Domingo 6 de marzo de 2016
El título es un poco raro. Pero tiene su explicación en la relación tan fluida que mantuvimos con él. Y conviene contarla ahora que acaba de fallecer. Aunque quienes de verdad trataron y trabajaron con él fueron Gorka Aguirre y Joseba Zubia.
Asunción nació en Manises de cuya localidad fue alcalde. Fue asimismo presidente de la Diputación de Valencia, realizando una gestión muy práctica. En tiempos de los ministros Barrionuevo y ministro Corcuera fue Director General de Instituciones Penitenciarias de 1988 a 1993 y cuando dimitió Corcuera en 1993 Felipe González lo designó ministro del Interior. Dimitió de éste puesto en 1994, sustituyéndole Juan Alberto Belloch, tras la huida de Luis Roldán.
Poco antes estuvimos comiendo en el Ministerio con él. Y nos decía que cada puchero que abría encontraba un escándalo. Y creo que dimitió no por la fuga de Roldán sino por toda la porquería que encontró en el ministerio y que Barrionuevo y Corcuera no habían limpiado.
Fue muy productiva su etapa de Director de Instituciones Penitenciarias con Enrique Múgica que ni se enteraba lo que hacía su Director, una persona inteligente, dialogante y práctica.
Con el PNV trabajó estrechamente con los portavoces del Senado Carmelo Renobales y Joseba Zubia. Y con Luis María Retolaza y Gorka Aguirre cuando el primero era el Consejero del Interior.
Se hacía un trabajo de intermediación con aquellos presos y sus familias que querían acogerse a la reinserción y ETA no les dejaba. Ese trabajo discreto, con las familias, con el preso fue muy fructífero y esa historia se la ha llevado Asunción a la tumba. Queda Joseba Zubia que es como otra tumba.
Recuerdo una cena en el caserío que la familia Retolaza tiene en Matxitxako. Sirvieron los clásicos pimientos mientras con Arzalluz, Retolaza, Gorka Aguirre y Zubia hablábamos de todo. Asunción agradeció aquellos pimientos de Bakio. Al dejar el caserío pasamos por otro y personalmente le obsequié con una caja de pimientos. Con el tiempo, la diputada valenciana, Adela Plá me comentó en el Congreso lo mucho que nos quería Antoni hasta el punto de comerse unos pimientos que no le gustaban nada.
Zubia comió con él el día en que era noticia su nombramiento como ministro. Lo hicieron en el Palace. Zubia pensaba que el nuevo ministro declinaría aquella comida habida cuenta de su nombramiento. «¿Por qué iba a dejar este compromiso?» le dijo a Joseba y hablaron de lo que había que hacer para lograr progresiones de grado, y reinserciones varias.
Ha muerto pues un buen amigo, un demócrata, un tipo inteligente y honrado. Otra cosa hubiera sido el PSOE sin Corcueras y Barrionuevos y con más Asunciones.