Anoeta no se llenó

Lunes 31 de diciembre de 2012

No solo no se llenó sino que lo ocurrido el sábado proyecta la peor de las imágenes para quienes buscan y buscamos una Selección Vasca.

Que un partido de la Selección Vasca en Anoeta solo mueva a 26.000 vascos contra la Selección de Bolivia, país presidido por el Abertzale Evo Morales que ese mismo día nacionalizaba varias empresas de Iberdrola en su país y cuando toda Gipuzkoa debería haber aplaudido al gran bigotón, Xabier Azkargorta no es entendible el follón montado y el que no se llenara el campo.  Sobre todo porque es en Gipuzkoa donde gobierna Bildu y al parecer éstas son sus banderas.

Mi extrañeza me la ha aclarado un buen abertzale gipuzkoano que me dice lo siguiente:

Unas cuantas puntualizaciones sobre el partido de la Selección de Euskadi:
– Somos un grupo de unos 25 amigos/as, sumando mayores e hijos/as, la inmensa mayoría cercanos a EAJ que asistimos asiduamente a los partidos anuales de nuestra selección. Este año no hemos ido, y eso que el estadio estaba en Donostia, más cerca que Bilbao. ¿Por qué? Nadie ha dado una explicación razonada: desgana, Bilbao es otra cosa, Anoeta no se va a llenar, nos estamos haciendo mayores, que los hijos/as vayan solos…, pero estos tampoco han ido.

– De mis tres hijas, forofas de la selección, ha ido la pequeña (16 años) con sus Deba, creo que sólo ha ido uno a Donosti.

– Estuve hablando con un jelkide antes del partido. Me dijo que tenía intención de asistir con sus hijos. Yo le comenté, y es verdad, que estaba ensayando con mi hija la letra de nuestro Himno «Gora ta Gora» porque nadie alrededor lo iba a saber cantar y no era cuestión de que el estadio estuviera mudo. En el fondo éramos conscientes, así me lo comentó mi hija, que lo que iba a Anoeta desde la provincia era la borrokada pura y dura y con la intención de ningunear nuestros símbolos y a armarla.

– Efectivamente, tuve una llamada de mi hija desde el estadio. Gente conocida de ella, chicas de su edad, fueron «invitadas» a abandonar sus localidades en las primeras filas por parte de la chavalería más borroka de nuestro pueblo, con el argumento de que los sitios que ocupaban iban a ser el escenario de su campo de batalla.

– Y así fue. Pitaron nuestro Himno, el himno de todos los vasos,  al igual que al español en las finales de copa. Despejaron las primeras filas para utilizarlas como campo para azuzar a la Ertzaina, armaron todo el follón que pudieron, dejaron heridos, ¿alguien hablará por ellos? ( y no me refiero a los Ertzainas). Estoy convencido que en las Herriko tabernas de Gipuzkoa pusieron velas a sus caídos de ETA para que hubiera un par de Cabacas en toda esta vorágine. Se metieron con nuestro Gobierno y el cínico de Permach habló de la primera carga de la Ertzaina de Urkullu, cuando verdaderamente lo que ha sucedido es la primera algarada de los potrillos de Batasuna en la era Urkullu.

– Leo los periódicos y no entiendo la actuación de la Ertzaintza. ¿Estamos seguros? Mi hija fue a ver un partido de fútbol y vino acojonada. ¿Qué sociedad estamos haciendo? Mucho tienen que decir los clubs de fútbol de primera división. ¿Cómo pueden permitir grupos ultra que tensionan los partidos armando los follones que arman? Nadie se puede meter con ellos?¿Cómo es posible que entrara en el campo todo ese arsenal de bengalas, y armamento para acometer disturbios? Mi hija llevaba una botella de plástico con agua junto al bocata y se lo quitaron mientras entraban bengalas a mogollón ¿Qué dicen los organizadores? Aquí no ha pasado nada y hasta el año que viene? Un PUTO DESASTRE.

– Desde el punto de vista político una auténtica RUINA. Soy seguidor de la FIFA y una vez vista las imágenes, el único partido internacional que dejo jugar a Euskadi es contra Afganistan y en su feudo. Hemos perdido un montón de años en nuestra reivindicación. Esto se nos va a ir de las manos si no tenemos las ideas claras.

Estoy de acuerdo con las apreciaciones que haces Iñaki. Mucho turboabertzale en Gipuzkoa y no se llena el campo. Se lo dejamos a los jarraitxus para que lo utilicen como campo de batalla. Y soy el primero en la autocrítica.

A pesar de todo URTE BERRI ON y que en el 2013 no se repita este espectáculo.

Josu Zubiaur fue el primer director de EITB

Domingo 30 de diciembre de 2012

Se recuerda estos días las primeras emisiones de ETB. Y sale a relucir Ramón Labayen, el primer Consejero de Cultura del Gobierno Vasco del Lehendakari Garaikoetxea y sucesor de Jesús M. Alkain al frente del Ayuntamiento donostiarra.  Pero tras este Consejero había mucha gente haciendo un buen trabajo.  Por ejemplo Josu Zubiaur que fue el primer Director General de EITB y del que nadie se acuerda.

Zubiaur fue un ejecutivo pragmático, directo y algo brusco pero gracias a estas cualidades aquel empeño pudo ponerse en marcha.  Me dicen que vive en Gasteiz.  No lo sé pero es justo reconocerlo.  A mí me tocó ser el presidente de la Comisión de Medios de Comunicación Social del Parlamento Vasco y a Joaquin Elosegui ser presidente de edad del primer Consejo de Administración.  Y estaba también el PNV que tenía en la calle Marqués del Puerto de Bilbao un equipo de gentes liderado por Vicente Gezala que trataban de preparar a jóvenes periodistas ante el mundo audiovisual que se venía encima.  Lo animaban Xabier Arzalluz e Iñigo Aguirre.  A Vicente Gezala lo conocí en Caracas.  Era jesuita y me dio clases en aquella universidad. De Hondarribi, era un tipo muy cordial.

Y estaba también el grupo que fue a prepararse a Hamburgo y….. es decir, que hubo mucha gente tras aquellas primeras emisiones.  No solo fue Labayen el artífice de la primera emisión, aunque le tocó dar la cara.  Y recuerden el nombre: Josu Zubiaur. Fue el Primer Director General. El segundo, Andoni Areizaga que acaba de fallecer.

Anoeta no se llenó

Partido de la Selección Vasca contra la Boliviana. Goleada vasca.  Lógicamente quise en todo momento que ganara Euzkadi, pero también que Azkargorta volviera a Bolivia con la cabeza alta.  Me cae bien este bigotón que ha dado esperanza al pueblo de los Aymaras y de los Quechuas.  Bolivia se llama así por Simón Bolívar, que también fue su Libertador aunque el trabajo principal lo hiciera Antonio José de Sucre, el Gran  Mariscal de Ayacucho, el Abel de América, que nació en Cumaná, donde nací yo, y que es la capital del Estado Sucre, en honor de aquel militar inteligente que fue asesinado.

Me extrañó, como siempre me extraña, que Anoeta no se llenara. Yo estudié en Donosti (Marianistas), mi familia por parte de ama es donostiarra con raíces en su puerto, vivían en la Calle Campanario, y eso me legitima, además de porque si, a extrañarme de la frialdad  donostiarra y gipuzkoana ante el juego de la Selección Vasca contra la del país de Evo Morales.  Aparentemente son más abertzales que la media, pero luego el campo no se llena y cuando lo inauguran lo hacen con el Real Madrid.  En fin, nada nuevo.

Euzkadi, dos años de impaciencia

Sábado 29 de diciembre de 2012

La colección Euskal Bidea de Pamplona publicó en 1978 un folletito impreso en Asturias titulado “EUSKADI, DOS AÑOS DE IMPACIENCIA” de un joven Koldo San Sebastián que terminó de escribirlo en enero de 1978 en Avilés. El folleto tiene 47 páginas y se lee muy bien. El antetítulo trataba de aquel año 1976 tras la muerte de Franco y el gobierno de Arias Navarro bajo la incipiente monarquía de Juan Carlos.

Está escrito con el lenguaje de la época y tiene mucha información de cómo se iban viendo los cambios así como la fuerza que en la calle se estaba haciendo para comenzar la llamada transición.

Es todo una fotografía de época que tenía escrito en su contraportada lo siguiente:

Euzkadi, en los dos últimos años ha vivido días intensos. Se han caracterizado por la extrema violencia y por la intransigencia demencial durante el llamado primer gobierno de la Monarquía, au­téntico continuador del régimen anterior, tuvieron lugar los suce­sos de Vitoria, Basauri, Montejurra… La sangre corrió y el pueblo salió a la calle cuantas veces fue preciso para pedir LIBERTAD, AMNISTÍA y el marco necesario para conseguir la AUTO­DETERMINACIÓN.

Koldo San Sebastián, colaborador ocasional de distintas re­vistas como «Disco Exprés», «El Canto de los Pueblos», o «Punto y Hora», ha escrito poesía como «Naparroa bihotzean» y letras de canciones como «Negu luze hotzetik», bajo el seudónimo de «Gorriti».

Este folleto es útil como guía para comprender un poco la historia reciente de Euzkadi. Más que un estudio científico erudito son unos apuntes, una aproximación.

ÍNDICE

Introducción……………………..

I.        El dictador ha muerto o la agonía del régimen

1.1.     El primer gobierno de la Monarquía ……..

1.2.     Amnistía, primer paso. ………………

1.3.     La tregua de ETA ………………….

1.4.     La «vuelta» de los exiliados. …………..

1.5.     La semana trágica ………………….

1.6.     Cultura y libertad ………………….

1.7.      ¿Es imposible la paz? ……………….

1.8.     Aberri Eguna de la desunión …………..

1,9      El despertar del nacionalismo tradicional ….

I.lu.   Montejurra, licencia para matar. ………..

1.11.   El otro terrorismo ………………….

1.12.   Gestación y génesis del K.A.S.. …………

1.13.   La caída de Arias. ………………….

Apéndice:

Gráfico Núm. 1     Diagrama Histórico. ……

Gráfico Núm. 2   -Primer Semestre 1976 . . . .

 

 

I.-EL DICTADOR HA MUERTO

Por: Koldo San Sebastián

Introducción

El desarrollo político, económico y social de Euzkadi ha esta­do ligado, en las diferentes etapas de su historia, a otros pueblos que, casi imperceptiblemente, han ido robando partes de la esencia de la personalidad del Pueblo Vasco. Esto, evidentemente, ha re­percutido en sus relaciones internas y externas. Y el desgaste de personalidad ha influido, igualmente ante la actitud tomada por diferentes grupos ante problemáticas que pudieran parecer comu­nes dentro de la propia comunidad euskaldun.

Los hombres y los colectivos ideológicos también han inter­venido, desde fuera, en este proceso depredador: Carlomagno, el duque de Alba, los jacobinos, Napoleón, carlistas, liberales, repu­blicanos, Franco, Giscard… Quizás por ese proceso de tiempo y presiones extrañas, algunos vascos se han transformado más pro­fundamente que otros.

En este trabajo tratamos de enumerar lo que ha ocurrido en Euzkadi desde el fallecimiento de uno de esos hombres: el general Franco.

La muerte del general Franco significa un cambio fundamen­tal en la historia de Euzkadi aunque no definitivo ya que lo con­templamos en un tiempo determinado. Sin embargo se dan una serie de circunstancias nuevas, no conocidas anteriormente. Por un lado, se definen las relaciones internas de los partidos nacio­nalistas. En segundo lugar, los partidos sucursalistas se apresuran a asumir en distinto grado el problema nacional vasco. Se da una traducción desenfrenada de siglas en partidos que habían rechaza­do el término Euzkadi y cualquier tipo de nacionalismo peninsu­lar, tachándolos de pequeño-burgueses. Por último está la actitud del proletariado vasco que asume, cada día con más fuerza, su propia conciencia nacional, aportando así nuevos elementos de análisis.

A este respecto escribe Beltza: «Queda, sin embargo, un fuer­te relente oportunista, en las actuaciones de los grupos que, hasta hace poco, han combatido contra este derecho y esta necesidad de auto-organización del proletariado vasco, en un partido propio independista. En su evolución reciente hay, probablemente, una acti­tud contradictoria: de una parte están analizando correctamente la penetración de la reivindicación patriótica de las masas y están adoptando unas posturas claramente favorables a la liberación na­cional; de otra parte, se observa una tendencia a limitar la lucha patriótica dentro de los cuadros limitados de institucionalización más o menos federal, como si los viejos fantasmas unitarios y cen­tralistas influyeran constantemente con el fin de reducir a lími­tes «aceptables» la actual revitalización de lo vasco».

La etapa que contemplamos es intensa, llena de aconteci­mientos. España pasa de un régimen dictatorial a una situación de reformismo del propio régimen y desde dentro. En Francia se aferra la tecnocracia giscardiana. En los momentos en los que se comenzaba a respirar cierto aroma de democracia-burguesa, el mentidero político vasco es un burbujear de pasiones… y de enfrentamientos. Este periodo está marcado, sin embargo, por tres grandes temas: la represión, la amnistía y el enfrentamiento dialéctico de los grupos de oposición.

Poco antes de la muerte de Franco, todo es incertidumbre, te­mores. En un «Editorial» de la revista «Cambio 16», se decía: «El país es en estos días presa de una tormenta de miedos y esperanzas cara a la transición que se nos está viniendo encima» (…) «No fal­tan cábalas y apuestas sobre todo tipo de gobiernos y cambios que satisfagan a los intereses de uno y otro grupo. Pero, por ahora, nada se sabe de cierto» (…) «Siguen sin embargo rumores y mie­dos de que el “lobby” marroquí acabe por llevarse el gato al agua. Se sabe también que el deshielo ha comenzado en las provincias vascas tras el anuncio de una comisión que va a estudiar un nuevo y posible régimen administrativo».

Y el miedo era real. El gran capital huye hacia Suiza o Filipi­nas. Nombres relevantes de la aristocracia franquista se ven envuel­tos en este tipo de escándalos. En el lado opuesto, el Pueblo que ha vivido los últimos cuarenta años con ansia de libertad conteni­da, teme un nuevo alzamiento militar apoyado por la derecha fene­ciente. Por su parte, Euzkadi no quiere «un nuevo y posible régimen administrativo», exige, cada vez con más fuerza, el de­recho a decidir su propio destino.

Francisco Franco Bahamonde deja de existir a las 4,20 de la madrugada del 20 de noviembre. Ese mismo día, casi a la misma hora y en una idéntica noche de otoño-invierno, pero 34 años an­tes, el corazón de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Fa­lange Española, dejaba de latir en la Casa-Prisión de Alicante.

Las páginas que siguen son lo que se podría llamar un trabajo periodístico-político. Obviamente, la realización del mismo en tan pocos folios excluye la posibilidad de efectuar un análisis exhaustivo de las fuerzas sociales, componentes ideológicos, situación de la economía, referencias históricas…

Avilés, enero de 1978

I.- EL DICTADOR HA MUERTO O LA AGONÍA DEL RÉGIMEN

Con la muerte de Franco, el régimen que él creó y sostuvo co­mienza a agonizar. Se hace cierta la profecía: »el franquismo no es posible sin Franco». Quizás Carrero habría sido el único capaz de continuarlo. Los últimos coletazos del sistema moribundo caerán, como siempre, sobre Euzkadi, como veremos a lo largo de este trabajo.

El día 22 de noviembre, como disponían las Leyes Funda­mentales, Juan Carlos de Borbón es nombrado rey de España. El estado español se reconvierte en Monarquía. Inmediatamente co­mienza a gestarse el cambio, un cambio que no satisfará a nadie y que, los más optimistas, llamarán «reforma». En aquellos días, el político que más pesaba por su talante «liberal» era José María de Areilza, primer alcalde franquista de Bilbao tras la ocupación de la ciudad por las tropas de Mola, demasiado liberal para el bunquer y demasiado reaccionario para la oposición.

En esos días, Girón de Velasco, hombre fuerte de la extrema derecha se desmelenaba en un discurso pronunciado en Asturias. «No nos asusta la soledad y el cerco. No nos atemoriza el ciego terrorismo. España está por encima de todo eso»(…) «La conjura es contra España, sea cual fuera su sistema político. La conjura es contra la misma esencia de nuestra patria. La conjura es contra nuestras instituciones y nuestra sociedad». El bunker intentaba revivir el viejo monstruo judeo-masónico-rojo-separatista creado por Franco. Precisamente él, en su última aparición pública en la plaza de Oriente, a raíz de los asesinatos de Txiki y Otaegui y los militantes del FRAP, lo invocaría con su peculiar estilo; «Todo obedece a una conspiración de carácter masónico-liberal en contu­bernio con la subversión terrorista-marxista en lo social, que así a ellos los envilece y a nosotros nos honra».

Pero, la Monarquía estaba tan llena de incógnitas como las cárceles del Estado. Los nombres que los observadores políticos daban como «presidenciables» o «ministrables» pertenecen, en su mayoría a un sector del sistema con posibilidades democráticas pero, en definitiva, franquistas: Cabanillas, Areilza, Fraga…

El horizonte no estaba claro. El primer número de diciembre del semanario «Cambio 16» es secuestrado. Días antes, el 21 de noviembre, víspera de la coronación, tras permanecer detenidos setenta y dos horas en la Dirección General de Seguridad y cuaren­ta y ocho en las Salesas, ingresan en prisión los comunistas Arman­do López Salinas, Simón Sánchez Montero, Salvador Ruiz Soler, Nemesio Pozuelo, Víctor Cardiel y José Cabo Bravo. Otros dos militantes del mismo partido cumplirían arresto domiciliario por ra­zones de salud. Sus delitos, según el juez, «revisten caracteres de asociación ilícita tipificada en el Código Penal y el decreto-ley antiterrorismo».

Tres días más tarde cae acribillado a balazos el alcalde de Oyarzun, Antonio Echevarría Albizu. El día 25, alguien llama a la emisora francesa «Radio Montecarlo» reivindicando el aten­tado en nombre de ETA.

1.1. EL PRIMER GOBIERNO DE LA MONARQUÍA

La composición del nuevo gobierno hará temblar a más de uno. La prensa se tirará de los pelos: «Nunca en tan pocos días es­tán a punto de esfumarse tantas esperanzas. El país esperaba con aliento contenido, desde hace cuarenta años, que el nuevo monar­ca pusiera fin, de una vez por todas, a la mentalidad y a las secuelas de la última y más dura de las guerras civiles españolas. Y sin embargo, según datos y noticias que pasan por todas las redaccio­nes y cenáculos políticos del país, el primer gobierno de Su Ma­jestad Juan Carlos I amenaza con quedarse realmente corto en la tarea histórica que tiene por delante».

El indulto que viene no es, ni mucho menos, la amnistía tan­tas veces pedida.

Arias Navarro, el último presidente del franquismo, cuya di­misión fue aceptada por el rey antes de su exaltación pública co­mo monarca el 27 de noviembre, prepara, no sin dificultades, el primer gobierno de la Monarquía. Arias, con sesenta y siete años, fiscal de Málaga en 1938 (en un excelente reportaje sobre esa época, el desaparecido periodista Cuco Cerecedo le daría un calificati­vo que se ha hecho popular, el «carnicerito de Málaga»), ex direc­tor general de Seguridad, era confirmado en su puesto de primer ministro el viernes 5 de diciembre, cuando estaba a punto de levan­tarse el consejo de ministros en el palacio de la Presidencia del Gobierno, no había comenzado el martes 9 de diciembre, según algu­nas fuentes, las primeras consultas para la formación de su tercer gabinete; todos los datos indican que no solo no iba a haber pre­cipitación en los contactos, sino la crisis abierta con la dimisión de todo el gabinete podría tardar algunos días en resolverse.

El nombramiento de Arias Navarro caería como un jarro de agua fría en Euzkadi. El Pueblo Vasco le debía mucha repre­sión a ese señor y, sobre todo, los fusilamientos del 27 de septiem­bre. Además, muy pocos se fiaban del gobierno pretendidamente aperturista que pudiera salir del dedo del presidente.

El sábado 6 y el domingo 7 de diciembre, la oposición har­ta de esperar, sale a la calle. Marcelino Camacho, líder sindical, liberado gracias al indulto real, es detenido de nuevo a las 9,15 ho­ras del domingo 7. Simultáneamente una manifestación pide amnistía delante de la prisión de Carabanchel. Es detenido García Sal­ve. De los 2000 presos políticos encerrados en las distintas cár­celes españolas, el indulto ha liberado solamente a unos 200.

En otro orden de cosas, es nombrado presidente de las Cor­tes un ex-ministro de Carrero: Torcuato Fernández Miranda.

Mientras tanto, el bunker vestido de azul levanta las vie­jas banderas, las viejas batallas, en un renovado intento de sujetar Ias riendas de la política, como queriendo desmentir la frase de Areilza de que «el bunker se desharía como un azucarillo en el agua democrática». Dados los antecedentes «democráticos» del señor Areilza, la frase es poco esperanzadora. El líder fascista Blas Piñar rugiría en Badalona: «Se ha dado sepultura a un cuerpo sin vida, pero no se ha enterrado el franquismo, ya que está enrai­zado en el alma y en la vida del pueblo, y no hay más estado que aquél que se creó por obra de Franco, los voluntarios de la Fa­lange y la Tradición y los ejércitos de España, el 18 de julio de 1936». Las incitaciones y provocaciones al ejército por parte de la extrema-derecha comienzan a convertirse en una costumbre peli­grosa. Aún quedan militares nostálgicos de viejas glorias, «los que hicieron la guerra». Por su parte el ala más liberal del Régimen sigue creyendo en su «democracia orgánica», en que «el pueblo aún no está preparado para tomar el poder». Que ellos lo quie­ran hasta entonces.

Y ya hay gobierno. El primer gobierno de la Monarquía no difiere en nada del último de la dictadura. Perros viejos con colla­res nuevos. Areilza, Silva, Adolfo Suarez, Fraga, Martín Gamero, Solís Ruiz, Villar Mir, Pérez de Bricio, Álvarez-Arenas Pacheco, Garrigues, Martín Villa, Santiago y Díaz de Mendívil, Robles Piquer y Pita da Veiga. «En un primer análisis, el gobierno aparece formado por personalidades brillantes que han ocupado los núme­ros uno en sus escalafones profesionales». El viejo cantar. Bajo la apariencia del prestigio profesional y universitario de un cierto número de señores, pretende formarse un gobierno democrático. Pero la Democracia no llega «con brillantes profesionales» que han alcanzado esa calificación de forma dudosa en un Régimen donde los «enchufes» y «recomendaciones» fueron ley.

Las fuerzas nacionalistas coinciden en sus opiniones sobre el nuevo gobierno. ETA, a través de portavoces autorizados, declara al periodista Ander Landaburu: «No hay cambios cualitativos en­tre el actual gobierno y el último que presidió Franco en vida. El Régimen continúa. La política “aperturista” del tándem Fraga-Areilza no es sino la continuación -la auténtica materialización- de la que Arias intentó aplicar a partir del 12 de febrero de 1974, tras la muerte de Carrero Blanco y el consecuente derrumbamiento de los planes sucesorios previstos por Franco. La crisis en que nuestra acción sumió a la oligarquía trató de ser solventada, no por la vía represiva, sino por la vía “integradora”, intentando ensanchar la base social y política del franquismo a través de una política de concesiones graduales y controladas. Esto, y no es una táctica a la “democracia”, es el aperturismo».

Por su parte Juan Ajuriaguerra, Líder del Partido Nacionalis­ta Vasco, declara: «Para poder dar un juicio sobre el gobierno formado habrá que esperar a ver como se enfoca su actuación, en especial las necesarias e inmediatas medidas que tiene que tomar para una liberalización verdadera de los presos políticos y sindica­les y para la abrogación de la ley llamada contra el terrorismo».

La izquierda Vasca, sin embargo, busca la ruptura, lucha más abiertamente por la amnistía y la consecución de un marco necesario para plantearse seriamente el ejercicio del libre derecho a la autodeterminación. Y en estos últimos días del año, cada vez son menos los grupúsculos de vanguardia nacionalista, productos de su­cesivas escisiones de ETA, para convertirse en partidos, mante­niendo una estrategia diferente cuando no contrapuesta, pero han coincidido en los mismos -o muy parecidos- presupuestos ideológicos. Así han ido surgiendo EHAS, ES, ESB, EIA, ESEI, sin que ninguno de ellos se haya convertido en un partido de ma­sas, a excepción posiblemente de EIA que se llevó buena parte de ETA -la político-militar entonces mayoritaria.

El año toca a su fin. Los medios de comunicación de masas controlados por el Gobierno hablan insistentemente de cambio, en un intento desesperado por ofrecer una imagen nueva al pueblo. La Prensa del Movimiento nota ese cambio; sin embargo, “El Alcázar”, órgano de la Hermandad de Combatientes, subvencionado por la Administración del Estado (700.000 pts. semanales), no oculta su disgusto y «Fuerza Nueva» que preside, inspira y dirige ideoló­gicamente Blas Pinar advierte al rey ante el nuevo gobierno con un significativo titular: «Dios guarde al rey».

Los nuevos ministros comienzan a ocupar sus viejas poltro­nas. La mayoría de ellos ya habían pasado por ellas en una o varias etapas. Todos, con vibrante elocuencia, hacen grandes promesas o esbozan ampulosos programas. Para Fraga, su paso por Goberna­ción estará inspirado por «la energía y la disciplina» que es, al fin y al cabo, «lo que han pedido las ejemplares fuerzas de orden pú­blico» ¿Se había ocupado el señor Fraga de saber lo que quería el pueblo?.

1. 2. AMNISTÍA, PRIMER PASO

Se prepara una amnistía por decreto que, viniendo de un go­bierno no-democrático y por su parquedad, no sabe a nada. Es una nueva cortina de humo que intenta apaciguar los ánimos de una colectividad impaciente. Cada vez son más numerosos los ac­tos y manifestaciones callejeras en demanda de amnistía. Son mu­chos miles las gentes que salen a las plazas y calles de Euzkadi gritando «Amnistía denontzat» o «amnistía orokorra». Para que la democracia pueda echar a andar, tienen que salir primero todos los antifascistas encarcelados, luego, será el pueblo quien decida.

La Noche de Navidad, quinientas personas se concentraron frente a la cárcel de Basauri. En su mayoría familiares de presos que celebraron con gritos pro-amnistía la tradicional cena familiar; del otro lado de las rejas, los reclusos animaban a golpe de olla la celebración. Mosén Xirinachs ayuna ante la Cárcel Modelo de Bar­celona: «L’amnistía un salt pacific a la democracia», dice. El poeta comunista Rafael Alberti declara en Roma: «No volveré a España hasta que haya una amnistía total para los centenares de presos políticos que incluso subsisten con el rey, así como los cien­tos de miles de exiliados que estamos fuera».

Mientras, el «new look » del gobierno lleva todas las trazas de convertirse en una réplica del caetanismo portugués, en un «sí pe­ro no».

El domingo, 28 de septiembre de 1976, tenía lugar en Gernika, presi­dida por dos ikurriñas aún ilegales la reunión constitutiva de la Asamblea Democrática de Euzkadi, reflejo de las organizaciones es­tatales de oposición democrática y que no aportará nada nuevo al panorama político vasco. Está formada por el Partido Comunista de Euzkadi, Partido Socialista Popular, Partido del Trabajo, Comi­siones Obreras y Unión Sindical Obrera. La reunión está presidida por el ex-cura jesuita y líder de Comisiones, Francisco García Sal­ve. Su programa está plasmado en tres puntos básicos:

1. Amnistía general para todos los presos y exilados políticos,   sindicales,   y   de   objeción   de   conciencia.

2. Libertades políticas: libertad de expresión, reunión, manifestación y huelga.

3. Restablecimiento de la capacidad de autogobierno que nos confiere el Estatuto de Autonomía de 1936 co­mo garantía del derecho de autodeterminación.

Siguiendo con esta relación programática, su postura ante el tema de Navarra no es menos contundente: «reconociendo que el futuro de Navarra corresponde ser decidido por los propios nava­rros, la Asamblea Democrática de Euzkadi expresa su deseo de es­trechar las relaciones con sus organismos unitarios de cara a la posible construcción de un futuro común».

El contrapunto de esta Asamblea es el Euskadiko Herrikoi Batzarra, organismo provisional formado por ETA, EHAS, EKA (Partido Carlista de Euskadi), Movimiento Comunista y Organiza­ción Revolucionaria de Trabajadores, Precisamente ETA había declarado poco antes de la creación de este organismo: «Nues­tro punto de partida que ni es la recién programada Asamblea Democrática de Euzkadi ni el Gobierno Vasco en el exilio, tan­to por su composición como por su programa, son la alternativa unitaria que el pueblo de Euzkadi necesita frente a la política ofi­cial actual. Nosotros estamos por una alternativa que contenga las aspiraciones nacionales y antifascistas que las masas vascas han expresado en sus luchas».

En resumen, el programa o alternativa del Euskadiko Herrikoi Batzarra podemos resumirlo en los siguientes puntos: liber­tades democráticas sin restricción alguna, amnistía total para los presos y exilados, mejora de las condiciones de vida y trabajo de las masas trabajadoras vascas, reconocimiento de Euzkadi como nacionalidad y por tanto el derecho a disponer de su futuro nacio­nal con entera libertad, incluyendo la creación de un estado pro­pio, implantación inmediata de un estatuto provisional de autono­mía con un grado superior al Estatuto del 36 (bilingüismo en todo el territorio vasco, inclusión de Navarra, etc.) y finalmente el esta­blecimiento de un gobierno provisional vasco abierto a cuantos de­seen formar parte de él. Estas condiciones son las que consideraban necesarias para que pudiera hablarse de un cambio democráti­co.

El día 28 de diciembre, la extrema- derecha española, con pa­tente de corso de Madrid, actúa en Euzkadi Norte: ametrallan a varios refugiados y colocan una bomba en la librería «Naparroa».

Las movilizaciones en favor de la amnistía se intensifican con el nacimiento del año 1976. El domingo, 4 de enero, por ejemplo, hubo manifestaciones en Bilbao y San Sebastián. Ese día, tras ha­ber pasado la noche en la iglesia del Buen Pastor, un centenar de presos políticos acompañados por unas 2000 personas se dirigie­ron al Gobierno Civil. La fuerza pública actuó únicamente para en­cauzar la manifestación, una comisión de ésta fue recibida por el Gobernador Civil Rodríguez Román, alargándose la entrevista du­rante veinte minutos. Después, la mayoría de los asistentes se di­solvió sin mayores problemas.

La postura mantenida por los gobernadores civiles de Gipuz­koa y Bizkaia fue bien distinta. En otra manifestación similar – de 3000 personas- celebrada también el domingo 4, la policía no per­mitió el acceso de la riada humana al Gobierno Civil, en donde pensaba entregar varios folios de firmas pidiendo amnistía.

1.3. LA TREGUA DE ETA

Tras la subida al trono de Juan Carlos de Borbón, ETA pare­ce que paraliza sus acciones en Euzkadi: no es más que una tregua expectante, ya que no hay ningún indicio que apunte ningún cam­bio en la estrategia de dicha organización. «Nuestros presupuestos solo podrían verse modificados de modo serio si se produjeran cambios fundamentales en el estado español. No es éste el caso. No obstante somos conscientes de que se está abriendo nuevas perspectivas que nos obligan a perfilar cuidadosamente nuestra lí­nea táctica actual. Trataremos de analizar y denunciar los límites de la maniobra gubernamental y de sentar claramente ante el pueblo vasco que, en el fondo, las cosas no han cambiado, que será la lucha la única forma de libertad para Euzkadi».

La tregua de ETA se ve rota con el secuestro, el día 13 de enero de 1976, de José Luis Arrasate. El gobierno de Arias no daba trazas de una auténtica apertura democrática. El editorial de «Cambio 16» es rotundo: «La tarea del gobierno es dificilísima, y si se para va a pique. Así que se ha instaurado una cierta libertad, libertad negativa, libertad en el sentido de que no le pegan a uno tanto, pe­ro faltan todos los mecanismos de la responsabilidad. Los partidos, las corrientes políticas de opinión, no son responsables de nada porque no existen. Esta situación no puede seguir así mucho tiem­po. Ser libre no significa poder hablar sin que le corten a uno la lengua; ser libre significa poder influir en todos los organismos de la vida nacional para que determinadas alternativas de gobierno se lleven a la práctica».

Y, en este estado de cosas, Euzkadi vuelve a ser protagonista. La sangre vuelve a correr como un mal presagio de los horrores que la inercia y la barbarie pueden depararle a esta tierra castigada. En momentos en que el gobierno se endereza con tanto miedo y con tanto tiento por la derecha fascista, no es de extrañar la acción revolucionaria.

El lunes, día 9 de febrero, a la mañana cae muerto, bajo las balas de ETA, el alcalde de Galdácano, Víctor Legorburu, junto a él es herido el guardia Francisco Ruiz. Legorburu era un conocido antidemócrata, militante de extrema-derecha y colaborador de los «guerrilleros de Cristo Rey». Horas después, ETA (militar) reivin­dica el atentado a través de la agencia de noticias France Presse. En aquellos días se hablaba de la posible puesta en libertad de José Luis Arrasate.

Un día más tarde, a causa de un lamentable error de ETA, muere Julián Galarza, confundido con el alcalde de Cizurkil.

Fuerzas de la Policía Armada y de la Guardia Civil habían montado un espectacular servicio de vigilancia y se tenían noticias de que, igualmente, estaban alerta las fuerzas de policía del país vecino. En este sentido, y en círculos allegados a los refugiados de Ipar Euzkadi, la colaboración entre las policías española y francesa sería más intensa. Semanas antes, el Ministro de Gobernación Ma­nuel Fraga se entrevista en la Costa Azul con su colega galo, príncipe Michel Poniatowsky, a quien, entre otros temas, planteaba la cuestión de los refugiados vascos en la frontera y la colaboración entre las dos policías.

Días después se trasladaba a París el director general de Se­guridad, Víctor Castro San Martín. El general Castro San Martín se entrevistó con representantes gubernativos franceses y, según al­gunas fuentes volvía a plantear el tema de la cooperación hispano­francesa, precisamente cuando había recibido noticias de una nue­va ofensiva de ETA días antes de la intervención de Arias ante las Cortes españolas.

El cerco se iba cerrando. La doble cooperación policial iba tanto encaminada al control de los refugiados de ETA como a in­tentar desarticular los brotes de nacionalismo revolucionario en el Norte.

Mientras tanto, un grupo de vascos relevantes en diferentes campos de la actividad social, encabezados por el aita José Miguel de Barandiarán, escribe una carta al rey: «En este largo camino, al­guien debe dar el primer paso y el primer paso lo debe dar la auto­ridad «, decían entre otras cosas.

El 11 de febrero hay una huelga general de la Prensa de todo el estado español en defensa del secreto profesional. Huertas Clavería ingresa en prisión.

Lo más reseñable en Euzkadi, aquel mes de febrero que llega­ba a su fin, fue la visita del secretario general del Partido Socialista Obrero Español, Felipe González. Una baza extraordinariamente jugada por el gobierno de Madrid para dividir a la oposición demo­crática en el País.

Así Felipe González, el día 14, intenta dar una conferencia en el salón de actos de la Facultad de Económicas de Sarriko, bajo el tema de »España y Europa». Grupos de patriotas vascos, al grito de «social-imperialista, Felipe-oportunista», logran suspender el ac­to. O todos o ninguno. ¿No es eso la democracia?.

El domingo, repetía actuación en el Astelena de Eibar. Esta vez, los socialistas, armados de estacas y otros objetos, no permi­tieron la actuación de los alborotadores en el interior. En el exte­rior, es la Guardia Civil la encargada de abortar el boicot. Hay una anécdota muy comentada de la actuación de González en el Astelena: un periodista de «Zeruko-Argia» le hizo una pregunta a Feli­pe en Euskera. El caso es que Felipe no supo evidentemente cómo contestar ni que hacer. Pero, el inefable Enrique Mújica Hergoz, que estaba sentado a su lado, se puso como un basilisco, insultan­do al periodista y hablando de «abertzales-nazis». Los incidentes se repiten en San Sebastián. ETA y otros grupos abertzales de iz­quierda, en un comunicado difundido en Eibar y, más tarde en to­do el país, condenan la visita de Felipe González.

I. 4. LA «VUELTA» DE LOS EXILIADOS

La burla democrática del primer gobierno de la Monarquía se completa con la «vuelta de los exiliados». Viejos setentones, hombres sin apenas relevancia política, «jubilados» de ETA… De los viejos regresan hombres como Llopis del PSOE o Azcárate del PCE. Los etarras que vuelven son Álvarez Emparanza, Iñaki Sagastizabal y pocos más. Se crea una lamentable situación de confusionismo. El lehendakari Leizaola confiesa: «Existe mucho recelo y suspicacia de que esta campaña política pro-pasaporte sea una ma­niobra política ante Europa con el deseo de eliminar la idea de un núcleo resistente. Existe una contradicción en el hecho de que en vez de la amnistía se haya escogido esa vía de estudiar caso por ca­so. Por ahora, al no existir una nueva legislación penal o militar, este sistema del pasaporte no ofrece para muchos suficientes garan­tías». Se dio el caso de un antiguo militante de ETA que no ha aparecido por su casa por temor al sargento de la Guardia Civil.

Lo cierto es que la mayoría, los más destacados no pueden re­gresar, unos por temor, otros simplemente porque se les niega el pasaporte, caso de, por ejemplo, Dolores Ibarruri e infinidad de di­rigentes de ETA.

I. 5. LA SEMANA TRÁGICA

El día 24 de febrero, en Elda, cae abatido por los disparos de la Guardia Civil, el obrero Teófilo del Valle. Era como el preludio de días peores.

Todos estos acontecimientos se verían oscurecidos por la vio­lencia en Vitoria, con el saldo de cinco muertos y cientos de heri­dos, además de las posteriores secuelas en todo Euzkadi.

El capital «vasco», apoyado por las esferas de poder, ha so­metido, en los últimos cuarenta años, a una explotación sin prece­dentes a la Clase Trabajadora Vasca. El dinero fácil de los años de esplendor, la utilización abusiva de los créditos oficiales, el haber sido, desde siempre, pilar sólido de los gobiernos centralistas, les daba ciertas prerrogativas.

El Movimiento Obrero en Euzkadi resurge -junto con Astu­rias-, mucho antes que en el resto del estado. Las décadas de los 50-60 conocen las primeras huelgas importantes del franquismo. Diez años más tarde, contaba con una superestructura organizati­va excelente y con cuadros dirigentes de primera fila. Cuando tie­nen lugar los sucesos de Vitoria, un alto porcentaje de obreros está afiliado a sindicatos «ilegales», tanto nacionalistas como estatales.

Para entonces, el cinturón industrial de Vitoria estaba en con­flicto desde hacía más de un mes. La tensión estaba alta y los obre­ros, a través de un movimiento asambleario, intentan encontrar una solución. El día 3 de marzo, a las 5 de la tarde, se convoca una asamblea en la Iglesia de San Francisco del barrio de Zumárraga. Hasta las cinco menos cuarto, aún sigue entrando gente y gran nú­mero de personas permanece en el exterior.

A las cinco, un grupo de policías con pañuelo blanco entra a parlamentar. Los obreros del interior les abuchean y tienen que sa­lir. Entonces, a través de las ventanas, lanzan bombas de humo. Los obreros aguantan en el interior del templo, pese a la humare­da. La Policía les garantiza que nada les ocurrirá.

Un cuarto de hora más tarde, los obreros comienzan a salir precipitadamente en grupos de 30 o 40. Palos y más bombas de humo. Segundos después tiene lugar el ametrallamiento. Según los sacerdotes  de  la  Parroquia, la Policía también disparó dentro.

El resultado es espantoso: un número indeterminado de muertos y gran cantidad de heridos. En ambulancias y coches par­ticulares son trasladados a centros asistenciales.

Un grupo de obreros se lanzan al interior del templo para in­tentar rescatar a heridos o asfixiados por el humo, pese a ser repe­lidos por efectivos policiales logran rescatar a sus compañeros.

Aproximadamente, una hora más tarde, el lugar presenta un aspecto desolador. Los disturbios arrecian en otros puntos de la ciudad.

La reacción en Euzkadi es instantánea. Piquetes recorren las calles anunciando los trágicos sucesos. Bares, restaurantes y otros lugares públicos cierran sus puertas. En la mañana del día 4 la tensión es dramática. Asambleas en fábricas, universidades, etc., hacen que comiencen, a registrarse paros importantes. La calle se ha convertido en un auténtico campo de batalla.

El sábado día 6, Fraga visita a los heridos y se reúne con las «fuerzas vivas». Los obreros y sus familias le insultan y tiene que irse por piernas.

Toda la prensa es unánime al condenar los hechos. Pero la tra­gedia aún no había acabado y la sangre seguiría corriendo. El lu­nes día 8 siguen los paros y algaradas. Aquel día, en Basauri, sobre las 11 de la mañana numerosos trabajadores de toda la comarca se fueron congregando en la avenida de José Antonio y calles adyacentes, a fin de dirigirse a una campa situada en la parte posterior de la Escuela de Maestría Industrial, muy próxima a la prisión pro­vincial y al Cuartel de Artillería. La Guardia Civil envió algunos ve­hículos con efectivos. Uno de ellos fue rodeado por los trabajado­res sin dejarle continuar la marcha. Nuevos refuerzos de la Guardia Civil cargaron sobre los miles de trabajadores y se produjeron algu­nos disparos que causaron gran confusión. Uno de ellos alcanzó al joven Vicente Antón Perrero que se desplomó con una bala en la cabeza, a la altura de la frente, con orificio de entrada y salida. Va­rios compañeros intentaron cortarle la hemorragia. Todo fue inútil.

Los funerales por los muertos de la Semana Trágica fueron multitudinarios y pacíficos. Por otro lado, veintiséis asociaciones de vecinos del Gran Bilbao enviaron un telegrama al Rey Juan Car­los en el que pedían lo siguiente.

1. Que se abra una investigación oficial para juzgar y castigar a los culpables de dar la orden de disparar contra el pueblo estando éste desarmado.

2. Pedimos la inmediata supresión de armas de fuego de las fuerzas de orden público contra las manifestaciones populares.

3. Reiteramos el profundo sentir de todos los pueblos del estado español de que se reconozcan de manera inmediata los derechos universales de expresión, reunión, asociación, manifestación y huelga como único camino válido para construir una democracia y garantizar la paz social.

Durante todo ese lunes, declarado «Jornada de lucha», hubo huelga casi general en Bizkaia, produciéndose además paros y nu­merosos incidentes en todo el País.

Pedro Mari Ocio, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, Jo­sé Castillo (los cuatro de Vitoria), Vicente Antón Ferrer (el de Ba­sauri) y Juan Gabriel Rodrigo son muertos por solidaridad. Los cuatro primeros en defensa de una mejora del nivel de vida suyo de seis mil compañeros más que llevaban dos meses en paro por los mismos motivos; los de Basauri y Tarragona como protesta por la muerte de los primeros.

1. 6. CULTURA Y LIBERTAD

El gobierno neo-franquista de Arias Navarro, pese a sus votos de apertura, seguía manteniendo secuestrada la cultura vasca. Sin embargo, el pueblo, contra viento y marea, sigue luchando por to­do aquello que forma parte íntima de su esencia y que no debe morir.

El día 1 de abril aparece una nueva revista vasca. «Punto y Hora». Hasta entonces, el periodismo vasco había sido condenado a las catacumbas. Unas pocas revistas en euskera de poca audiencia («Goiz-Argi», «Zeruko-Argia» o «Anaitasuna»), otra en francés, «Enbata», que tiene que cruzar el Bidasoa clandestinamente y po­co más. «Punto y Hora» es, en un principio, recibida con reparos por parte de las diferentes fuerzas sociales y políticas. Sin embargo, la revista dirigida por Mirentxu Purroy, daría muestras de gran valentía y objetividad en defensa de una colectividad atormentada: Euskal Herria. En su primer editorial, entre otras cosas, decía: «Esta tierra nuestra es ya un continuo charco de sangre que nos está anegando. ¿Es que es tierra irredenta? ¿Es que no hay ya razón, ni sentido, ni cabeza fría que al fin comience a estudiar esta grave, gravísima realidad que nos lleva abocados a un callejón sin salida desde hace tantísimos años? ¿Continuarán las amenazas, los adjetivos, de derecha, de centro, de izquierda, de los ultras, de uno y de otro signo? ¿Es moral decir que aquí no pasa nada o que aquí pasa todo?».

Poco después, nacerían otras dos revistas del mismo tipo. «Berriak» y Garaia». Su vida ha sido tan corta que su importancia es, contemplada con cierta perspectiva, casi nula. La primera, co­menzó siendo un proyecto ambiciosísimo con participación de un alto número de profesionales y todo tipo de medios. Tras ella, una gran cantidad de grupos políticos (predominantemente MCE, ORT o PCE) que restaban consistencia a su línea editorial. «Garaia», más modesta en medios, estaba respaldada por la socialdemocracia abertzale (Euskal Sozialista Biltzarrea) y gentes cercanas a EIA (Eibar)… Desde un punto de vista muy personal, «Garaia» fracasó por falta de fuerza. Ni «Berriak», ni «Garaia» fueron nunca competi­doras serias de «Punto y Hora».

También en aquellos días, por primera vez en la historia, el euskera había sido lanzado a través de las ondas durante veinticua­tro horas seguidas. O, si se prefiere, por primera vez una emisora de radio ha dado su programación íntegra en euskera. Ello fue de­bido a la iniciativa de Radio Popular de San Sebastián y de Loyola simultáneamente. El 27 de marzo, las «24 orduak euskaraz» fue un resquicio para la libertad de una lengua castigada y, además, era un rayo de esperanza para un pueblo colonizado culturalmente por dos lenguas extrañas.

1. 7. ¿ES IMPOSIBLE LA PAZ?

Un nuevo secuestro de ETA, cientos de presos en las cárceles del estado, la actuación impune de pistoleros de extrema-derecha y un largo etcétera son los nuevos-viejos ingredientes del martirio vasco, un martirio que parece que el gobierno de Madrid no tiene intención de solucionar con bien de todos.

El 18 de marzo, es secuestrado el industrial gipuzkoano Án­gel Berazadi, director de la empresa «Sigma». Hasta el día 22, los «políticos-militares» de ETA no reivindican el secuestro. Solicitan un rescate de doscientos millones, todo un «récord» en cuanto a este tipo de acciones de la Organización Nacionalista. La familia gestiona el pago que, debido a la prohibición gubernamental de salida «ilegal» de divisas y otras causas, no es realizado. El día 7, de madrugada, una pareja de novios descubre el cadáver del indus­trial.

«Punto y Hora», en su editorial dice: «Quien puede probar, sí probar, que la violencia es sólo una? ¿Que los muertos son sólo muertos? ¿Que los expósitos son sólo expósitos? ¿Que los crimina­les son sólo criminales? ¿Que los obreros son sólo obreros? ¿Que los curas son sólo unos, o que la Iglesia es otra, o que los hombres no deben orientar su juicio más que hacia un criterio único? ¿O que el Gobierno es sólo Gobierno?».

La muerte de este hombre plantea un conflicto grave entre la Izquierda Abertzale y, dicen, que dentro del seno de ETA, con una contestación, tras un análisis profundo, por el grupo encar­celado en Burgos, «Wilson» entre ellos.

Y es que cientos de presos siguen en las cárceles. Si te reúnes y hablas de política te arriesgas a que irrumpan en el lugar para lle­varte a «declarar». El euskera sigue siendo un proscrito. ASKATASUNA, una esperanza lejana.

La obligación de todo prisionero es escapar. La angustia del encierro se cura con la esperanza de la amnistía, de una amnistía que no acaba de llegar. Los prisioneros vascos de la cárcel de Segovia planean uno de los golpes más espectaculares, junto a los aten­tados de la calle del Correo y a Carrero Blanco, de la postguerra: la fuga de 29 presos políticos (25 etarras, 3 comunistas y uno del FRAP) el 5 de mayo.

Cuando los funcionarios de la cárcel castellana pasan el con­trol de la tarde, descubren que faltan 29 de los 53 reclusos del centro. El susto es mayúsculo.

Los presos han sido cuidadosamente seleccionados entre los que tienen condenas más largas. La fuga se inicia a través de un bo­quete practicado en el water de una de las letrinas de la cárcel. Tie­nen que arrastrarse por el desagüe. Eran, aproximadamente, las dos y media de la tarde. Tres cuartos de hora más tarde, se instalan en una furgoneta que les está esperando así como dos vehículos que les servirán de guía y protección.

A una distancia prudencial de Segovia, unos cincuenta kiló­metros, cambian de medio de transporte. En esta ocasión, un «trailer» de transporte de madera, convenientemente preparado con una trampilla en la mitad de la caja que da acceso a un habitá­culo de 1,30 de ancho, 6 metros de largo y 1 metro de altura. La caja del mismo aparecería, cuatro días más tarde, en Ansoain, cer­ca de Pamplona.

Horas más tarde, llegan a Navarra. Intentan tomar la carrete­ra de Valcarlos y se equivocan de camino, ascendiendo por el Quinto Real hasta Aduides, con el consiguiente retraso sobre el horario previsto. Sobre las diez de la noche se encuentran en un lugar llamado «La Vaqueriza», en Espinal. En una parada anterior, han bajado cinco de los fugados. En «la Vaqueriza», bajan el resto.

Cuando ya habían traspasado la línea fronteriza, la niebla restante hace que se despisten y vuelvan a territorio «español». Es cuando tienen el primer encuentro con la Guardia Civil de la que resultan un muerto y dos heridos entre los guerrilleros nacio­nalistas. Poco a poco van cayendo los fugados, todos excepto cin­co que lograrán pasarse al otro lado, tras permanecer escondidos en un chalé de Espinama. Lo habían intentado pero no habían fracasado del todo. «¡Qué lástima -exclama uno de ellos-, aho­ra que estábamos tan cerca…!». En Pamplona, al conocerse la noti­cia hay lágrimas y rabia. «Sería estupendísimo», decía abatido un militante ribero de EHAS.

1.8. EL ABERRI EGUNA DE LA DESUNIÓN

El Aberri Eguna’ 76 es un conflicto desde el principio. En primer lugar, hay quien cree que la elección de Iruña no es conve­niente. Otros creen que victoria debe ser el lugar de cita como ho­menaje a los muertos de marzo. En otro orden de cosas, los car­listas de EKA participan activamente, por primera vez, en la orga­nización del «Día de la Patria».

La muerte de Berazadi, poco tiempo antes servirá para el enfrentamiento y el boicot de algunas de las fuerzas convocantes, principalmente el PNV y el PSOE, ya que el resto de los boicoteadores son de escasa representación. El Gobierno Vasco, por su parte, hace pública una nota, el día 13 de abril, exponiendo los «motivos» del boicot: «Ante la grave tensión creada por los inci­dentes de todo género que se suceden desde hace varias semanas, sin objeto aparente muchos de ellos, y con pérdidas humanas de muy variado origen, el Gobierno de Euzkadi, de acuerdo con las organizaciones políticas que le asisten (PNV, PSOE, ANV, UGT, STV) ha decidido desistir de su asistencia al “Aberri Eguna».

Esta nota, que significaba una clara muestra de pactismo, se­ría duramente criticada. Igualmente la «Asamblea Democrática de Euzkadi» (PCE, PSP, CONE, USO y PTE) se suman al boicot. El PTE rechaza el acuerdo y se suma a la convocatoria que mantie­nen el Partido Carlista, MCE, ORT, LCR, ETA V (m y pm), EHAS, LAIA, LAB y LAK.

Por su parte, 26 consejeros forales critican la convocatoria en una nota difundida ampliamente por RTVE. Y es que el gobierno
está dispuesto, una vez más, a utilizar todos los medios para que los vascos no salieran a la calle.

Desde días atrás se hablaba de importantes efectivos policia­les desplazados a Pamplona. Las informaciones más dignas de cré­dito cifran entre 2000 y 4000 el número de hombres que, proce­dentes de Zaragoza y Logroño, se encontraban a la espera de los acontecimientos.

El sábado ya se notaba en la calle la presencia de notables grupos de forasteros. Hacia las 13,30 aparece una ikurriña en las ventanas traseras del Teatro Gayarre, que será como un preludio de las colocadas durante el fin de semana. Por la tarde, vehículos de la Policía Armada patrullan las principales calles de la parte vie­ja. Los controles en todos los accesos a Pamplona son rigurosos y no se limitan a las carreteras, sino que incluyen las comunicaciones entre los barrios y la capital. Algunos autobuses deben pararse en los puestos de control, mientras que sus ocupantes son requeridos para la presentación del carnet de identidad. A las 7 de la larde, se produjeron algunas cargas de la policía con lanzamiento de pelotas de goma. Hay una indudable tensión en el ambiente que se prolon­gará durante todo el fin de semana y que se nota en las miradas apresuradas, los murmullos, los grupos que se paran. Una persiana que se cierra, una voz más alta que las demás sirve para provocar la inquietud. Se practican las primeras detenciones. Llueve a ratos y panfletos firmados por diversas organizaciones políticas aparecen con profusión en las calles del centro de la ciudad.

En la madrugada del domingo, tiene lugar un enfrentamiento entre la Guardia Civil y guerrilleros nacionalistas que termina con la muerte de Imanol Garmendia.

En Pamplona, a primeras horas de la mañana, aparecen unas espectaculares pintadas con «slogans» como: «Viva Navarra Foral» o «Viva España». Los anti-disturbios no logran impedir que, du­rante todo el día, se produzcan «saltos» y colocación de ikurriñas. Y es que la bandera vasca será una de las grandes protagonistas de la jornada.

Pero, no fue sólo Iruña protagonista; hubo manifestaciones y colocación de ikurriñas en San Sebastián, Tolosa, San Juan de Luz, Bilbao, Gernika, Lekeitio, Bermeo, Vitoria…

El Aberri Eguna’ 76 fue   un gran triunfo del Pueblo Trabajador Vasco, a pesar del Nacionalismo burgués y de los pactistas de la Izquierda española. Fue un triunfo pese a la ocupación policial del punto de cita, a pesar de todos los pesares.

Las críticas de los partidos asistentes no se hicieron esperar. Los carlistas en su órgano de expresión «Denok Batean», subrayan los tres ejes principales sobre los que se podrían resumir la convo­catoria y sus incidencias: «Ente el Aberri Eguna hay que subrayar varias cuestiones centrales. La primera es el fracaso absoluto de quienes, llevados por su miedo, su impotencia militante y su seguidismo, pretendieron erigirse en caudillos y “suspender” el Aberri Eguna. El pueblo vasco no les ha hecho caso. Pero la dictadura tampoco lanzó todo su potencial represivo para aplastar una jorna­da “suspendida”.

La segunda cuestión a señalar es la voluntad puesta de relie­ve por centenares y miles de trabajadores, estudiantes y campesi­nos que trataron de manifestarse a pesar de la brutal represión, a pesar de que desde muchos puntos a la vez se les presentaba como ultras o terroristas. NI EL MIEDO NI LA MENTIRA SON YA BASTANTES, NO LO HAN SIDO NUNCA, PARA DETENERNOS EN EL CAMINO DE LA LIBERTAD.

La tercera cuestión, finalmente, es la positiva clarificación de posturas que se ha producido. Han aparecido las cosas como son, como venían siendo en los últimos meses. No es que nos alegre la división, al contrario. Porque queremos la unidad de todas las fuerzas democráticas de Euzkadi, porque somos conscientes de que nos hace falta para conquistar las libertades democráticas, para avanzar hacia la liberación nacional, nos parece positivo que la rea­lidad haya aparecido como es y la división como está. No para que la dictadura se frote las manos, como está seguramente haciendo, sino para que desde aquí podamos trabajar seriamente, conociendo la postura real de cada partido o sector independientemente de su verbalismo propagandístico.

El Aberri Eguna ha sido una victoria política, no de aquél o aquél otro partido, sino de todo Euskal Herria. El día que sepamos reflejar la unidad del pueblo, conseguida en la lucha, en un acuerdo por las libertades la victoria será definitiva».

1.9. EL DESPERTAR DEL NACIONALISMO TRADICIONAL

El Partido Nacionalista Vasco, tras la guerra civil queda, poco más o menos, desarticulado. La mayoría de sus dirigentes muertos o en el exilio -excepción hecha de Ajuriaguerra-, una base militante temerosa que, sólo en contadas ocasiones, hace alguna de­mostración. El Aberri Eguna, colocación de alguna ikurriña e in­cluso alguna bomba, en las cercanías de Pamplona en el año 1967.

Sin embargo, el Partido Nacionalista Vasco contaba con una amplia base latente que, como se demostraría más adelante, le se­guiría siendo fiel. Militantes de «antes de la guerra», hijos de na­cionalistas y nuevos fichajes «sentimentales». Para ello se utiliza el más viejo de los métodos sabinianos de captación de voluntades: el folklore.

A medida que en el dictador se va advirtiendo cierta permisi­vidad, renacen gran número de grupos folklóricos, bandas de txistularis, orfeones, etc. Estos serán una incubadora de nuevos nacio­nalistas quienes, llegado el momento, estarán dispuestos para ju­gar su papel político. Sobre este tema escribe Beltza: «Durante años, este tipo de fuerzas -la derecha y el reformismo vascos- han estado en silencio o han trabajado en sordina, dejando a los revolucionarios el duro trabajo de batirse por Euzkadi y soportar una durísima represión; desde que el gobierno de Madrid ha abierto los cauces al reformismo, han caído muchas máscaras y se han levanta­do muchas cabezas. La reorganización económica y política de la burguesía nacional es indiscutible: la obtención de nuevos datos sobre el «Banco Industrial de Guipúzcoa» ha llevado a conven­cerme de que, a través de él, se están poniendo los cimientos de la banca de inversión industrial que faltaba a nuestra burguesía; la constitución del sindicato patronal «Einkor» es un hecho nuevo y de gran significación, en cuanto que realmente es un instrumento político y social de primer orden para la burguesía patriota vasca. Todo esto no impide que los juicios sobre la debilidad estructural de esta burguesía, sigan siendo reales: pero también lo es que, aunque sea incapaz de sostener la creación de un estado-nación, esta clase social está perfectamente dotada para ser la base del reformismo autonomista, es decir, de la contención de la sed de li­bertad del pueblo vasco en los límites de la democracia burgue­sa. Otro hecho de gran importancia es la constitución de un nuevo partido, ESB, a quien con riesgo de equivocarme pero, creo, con grandes posibilidades de acertar, me atrevería a calificar como ór­gano de la pequeña-burguesía tecnocrática. Su socialismo estaría dirigido a obtener para los cuadros bilingües patriotas el control de las actividades económicas, culturales, sanitarias y otras que estén bajo el control de gobierno autonómico vasco; pero más significa­tivo es el otro aspecto de su política, la lucha contra el «sucursalismo», claramente orientada contra la política de unidad de clase y de internacionalismo obrero con la clase obrera española. El principal obstáculo contra esa autonomía reformista no viene ya del régimen, quien es, precisamente, el interlocutor válido del re­formismo vasco, sino de la posibilidad del triunfo de la opción proletaria, de la revolución social: luchar contra la unidad obrera en nombre de la unidad vasca es la quintaesencia de la alienación del hecho nacional en función de los intereses de clase de los explotadores y sus aliados.

1. 10. MONTEJURRA, LICENCIA PARA MATAR

Ante la inminente desaparición de su «caudillo «, la extrema derecha española se arma y entrena, con visto bueno oficial, para «echarse al monte si fuera preciso». Dinero que cae de las más al­tas esferas, armas y protección, dan pie a que, un grupo de «devo­tos» católicos, con nombres como «guerrilleros de Cristo Rey», «alianza apostólica anticomunista», «guerrilleras de Santa María Goretti», maten, pongan bombas, peguen palizas y realicen otros actos cristianos por el estilo, en la mayor impunidad.

El Montejurra’ 76 era la puesta de largo del Carlismo socia­lista y autogestionario. A lurramendi acudirán las fuerzas democrá­ticas y obreras a, utilizando lenguaje taurino, «confirmar la alter­nativa».

Pero el «bunker» había dispuesto otra cosa. De repente, aparece en la escena política Sixto de Borbón-Parma, hermano del lí­der carlista Carlos-Hugo, hasta entonces prácticamente desconoci­do. Este individuo, ex-legionario, ex-mercenario en Angola, se pone al frente de las fuerzas más reaccionarias del Carlismo y, dentro de la más pura estrategia militar, organiza la «reconquista» de la montaña. Una fuerza de choque formada por ex-legionarios, gue­rrilleros de Cristo-Rey, ex-pides portugueses, neo-fascistas italia­nos, argentinos de la «triple A» y estudiantes fascistas de la Uni­versidad de Navarra, armados con diferente material pesado y li­gero, se ponen a las órdenes de un ex-comandante del Ejército, Ma­rín Verde, «el hombre de la gabardina». El estado mayor de Sixto está formado por los hermanos Fal-Macías y mandado por Pepe-Arturo Márquez de Prado. La financiación correría a cargo de las poderosas familias del Tradicionalismo, Oriol, Araluce. El apoyo logístico corre a cargo del gobernador civil de Navarra, Ruiz de Gordoa, hombre de confianza del ministro Fraga Iribarne.

Cuando los carlistas llegan a Montejurra, se encuentran con la montaña tomada por la extrema derecha. Ante la impasibilidad de las fuerzas de Guardia Civil y Policía Armada, los pistoleros fascistas asesinaron a dos militantes del Partido Carlista e hirieron a muchos más.

Pese a todo, Carlos Hugo, hermano del bufón asesino, y líder del ala socialista del Carlismo, logró cruzar la frontera y estar pre­sente en la masacre cometida entre los suyos.

Las organizaciones y partidos políticos presentes en la celebración del Montejurra de 1976, inmediatamente después de ocurridos los luctuosos sucesos habidos el 9 de mayo y tras haber aprobado un documento político acordaron difundir el siguiente comunicado de prensa:

«1.- Expresar nuestra más rotunda condena y repulsa ante la agresión de que ha sido objeto el pueblo carlista y la totalidad de los asistentes a Montejurra 76.

2.- Denunciamos la pasividad de las fuerzas de orden público que no hicieron nada para impedir los disparos, porrazos y pedradas de los grupos identificados con la bandera del Régimen actual.

3.- Exigimos el castigo de los autores directos de los crímenes cometidos y de los responsables.

4.- Pedimos a las fuerzas democráticas de todos los pue­blos que componen el Estado español una respuesta solidaria y firme contra este nuevo acto criminal del fascismo». (Firman el comunicado representantes de los siguientes partidos: PSUC, PC de España, ORT, CC.OO, Euzko Sozialistak, en representación de la Federación de Partidos Socialistas, PSOE, USO, PTE, MCE, PSO, JGR, EHAS, UJM, LC).

Por su parte, el Partido Carlista emitiría otro «Comunicado» en el que decía: «La Junta de Gobierno del Partido Carlista, ante los graves hechos ocurridos en el día de hoy en torno a los actos de Montejurra, pone en conocimiento de la opinión pública lo si­guiente:

Consideramos que el responsable directo de los acontecimien­tos que han costado una vida y cuatro heridos graves de bala, es el Gobierno, que durante la semana anterior al acto ha permitido, amparado y prestado toda clase de ayudas al grupo de activistas y pistoleros que han llevado a cabo dicha acción.

Estos grupos de pistoleros, debidamente protegidos por la fuerza pública y compuestos por una minoría que no llegaría a la cincuentena, han actuado impunemente sobre la masa carlista que se dirigía pacíficamente y en orden a la cumbre de Montejurra.

No obstante estas acciones terroristas sobre el Carlismo, los actos previstos se han celebrado con una asistencia superior a las 25.000 personas.

Ha quedado demostrado que toda la maniobra protegida y di­rigida perfectamente desde organismos oficiales, para dividir el Carlismo y confundir a la opinión pública, ha conducido a eviden­ciar la unidad del Carlismo en torno a su líder Carlos Hugo y a la línea ideológico-política del Partido Carlista, conducente a la cons­trucción de un Estado Socialista-Federal.

También estas acciones evidencian un eslabón más de la acción represiva del Régimen contra cualquier manifestación del Pue­blo para alcanzar su libertad.

Los autores de los de estos asesinatos, una vez cometidos los actos contados, se han visto protegidos por las fuerzas del orden, demostrando su impunidad y su colaboración.

El Partido Carlista mantiene su línea de actuación política, buscando la paz por los caminos de la libertad y de la democra­cia, pero tomará todas aquellas medidas conducentes a esclarecer los hechos y contestar como es debido a estas acciones criminales y antidemocráticas.

El Partido Carlista convoca a la movilización de solidaridad y convivencia hacia las familias de las víctimas e invita a los funera­les que tendrán lugar en el momento oportuno». (Pamplona, 9 de Mayo de 1976).

La réplica de la Prensa es instantánea. El editorial de «Punto Y Hora» es rotundo: «Esta vez todos saltemos quienes han sido los que han disparado en Montejurra. Con absoluta impunidad».

La prensa española no bajaría el tono. «Cuadernos para el Diálogo», en un Editorial especial, pedía responsabilidades polí­ticas: «El triste suceso acaecido el domingo 9 de mayo en Monte­jurra nos parece, como mínimo, inadmisible en cualquier sociedad moderna.

Tradicionalmente se había venido produciendo esta concen­tración carlista. Sin embargo, en los últimos años, eran principal­mente los carlistas partidarios de Carlos Hugo, los que podría­mos calificar de demócratas, los que acudían a esta cita conmemo­rativa cuyo carácter primordialmente jurídico, era, y es, eviden­te. Como hombres y como sector político, estaban ejerciendo un derecho fundamental que debe ser reconocido por el poder políti­co, con independencia de que se esté o no de acuerdo con su con­tenido.

Los resultados trágicos de este año, con una muerte (aún no había fallecido el segundo) y numerosos heridos, tres de ellos graves, no son consecuencia de esta reunión considerada en sí, sino de la concurrencia de otro sector político que tradicionalmente no solía acudir a Montejurra. Este grupo (que toma como bandera al hermano de don Carlos Hugo y que está encuadrado en la Herman­dad de Ex-Combatientes) se había manifestado repetidamente con­trario a las tesis de Partido Carlista. La convocatoria de este se­gundo sector podría suponer una provocación que iba a permitir la presencia de grupos de extrema-derecha. Desdichadamente así ha sido: incluso se ha detectado la presencia de conocidos miem­bros de organizaciones ultras».

«Gaceta Ilustrada», primera revista estatal que ofrecía las fo­tos de la masacre, decía entre otras cosas: «Esta vez la conmemo­ración de Montejurra se anticipaba nebulosa. Lo que tradicio­nalmente no ha pasado de ser una romería para los más, o un acto político para los menos, ofrece este año dos versiones: la primera, protagonizada por los partidarios de don Hugo que reivindica para su causa la concentración carlista; la segunda, era potenciada desde las páginas del periódico «El Alcázar», y pretendía adjudicarse el Montejurra’ 76 en favor de la Confederación de Combatientes que preside el señor Girón de Velasco».

El último párrafo del Editorial de “Punta y Hora» no puede ser más gráfico: «Es urgente que el pueblo conozca las fronteras que ponen a su libertad, y en que circunstancia pueden contar con la protección debida de los servidores del orden para evitar el cri­men. Porque ya es intolerable que a esta tierra nuestra le quieran seguir haciendo blanco de tirios y troyanos, como cuna de la violencia, la sangre, la mentira, la majadería y la barbarie. Cuando, precisamente, nos la importan y nos la imponen».

1. 11. EL OTRO TERRORISMO

La extrema-derecha española, desde la muerte de su valedor, ha desplegado una actividad importante y sangrienta. Su organiza­ción y entrenamiento comienza con los primeros síntomas de la enfermedad del Caudillo Franco. Campos de entrenamiento en An­dalucía y Cataluña, (parece ser que la finca andaluza «El Quintillo» fue utilizada por la banda asesina de Montejurra), armamento y cuadros perfectamente capacitados procedentes, en su mayor parte, del Frente de juventudes y algunos militares de carrera, caso del comandante Martín Verde, «el hombre de la gabardina».

¿Quiénes forman las bandas fascistas de Euzkadi? En primer lugar, jovencitos, hijos de familias bien, que se sienten respaldados por apellidos «respetables». Frustrados e insatisfechos, acostum­brados a comprar todo. Así vemos repetidos entre los guerrilleros nombres como Arístegui, Ibarra, Toca, Pitarque, Bacaico, Yaseras, Solchaga, Gurpegui. La mayoría de ellos están acostumbrados a las armas de fuego desde pequeños, ya que suelen participar en las cacerías de sus importantes papás.

Un segundo grupo está formado, generalmente, por produc­tos de la inmigración insatisfecha. La mayoría sin oficio ni bene­ficio conocido o estable, otros se han servido de la maquinaria del Régimen franquista para medrar (OJE, Movimiento, sindicatos, etc.). Su vida social deja mucho que desear, suelen frecuentar pros­tíbulos y otros lugares reconfortantes. Alardean con frecuencia de sus armas de fuego y de su amistad con la policía.

En un escalón intermedio, una cadena de colaboradores desde el Poder, como procuradores en Cortes, gobernadores civiles, pre­sidentes de diputación, alcaldes, jefes locales del Movimiento, poli­cías municipales, etc.

Por último, están las manos ocultas que mueven los hilos y sirven de sostén económico de estos ejemplares delincuentes, en un intento de controlar, a través de ellos, lo que hace tiempo han de­jado de controlar.

En Euzkadi, donde las pasiones son más fuertes, y la vigilan­cia es más estrecha, las bandas fascistas se han movido a sus an­chas, ante la complacencia y el beneplácito de quienes debían evi­tarlo. Sus víctimas han sido de lo más variado: librerías, familiares de «etarras» (ancianos, mujeres y niños), refugiados, manifestan­tes. Lo de Montejurra sería el principio de una ofensiva generali­zada que inquietaría al Pueblo Vasco durante todo el verano que comenzaba.

La relación de los llamados «incontrolados» desde la muerte de Franco hasta el mes de junio de 1976 es impresionante. Aparte de los ya relatados y otros no menos importantes, tomaremos acciones llevadas a cabo por la extrema-derecha en Bizkaia y Gui­púzcoa, resumidos por la revista «Cambio 16″:

BIZKAIA

Diciembre, 27 – 1975.- Bomba en Alameda San Mamés, Comercio Zubiri-, es la tercera vez que sufre atentados. Las dos anteriores fueron ametrallado.

Enero, 7 – 1976.- La Cafetería Winters, de la PLaza de San Pedro, en Bilbao, es desalojada ante la llamada telefónica que anuncia existe una bomba en el interior.

Febrero, 1976.- El local de la Asociación de Familias de Sestao sufre desperfectos por un artefacto explosivo.

Abril, 23 – 1976.- Una bomba destruye un chalet en Forua, pro­piedad de Jesús Erezuma.

Abril, 23 – 1976.- Los comercios propiedad de las familias Mandaluz y Legarcegui sufren la explosión de sendas bombas.

Abril, 1976.- La cafetería Anayak de Amorebieta, ametrallada.

Abril, 1976.- La librería Jakintza de Algorta, es destrozada por una bomba. Habían recibido previamente amenazas telefónicas.

Abril, 1976 Vísperas del Aberri Eguna: la familia Gárate recibe amenazas telefónicas, en las que les anuncian estar próxima su muerte.

Abril, 1976.- Dos comercios de electrodomésticos Game, de Portugalete y Bilbao, resultan dañados por explosión de bombas.

Mayo, 1976.- Padre de un refugiado vasco -su farmacia fue ame­trallada durante el estado de excepción y su piso, de Plencia, vola­do-, ve como destruyen su farmacia. Los daños ascienden a 500.000 pesetas. Lotina sigue recibiendo amenazas por carta y te­léfono.

Mayo, 1976.- La pastelería Pelotari y el bar Txomin, de Algorta, por explosión de bombas en la madrugada del 7 al 8 de mayo.

GUIPÚZCOA

Abril, Orio.- Incendio del coche de Juan José Lertxundi, aboga­do. Incendio del coche de Antonio Campos, empleado de la CAM: anónimos con insultos y amenazas a Juan José Mel Zalzamendi, oficinista; Francisco Manga, pescador; Luis Cisneros, maestro; José Etxebarria, sacerdote.

Abril, Rentería.- Quemadas las puertas de las casas de Hilario García Ilordia y Domingo Revilla. Destrozada la luna del escapara­te de la droguería Echerester.

Abril, Eibar.- Amenaza de voladura de la cafetería Ego Gam.

Junio, San Sebastián.- Atentados en el barrio del Antiguo al Círculo Juvenil de la Parroquia y algunos establecimientos. Ame­nazas a la madre de Mikel Zalegui, muerto en un control de carre­tera en diciembre de 1974.

Bombas en los bares El Mondragonés, de Zarauz; Eusebio, de Zumárraga; Vengo, de Mondragón. Incendio del restaurante Aurrera, de San Sebastián. Bombas en las librerías El Parnasillo, de Pam­plona; Izaskun de Tolosa, y lunas rotas en la tienda de arte Kutza. Tres atentados a Regalos Michels y Pedro Marañón de Lasarte. Amenazas a numerosos abogados y a Andoni Elizondo, ex­entrenador de la Real Sociedad; numerosas pintadas de grupos de extrema-derecha como FAS, OVAA (Organización de Voluntarios Antiseparatistas y Antiterroristas), en San Sebastián, Gohierri, To­losa, Andoain, Villafranca, Rentería, Hernani, así como localida­des de la provincia de Vizcaya como Gernika, Bilbao, Algorta,etc. Incendio de la carnicería Ibarguren, de San Sebastián: es la segun­da vez que sufre un atentado».

1. 12. GESTACIÓN Y GÉNESIS DEL K.A.S.

El KAS (Coordinadora Abertzale Socialista) era una necesi­dad que se hizo más patente aún desde la muerte de Franco. Se trata de crear un órgano de coordinación de las fuerzas nacionalis­tas revolucionarias. Y el KAS fue una realidad tras laboriosas ges­tiones. Se trataba, principalmente de presentar una alternativa re­volucionaria al problema nacional vasco. Libertades democráticas sin restricción, amnistía total, disolución de los cuerpos represivos, soberanía nacional para Euzkadi, régimen autonómico para Euzkadi Sur mediante su estatuto elaborado en el organismo unitario de alternativa, con elevado nivel de autonomía, bilingüismo con prioridad para el euskera, estrechamiento de lazos con Euz­kadi Norte, control democrático de la economía, Gobierno provi­sional, etc. son los puntos claves, en esquemas de esta alternativa.

Se había sugerido la creación de un organismo unitario, com­puesto por las organizaciones de las nacionalidades del estado es­pañol y por los organismos políticos que operan en Euzkadi Sur, que estén de acuerdo con las líneas maestras de esta alternativa, para así llevar a cabo una reivindicación conjunta ante el gobierno español. Algo fundamental en estas premisas iniciales del KAS, eran que los puntos anteriormente expuestos no serían ni rebajables ni negociables, ya que el KAS considera que era lo mínimo que se podía pedir.

Los sectores nacionalistas burgueses calificarían a la alternati­va del KAS como maximalista, mientras que ellos creen que pue­den ofrecer alternativas más posibilistas, que, dados los aconteci­mientos acaecidos en Euzkadi en España, no dejaban de ser un pactismo sin paliativos. El KAS toma una vía casi inaccesible pero, pa­ra muchos, incluso no-socialistas, más honrada.

El nacimiento del KAS, la unidad de ETA (pm), EHAS, LAIA, LAB y LAK, sería uno de los acontecimientos políticos relevantes en la etapa de transición entre el primer y el segundo go­bierno de la segunda Monarquía. Bien es verdad que su importan­cia va a acrecentarse en los próximos meses.

Simultáneamente, o casi, nace Euskal Sozialista Biltzarrea (Convergencia Socialista Vasca) que reúne, en un principio a una serie de grupos socialistas desgajados que van desde una minoría marxista-leninista, hasta posiciones muy cercanas al PNV. Este es el caso, por ejemplo de los Nafarrako Sozialistak Taldeak o de los sindicalistas progresistas de ELA-STV. Sin embargo, las posicio­nes se irán decantando y muchos de los militantes iniciales aban­donarán la Convergencia para pasarse a EHAS, PNV o El A (un ca­so muy concreto lo tendríamos en ESB de Pamplona).

1. 13. LA CAÍDA DE ARIAS

Hasta el día 1 de julio de 1976, casi la totalidad del poder, está en manos de los inmovilistas que lo han detentado durante la dictadura. En esas condiciones, su juego era fácil: detener la reforma confiando en que la situación se pudra y justifique la mar­cha atrás a bofetadas. El juego del inmovilismo es tanto más peli­groso cuanto que es bien fácil. No tienen que hacer nada, no tie­nen que levantar la voz, con sentarse firmemente en los escaños y sillones que detentan. Así, los inmovilistas lograron pudrir al go­bierno en pocos meses.

La represión salvaje, la impotencia de frenar la inflación galo­pante que se venía sufriendo desde 1973, los presos políticos, los exiliados, la ceguera a la hora de arbitrar auténticas soluciones para Euzkadi que tanto ha sufrido y sufre, han sido causas deter­minantes.

La política exterior del gobierno Arias ha sido el repetir una y mil veces fuera lo que se niega dentro. De Arias se podía esperar poco y tuvimos que aceptar lo que el diario «El Alcázar», órgano de un sector de los ex-combatientes franquistas, señalaba en un editorial laudatorio en extremo para Arias: «Arias ha dejado claro de una vez por todas su lealtad a Franco y a lo que Franco signi­fica».

A raíz de los sucesos de Elda, Vitoria, Basauri y Tarragona la crisis política del primer gobierno de la Monarquía, se había agra­vado profundamente. Y ya entonces hubo indicios de un inminen­te cambio de gobierno. Éste, que como decía ETA, se parecía más al último gobierno del franquismo que al primero de la Monarquía democrática, había cumplido un teórico papel de puente, entre la dictadura) la democracia burguesa.

En este orden de cosas, los teóricos conservadores llegaron a impacientarse. Así, Rafael Arias Salgado, en un artículo publica­do en la revista «Cuadernos para el Diálogo», escribía: «Desde una perspectiva política, España atraviesa, en estos concretos momen­tos, una situación un tanto paradójica. Vive, sigue viviendo bajo la incómoda férula de un régimen de dictadura…, pero sin dictador.

Podría decirse que es el inmediato desenlace lógico de una prolon­gada etapa de poder personal. Pero tal descripción – sin duda exac­ta, aquí y ahora- tiene el inconveniente que insinúa transitoriedad. Y aún está por demostrar, no obstante ciertos síntomas de to­lerancia, que la situación en que estarnos inmersos sea verdadera­mente transitoria, sin vocación de perpetuarse».

Los tres grandes temas que había barajado Arias, con vistas a calmar a un pueblo, cada vez más impaciente, habían sido: la ley que regulaba el derecho de asociación, la reforma del Código Penal y el referéndum sobre la reforma política. Ninguno de los tres ha­bían sido aceptados por la oposición, por todo lo que hemos enu­merado anteriormente.

Otras de las grandes contradicciones del gobierno Arias fue­ron sus posturas con respecto a la Prensa. Pese a una supuesta liberalización en materia de Prensa, Arias utilizaría, una y otra vez, la materia reservada: el Sahara, la tortura, el escándalo financiero de la «Lockhead». Varios periodistas fueron procesados y encar­celados en defensa del secreto profesional. Por último, las bandas fascistas, discretamente protegidas, amenazaron, insultaron y golpearon a redactores y directores, caso del director de «Doblón», Martínez Soler.

Ante todo esto, no era extraño que Eduardo Haro Tecglen, escribiese en «Triunfo» el día 19 de julio (pocos días antes de la caída de Arias): «Mientras la derecha autocrática rechaza, obstru­ye o dificulta, la oposición no aprueba. No aprueba ni siquiera la Ley de Asociaciones Políticas, aun suponiendo que hubiese sido ratificada por el Código Penal y estuviese ya en plena vigencia. La Ley es “antidemocrática” y está hecha para dividir el campo de las fuerzas de la oposición (Partido del Trabajo), practica “una verda­dera discriminación ideológica” y es “un intento de jugar a la demo­cracia en un marco no democrático” (Partido Socialdemócrata), y no “van a servir para nada unos partidos que después no van a tener posibilidades de Control del Poder Ejecutivo” (Izquierda De­mocrática); lo que había que hacer no era crear una ley, sino dero­gar todas aquellas leyes que impiden el juego libre de los partidos políticos (Partido Nacionalista Vasco)…».

Y Arias cayó. Y todos respiraron, aunque por poco tiempo. Descanse en paz.