Viernes 4 de diciembre de 2015
Hace cuatro años las elecciones legislativas españolas fueron el 20 de noviembre, 36 años después de la muerte de Franco. Las había convocado el presidente Rodríguez Zapatero cuatro meses antes del fin de su mandato. Previamente había anunciado que no se presentaba. Estaba muy tocado por una crisis económica que no había sabido ver ni nombrar .El candidato socialista era quien había sido el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba quien a falta de ofrecimientos ponía en valor que hacía un mes, ETA había anunciado el cese definitivo de la lucha armada. Y aunque Felipe González y Alfonso Guerra en Dos Hermanas destacaron este hecho, el asunto estaba amortizado. Lo que importaba era la crisis y no una ETA que había condicionado todas las campañas anteriores.
Cuatro años después ETA no existe y lo vasco en Madrid no preocupa. Con la Izquierda Abertzale en crisis al PSOE le preocupa Podemos y al PP, Ciudadanos. Y a los dos la quiebra del bipartidismo que hacía cuatro años eran los dos actores de la política española.
Y como en la Villa y Corte se hace política con superficialidad, lo importante de estos últimos meses, ya en campaña, han sido las encuestas para lograr llamar la atención a los indecisos y pedirles que se apunten a caballo ganador y las apariciones, cuantas más mejor, en las distintas televisiones que han jaleado sobre todo a Rivera y a Iglesias. El resto no existimos.
No existen para este frívolo Madrid ni Convergencia ni el PNV y eso que las elecciones son parlamentarias. Se eligen a 350 diputados y a 266 senadores y en esta Cámara, además, con listas abiertas y que encima van a tener por primera vez un resultado distinto que en el Congreso. Podemos y Ciudadanos van a tener en el Senado una pequeña representación pudiendo el PP bordear la mayoría absoluta que prima las provincias poco pobladas.
Nos dicen que la democracia es el gobierno de la mayoría con respeto a las minorías. Falso en España. ”Los periféricos” como nos llaman no existimos siendo en el caso catalán, el problema más importante que tiene para la Cibeles su famosa unidad. Nada se habla de nosotros en las encuestas, no hay acceso a los debates y España sigue siendo UNA y sobre todo UNA, castellana y andaluza. No hay nacionalidades y como ya no existe ETA como problema, lo vasco va a tener en esta campaña una alusión tangencial centrada solo en El Concierto por parte de Ciudadanos que quiere acabar con él y con el Convenio de Navarra.
Y, finalmente, la anomalía de que los partidos de ámbito estatal tienen dos impactos en la campaña. Una por ser españoles, otra por presentarse con su sucursal vasca, mientras los partidos vascos, solo tienen un impacto y solo en Euskadi.
Los partidos nacionalistas acudimos a estas elecciones con las manos atadas a la espalda y sin que en Madrid hayan asumido eso de la pluralidad del estado, aunque se les llene la boca por ello.