Martes 23 de febrero de 2016
Todo gira estos días en la Izquierda Abertzale en función con la salida de la cárcel de Logroño de Arnaldo Otegi y de su posterior mitin en el Velódromo de Anoeta. Noqueada, el bálsamo Otegi lo esperan como agua de mayo a pesar de que todavía no se sepa si será inhabilitado o no. Si lo es, esa será su campaña. Si no lo es, los seis años y medio de cárcel de Otegi serán su programa de presentación, aunque los menores de cuarenta años de ese mundo no crean que esa agua mueva hoy molino alguno.
Y si lo inhabilitan sería una aberración. Aunque a Carlos Urquijo le encantaría.
Nosotros siempre hemos estado en contra del encarcelamiento de Otegi. Fue la política de la venganza la que el estado español puso en marcha la que le llevó a la cárcel. Y ha sido una auténtica prevaricación ese encarcelamiento.
Lo que a mí me extraña y me llama la atención es el olvido de la Izquierda abertzale del ex secretario de LAB, Rafa Diez Usabiaga.
El sindicalista de Lasarte, que este año cumple sesenta, es un hombre comprometido que tras el atentado de la T-4 dijo aquello de que «con bombas no hay proceso». Ha sido diputado y parlamentario vasco y estuvo en las conversaciones de Argel de 1989 y doce años secretario general de LAB.
Su detención y la inhumanidad de volverle a meter en la cárcel, tras su salida para cuidar a su madre, clama al cielo, pero también clama al cielo la indiferencia de Sortu, Bildu, Amaiur es decir de toda la Izquierda Abertzale, de Ainhoa Etxaide y de LAB ante el encarcelamiento de Diez Usabiaga al que no le han hecho el menor caso y que seguirá en prisión un año más. Y si alguien no tiene que estar en la cárcel es este sindicalista comprometido con el proceso de paz. Mucho más que cualquier otro.
Todo es ahora Otegi. Todo está en función de Otegi, de su salida de la cárcel y del mitin del Velódromo, pero, ¿qué pasa con Rafa Diez Usabiaga?.
Me parece que todo este montaje electoral tiene pie de barro y es deplorable por su cálculo y por su frialdad hacia otro encarcelado con lo que la argumentación sobre Otegi y su persecución cae al suelo. O tratan a los dos igual, o son unos caraduras que lo único que quieren hacer es organizar un acto electoral, manipulando solo un sufrimiento mientras lanza al ruedo, angustiadamente, un candidato electoral.