Domingo 12 de abril de 2015
Este domingo, 12 de abril se han celebrado doce años del asesinato del cámara José Couso y, su hermano David, eurodiputado de IU, ha organizado frente a la embajada norteamericana de Madrid una protesta ya que fue un tanque estadounidense quien disparó contra el hotel Palestina en Bagdad matando a un periodista ucraniano y a José Couso. El Pentágono reconoció el delito.
Couso era un cámara muy conocido en el Congreso. En mi despacho estuvo docenas de veces. Era corresponsal de EFE y ETB y lo había sido de T-5 y Canal Plus. Su muerte nos afectó de manera especial por la cercanía y el conocimiento que de él teníamos.
Digo en el título que a su hermano David se le ha olvidado hoy, no sé por qué, denunciar al ministro de Justicia de la época, Juan Fernando López Aguilar por su labor obstruccionista en averiguar aquel asesinato. El juez Pedraz había ordenado la detención de los responsables y la embajada norteamericana se puso en contacto con el ministro y éste les dijo que «pondrá todo su empeño en cuestionar la decisión del juez con argumentos técnicos». Tras ésto, el embajador norteamericano Aguirre escribió a su jefe que «intuía que el gobierno español buscaría una vía para acabar con el caso de forma silenciosa».
Todo esto apareció en los papeles de Wikileaks publicados en el Diario El País. Nunca fueron desmentidos.
Este es señores Juan Fernando López Aguilar, un tipo indeseable bajo cualquier punto de vista.
Pero mi extrañeza es ¿por qué el hermano de José, de IU, no ha denunciado hoy también ésto?.
Sería bueno lo aclarara, porque lo que hizo aquel entonces López Aguilar fue un delito flagrante de obstrucción a la Justicia.
Por eso lo que le está ocurriendo ahora, no me extraña absolutamente nada.
¿Y por qué la prensa española no se acuerda de estas cosas?.
No tengo el disgusto de conocer al tal Juan Fernando, excepto indirectamente, por los efectos de su bárbara y genocida ley, popularmente conocida como «Ley Juan Fernando, si tu mujer te denuncia, que te vayan dando».
Me da la sensación de que el susodicho está para pocas bromas, pero sus innumerables víctimas para ninguna.