Sábado 3 de enero de 2014
El pasado viernes 19 de diciembre subíamos la senadora María Eugenia Iparraguirre y quien ésto escribe al piso quinto del edificio de Gran Vía 30 en Madrid. Como referencia teníamos que era la sede del diario digital PUBLICO, antiguo periódico en papel, hoy reconvertido y con unos diez millones de consultas al mes, seguido, en el espectro de la izquierda, por Diario.es con la mitad.
La sala estaba vacía. No había nadie. De repente empezó a llegar gente joven. Eran los redactores que con todo el personal que trabaja en el edificio habían tenido que bajar en una simulación de incendio del edificio. Y en eso llegó Pablo Iglesias con una gorra que hacía difícil su reconocimiento a la primera. Nos saludamos y recordamos que yo había estado por esos sus lares en dos ocasiones. Una en un debate sobre Venezuela, moderado por él y otro sobre Monarquía o República.
Nos comentó que tiene una agenda endiablada, que había estado la víspera en Estrasburgo, que a pesar de lo que se decía solo le escoltaban cuando llegaba al aeropuerto hasta el coche, que estaba aprendiendo mucho en esta nueva experiencia, que le interesaba el mundo vasco y que su padre le había hablado de Joseba Elosegui al que había conocido en la cárcel.
Yo le había conocido a él en otros tiempos. Iglesias hacía su trabajo y era conocido en su medio universitario y gracias a estos programas, pero no del gran público. Jamás hubiéramos pensado que ese día las encuestas colocarían a su partido Podemos, del que es secretario general, por encima del PSOE y del PP en intención de voto. Una situación de crisis económica en la que había sido difícil distinguir entre el PP y el PSOE en la solución a la misma, escenas patéticas de desahucios, una justicia que actuaba como correa de transmisión de los dos partido citados del bipartidismo monárquico, corrupción generalizada en Ayuntamientos, Diputaciones, Cajas de Ahorro, financiación obscena del PP, una clase política funcionando como Casta, la abdicación de un rey corrupto, una crisis descomunal en Catalunya, el cansancio de una sociedad que comprobaba que votar a uno u otro partido era lo mismo, habían hecho de Iglesias un poderoso e inquietante líder emergente con discurso propio, poco pasado político, un insinuado programa muy contundente, un equipo nuevo y sobre todo, tras las elecciones europeas donde había irrumpido con cinco eurodiputados, un adversario-enemigo a batir por los dos grandes partidos del sistema a los que se le unía una IU sin saber mucho que hacer.
Pablo Iglesias suele entrevistar a una persona del campo de la política, del periodismo o de la vida normal los viernes. Otros días lo hacen Juan Carlos Monedero, Tania Sánchez y algún otro dirigente de Podemos y a mí me había llamado ese viernes, tras haber estado toda la semana en Madrid, con traca final con García Margallo la víspera, por lo que podía acudir a su set y someterme a sus preguntas. La anterior entrevista se la había hecho a Iñaki Gabilondo.
Antes estuvimos hablando con el director del medio que nos ilustró amablemente sobre el futuro del periodismo digital y sobre PÚBLICO y de cómo, antes de ser conocido, le habían ofrecido a Pablo Iglesias y a su equipo la posibilidad de montar el espacio de La Tuerka en su medio y estaban muy satisfechos por el resultado.
Y tras el maquillaje al set. Fondo negro, y dos sillas enfrentadas o puestas enfrente, un Pablo Iglesias con camisa desabrochada en el cuello aunque con corbata y el mismo look conocido comenzó dándome las gracias y diciendo que a pesar de las diferencias ideológicas podíamos conversar amigablemente. Y es lo que hicimos durante una hora hablando sobre mis primeros años venezolanos, sobre el chavismo, sobre la política en el Congreso, sobre ETA, sobre nuestra ideología para terminar opinando sobre los jesuitas, el Papa, Arzalluz, Garaikoetxea, Onaindia, Aznar, el rey y personas así.
Le contesté a su pregunta sobre ETA que lógicamente su acción armada, su terrorismo, tenía origen y componentes políticos ya que sus acciones y atentados no salían en las páginas de sucesos y le dije que al PNV no le asusta nada Podemos aunque en este momento den miedo a ciertas gentes porque hemos conocido lo que dan de sí el PP y el PSOE en el poder y que la fórmula está más que agotada. Me dijo que no era nacionalista vasco, algo evidente, pero que admitía el derecho a decidir de la gente, cosa la cual dicha en la Gran Vía de Madrid tiene su mérito y su novedad.
Y terminó la entrevista brindando por una serie de cosas con una taza de La Tuerka y con el piropo de que la hora se le había pasado en un pis pas. Él estuvo muy amable en toda la entrevista. Creo que la misma se transmitirá por internet.
Fue una experiencia interesante. Se emitirá el domingo 11 de enero a las 22:30.