Sábado 17 de marzo de 2012
En un mes nos han dejado dos personas claves en la historia del PNV, de esas que “no hicieron nada” en la larga noche del franquismo. Y cuando digo “nada” me refiero a poner una bomba, organizar un secuestro, disparar un tiro en la nuca. De eso, no hicieron nada. De lo otro, mucho, muchísimo. Se llamaban Iñaki Durañona y Ramón Agesta. Iñaki Durañona falleció el 17 de febrero. Ramón Agesta el pasado domingo 29. Ley de vida esto de clarearse las filas, pero también deber nuestro recordarles.
De Iñaki Durañona, podríamos hablar de su etapa sindical, o como representante del PNV, o de hombre roca, pero escojo solo la de su bien hacer en la segunda Radio Euzkadi. La primera radio funcionó en 1936 en el Carlton, la segunda cerca de Bayona, la tercera en Venezuela, y la cuarta es la actual. Y se ha llegado a ésta, porque antes hubo aquellas tres.
La idea de la segunda Radio Euzkadi fue de un hombre de la envergadura de Joseba Rezola que había sido secretario de defensa con Aguirre y en el calabozo de los sótanos de la Dirección General de Seguridad, el actual palacio de Esperanza Aguirre en la Puerta del Sol, ideó un medio de comunicación y propaganda para romper el muro de silencio y deformación de la censura franquista.
A pesar de la precariedad de medios con las que contaban, Rezola creía firmemente que podían lograrlo a principios de 1946, y José Antonio Durañona, hermano de Iñaki, recogió los aparatos emisores que el consejero de Gobernación José María Lasarte y el secretario de la presidencia Antón Irala habían comprado en la Collins Radio de lowa. Dichos aparatos, con los técnicos que debían hacerlos funcionar y los locutores se ubicaron en Mouguerre, cerca de Baiona. Y en Villa Briseis, en Donibane Lohitzune, se instaló la «redacción», dirigida por Rezola e integrada por Ander Arzeluz “Luzear”, Leonardo Salazar e Iñaki Durañona. Durañona y Salazar se encargaron de las tareas administrativas, de confeccionar los guiones con el material enviado por los colaboradores y de estructurarlos y mecanografiarlos para que su lectura por parte de los locutores resultara lo más sencilla y clara posible. Durañona, además, trasladaba a diario los programas confeccionados a Baiona, donde uno de los locutores, desplazándose en bicicleta desde Mouguerre, los recogía.
El propio Durañona reconocía que ellos eran conscientes de la imposibilidad de competir con estaciones tan potentes como la BBC, Radio París o Radio España Independiente pero «tampoco se trataba de eso». Radio Euzkadi era una pieza más del engranaje en la estrategia antifranquista de desprestigio del régimen, un arma para combatir la «desinformación» de la población vasca. «Es más -decía- el ser escuchado en algún punto de Euzkadi ya era un triunfo. Luego las noticias se transmitían de boca en boca».
Radio Euzkadi, “Gure Irrati Ixilla” -como la llamaban ellos-, estuvo emitiendo en Iparralde desde diciembre de 1946 hasta 1954 cuando Francia sucumbió ante las presiones procedentes de la dictadura, y dejó de «hacer oídos sordos» y ordenó el cierre de la emisora. Ocho años de esfuerzos y dificultades, de continuas interferencias franquistas, pero, a pesar de todo, «uno de los mayores éxitos de la resistencia vasca al franquismo”.
Muy cerca de Iñaki andaba por ahí un larguirucho de 1,84, con cara de buena gente, al que los vascos de París, en broma, llamaban “el sepulturero” porque acudía a todos los funerales de los vascos cuyas esquelas veía en el periódico. Tras la ceremonia daba el pésame a la familia en nombre de la Delegación. Era Ramón Agesta, un irundarra, que había dejado su pueblo en llamas en plena ofensiva militar para trabajar en unos incipientes servicios de información.
Curiosamente este servicio de información del PNV se lo encargó el presidente del EBB a cuatro jóvenes, los cuatro hijos de aduaneros en Irún. Los hermanos Mitxelena y los hermanos Agesta. Y el primer trabajo fue acompañarle al diputado Telesforo de Monzón a Barcelona a comprar armas. Llamaron al taxista Cándido Arruabarrena y allí se fueron. En todo caso el comienzo oficial del Servicio fue a mediados de septiembre, poco después de la pérdida de Irún, cuando Pepe Mitxelena y su hermano Juan José les llevaron a los hermanos Agesta al comienzo de la ría de Bayona, después de decirles que iban a un servicio de absoluta confianza del PNV. Allí, entre algunos algunos barcos de pesca y de recreo se hallaba un atunero, el Domayo, llegado de Bilbao con el capitán Vicente Artadi y en él iban a servir de enlace entre la ría de Bayona y los puertos de Gipuzkoa primero y de Bilbao después y una vez proclamada la autonomía vasca en Madrid y elegido el gobierno Aguirre en Gernika, fueron adscritos al Gobierno Vasco. Con Otamendi, técnico de comunicación por radio con el barco y con Burgaña, responsable de la embarcación se les unieron Cándido Etxeberria y Cecilio (Koiki) Zarranz radiotelegrafista al que llamaban Marconi. Ese fue el equipo inicial viviendo en el barco hasta que un día apareció el suegro del Lehendakari Aguirre, Don Constantito Zabala, y al verles bastante desastrados habló con su yerno el lehendakari y como consecuencia de aquello se alquiló una villa en Bayona, Villa Mimosas y allí se instalaron como refugiados. Además de los viajes, confeccionaban un boletín que lo pasaban a la agencia Savas Internacional.
En aquella villa tuvo su despacho D. Jose Miguel de Barandiarán en donde recibía refugiados a los que les preguntaba sobre lo que habían vivido denunciando la represión franquista en distintos medios y en el Vaticano.
Todo esto al sacerdote eibarrés Don Poli Larrañaga le extrañó tanto que quería saber lo que hacían aquellos jóvenes a los que solo les veía en misa pero no alternando con la gente y por eso les pusieron el nombre de “los tenebrosos” y con este nombre funcionaron aquellos años hasta el final. Daría para una novela. ¿Y qué hacían ?. Recoger información y procesarla sobre todo lo que le pudiera interesar al gobierno vasco. Por ejemplo. En Biarritz y alrededores vivían muchos aristócratas españoles esperando la entronización de Don Juan de Borbón y en el otro extremo los prohombres del carlismo favorables a la figura del príncipe Alfonso Carlos de Borbón y Austria, estos en la Junta de Guerra Carlista que residían en la villa Nachoenea en San Juan de Luz. De ellos obtuvieron información de las diferencias entre carlistas y alfonsinos con los franquistas. ¿Como lo hicieron?. Muy sencillo. Cándido Etxeberria, «Sukalde», se hizo con una red de chicas vascas de servicio doméstico que le daba cuenta de todos los tejemanejes. Pero también seguían de cerca las actividades de los agentes franquistas, como las del comandante Troncoso quien consiguió repatriar un submarino o las del comandante Ibañez, jefe de fronteras de Irún.
En Villa Mimosas se entrevistó Juan de Ajuriaguerra con los negociadores italianos que dieron lugar al Pacto de Santoña, que trataba de salvar lo que quedaba del ejército vasco, volviendo éste a la boca del lobo y a ser condenado a muerte y seguir la suerte de los suyos encarcelado durante seis años.
Mimosas fue cerrada cuando, tras pasar por allí un periodista inglés, apareció en París Soir la fotografía de la villa en primera página diciendo que era el centro de maquinaciones contra el régimen franquista.
No hay espacio para narrar historia tan intensa. Encerrado en Gurs, aparece en Londres tras la peripecia de montarse en un barco polaco y allí vive hasta 1947 cuando Pepe Mitxelena les llama para reactivar el Servicio que se instala muy cerca de la Av. Marceau en la Rue Quentin Bauchart que dirigía Pedro Beitia. En mayo de 1959 el lehendakari Aguirre consideró que el Servicio había ya cumplido su misión y paulatinamente la media docena de “tenebrosos” que actuaban en Quentin Beauchart fueron buscando salidas personales. Ramón Agesta en la embajada de Venezuela en París.
En 1948 había formado en Marceau el Consejo Federal del Estado español del Movimiento europeo así como trabajado en ELA y escrito mil artículos bajo el seudónimo de Armandegui. Fallecido el dictador volvió a Irún con Claire, su querida esposa, donde ha vivido rodeado del respeto y del cariño de todos los que le conocieron.
Tengo de él muchas cartas y relatos de aquellos años. Ojalá tuviéramos una Imprenta Nacional Vasca para editarlos. Es parte de nuestra historia reciente y de nuestra identidad.
Ya quedan muy pocos mohicanos. Se nos están desvaneciendo en la niebla. Pero nos dejan el recuerdo de una generación de oro cuyo recuerdo se alarga, como crece la sombra, cuando el sol declina.
Año: 2012
Todo un fenómeno en tiempos en los que ETA ha cesado su actividad
Viernes 16 de marzo de 2012
El miércoles y el jueves de esta semana me han ocurrido cosas que no me habían sucedido antes en Madrid. Y todo a cuenta del Athletic. Gente en la calle me ha parado y comentado jugadas y dado ánimo. Gente en los pasillos del Senado me ha saludado con evidente simpatía y deseado suerte como si yo fuera el entrenador del club y gentes de otros partidos han hecho votos para que nos merendásemos a los diablos rojos. Y gentes que te cruzas y con los que no hablas nunca te hacen comentarios sobre el equipo.
Me ha parecido algo insólito y digno de reseñar. No creí que el fenómeno del futbol, además de proyectar la imagen de un equipo sui géneris por todo el mundo y el nombre de Bilbao desde Rosario (Argentina) hasta Manchester, pasando por Nueva Zelanda, sirviera para que la buena gente que hay en todas partes muestre su simpatía hacia una escudería con nombre como es este equipo de fútbol.
Tengo además que añadir que ésto se produce en momentos en los que ETA ha cesado su actividad. Si el Athletic era el primer o segundo equipo de muchísima gente en España hasta los años sesenta y dejó de serlo cuando ETA mataba, comienza a revertirse el fenómeno y la gente normal vuelve a querer apuestas por la cantera y no por la cartera, solamente, y por reconocer a una afición única. Y esto es digno de ser reseñado. Si cuando estuve en Panamá y en Arabia, todo el mundo hablaba deI Barça y del Real Madrid, que los vasquitos nos metamos en ese super exclusivo club, llama la atención y es una buena noticia para Euzkadi y su convivencia.
Este jueves, fue día de mucha niebla, y no pude estar en San Mamés. Cuando empezó el partido viajaba de Madrid a Bilbao, pero el comandante de Iberia tuvo la deferencia de anunciarnos el primer gol de Llorente, logrando un gran aplauso de los allí encerrados. Cuando llegué pude ver la última media hora y el ambiente en la calle y en los bares.
Y ese día, para que quedara claro, en la comparecencia del ministro de defensa y para que la gente lo tuviera presente le desee a Pedro Morenés Eulate, de Getxo, la misma suerte que al Athletic. El ministro entró al trapo y me dijo que por supuesto era del Athletic y confiaba en su triunfo.
Por la noche y movido por la curiosidad entré a ver el programa de futbol de Intereconomía que creo se llama “Punto Pelota” para ver que decían. Y tengo que reconocer que hicieron un programa muy respetuoso y reconociendo los valores de la fórmula así como una entrevista a Gorka Iraizoz muy humana. En fin, que la racha continúe y proyectemos la mejor imagen de lo vasco.
La otra burbuja
Y es que del Athletic se valoran ahora muchas cosas. Su historia, su trabajo de cantera, su afición, y ahora su juego. Que no es poco. Si a ésto se le añaden las declaraciones de Ferguson, la imagen de los sobrevivientes de aquel otro Athletic de 1957, el fenómeno trasciende lo deportivo y se coloca en el ámbito casi de lo familiar.
Frente a eso tenemos ahí otra burbuja a punto de explotar que es la del fútbol. Deudas de 752 millones con hacienda y Seguridad Social. Futbolistas que no cobran, 22 equipos en concurso de acreedores, casi 95.000 millones de euros de deudas, equipos como el Ceuta y Sevilla salvados a última hora en su día a no bajar a segunda y un largo etcétera muy poco edificante.
De ahí la importancia de ajustar los gastos a las entradas, de hacer una política propia, de defender lo de casa.
He contado como en su día quien fuera presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza, me dijo con gesto de resignación. «Eso que cuentas del Athletic está muy bien y lo conozco. Estuve casado con una vasca de Lekeitio, pero hoy no es posible de llevarlo adelante por una razón muy sencilla. EI fútbol no solo es un deporte sino fundamentalmente un espectáculo y si tu no das espectáculo te hundes y eso no se logra con bella filosofía sino con fichajes millonarios».
Bueno, pues no. Si pero no. Lo acaba de demostrar el Athletic y sobre todo su filosofía que es la que pone en marcha a una afición impagable.
Es lo que me dijo Xabier Albistur, ex alcalde de Donosti y realista acérrimo, en la primera llamada de felicitación que recibí al segundo de haberse terminado el partido. Como si yo hubiera metido los goles. ¡Que dure!.
No es lo mismo una lechuga que un tomate
Miércoles 14 de marzo de 2012
En Madrid de vez en cuando, tras plenos oceánicos y antes de llegar al hotel, paso por el Mc Donalds que está en la esquina entre Montera y la Gran Vía. Allí una chavalería da cuenta de lo que para ellos son exquisiteces, sin embargo para mí con el transcurso del tiempo y el consumo tan esporádico me han hecho concluir que las hamburguesas hay que comerlas en casa, de lo contrario el reseco está asegurado. No sé qué aditivos y componentes les ponen a productos tan bien envueltos que al final lo hacen disuasorios.
No por eso tengo nada contra las hamburguesas y los Mc Donalds, mucho menos cuando veo que por lo que sea, es lo que les gusta a las jóvenes parejas. No sé si es el precio, la publicidad, o el hecho de ser comida basura, el caso es que me preguntaba la semana pasada qué hubieran pensado todos aquellos consumidores sobre los planteamientos de la ponencia Piztu Euskal Herria (Encender Euskal Herria), una de las cinco presentadas al proceso Batasuna en noviembre de 2000. El texto, de 92 folios, lo apoyaban los más jóvenes y los más duros del MNLV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco) y era el segundo en número de apoyos.
Entre otras cosas creían que uno de los peligros que acechaban a Euzkadi era comer una hamburguesa en un Mc Donalds. “En principio no es bueno ni malo, pero cuando te das cuenta (…) que la carne la ex¬portan desde USA, que mucho es grasa, o que crea una adicción por el tipo de cocinado, keerchus (sic), etc. es una manera de imperialismo por la cocina, da que pensar”.
“Parecido ocurre -insisten- con el fútbol u otros ocios. Ver fútbol en principio no es bueno ni malo, pero ver sólo fútbol es escalofriante”. Un buen abertzale debe evitarlo. No sé qué pensaría de esto Herri Norte.
No deja de ser curiosa esta animadversión a los Mc Donalds (lo vimos también en Iparralde) cuando los rusos se dieron cuenta que su sistema había colapsado definitivamente al poder ir a la Plaza Roja a comerse una hamburguesa en el nuevo Mc. Donalds. Las colas de éste ganaban a los que iban a ver la momia de Lenin.
Todo esto puede ser anecdótico, pero en otra dimensión, es lo que está ocurriendo en la actualidad con las basuras en Gipuzkoa.
La recogida de basuras «puerta a puerta» que proponen los señores de Bildu no soluciona el problema de la basura; lo agrava: es más sucio, insalubre y llena las calles y puertas de basura. Es un sistema mucho más caro que el actual. Aunque se recoge con el sistema «puerta a puerta» todo no es reciclable. Más de un 30% de la basura recogida no se puede reciclar y su destino es o el vertedero o la incineración en plantas modernas. No hay otra solución. No existe otro MODELO en el continente. Los Verdes alemanes (de los más comprometidos con el medio ambiente en Europa y creadores de la filosofía «cero basuras»), han demostrado que lo que menos contamina es la incineración tras tratar las basuras.
Y es que el sistema «puerta a puerta» no supone «cero basuras».
A todo esto “Garbitania Zero Zabor”, una empresa controlada por el entorno de Bildu y presidida por el portavoz de Amaiur en el Congreso de los Diputados, Mikel Errekondo, pretende gestionar el negocio de las basuras en todos los municipios en los que gobierna esta coalición. Es su gran apuesta municipal.
Todo esto nos debe llevar a la conclusión que el ejercicio del voto es algo muy serio y no se debe frivolizar con él. Si algo es la política es diferenciación. Yo vendo tomates, tú lechu¬gas, y no es lo mismo un tomate que una lechuga. Lo digo porque en el avión en el que voy a Madrid más de un empresario gipuzkoano me ha comentado que votó el 20 de mayo a Bildu en premio al anuncio del cese definitivo de ETA y en premio a su apuesta por las vías políticas. “Perfecto -les digo- ¿y no te preguntaste cual era el modelo de sociedad de grupo tan heterogéneo?”.
No lo hicieron y ahora mayoritariamente en Gipuzkoa no saben qué hacer con sus basuras. Aprisionados en su retórica, esclavos de sus pancartas pasadas, han ideado un sistema de recogida de residuos que pronto les hará parecerse a Nápoles en una de sus huelgas de limpieza.
En Bizkaia, este debate se resolvió democráticamente en su día. Se hizo un plan completo al que se le llamó «Plan de gestión de los residuos sólidos urbanos» que miró a Europa que ya había definido una estrategia comunitaria para solventar este problema. Se estableció ésta prelación: Prevención, reutilización, reciclaje material, reciclaje energético y vertido final a vertederos controlados. Y se abordó valientemente, como parte del proceso, la incineración, a pesar de la existencia de ETA que ya había atentado en Lemoniz, en la Autovía, en la Y y que había comenzado a poner petardos en la BBK, socio de Zabalgarbi.
Liderar una sociedad es enfrentarse a los problemas, desmontar patrañas como la de que la incineración produce cáncer, y afrontar los hechos. El resultado es que felizmente Bizkaia no sabe dónde está su planta incineradora, ni el tema de las basuras nos interesa lo más mínimo. Frente a esto, en Gipuzkoa no hacen más que hablar de ello y confían en que Bizkaia ahora les resuelva un problema que han creado.
VueIvo a repetir. Votar es algo muy serio y también un hecho libre. Y no solo de esencialismos vive la sociedad. Quien crea que las hamburguesas son píldoras envenenadas del Tío Sam y la incineración un instrumento del diablo, tiene todo su derecho de votar opciones que crean en estas cosas. Pero al resto, la mayoría, nos sigue gustando de vez en cuando comernos una hamburguesa y que al salir de casa no tropecemos con un gato que hurga en una bolsa de basura y saborea la espina de la merluza que se ha comido la familia del cuarto piso.