y respetando a las personas.