Lunes 10 de junio de 2013
El sábado se casaron en Estocolmo la hija del rey de Suecia con un avispado austríaco que ha vivido en Inglaterra y Estados Unidos. La boda fue seguida por todas las revistas del corazón, TVE, y tuvo su minuto de gloria en las televisiones de todo el mundo. La fantasía y la irrealidad gusta.
Chris O’Neill se ganó el favor popular con las lágrimas que derramó poco después de dar el «sí quiero» a Magdalena de Suecia y con los nervios que mostró durante toda la ceremonia. Y es que poco se sabía del ya marido de la hija menor de los reyes de Suecia fuera de lo que figura en su biografía oficial, que apunta a que se trata de un financiero nacido en Austria, criado en Reino Unido y residente en Estados Unidos. Del aspecto más personal solo ha trascendido que la pareja se conoció hace dos años en Nueva York, donde él trabaja y a donde ella huyó poco después de descubrir que el hombre con el que se iba a casar le había sido infiel. Pero hace unos días O’Neill sorprendió a todos con una decisión poco común: renunció al título que el rey le iba a conceder para poder seguir haciendo negocios. Y es que no quiere problemas después de que hace unos meses una investigación desvelara que O’Neill tenía domiciliadas sus empresas en paraísos fiscales. La reina Silvia, la madre de la novia, ha zanjado en las últimas horas cualquier posible duda sobre su idoneidad. «Chris es el yerno con que todas soñamos».
Es la «ejemplaridad” de las monarquías. El yerno soñado. En el fondo un corrupto más lleno de confetis, tules y glamour. Como la boda de Urdangarin. Por eso seguramente ningún Borbón español asistió a la boda. No querrían les preguntaran por Cristina, Iñaki y Diego Torres. Ya se pondrán en contacto vía internet. Los tiburones son así.