Jueves 4 de noviembre de 2014
Quiere cambiarle el nombre y ponerle el de Iñaki Azkuna.
Pues, con todo respeto, no estoy de acuerdo si antes no se hace justicia a otros alcaldes como Castañares, Robles, Duñabeitia, y el propio Areso. ¿Es que estos alcaldes no han hecho nada por Bilbao? ¿Por qué a unos sí y a otros no?.
Iñaki Azkuna fue un gran alcalde pero no el único que hemos tenido y la historia le juzgará como aquel gran alcalde que recogió la herencia de los anteriores (el Metro, el Guggenheim, la rehabilitación de Bilbao después de las inundaciones de 1983 las hicieron otros alcaldes) y con su buen talante hizo muchas cosas por Bilbao, pero como lo hicieron Castañares con la Ría, Robles perdiendo su ojo, Duñabeitia con su bondad, y Areso que ha sido el hilo conductor de todos estos alcaldes y artífice de muchos de los éxitos atribuidos a Azkuna. Las cosas en su sitio. Y la justicia es reconocer el trabajo de los demás.
Pero también tenemos concejales de tiempos de la República enterrados en el exilio como Juan Gracia, socialista, cuya biografía termina Juan Penche y que será publicada por el Departamento de Juan M. Aburto, o Santiago Aznar que propuso la ikurriña como bandera oficial de los vascos y que los dos concejales del ayuntamiento de Bilbao y socialistas, llegaron a ser consejeros del primer Gobierno Vasco de la historia, el del Lehendakari Aguirre, y que el PSE jamás ha reconocido. Como jamás ha reconocido a Julián Zugazagoitia diputado por Bizkaia, concejal, ministro de la República y fusilado por Franco. ¿Para cuándo un reconocimiento a este hombre que entregó su vida por la República y por el socialismo?. No sé a qué viene esta propuesta del PSE sin haber reconocido a los suyos. Y vuelvo a repetir: los dos primeros enterrados en el exilio y el tercero fusilado como un perro.
¿A qué juega el PSE? ¿No será que quieren aprovecharse del buen nombre de Azkuna?.
No soy partidario del culto a la personalidad selectiva. Y Ajuriaguerra nos enseñó que huyéramos de estos cultos. Las grande figuras hablan por sus obras y yo a la Alhóndiga la llamaré siempre La Alhóndiga, porque entre otras cosas estudié en el Colegio de Santiago Apóstol, que estaba enfrente de la Alhóndiga y cuyo olor a vino nos llegaba a nuestras clases y por eso se llamaba La Alhóndiga y así como jamás llamaré a la estación de Abando, estación de Indalecio Prieto (como tampoco la llamó Azkuna que protestó por aquel abuso del Ministerio de Fomento) y nunca le llamé a la Plaza Circular, Plaza España, jamás de los jamases llamaré a La Alhóndiga, Iñaki Azkuna. Por respeto a Iñaki Azkuna y por respeto a la historia de Bilbao.
¿Qué usted no es partidario del culto a la personalidad selectiva?
Pues así sea; pero en euskadi y antes con el franquismo, las calles llevan un montón de nombres de presidentes, lehendakaris, etc del momento político que se vive.
Todavía, no veo una calle que se llame:Democracia, no hay.
Tampoco, calle Derechos Humanos…y similares.
Sólo en Barakaldo, he paseado, por calles como: Bondad, Felicidad, Virtud…
Azkuna, fue el mejor alcalde del mundo…algo habrá qué hacer, no sé digo yo, nos caiga bien, mal o menos bien.
Aunque si le soy sincera, preferiría calle: Rosa de Luxemburgo, o mismamente calle Jamón con queso , pero como aquí va a ser que no, pues nada.
Toda la razón, Iñaki. Ya habrá tiempo, si es necesario, de tirar del nombre de «Iñaki Azkuna» para dar nombre a una nueva calle, plaza, puente o lo que sea. Lo que tiene nombre, no hace falta cambiarlo, sobre todo cuando el nombre está perfectamente implantado en la mente de todos los ciudadanos y en su historia personal.
Iñaki totalmente de acuerdo el PSO como siempre un aprobechado
Muy bien dicho.
¡Que hermosura de nombres de calles, esas de Baracaldo!
Claro que hY que tener la fina sensibilidad de «quecaro» para referirse a ello.
Me permito un comentario sobre la propuesta de «quecaro» a favor del nombre de Ros Luxemburgo.
En mis últimos tres viajes a Berlin he pasado varias veces por la calle que la espartaquista tiene allí, muy cerca de la Alexanderplatz. Mi admiración por los espartaquistas viene de mi adolescencia y sigue intacta. Fue una de las grandes aportaciones que le debo a mi entrañable profesor de Lengua Española y Literatura, el catedrático de Bachillerato don Juan Alcina Franch.
Volviendo a esa calle que Rosa Luxemburgo tiene en Berlin, en la antigua zona soviética y que probablemente se deba a una iniciativa del antiguo régimen de Pankow, siempre me suscita un doble y encontrado sentimiento:
– la satisfacción de ver honrada de ese modo su memoria.
– un cierto desasosiego porque ese reconocimiento viniera de la mano de un régimen político que prostituyó el generoso (y mal planteado sacrificio de los espartaquistas) sin el menor pudor y en todos los frentes, con la inestimable guía del partido comunista alemán y de la internacional comunista teledirija desde Moscú. No se ver de otro modo a aquel régimen que mentía ya en el nombre: República Democrática Alemana. Ni se ver de otro modo a aquella internacional comunista dócilmente plegada al pacto germano-soviético para repartirse Polonia.
Esos eran algunos de mis pensamientos mientras encaminaba mis pasos hacia la sede del Instituto Cervantes en Berlin y hacia su espléndida Biblioteca «Vargas Llosa» .
Salud y saludos.