Martes 22 de julio de 2014
El diario El País ha sido el buque insignia del progresismo español hecho medio de comunicación. Un buen periódico con una excelente cobertura internacional, buena información, columnistas destacados y alianzas internacionales han hecho de él una referencia mediática. Bien es verdad que en tiempos del gobierno de Felipe González el medio estaba asociado al llamado felipismo cuestión que empezó a deteriorarse con la llegada de José Luís Rodríguez Zapatero a La Moncloa al no admitir éste la pesada tutela de un Juan Luis Cebrián ya en dificultades económicas gracias a sus ruinosos negocios en América latina y en sus televisiones de pago.
Fallecido Jesús de Polanco las placas tectónicas del periódico se movieron y Cebrián tuvo que pactar con el gobierno su superviviencia siendo la SER y El País lo único que en ese momento podía salvarse del grupo Prisa. En la actualidad parece que el antiguo monstruo informativo vive de la inyección colombiana en su medio y de su alianza con la cadena Caracol, así como del permiso del Gobierno.
El caso es que aprovechando la difícil coyuntura tanto en La Moncloa como la Zarzuela la han dejado con sus presiones al periódico desconocido en relación con sus informaciones sobre la Casa Real, la monarquía, la República y los escándalos de Juan Carlos I. ABC no lo hubiera hecho mejor.
Todo ésto comenzó a estallar en la primera semana de julio de 2014 cuando la redacción del periódico harta de manipulaciones en titulares, informaciones y fotografías pidió cuentas al director de El País Antonio Caño.
Esto es también lo que produce un sistema monárquico necesitado de la censura, y no de la democracia, para poder vivir. Gracias al silencio de El País, la mayoría del reinado de Juan Carlos, no se ha conocido en sus dispendios, francachelos, abusos, amantes y comisiones. Pero las costuras comienzan a romperse. Ante ésto este fue el meollo de la denuncia:
Ocultación de datos en noticias sobre la familia real; elección equívoca de titulares; cambios de los textos sin consultar a sus autores…
La primera semana de julio, el Comité de Redacción de El País se reunió con la dirección y, con posterioridad, hizo público un comunicado para los trabajadores del diario dando noticia de la entrevista. En el escrito, se mostraba la difícil situación que se vivía en el buque insignia de PRISA. Aparecían claras señales de que los intereses de la empresa o de sus directivos habían calado hasta llegar a influir en las informaciones que se publicaron. Esto aunque el texto de la nota del Comité, estuvo consensuado con la dirección y, por lo tanto, se puede deducir que resultaba ‘más suave’ que la realidad que vivían los periodistas del diario que hasta hacía no mucho tiempo era considerado el portavoz del progresismo.
El Comité, conforme a lo que marcaban los estatutos, se reunió con Antonio Caño y otros miembros de la dirección para tratar, en especial, las quejas que les estaban llegando desde un creciente número de profesionales preocupados tanto por “el control que se está viviendo sobre la información”, según ellos, como por la relación que se ha establecido con la nueva dirección, especialmente con alguno de sus miembros. En este último caso, especialmente señalado quedó el recién designado director adjunto, David Alandete, del que en la redacción hablan como de “un pequeño déspota” de trato maleducado.
Para la redacción de esta noticia vamos a utilizar la estructura de la propia nota del Comité. En ese sentido, el primer punto que se recoge en el informe se centra en la “Información sobre la Monarquía”.
El Comité, en su informe para los redactores, descubre que “preguntó sobre el tratamiento informativo que se ha hecho de la abdicación de Don Juan Carlos y la proclamación de Felipe VI”, y esto porque “varios miembros de la redacción se han quejado del desequilibrio que, a su juicio, se ha producido en ese despliegue”. Y señalan una serie de ‘olvidos’ que se produjeron y que dañaron, en su opinión, la información ofrecida: “en la edición especial en papel del día de la abdicación no se incluyó ninguna información específica sobre el caso Nóos ni sobre el viaje a Botsuana del anterior Rey, que pueden ser elementos relevantes para explicar la abdicación”, se lee en el informe.
En su respuesta a esta queja, dice el Comité, “Caño (Antonio, el director) recordó que ese especial se hizo en cuatro horas” lo que explicaría que “no hubo materialmente tiempo para una planificación minuciosa”. Posteriormente aseguró a los representantes profesionales de la redacción que “no hubo orden alguna de ocultar nada, ni se levantó ninguna información sobre eso, ni se prohibió la publicación de ninguna foto. Si no se incluyó la imagen del Rey con el elefante es porque nadie la seleccionó. Si alguien lo hubiera hecho, seguramente (sic) hubiera aparecido”. Además enfatizó, según la nota del Comité, “el carácter histórico de la noticia para explicar por qué se puso énfasis en la trayectoria del Rey al margen de esos episodios: “En el momento de la abdicación de un Rey no puedes perder el foco por lo que haya ocurrido en los dos últimos años””.
“Una historia de color, bondadosa”
Aún sobre este tema de la monarquía y la información que se da en El País, el Comité dice que “trasladó las quejas por el espacio en su opinión insuficiente dedicado a la noticia sobre la prohibición de exhibir banderas republicanas el día de la proclamación de Felipe VI”, a lo que el director respondió que “El País es “el medio que mejor cubrió las protestas” el día de la proclamación”. Igualmente el Comité se hizo eco de quejas de los redactores por informaciones publicadas en las que se presenta a la familia real “como una familia más” lo que podría “resultar chocante o incluso ofensivo para muchos lectores”.
Sobre estas ‘informaciones’, como una titulada, “Leonor, niña y princesa”, en las que se escribían frases como “Felipe y Leonor son tranquilos, pero cuando quieren algo en serio, entra en juego una mente de estrategas incansables” que provocaron gran revuelo incluso en las redes sociales. En este caso, dice la nota del Comité, “el director afirmó que el tono dado a esas informaciones no es excepcional en casos como estos. “Un reportaje de ese tipo responde a lo que es: una historia de color, bondadosa (sic)”, dijo”.
Cambios en los textos sin consultar a los autores ¿Censura?
El Comité informaba en su nota, a continuación de que “preguntó a Antonio Caño por la intervención de la dirección en algunas informaciones sin consulta previa a los redactores, que había aumentado en los dos últimos meses”. Algo, se vivía por no pocos redactores como una “censura inaguantable”.
El Comité añadía en su nota además que no sólo “señaló que algunos cambios realizados en elementos destacados de las noticias han dado lugar a errores”, sino que, sobre todo, “trasladó su preocupación por que esa intervención sin consulta previa sea interpretada como una falta de confianza en el criterio de quienes elaboran las crónicas”. La respuesta a estos comentarios por parte del director fue decir que “cuando se cambie el texto de un redactor se debe consultar con él, se debe contar con su opinión. Algunas veces es imposible porque es muy tarde, pero incluso entonces yo no tengo inconveniente en hablar después con cualquier redactor que pida una explicación”, aunque añadió “cuando he dado la indicación de cambiar un texto, generalmente ha sido para descargarlo de opinión. Es una batalla que voy a insistir en dar. No es falta de confianza hacia ningún redactor, es respeto al lector”.
Titulares de encuestas que resultan… “equívocos”
El Comité concluía su informe recordando “las quejas recibidas por los titulares en primera página de algunas encuestas publicadas en las últimas semanas por el periódico, especialmente la que preguntaba sobre la abdicación del Rey y sus consecuencias”. Según el Comité de Redacción de El País, “las quejas se han centrado en el titular de apertura de la edición de papel del 8 de junio: “Una mayoría prefiere a Felipe VI que a un presidente republicano””. La encuesta, recuerdan, “señalaba que el 49% de los encuestados dijeron preferir a Felipe VI. El comité preguntó si podía resultar ambigua la expresión “una mayoría” y si no sería mejor titular en estos casos con el porcentaje”.
Una observación a la que el director respondió diciendo que “el titular era suficientemente claro, que un 49% es una mayoría aunque no sea absoluta y que esa opción es mejor que titular con el porcentaje exacto”. También se le preguntó por la selección de este dato para la portada, mientras que se dejaba para páginas interiores otro titular de la encuesta en el que se señalaba que el 62% de los españoles se mostraba “partidario de celebrar “en algún momento” un referéndum sobre la monarquía”. A este comentario, Caño respondió que, “dado que la pregunta (redactada, aclaró, por Metroscopia) introducía el matiz de “en algún momento”, la respuesta podía no ser suficientemente ilustrativa como para llevarla a primera”.
Peor que la manipulación, la incompetencia
Este informe, como hemos señalado, estaba ‘pactado’ entre el Comité y la dirección, en el sentido de que ambas partes se mostraban de acuerdo en que recogía la literalidad de lo sucedido durante el encuentro. En ese sentido, aseguraron en la redacción del diario, todo ésto no resultaba sino un reflejo tímido de lo que realmente se estaba viviendo: “estamos desconcertados -dice un redactor ya veterano-; ya no es sólo que en los últimos tiempos resulta patente la influencia que tienen en el periódico Moncloa o Zarzuela; casi lo peor es la sensación de que el periódico está en manos de ‘amateurs’, gente prepotente, como David Alandete, un tipo sin preparación… Al final, casi más que la manipulación, lo que duele es la incompetencia de quienes dirigen el diario”.
Oiga buen hombre eso no se lo puede leer nadie, es largo, muuy largo, demasiado largo, mas largo que un día sin pan. Francamente (esto va sin segundas eeeh, que es usté mu susceptible pa estas cosas) pa leer artiiiiiiiiiiiculos de este tamaño yo prefiero volver a empezar, a ver si esta vez llego a lo de Barcelona, con «En un lugar de la Mancha…. «