¿Quién le hace los discursos a Felipe VI?

Sábado 24 de enero de 2015

112.15Siempre he tenido gran curiosidad por saber quien le escribe los discursos al rey porque bien se ocupan ellos de dejarlo en la nebulosa. En Inglaterra todo el mundo sabe que la reina lee el discurso que el primer ministro le prepara para su intervención anual en Westminster, pero aquí siempre nos quieren hacer entender que son intervenciones de su Majestad, o de su entorno, enriquecidas por académicos o periodistas afectos.

Son discursos inanes, sin chicha ni limoná, que nunca hacen historia. Tienen el objetivo de no levantar polémica alguna y para ello jamás hay que hablar de cosas concretas como  la corrupción, propia o ajena, de la débil política exterior, de la vergonzosa situación del Sahara, de lo que fue el Gal, de las desigualdades sociales, de la falta de generosidad y de solidaridad y cosas así.

En Estados Unidos todo el mundo sabe que el presidente tiene una colección de escribanos a cual mejor. Recordemos lo que fue Sorensen para Kennedy.

O los que tiene Obama que preparan su discurso sobre el Estado de la Unión con mimo y, al parecer, este pasado martes ha dado en el blanco. Y Obama, y ahí le vemos en la foto, con su pirata escribidor haciendo mofa de estas cosas. ¿Se imagina alguien algo parecido por aquí?.

Felipe VI seguirá leyendo discursos prescindibles que nadie sabe quien redacta. Por lo menos el Presidente de los Estados Unidos, buen orador, se fotografía con él haciendo el ganso.

Dos semanas en un hotel de Honolulu y otra más en una habitación sin ventanas en el sótano del Ala Oeste de la Casa Blanca frente a un ordenador para parir un texto de unas 6.000 palabras en el que, entre otras medidas, se incluye la petición al Congreso de EEUU de que se país tenga baja por maternidad, o el anuncio de medidas para controlar la emisión de metano, lo que es un golpe a la industria del fracking.

Eso es lo que le ha costado crear el borrador del Discurso del Estado de la Unión a Cody Keenan, el hombre que hace los discursos de Barack Obama. Desde que Jon Favreau se fue para escribir guiones de Hollywood hace dos años -donde, paradójicamente, compite con otra persona del mismo nombre, productor, entre otras, de las series Iron Man y The Office- Keenan es el negro de Obama (en EEUU los llaman escritores fantasmas, o ghost writers, acaso para no molestar al 13% de la población, incluyendo al presidente y a su familia).

Según The New York Times, Keenan, de 34 años, acabó el discurso un día de la semana pasada a las cinco de la mañana, con su amigo Ben Rhodes, el número dos del Consejo de Seguridad Nacional y uno de los artífices de la apertura de EEUU a Cuba. Lo hicieron a base de whiskies de malta. No en balde, Obama ha apodado a Keenan, Hemingway, aunque se supone que es por su habilidad con la pluma, no con la botella.

El diario, sin embargo, no explica si el presidente lo aceptó, solicitó cambios o, como hace a veces, lo reescribió entero.

Si los discursos de Favreau eran generalistas, los de Keenan son propensos a usar historias personales. Es una táctica que puede venir muy bien a Obama en lo que una intervención relativamente larga -más de 45 minutos- con particular énfasis en un Presupuesto para el próximo año fiscal, que empieza el 1 de octubre, basado  en gravar al 0,001% de la población más rica y en aumentar las ayudas a la clase media.

A pesar de la atención que han recibido -gracias, en buena medida, a la estrategia de filtrarlas a los medios antes del Discurso- estas medidas solo representarían un aumento de la recaudación de menos del 1%. Pero su impacto psicológico es grande. Indican que Obama quiere reducir el castigo fiscal que reciben las rentas del trabajo en comparación con las del capital. Y, en el terreno de las realidades, suponen dar ayudas a las personas que necesitan más de un empleo para llegar a final de mes o a los jóvenes que quieren acceder a la universidad.

Son propuestas con poca o ninguna posibilidad de ser aprobadas por un Congreso republicano. Pero le pueden venir bien a él y al candidato demócrata -presumiblemente, Hilary Clinton- en 2016. Según un sondeo de Gallup, en 1998 sólo el 45% de los estadounidenses apoyaban el uso del sistema impositivo para redistribuir la riqueza. En 2013, ese porcentaje había subido al 52%.

Yendo en solitario a Obama no le va mal. Desde noviembre, el presidente ha lanzado una amplia reforma inmigratoria que parece que los republicanos no van a poder parar en el Congreso, ha comenzado el deshielo de Cuba y alcanzado un pacto con China para limitar las emisiones de gases que producen el efecto invernadero. En ese tiempo, su popularidad ha subido cinco puntos, al nivel en el que estaba la de Reagan -junto con Clinton, el presidente de más éxito en el último medio siglo- a estas alturas de su mandato.

Pero esto solo ocurre en los Estados Unidos.

Aquí Felipe VI lee discursos hechos o por militares o por aburridos funcionarios.

Una pena que no tenga ningún pirata. Serían más divertidos.

 

Un comentario en «¿Quién le hace los discursos a Felipe VI?»

  1. Hace años, creo que con UCD, coincidí con unos amigos de amigos entre los que se encontraba una persona de ese partido.

    Él aseguraba que cuando el Rey iba ha hacer alguno de sus discursos, había 3 o 4 personas que escribían cada una de ellas un discurso en el que se hablaba de los temas que previamente se habían comentado (entiendo que el gobierno de turno).

    Entre esos 3 o 4 discursos, se elegía uno de ellos para que el Rey lo leyera. El caso es que esta persona en varias ocasiones había escrito alguno de esos discursos para el Rey (según contaba).

    ¿Cierto, no cierto? No lo sé con seguridad pero esa persona muy cercana a la cúpula de UDC lo contaba así.

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