El mayordomo con su señor

Sábado 5 de enero de 2012

Preguntas en bandeja, respuestas tópicas que dichas por otra persona que no fuera el rey diríamos que el buen señor que las hacía no había descubierto el Mediterráneo. Todo ficticio y almidonado con preguntas y respuestas preparadas y aprendidas.

Un programa amañado, sin mayor interés, con respuestas aprendidas de antemano nos presentaba un jefe del estado muy justito y demasiado normal para ostentar la representación que ostenta.

Cuando le respondió a Hermida sobre las características de su generación no se le ocurrió nada más que decir que “así a bote pronto», pero no había bote pronto, había ya una respuesta preparada: “compromiso, esfuerzo, esperanza”.

Habló de la dureza terrorista, que para él empezó cuando nació ETA y no cuando Franco ganó una guerra salvaje. Habló del cumplimiento del deber. ¿Qué deber?, cuando traicionó a su padre que no quería que su hijo pasara por encima de él y en ese cumplimiento del deber al parecer no está la ejemplaridad. No hay más que ver el desapego de su esposa Sofía a su marido por las múltiples infidelidades producidas.

Dijo que había dejado muchas cosas por el camino. Pues sí. La falta de transparencia, la falta de decencia, la doble vida, sus cacerías, sus amantes, su falta de sensibilidad hacia quien sufre, el gusto por las fiestas, el boato, las carreras millonarias, amigos de dudosa reputación. ¡Claro que ha dejado cosas por el camino!.

Se queja de la intransigencia, de los maximalismos y de los criterios rupturistas sin analizar el por qué se ha llegado a esta situación. Para él España sigue siendo una unidad de destino en lo universal y todo lo que atente contra este maximalismo es criticable por intocable. Como lo es la historia que vivió con Franco que para él sigue sin ser una dictadura.

En definitiva, Hermida hizo bien su trabajo de mayordomo y el rey de despejador con largas cambiadas de todo lo negativo, que es mucho de su ya largo reinado. ¡Ah!. Y eso que el Príncipe es una bendición del Cielo tiene razón para Letizia, pero no para una sociedad democrática donde las bendiciones del cielo se acreditan en las urnas y no porque Papá nos diga que su hijo vale oro.

¡Lástima de tiempo y oportunidad perdido!.

 

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