75 Aniversario del fusilamiento de Florencio Markiegi

Domingo 14 de octubre de 2012

Esta semana me llamó a Madrid Joaquín Aperribay, quien fuera alcalde de Deba. En verano yo había leído una entrevista que le hicieron en Berriak en 1977 y tenía fresca su figura de alcalde.

Aperribay me comentó que le habían remitido a mi persona a cuenta de un acto que pensaban organizar en esta localidad gipuzkoana recordando el 75 aniversario del fusilamiento del alcalde Florencio de Markiegi. Me dijo que un familiar de Markiegi había trabajado en una escultura que perpetuara su memoria. Me recordó que hacía unos años habían dedicado una plaza al alcalde represaliado.

Estuvimos hablando sobre lo que tuvo que ser aquella carnicería en 1937 y le comenté cómo en el libro de Ramón de Galarza aparecía mencionado, con sus cartas, Markiegi. Cartas de despedida a su familia, a sus amigos y al PNV, ya que había sido burukide del GBB. Aperribay me comentó asimismo que la actual alcaldesa de Deba les había convocado a los ex alcaldes para un homenaje que se estaba preparando. Le dije que ojalá esa iniciativa se siguiera con Azkue y con todos los fusilados aquel nefasto quince de octubre en el cual catorce jóvenes, cuidadosamente escogidos en representación de todos los partidos, fueron pasados por las armas. Escribí la semana pasada sobre esto.

Tomando la descripción que hace Galarza de aquel hecho, transcribo a continuación las referencias que escribió y las cartas que envió.

Dice así:

Florencio de Markiegi

Florencio de Markiegi, Alcalde de Deba y miembro del Gipuzko Buru Batzar, fue llevado a una celda aparte con otros seis compañeros de pena capital una vez que se les comunicó que iban a ser ejecutados a la mañana siguiente. Sus compañeros eran marxistas.

En capilla, su mayor preocupación fue la de ayudar a sus compañeros no creyentes o alejados de la religión cristiana: “¿ No veis la tranquilidad y paz que tengo ante la muerte ? Es mi fe cristiana la que me da la fuerza para ello.” Y grande fue su consuelo al ver que todos aceptaron la muerte cristianamente.

Caminó sereno hacia la playa de Barria, donde había de ser fusilado con sus compañeros. Tuvo un recuerdo para su hermano sacerdote fusilado por los franquistas en Mondragón: “Pronto nos abrazaremos”, dijo.

Frente al pelotón de ejecución se adelantó unos pasos y pronunció unas palabras de perdón para cuantos habían contribuido a su muerte, y exclamó en voz alta: “Muero contento porque doy la vida por mi Patria, Euzkadi, y porque todos nos hallaremos pronto juntos en el cielo.”

No podemos menos de dar a conocer sus cartas de despedida, escritas en la madrugada del día 15 de octubre, pocas horas antes de su ejecución.

Se reafirmó en sus ideales de cristiano y de patriota al escribir a los dirigentes del Partido Nacionalista Vasco:

Dueso, 15-10-37

Queridos compañeros, agur:

Estoy con seis izquierdistas en la celda 50… He solicitado rezar con ellos mi último rosario, pero al parecer no me será posible. Quisiera convencer a éstos; ya les he dicho (y lo están viendo), la fuerza enorme que otorga en estos momentos la Fe.

Con el rosario en la mano, lo he rezado solo. Creo que se ablandarán. Que Dios lo quiera.

Nosotros para Euzkadi y Euzkadi para Dios, es nuestro lema.

Dios me otorga sin merecerlo una muerte hermosa. ¡Qué felicidad! Estoy frente a frente con la muerte que ha de ser fértil para la patria.

Estoy esperando ansioso al sacerdote. Si llega vuestro turno no os amilanéis. Dios concede fuerzas suficientes.

¡Gora Euzkadi askatuta!, Jaungoikoagan bakarrik lotu-ta.

Florencio de Markiegi

Como Alcalde de Deba no se olvidó de los patriotas de su pueblo:

Patriotas de Deba:

Después de ofrecer por Dios a la patria estos padecimientos, he aquí como premio una hermosa muerte. ¿Qué más puede pedir un hombre creyente?

Mi querida familia, esposa e hijas… los pa­dres… ¡si no fuera por el entristecimiento que me produce su recuerdo, qué día más feliz el de hoy! Seguid firmes, muchachos, en el camino emprendido; además, Euzkadi será pronto libre… Vosotros para la patria y la patria para Dios. Yo me voy, pero quedáis vosotros. Firmes siempre, y sea todo en nombre de Dios. Agur. Florencio de Markiegi

La carta de despedida a su esposa trasluce el mismo espíritu de fe, la misma serenidad, el mismo valor inquebrantable.

Queridísima Maritxu:

Dentro de pocas horas voy al cielo con la absoluta seguridad de que Dios me recibirá en sus brazos, y ello cuando más te quería y cuando mayor era mi ilusión para vivir contigo y con las pequeñas.

Dios sabe lo que hace y acatemos su voluntad. Me han dejado muy poco tiempo para escribirte. He de rogar mucho para que nuestras hijitas crezcan en el Señor. Nuestra sangre no será vana, sólo me apena dejaros a vosotras; de lo contrario, el saber con antelación la hora en que debe morir uno  es  la  gracia  más  grande  que Dios puede darnos y a mí me la ha concedido.

Muchísimos besos a nuestras hijitas: Iziartxo, Lore, Nekane… no puedo proseguir. Cuánto te quiero… desde el cielo os ayudaré. Agur, Maritxu, agur, agur pequeñitas… ¡Gora Euzkadi askatuta, Jaunguikoagan bakarrik lotuta!

Te quiere muchísimo,

Florencio

 

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