Sábado 12 de marzo de 2016
En el fallido pleno de Investidura de Pedro Sánchez intervino en su turno el portavoz de Esquerra, Joan Tardá. Reproducimos la misma pues el frente catalán para Sánchez es cada vez más inexpugnable, mucho más tras su pacto con Ciudadanos.
Parece mentira que un candidato a gobernar la España de los Borbones no haya elaborado un discurso territorial solvente. Es lamentable, pero es así. Por eso Tardá estuvo tan contundente y claro.
Esta fue su intervención:
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor candidato.
Continuamos con los turnos de intervención y es el tiempo del Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana. Tiene la palabra el señor Tardà. (Rumores). Se ruega silencio.
El señor TARDÀ I COMA: Gracias, señor presidente.
Señorías, atendiendo al hecho de que voy a dirigirme al candidato, antes, para que nadie se lleve a engaño, me dirigiré a todos ustedes para decirles que, siguiendo el mandato del 27 de septiembre, en Catalunya ya estamos en el escenario de la desconexión (Un señor diputado: ¡No!), que prontamente vamos a iniciar el proceso constituyente y, si es voluntad de la ciudadanía, prontamente también proclamaremos la República de Catalunya. (Aplausos).
Señor candidato, usted vive instalado en una gran contradicción. Por un lado nos habla de progreso y de justicia, pero por otro lado usted califica de desafío la voluntad democrática y mayoritaria del pueblo de Catalunya de construir una república, que es la manera que utilizamos los catalanes republicanos para denominar la independencia; una república para hacer posible una sociedad socialmente más igualitaria y una democracia de excelencia. Sepa usted, señor candidato, que no se trata de un problema territorial ni de competencias ni de privilegios. Se trata de la libertad, de la independencia de mi país. Y usted nos habla de desafío. O sea, continúa con la política basada en la criminalización de los resultados electorales tratando a los 2 millones de catalanes y catalanas que votaron independencia el 27 de septiembre como si fuesen sujetos de un motín sedicioso. ¿Cómo puede usted presentarse como progresista y a la vez regeneracionista si sigue la estela de un partido que fue fundado por un ministro de Franco y otro partido que nació con solo un objetivo, dinamitar el gran pacto no escrito de las clases populares catalanas, que no es otro que el sistema de inmersión lingüística en el sistema escolar después de decenios -¡decenios!, usted no sabe ni de lo que le estoy hablando- de genocidio lingüístico? (Una señora diputada: ¡Hala!).
Además, usted ignora los resultados del 27 de septiembre, cuando nació el mandato democrático para construir la independencia. Fíjese, con una participación del 77% -altísima-, un 48% de sufragios permitieron gozar de una mayoría absoluta independentista -72 diputados-, mientras que el Partido Socialista, el Partido Popular y Ciudadanos alcanzaron el 39%. El resto, un 12%, son ciudadanos catalanes que, aun cuando no son independentistas, sí abogan y están comprometidos con el derecho a decidir y con la celebración de un referéndum. Si quiere, podemos comparar estos resultados con los obtenidos el 20 de diciembre. El Partido Popular alcanzó el 28%, y usted pretende ser, con un par, presidente del Gobierno de España con el 22%. En consecuencia, el Parlament de Catalunya está legitimado para iniciar el proceso constituyente hacia la república, pero el Partido Socialista, el Partido Popular y Ciudadanos afirman que no van a negociar. Esta es, a nuestro entender, una actitud conservadora, retrógrada e incluso estúpida por estéril porque, de acuerdo con los principios democráticos universales, España no puede retener a Cataluña sin el consentimiento de los ciudadanos catalanes, porque una unidad impuesta equivale a un maltrato, equivale a una violación de derechos, y el consentimiento de los gobernados -espero que usted no pueda nunca negarme esto- es lo que diferencia un Gobierno o un régimen democrático de otro despótico. Por eso los demócratas españoles deberían ser los primeros interesados en exigir un referéndum a la escocesa para saber si los catalanes quieren o no pertenecer al Estado español. Y también los demócratas españoles deberían ser los primeros interesados en preguntarse por qué razón hemos llegado hasta este escenario. Si lo hacen sin prejuicios y nosotros -fraternalmente- se lo pedimos, entenderán por qué razón hoy aquí nosotros, los republicanos, vamos a votar en contra de su investidura, como votaremos en contra de la investidura del señor Rajoy, si acaso dentro de unas semanas lo pretendiera.
Usted nos ha hablado hoy de progreso, y yo le digo que pocas lecciones de progreso pueden darnos a los catalanes. Sepa que históricamente -históricamente- siempre que un mandatario político español se ha dirigido a los catalanes y les ha pedido colaboración y complicidad en nombre del progreso, siempre los catalanes nos hemos sentido concernidos e interpelados. Recuerde el 14 de abril del año 1931: proclamamos la república catalana y al cabo de setenta y dos horas renunciamos a ella a fin y efecto de consolidar la república española que, por cierto, fue integral y no federal. Y lo demostramos también en el año 1977, con el retorno de Josep Tarradellas, dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya y el restablecimiento de la Generalitat republicana, sin la cual los catalanes no habrían votado afirmativamente la Constitución española en el año 1978 y la Transición posiblemente habría naufragado. Y lo demostramos en los años 1978 y 1981, cuando se asumió el concepto de nacionalidad -por cierto copyright catalán: Pi i Margall-, y se aprobó un estatuto que requería de referéndum para su aprobación y para su modificación. En aquel momento Cataluña estaba convencida de que el Estado español evolucionaría como Bélgica, que en el año 1960 era un Estado unitario y monolingüe, y hoy Bélgica es un Estado federal y plurilingüe. Fíjense si es plurilingüe que incluso en los consejos de ministros se utiliza la traducción simultánea.
En el año 1981 llegó el portazo de la mano de los generales Armada y Milans del Bosch, portazo a una verdadera reconciliación entre Cataluña y España, trescientos años después de habernos aplicado el Decreto de Nueva Planta por el que se anexionaba Cataluña al Reino de Castilla invocando el derecho de conquista. Lo dicho: en 1981, portazo, Loapa y café para todos. Y lo volvimos a intentar en el año 2004, ¿sabe cómo? Cuando acudimos a la llamada de su secretario general, ¿se acuerda del: Apoyaré el Estatut que apruebe el Parlament de Catalunya? ¿Lo recuerdan? Se trataba, evidentemente, de acuñar un nuevo estatuto de segunda generación que nos permitiera recuperar el rango perdido a raíz del golpe de Estado de los tricornios. Confiamos en la palabra de Zapatero, cumplimos rigurosamente con toda la legalidad y ustedes engañaron al president Maragall, engañaron a los republicanos y engañaron a una buena parte de la sociedad catalana. Todo resultó un engaño, razón por la cual estamos aquí hoy vacunados, señor Sánchez; estamos vacunados ante sus propuestas mínimamente federalizantes y cuando asistimos a una nueva versión del pacto antiautonómico del 23-F a raíz del acuerdo de ustedes con Ciudadanos.
Y la realidad es muy otra, la realidad es que los catalanes padecemos un expolio fiscal aberrante, de 13.000 a 16.000 millones cada año, que pagamos y que no vuelven. Por cierto, el mismo expolio fiscal que sufren en el País Valencià y en Illes Balears. (Aplausos). Y la inversión pública del Estado solo alcanza el 12% del producto interior bruto, cuando Cataluña representa el 21% del PIB y el 16% de la población, o somos víctimas del sistema radial del AVE insostenible que ha marginado el corredor mediterráneo, fundamental para la economía del País Valencià y del principat de Catalunya. Y, en paralelo -y lo más preocupante-, en paralelo, odio, ¡odio!, odio y catalanofobia; catalanofobia que llegó a su paroxismo durante el proceso estatutario desplegado por la oligarquía y los partidos políticos, los mismos partidos políticos y la misma oligarquía que hoy defienden la unidad de España. Nunca la BBC hubiera tratado a los escoceses de nazis, de enfermos mentales, de pueblerinos, de corruptos, como lo hicieron las televisiones españolas, públicas y privadas, dirigentes de su partido político -el señor Leguina, el señor Guerra-, la Conferencia Episcopal, la CEOE e incluso mandos militares. Aun así, en la sociedad catalana de entonces todavía había esperanza. Fíjense si todavía había esperanza que los republicanos, en el referéndum del Estatut, pedimos el no y salió el sí. ¿Saben por qué perdimos los republicanos? Porque entonces todavía existía una mayoría de catalanes y catalanas que confiaba en un acuerdo con España. Pero ustedes volvieron a la carga: recursos de inconstitucionalidad presentados por miembros de su partido -señor Múgica Herzog-, por parte del PP, por supuesto y por parte de diversos Gobiernos autonómicos, y todo ello en un contexto de un Tribunal Constitucional corrompido en sus funciones, vendido -digo vendido- a los grandes partidos políticos y que dio lugar a una sentencia-golpe de Estado contra el Estatut; por cierto, sentencia-golpe de Estado que fue calificada así por el catedrático Javier Pérez Royo. Por esto hoy Cataluña se rige por un Estatut que no es el que votó la ciudadanía, que fue impuesto por un Tribunal Constitucional vulnerando su amada Constitución, vulnerando el artículo 152.2. Porque si el Tribunal Constitucional consideraba anticonstitucionales algunos artículos, hubiera tenido que ordenar la repetición de todo el procedimiento y del referéndum. O sea, este Tribunal Constitucional se cargó el principio democrático básico que consagra que la ley emana del pueblo. En conclusión, en una democracia que hubiera roto total y radicalmente con el franquismo nunca, nunca, nunca unos magistrados se hubieran atrevido a modificar un estatut que previamente había sido refrendado por el pueblo. Si ustedes perseguían la castración química de Cataluña y creyeron conseguirla, es que no ens coneixen, es que no ens coneixen. Nosotros a ustedes sí que les conocemos, porque orgullosamente hablamos catalán y castellano, y conocemos nuestra historia y la suya, ustedes al revés no. (Rumores.-Aplausos). Por eso usted afirma cosas lamentables como que en Cataluña hay fractura. ¡No tiene ni idea! No tiene ni idea. (Aplausos).
¿Ustedes creían que un pueblo que ha sido capaz de organizar las manifestaciones más extraordinarias en Europa desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial iba a quedarse de brazos cruzados? ¡Insensato! (Risas y aplausos). ¿Qué se creía usted, que nos quedaríamos con los brazos cruzados? (Aplausos). Por eso en el año 2014 aquí llegó una petición avalada por el Parlament de Catalunya, por las dos terceras partes, incluso el Partido Socialista de Cataluña, ¡quién lo ha visto y quién lo ve! ¿Y qué dijeron ustedes? Ustedes dijeron que no, ustedes y ustedes (Señalando al Grupo Parlamentario Socialista y al Grupo Parlamentario Popular en el Congreso), y quince veces más que lo pretendimos, nos lo rechazaron. Por cierto, ¡no vamos a pedirlo más! (Aplausos).
No le niego que me sorprendería mucho que ustedes ofrecieran un referéndum a realizar en el plazo de un año, pero creo que usted debería nacer otra vez. No va a pasar. Pero que sepa que esto tiene un precio, esto tiene el precio de que cada vez se alejan más, por ejemplo, de Reino Unido, que demostró cómo un Estado resuelve un conflicto nacional. Fíjese, señor Sánchez, cuando los independentistas catalanes alcanzamos el 27 de septiembre el 48%, dejábamos atrás el 44% que alcanzaron los independentistas en Escocia; ellos el 44, nosotros el 48. ¿Qué hizo Londres? Negoció. No hubo descalificaciones, no hubo insultos, no hubo suspensiones ni recursos a los tribunales, y, por supuesto, no se apeló a la sagrada unidad de la Gran Bretaña.
A pesar de ser joven, usted, señor Sánchez, es muy, muy antiguo. Antiguo, antiguo, porque tiene una visión uninacional. De hecho, ¿usted qué está haciendo con esta posición? Usted se ratifica en las mismas voluntades de tantos otros políticos que le han precedido, que han negado, por ejemplo, al País Valencià, a las Illes, al principat de Catalunya y a las otras naciones del actual Estado español el trato de igualdad; igualdad entre pueblos, igualdad y reconocimiento entre naciones, rechazando una comprensión pluricultural. Me hizo gracia el otro día cuando usted presentó el proyecto de una ley de lenguas. Aquí, este diputado humildemente la defendió hace ocho o nueve años y ustedes todavía se están riendo, y todavía tenemos dificultades para hablar nuestra lengua en este Parlamento. De manera que visión pluricultural, visión plurilingüística, visión plurinacional no existe ni va a existir por desgracia.
Además ustedes nos venden la moto, pretenden vendernos la moto diciéndonos hipócritamente que la solución está en la reforma de la Constitución. Usted sabe que esto no es posible porque el texto constitucional español, y esto usted lo esconde, es uno de los textos constitucionales más bloqueados precisamente para evitar su reforma. En definitiva, se trata de un búnker -un búnker en manos de ustedes, de Ciudadanos y del Grupo Popular-, y siempre tanto los catalanes, como los gallegos y los vascos, siempre, siempre seremos una minoría demográfica en manos de ustedes, que no reconocen Cataluña como nación y que además dicen que nunca van a hacerlo.
Señor Sánchez, basta ya de reduccionismos. Por supuesto que Cataluña no es una colonia, por supuesto que no lo es, razón por la cual nunca hemos pretendido acogernos al procedimiento establecido por Naciones Unidas en el Comité de Descolonización, pero sí somos un país anexionado -por eso antes le he hablado del Decreto de Nueva Planta-, y el paso de los siglos -esto debería saberlo usted- no ha hecho prescribir los derechos de Cataluña sobre su soberanía. Recuerde que el derecho de autodeterminación nació para el caso de la anexión de Irlanda y por eso el presidente Wilson lo incorporó a su declaración.
Los tribunales españoles no tienen derecho a constituirse ni en juez ni en parte. En todo caso -y atención-, solo un tribunal internacional puede ser juez imparcial y yo le pregunto: ¿Está dispuesto el Estado español, en caso de que usted gobernara algún día, a plantear el conflicto de Cataluña ante el Tribunal Internacional de La Haya? ¡Que dirima! ¡Que dirima el Tribunal Internacional de La Haya sobre si los catalanes tenemos derecho o no a ejercer el derecho a decidir! En definitiva, le digo lo siguiente. En esta encrucijada, en la encrucijada en que se encuentran todos ustedes, excepto aquellos que apuestan por el derecho a decidir, ustedes tienen que optar por dos caminos: por la vía democrática o bien por la vía de los Estados de tradición autoritaria, y para no ofender a nadie me los callo. (Risas.)
Señor candidato, aspiramos a proclamar la república prontamente. ¿Sabe por qué? Porque queremos ser como los Estados del norte de Europa, que figuran en los primeros puestos del ranquin mundial de transparencia y honradez en las instituciones públicas. Estamos hartos de padecer la corrupción aquí y en Cataluña, cáncer de la democracia que salpica a los partidos políticos que han ejercido el poder, que salpica a las administraciones públicas y a parte del mundo empresarial. Mientras millones de personas perdían el trabajo y las familias se hundían en la miseria, mientras los desahucios se multiplicaban exponencialmente, incluso la Casa Real, incluso la Casa Real, mostraba su putrefacción. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!) ¿Sabe cuál es la razón? ¿Sabe por qué ustedes también son responsables de todo ello? Porque la extensión de la corrupción y la falta de normas éticas de la clase política y parte de la clase empresarial forma parte intrínseca del sistema constitucional de 1978, lo cual me lleva a uno de los fundamentos del actual régimen monárquico, es decir, la impunidad de los crímenes contra la humanidad cometidos por el régimen militar franquista; repito, la impunidad de los crímenes contra la humanidad cometidos por el régimen militar franquista que ustedes además blindaron con la Ley de la Memoria del año 2007. Fabiola Letelier, hermana del ministro de Defensa chileno asesinado por encargo del criminal Pinochet, escribía: La impunidad socializa la perversa idea de que todo está permitido y los delitos más graves no merecen castigo, fomentando así la anomia generalizada y la corrupción en los más variados ámbitos de la vida. Lo dicho, barra libre. Si el jefe del Estado, el anterior, no tuvo la obligación de pedir perdón por haber jurado los Principios Fundamentales del Movimiento, no tuvo la obligación de pedir perdón por su complicidad con tantos y tantos asesinatos de la dictadura, ¿por qué razón tenía que ser transparente en sus negocios o finanzas? ¿Por qué?
Nos urge, señor candidato, la independencia, la república, porque no queremos sacrificar dos o tres generaciones de catalanes. Los hechos demuestran que no existe futuro económico sin independencia y su discurso nos reafirma en ello porque su programa no altera ni corrige los parámetros y la estructura de la oligarquía que ha conducido a la economía española a la desolación que afecta a millones de ciudadanos. No responde usted a por qué la crisis española es más grave que en el resto de la Unión Europea, excepto en Grecia; no responde a por qué la cifra de 4,5 millones de parados se presenta por los representantes de la oligarquía como un éxito de recuperación económica; no responde a por qué se ha desahuciado a más de 150.000 personas mientras se acepta que los bancos no devuelvan 37.000 millones -nuestros- de los más de 61.000 millones que les hemos inyectado, y tampoco responde a por qué se puede ignorar la frustración de centenares de miles de jóvenes que padecen el 50% de paro mientras se presentan medidas del agrado de los Alierta de Telefónica, de los Fainé de la Caixa, de los González del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, de los Entrecanales de Acciona y una larga lista que incluso podría finalizar con don Florentino Pérez, de ACS, a quien ustedes regalaron dinero para rescatar autopistas y luego pegó el pelotazo de El Castor. Al revés, ustedes mantienen una actitud reverencial respecto a ellos, pero beneficiándose de las puertas giratorias y si no pregúntenselo a la ministra Salgado o a Trinidad Jiménez. (Aplausos). En definitiva, supeditación a los poderes financieros y le voy a poner dos ejemplos que deberían avergonzarle, máxime hoy porque ayer no tuvo la honradez de pedir disculpas ni de ser autocrítico. Uno, la modificación exprés del artículo 135 de la Constitución para hacer prioritario el pago de la deuda sobre gasto social y, dos, hacer posible la devaluación interna mediante reformas laborales o dinamitando parte del Estado del bienestar, porque hay que reconocer que algunas de las medidas las iniciaron ustedes, es decir, ustedes centraron el balón para que el Partido Popular pudiera rematar y ganar el partido a favor del neoliberalismo. (Aplausos).
Señor Sánchez, con sus permanentes rechazos a los catalanes, a las ansias de libertad de muchos catalanes, quisieron enviarnos al infierno de Dante, aquel infierno que está presidido por el emblema: Abandonad toda esperanza. Renunciaron a persuadir a los catalanes mediante un referéndum y ni se plantearon aceptar la mediación de un tribunal internacional. Pues bien, vamos a construir la independencia desde el mandato democrático del 27 de septiembre, nacido en las urnas. ¿Y cómo han reaccionado ustedes? Hubieran podido reaccionar limitándose a votar no a la investidura -legítimamente, por supuesto- del Govern de Puigdemont, pero no se han conformado con ello. Han judicializado los resultados e incluso intentaron impedir el debate de la resolución del 9 de noviembre. En definitiva, lo más perverso es que ustedes pretenden tratar la actuación del Parlament y del Govern como una infracción penal. ¿Se ha preguntado, señor Sánchez, a dónde les lleva este camino? Con la reforma última del Tribunal Constitucional, este criminaliza a la presidenta del Parlament, a la Mesa y a otros cargos elegidos por la ciudadanía cuando acepta la petición del abogado del Estado de que se les aperciba del delito de desobediencia si cumplen -atención- con el mandato democrático de las urnas. Esta espiral, señor Sánchez, que ha iniciado el Estado español conllevará posiblemente la existencia de nuevo de presos políticos y, por supuesto -no lo dude-, provocará el nacimiento de un movimiento de desobediencia civil desde las instituciones. Suspenderán, inhabilitarán, ¿y al final qué? ¿Nos encarcelarán? (Risas). ¿Al final qué, nos van a encarcelar? ¿Encarcelarán a los representantes democráticos del pueblo de Cataluña? ¿Encarcelarán a los alcaldes y a los concejales que se solidarizarán y se sumarán a la insumisión pacífica? Ustedes ya han empezado a reprimirnos. Artur Mas, expresidente de mi país, las conselleras Rigau y Ortega e incluso el diputado Homs serán juzgados. ¿Saben por qué? Por contribuir a hacer posible una movilización popular, cívica y pacífica. ¡Fíjese qué locura! El mismo juez que encarceló a dos titiriteros ha ordenado investigar la Asamblea Nacional Catalana por sedición. ¡Qué modernos que son! (Aplausos). Todos a la cárcel, como decía Berlanga. (Risas).
Señor Sánchez, nuestro objetivo ya no es reformar España. Lo hemos intentado y nos rendimos. (Risas). Si otros quieren coger el relevo, ánimo. (Risas). Pero como existe una mayoría independentista, como existe un Gobierno obligado -y digo obligado- a llevar a cabo la hoja de ruta dada a conocer al mundo mediante la resolución del 9 de noviembre y como existe una voluntad manifiesta de la ciudadanía -porque nuestro proceso nació en las urnas y se culminará en las urnas-, les diré lo que haremos en los próximos meses. La honradez nos obliga a ser claros con ustedes. Aprobaremos las leyes de desconexión, básicamente la ley de la agencia tributaria, la ley de la seguridad social catalana y la ley de la transitoriedad jurídica. Después convocaremos nuevas elecciones de carácter constituyente. El nuevo Parlament de Catalunya debatirá y aprobará o no la constitución de la república y, finalmente, convocaremos un referéndum, condición sine qua non -en caso de que la ciudadanía catalana dijera que sí-para proclamar la república. Ciertamente la misma resolución del 9 de noviembre nos mandataba a todos a negociar y les recuerdo que en la última sesión plenaria celebrada en esta Cámara durante la pasada legislatura Esquerra Republicana de Catalunya ya trajo a colación y a debate una iniciativa para que entre todos debatiéramos la necesidad de reconocer el mandato democrático del 27 de septiembre e iniciar el proceso de negociación de la separación. Dijeron que no, por supuesto.
Sepa usted -y termino- que vamos a asumir las responsabilidades que emanan de la democracia y del compromiso adquirido con los ciudadanos con todas sus consecuencias. Repito solemnemente: con todas sus consecuencias. Para ustedes es muy fácil negar el derecho a la autodeterminación si esa negación es aceptada con resignación, pero no será así. Cuando esta negación les obligue a encausar y a inhabilitar, la situación cambiará radicalmente. Usted no podrá actuar -ni usted ni usted ni usted- contra un pueblo democrático e indefenso. ¿Cree que el concierto internacional de las democracias va a permitir que use la violencia jurídica contra nosotros? Es más, ¿cree que se lo va a permitir la ciudadanía española? ¿Usted cree sinceramente que la ciudadanía española se lo va a permitir? Nosotros nos dirigiremos a la ciudadanía española y también a todos los ciudadanos y ciudadanas de las distintas naciones del actual Estado español y les preguntaremos: ¿vais a consentir que se nos reprima en vuestro nombre? La sociedad española responderá y estamos convencidos de que responderá como democracia madura porque la democracia es imbatible. Seguiremos el proceso a la catalana, pacíficamente, cívicamente, porque nos sentimos herederos de muchas generaciones que nunca se rindieron; generaciones que lucharon incluso en etapas muy difíciles, antifascistas; ciudadanos que nos salvaguardaron la lengua, ciudadanos que nunca se rindieron. Por eso hoy somos una de las pocas naciones sin Estado de Europa que tenemos todas las posibilidades de alcanzar la victoria, porque queremos una sociedad más justa. Nosotros no aspiramos a proclamar la república para cambiar de bandera, sino para construir una sociedad socialmente más igualitaria, y porque además se lo debemos a nuestros hijos. Recuerden que no hay fractura.
Acabo diciendo una cosa que se pueden creer o no, pero creo que es extrapolable a centenares de miles de ciudadanos catalanes. Yo quiero mucho a Cataluña, igual que la quiere el señor Girauta; yo soy muy independentista, más que él (Risas), pero quiero más a mi familia, y en ella hay personas independentistas y personas que no lo son. Aquí radica la madurez del pueblo catalán.
La accion de Gobierno protagonizada por el nacionalismo cuatribarrado y los nuevos conversos durante estas décadas es altamente nocivo para la convivencia en Cataluña por varias razones y, entre ellas:
– por coartar la libertad de las familias para elegir entre la lengua materna, cuando es el español, o la lengua regional durante la educacion infantil y primaria, imponiendo administrativamente el catalan y obligandote a pleitear en los tribunales para que sea reconocido el derecho de las familias en ese àmbito. Y, obtenida la tutela judicial, ver frustrada su legitima expectativa, tanto por la duracion de los procedimientos por la rebeldia de la administracion autonòmica al cumplimiento de las sentencias firmes recaidas.
– por educar a las jovenes generaciones en la exacerbación identitaria, en la hostilidad hacia «lo español» y desde la falsificación de la historia y el ocultamiento de lo mucho que compartimos los catalanes con el resto de los españoles.
– por haber realizado una continuada selección y promoción del personal al servicio de la administración autonómica y local basada, de facto, en la identificación con las pretensiones nacionalistas y no en los principios de mérito y capacidad.
– por haber degradado el sistema democrático, con la pasividad cómplice de los Gobiernos de la Nación. haberlo degradado en buena medida a la perversa condición de régimen clientelar al margen del ordenamiento constitucional. Y todo ello con un muy elevado grado de impunidad, como evidencian tantos casos, desde el de Banca Catalana hasta el expolio de los Millet- Montull a través del Palacio de la Música Catalana y su Fundación, pasando por la más que dudosa licitud de las fortunas de los «pujoles» y de tantas familias de la «nomenclatura» cuatribarrada.
Y aquí me paro.
Felicitaciones Iñaki Anasagasti por reproducir la intervención de Joan Tardá en el Parlamento español…solo faltaría que el Lehendakari Urkullu y el PNV lo lean y tomen ejemplo de cómo hay que cantarles las verdades al Estado español. En Catalunya comenzarán aprobando “las leyes de desconexión”. Después convocarán nuevas elecciones de carácter constituyente. El nuevo Parlament de Catalunya debatirá y aprobará o no la constitución de la república y, finalmente, convocarán un referéndum, condición sine qua non -en caso de que la ciudadanía catalana dijera que sí-para proclamar la república…Y, en Euskal Herria seguiremos de brazos cruzados?