Carlos Solchaga nos habla sobre América

Viernes 24 de octubre de 2014

1213.14El martes  21 compareció en la Comisión de Asuntos Iberoamericanos el ex ministro Carlos Solchaga, presidente de Honor de la Fundación Euro América. Vino acompañado de gente joven que trabajan con él analizando lo que pasa en América Latina. Cada año emite un informe y nosotros somos los que le llamamos para que comparezca en el Senado.

Carlos Solchaga, de Tafalla, fue miembro del Consejo General Vasco, portavoz socialista en el Congreso y Ministro de Hacienda. Habla pausado y bien y como ya está alejado de la política de trinchera, habla claro. Esto fue lo que le pregunté y lo que me respondió.

A continuación, tiene la palabra el portavoz del Grupo Parlamentario Vasco en el Senado, el senador Anasagasti, solicitante de esta comparecencia.

El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Muchas gracias, señor presidente.

Muchas gracias, señor Solchaga.

Su comparecencia en el Senado para intervenir en una especie de debate sobre el estado de América se está convirtiendo ya en un clásico. El presidente decía que ha venido usted a esta comisión 2 veces, pero no, han sido 3 veces: 2 en esta legislatura y 1 en la anterior. Nosotros consideramos que estos trabajos anuales sobre las perspectivas y el futuro de América Latina, sobre sus contenidos, sobre el panorama regional y los diferentes temas de análisis ilustran muy bien a esta Comisión de Asuntos Iberoamericanos y podríamos considerarlo como uno de los hitos del año. Usted habla con una claridad –creo con mucha más claridad que cuando era ministro y comparecía en las Cortes, sobre todo en relación con algunos países− a la que no estamos acostumbrados en relación con el análisis de la situación de determinados países en América. La prudencia del Gobierno invita siempre a proteger los intereses de las empresas, por ejemplo en Venezuela, en la propia Argentina o Bolivia, y muchas veces no nos enteramos de lo que en verdad está ocurriendo.

Señor Solchaga, yo le voy a hacer 3 preguntas breves. Usted señalaba un apunte sobre el Tratado transatlántico de libre comercio e inversión entre Europa y Estados Unidos. La semana pasada una columnista del periódico El País dijo que era como el ébola. Me imagino que usted no coincidirá con este análisis porque no solamente desaparezcan los aranceles de aduanas, sino las barreras no arancelarias que ponen trabas al comercio. Indudablemente, hay peligros para Europa que están el horizonte, ¿cómo cree usted que va a acabar esto? Y si va a ser bueno para América y para Europa.

En segundo lugar, usted también ha hecho un apunte sobre el papel del Fondo Monetario Internacional que, además, ha coincidido con la jubilación de Enrique Iglesias –un personaje importantísimo dentro de América Latina− como secretario general de la SEGIB. Durante trece años él y Michel Camdessus abordaron en el Fondo Monetario Internacional soluciones viables para la crisis de la deuda que tuvieron una aplicación con mucho éxito del Plan Brady para la reducción de dicha deuda. Es decir, que había personas que tenían autoridad moral y auctoritas como para poder trabajar en estos asuntos. ¿Cree usted que en el panorama actual hay personajes como Camdessus y como Enrique Iglesias? Uniendo esto a las cumbres iberoamericanas de jefes de Estado y de Gobierno –ahora parece ser que van a celebrarse cada dos años− ¿cree usted que sirven para algo, o tienen un seguimiento? ¿Este tipo de cumbres pueden de alguna manera orientar, analizar y proponer soluciones globales a países que están en crisis, que crecen, pero tienen sus problemas –y, sobre todo, cuentan, como usted también ha apuntado, con la presencia de China− e incluso tienen deudas fuertes? Venezuela tiene una deuda muy fuerte con China, y no sabemos cómo va a terminar.

Por eso, me incursiono en la situación de algunos de los países llamados irresponsables que, sin embargo, han tenido un cierto éxito como Bolivia y Ecuador, que han crecido. ¿Cree usted que esta va a ser la tónica? La presidente Evo Morales le ha venido muy bien ese crecimiento económico porque ha tenido un éxito electoral importante. Sin embargo, la situación de Venezuela, con una inflación de casi el 64%, es caótica y dramática. Y sobre todo, como usted ha comentado, sin reservas de divisas para poder abordar ciertas cuestiones.  Hay una presencia cubana muy importante en Venezuela, y unas elecciones legislativas el año que viene. Todo esto hace que la situación en Venezuela tenga que optar, o tiene que pactar el Gobierno con mundo empresarial –Chaves lo adversaba y decía que había que acabar con la empresa privada; todos recordamos cómo paseando por el barrio del Silencio, en Caracas, veías: exprópiese, exprópiese, exprópiese− o, si no, el camino siguiente: ir a un modelo cubano de funcionamiento a través de personajes militares. Eso está en el horizonte. Usted, con su perspectiva y con su análisis, ¿qué cree que puede ocurrir? Porque la situación ya no da más de sí, y políticamente es inviable que eso pueda seguir; la gente joven se marcha, están desabastecidos todos los mercados y supermercados, la inflación es galopante, la inseguridad ciudadana, la libertad de expresión, etcétera. ¿Para qué lo vamos a describir? Sobre todo porque en España también su repercusión. A pesar de que no se quiere hablar de Venezuela, hay partidos políticos  emergentes que están irrumpiendo, que han asesorado al presidente Chaves y al presidente Maduro, y que, al parecer, el modelo bolivariano es el que puede solucionar los problemas de la situación de paro, por ejemplo, en España y en Europa. Y, sin embargo, no se habla de este tipo de cosas.  Por eso me ha gustado que usted lo hiciera descarnadamente de la situación de Venezuela, que es absolutamente dramática, y si sigue así, indudablemente, habrá una gran explosión.

Finalmente, señor Solchaga, me gustaría que el próximo año viniera también usted y nos anunciara ese avance que puede haber, y, sobre todo, que ese crecimiento, aunque modesto, sea continuo, que es la gran esperanza de estos países.

El señor PRESIDENTE DE HONOR DE LA FUNDACIÓN EUROAMÉRICA (Solchaga Catalán):

El señor Anasagasti pregunta cuáles son las perspectivas respecto al acuerdo del atlántico, liberalización comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea y, en mi opinión, son positivas; es cierto que estos acuerdos suelen ser mucho más fáciles de alcanzar cuando todo el mundo está bien, pero cuando determinados sectores de actividad económica, en uno u otro continente, lo están pasando mal, lo que se busca continuamente son exclusiones del ámbito del acuerdo o cláusulas de suspensión o cosas por el estilo para evitar el aumento de la competencia como consecuencia de la mayor libertad comercial, de la eliminación de las restricciones cuantitativas al comercio y de las regulaciones que, aunque se disfracen de consideraciones de sanidad y de otro tipo, muchas veces no tienen otro objetivo que proteger la industria nacional, por lo que siempre lo tendrán más difícil.

En segundo lugar, en la fundación Euroamérica −que presidí durante unos diez años y de la que soy presidente de honor− hemos acariciado siempre la idea de que es un triángulo razonable el que deberían formar los Estados Unidos, América Latina y Europa, que comparten muchos puntos de vista culturales, que tienen una tradición de formación, de cultura y de la sociedad común, aunque naturalmente se admitan variaciones de un lugar a otro. Y, en el ámbito del comercio, esto ya se ha notado; lo que ha sido interesante en los últimos años –hoy no hemos hablado de esto, no tocaba hablar tanto de integración dentro del continente latinoamericano−, es que frente a los proyectos de integración de la última década del siglo XX en esta década sen ha visto sobre todo proyectos de acuerdos de liberalización del comercio exterior, áreas de libre comercio con el resto del mundo; es decir, Perú, Colombia, Chile, país que inició todos estos asuntos, han tratado de buscar áreas de libre comercio con los Estados Unidos y con la Unión Europea, y de alguna manera el buen término de las negociaciones del Tratado del Atlántico en materia de liberalización del intercambio por estos acuerdos y las cláusulas de nación más favorecidas incluiría necesariamente a los países de Latinoamérica, de manera que si es bueno para nosotros, debo creer que también sería bueno que se concluyeran para los países latinoamericanos. Espero que este sea el caso, pero la historia demuestra cómo de difíciles, de hirsutas, de complicadas, acaban siendo todas las negociaciones de los acuerdos comerciales con desarmes arancelarios; la de tiempo que se tarda, cada una de las rondas del antiguo GATT y la Organización Mundial del Comercio han tardado 5, 8 o 10 años hasta llegar a concluirse, y este Tratado del Atlántico realmente no parece que lleve un camino muy diferente en este sentido.

Sobre el papel del Fondo, he de manifestar que ha pasado por periodos mejores que los actuales, a pesar de lo cual, ahora está bastante mejor de lo que estaba hace 10 años, cuando la desconfianza sobre el Fondo Monetario Internacional por parte de los países no desarrollados era extraordinariamente grande. Hoy, poco a poco, la gente va volviendo a las consideraciones del Fondo Monetario, que, a su vez, por decirlo así, es menos doctrinario, no tiene la pretensión de decirle a cada país exactamente qué es lo que debe hacer, aunque es natural que, si va a ayudarle con fondos que son de todos, exija una ciertas condiciones de funcionamiento para que esos fondos no se despilfarren.

Me ha preguntado usted que si por comparación con la época en que estaba Enrique Iglesias al frente del Banco Interamericano de Desarrollo y Camdessus al frente del Fondo Monetario Internacional, actualmente existe ese tipo de personas, con esa capacidad de afrontar los problemas y de discutirlos, no sabría decirle. La verdad es que es difícil, pero, al final, no es solo una cuestión de personas, es una cuestión también de visión del mundo de aquellos que tienen intereses globales, y, hoy  por hoy, todavía falta algo. El Fondo Monetario Internacional para adquirir credibilidad, capacidad de guiar la economía mundial, necesita, para empezar, ser representativo. Dicho Fondo sigue teniendo una sobrerrepresentación de los intereses europeos y norteamericanos que ya no se corresponde con el peso que estos países tienen en el comercio internacional ni en la masa global de la actividad económica mundial. Por tanto, lo primero que hay que hacer es reconocer la potencia de China en forma de capacidad de votación y la de la India y la de otros países, y cuando ya se vea que la toma de decisiones corresponde a un reconocimiento del peso relativo de cada uno, el Fondo Monetario Internacional empezará a tener una mayor legitimidad sobre su capacidad de ser neutral a la hora de tomar decisiones. Esto para empezar, luego vendrían muchas más cosas que podríamos discutir sobre el Fondo y lo que debería hacer.

Por tanto, lo que quiero decir con esto, señor Anasagasti, es que yo no insistiría tanto en los problemas personales. Uno siempre tiende a creer que en su época no hay grandes líderes como los que hubo en otras épocas que él conoció mejor. Aunque eso pudiera ser verdad, que no lo discuto, lo que creo es que tenemos que llegar a acuerdos sobre gobernanza económica internacional. El Grupo de los 20 es ya más relevante en muchos aspectos que el Fondo Monetario Internacional, pero, en parte, porque empieza por reconocer cuál es de verdad la distribución de poder que en el mundo existe en estos momentos y, por tanto, cambiaremos poco a poco la gobernanza mundial a través de este reconocimiento.

Usted ha hablado del contraste entre Bolivia y Ecuador, por volver otra vez a estos temas, y el caso de Venezuela. Estamos hablando de países llamados bolivarianos donde la referencia cubana es muy importante. No se sabe si va a ser el objetivo final de los proyectos políticos de los regímenes que hay en cada uno de ellos, o si simplemente es literatura más o menos utópica: en el caso de Cuba, no sería utópica sino distópica. Realmente, el caso de Cuba es lamentable porque, transcurridos 60 años desde que tuvo lugar la revolución, es un país más pobre, más infeliz y con menos capacidad de avanzar que antes de que esta se produjera. Pero, en fin, hay gente que todavía considera que esta es una experiencia histórica que merece la pena.

Le diré que creo que lo que está salvando, por comparación, a la arrogancia venezolana en la conducción de los asuntos del país a países como Bolivia y Ecuador es el hecho de que son mucho más pequeños, es el hecho de que aunque Ecuador es un país exportador de petróleo, no tiene esa capacidad de exportar petróleo que tiene Venezuela o el hecho de que aunque Bolivia se haya incorporado recientemente de manera significativa a la exportación de gas, tampoco es tan importante dentro de estos mercados y quizá eso les ha llevado a combinar algunas cosas que en el caso de Bolivia seguramente eran necesarias, es decir, un respeto mayor por lo público, un papel mayor del Estado en vez de ser el Estado el patio de monipodio de los que siempre habían mandado en el país que, a su vez, eran racialmente diferentes, significativamente distanciados del resto de la población, sin capacidad de apreciar verdaderamente ni el mestizaje ni el indigenismo, pues ha podido venir bien.

No me gusta casi nada de lo que se propone el señor Evo Morales, no me entiendan ustedes mal, pero quizás ha sido un fenómeno histórico que habría que mirar con mucho mayor respeto. En todo caso, es evidente que aun en los momentos de mayor delirio revolucionario de ambos líderes nunca se llega a la idea de romper con lo que podríamos llamar las estructuras ortodoxas de funcionamiento de una economía de mercado. A pesar de los disparates que a veces cometen en materia de libertad de expresión, que no hacen sino imitar, sin llegar a la altura maravillosa que se llega en Venezuela, los que allí se producen. A pesar de las deformaciones de lo que podríamos llamar las estructuras formales de la democracia que en ambos países se producen, al final el conjunto no es tan disparatado como podría ser. Quiero creer, y con esto contesto también en parte al señor Maldonado, que estos dos países pueden encontrar poco a poco un equilibrio entre lo que podría ser una modernización de instituciones y al mismo tiempo un respeto a sus señas básicas de identidad, que son bastante diferentes que las de otros países.

 

Un comentario en «Carlos Solchaga nos habla sobre América»

  1. Todo lo que dice el Sr. Solchaga está muy bien de cara a la galería. Leche y picón. Ahora bien, un equipo de sociólogos de prestigio tienen dicho y escrito ante el Colegio de Notarios que para saber las causas de la España corrupta sería necesario saber si cuando el Sr. Solchaga dijo aquello de hacerse rico en España en cuatro días contaba con el visto bueno de «Isidoro».
    Hay quien sostiene que fue al dia siguiente cuando la España corrupta se vistió de largo y Miguel Boyer (q.e.p.d) entrego el carnet de socialista. El Sr. Carlos Solchaga prestaria un servicio de incalculable valor para este país antes de que entre en la órbita de los Estados fallidos. Pero no caerá esa breva.

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