LA DESFACHATEZ INTELECTUAL

Viernes 18 de marzo de 2016

Figurones como Vargas Llosa, Javier Cercas y Luis Garicano Ignacio Sánchez-Cuenca publica ‘La desfachatez intelectual’, un riguroso análisis sobre la baja calidad del debate público en España.

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José Ignacio Wert, Esperanza Aguirre, y Mario Vargas Llosa.

Tres frases sirven para hacernos una idea. Primera: “Esperanza Aguirre es la Juana de Arco del liberalismo” (a pesar de la trama Gürtel, Fundescam y el Tamayazo). Lo dice Vargas Llosa y punto. Segunda: “José Luis Rodríguez Zapatero es el peor gobernante de España desde Fernando VII” (por lo visto, mucho más dañino que Francisco Franco y Miguel Primo de Rivera). Lo dice Félix de Azúa y punto.

“Sin Juan Carlos I no habría democracia en España” (qué importa la aportación a de los sindicatos, el movimiento estudiantil o el Partido Comunista, además de que en nuestro entorno europeo todo sean democracias). Lo dice Javier Cercas y punto.

El debate público en España funciona a base de sentencias lapidarias, sin verificar, que distintos ‘figurones’ sueltan desde sus poltronas mediáticas. Del público se espera que comulgue con ruedas de molino, basadas en el prestigio de quien enuncia la frase, más que en argumentos bien construidos, que se apoyen con datos verificables.

369.16.2‘La desfachatez intelectual’, de Ignacio Sánchez-Cuenca Esto es lo que denuncia, de manera sólida y minuciosa, el nuevo libro del profesor de Ciencias Políticas Ignacio Sánchez-Cuenca (Valencia, 1966). Su último libro, ‘La desfachatez intelectual’ (Libros de La Catarata), es un sonoro ‘zasca’ a los columnistas de mayor prestigio de nuestra esfera pública. Les acusa de “machismo discursivo”, “cultura de amiguetes” y “provincianismo intelectual”. Estamos ante uno de los títulos más polémicos y necesarios del año

En el capítulo final, Sánchez-Cuenca explica que el panorama comienza a mejorar con un ecosistema mediático más abierto y riguroso. Nos acercamos a su despacho para charlar con el autor. Pregunta. ¿Cuál fue su motivación para escribir ‘La desfachatez intelectual’? Respuesta. Sé que el texto puede despertar cierta irritación entre los aludidos. Quería señalar la impunidad que domina el debate público en España. Con esto me refiero a que si uno dice un disparate, una tontería o una ridiculez, no espera ser replicado, sobre todo si es uno de los grandes intelectuales del país. Son lo que yo llamo, de forma un poco cruel, los figurones del mundo intelectual.

La forma habitual de contestar a libros como el suyo es el silencio. R. No tengo ninguna expectativa de respuesta por su parte. Pero sí espero que el libro contribuya a fomentar cierto debate sobre cómo mejorar nuestra esfera pública. P. Señala el precio de cuestionar a los figurones: si alguien critica con dureza a Fernando Savater, se reducen drásticamente las posibilidades de colarse en El País, de publicar en la revista ‘Claves de la razón práctica ‘(que él dirige) o de ganar el Premio Anagrama de ensayo (donde es jurado habitual).

Mi ventaja es que no estoy en ese mundillo, ni quiero estar. Me dedico a dar mis clases y publicar en revistas académicas. No aspiro a premios ni a tener una relación privilegiada con ellos. Yo puedo permitirme el lujo, pero quien dependa de su creación ensayística y literaria tiene que pensárselo dos veces a la hora de criticarlos, ya que sus tentáculos son muy largos. No digo que ellos ejerzan un poder coactivo, pero si uno critica con dureza a uno de ellos sus posibilidades de medrar van a ser menores. Fernando Savater y Andrés Herzog en un acto de UPyD Foto: Efe/J.P. Gandul P. Aparte de los figurones destacados, ¿diría que existe una tradición de intelectuales invisibilizados? Pienso en Manuel Sacristán, Jesús Ibañez y Francisco Fernández Buey, entre otros.

Es una pregunta difícil. Hay intelectuales que no gozan del reconocimiento que merecen y otros disfrutan más del que les corresponde. Lo que no tengo claro es que sea un fenómeno estructural. Los tres autores que mencionas tenían tesis políticas marxistas o muy radicales. Eso ya complica mucho que lleguen al gran público. Es cierto que alguien con planteamientos marxistas no tendría tanto problemas en Francia o Reino Unido. Lo que sucede aquí es que muchos de los intelectuales famosos fueron muy radicales en su juventud, pero terminaron abandonando la izquierda. Sienten un rechazo grande hacia quienes no han seguido su trayectoria. Eso podría explicar la marginación por parte de los Juaristi, los Savater, los Vargas Llosa, etcétera. P. ¿Por qué estuvieron tan ciegos los intelectuales de éxito durante la crisis económica?

Mi tesis es que se obsesionaron con el nacionalismo. No atendían a muchas más cosas. Eso fomentó el aislamiento en el que vivían. Se separaron demasiado de la sociedad. Fueron poco sensibles y muy condescendientes con todo lo que podemos llamar nueva política, me refiero al entorno del 15M. En el fondo, les recuerda un poco a sus años mozos, donde algunos fueron anarquistas, otros marxistas-leninistas y alguno hasta militó en las filas de ETA. P: Vargas Llosa es la firma donde se aprecia mayor distancia entre su enorme talento literario y el estilo ramplón de sus columnas. R. Como hombre de letras, es el que más lejos ha llegado. Merece todos los premios Nobel que le quieran dar. Es una figura central en la literatura del siglo XX. El problema es que sus razonamientos políticos son totalmente esquemáticos, previsibles y simplistas. Nos choca mucho porque no quedan tantos intelectuales que razonen con el nivel de desfachatez que él maneja, pero en el pasado hubo muchos como él en la izquierda, que manejaban planteamientos de manual soviético de materialismo histórico. Ahora no nos acordamos de ellos. Pero Vargas Llosa seguramente razona en sus columnas con el mismo simplismo que manejaba cuando era de izquierda en los años sesenta. Hay un abismo entre su obra literaria y su aportación periodística. No tengo una explicación de cómo se puede ser tan brillante en ‘Conversación en la catedral’, una obra maestra, y tan mostrenco en el debate público. Divide el mundo en liberales y antiliberales, nacionalistas y antinacionalistas, como si no existieran matices. Su apología de Esperanza Aguirre llega al extremo de defender la tesis de que si ella hubiera gobernado España, la crisis hubiera sido mucho menos profunda. Vargas Llosa es una figura central en la literatura del siglo XX. El problema es que sus razonamientos políticos son totalmente esquemáticos

P: ¿Son más responsables los figurones o los directivos que les dieron espacio en los medios? R: Hay una responsabilidad compartida, pero la principal es la de quien pone su firma en la opinión. Somos muy críticos con el sectarismo de los partidos políticos, con la manera tan brutal en que defienden a los suyos y descalifican a los contrarios, pero en el mundo del debate público pasa algo similar. Se establecen lazos muy fuertes entre periódicos y escuderías literarias del mismo grupo mediático. Les dejan decir lo que sea. Deberían prescindir de los artículos de sus autores si la calidad es mucho menor que las de sus novelas. Una vez entras en el grupo, de ahí no te saca nadie. Se establecen lazos que no son sanos. P. Cita a César Molinas y cómo da las gracias en un libro a Javier Moreno (ex director de El País) por dejarle decir lo que le da la gana. R. Molinas es un economista excelente, matemático de formación, con una inteligencia formidable, pero cuando opina de política dice cosas que no tienen base ninguna. ¿Por qué El País le da tanta cancha? Habrá que preguntarles a ellos, porque han publicado análisis de Molinas en portada que no sobreviven el más mínimo escrutinio crítico. En mi libro, se desmontan con datos. P. Me ha llamado la atención el caso de Javier Cercas. En un dossier de homenaje al rey, suelta una frase rotunda, que dice que “Sin Juan Carlos I no habría democracia en España”. Eso no encaja muy bien con su libro ‘Anatomía de un instante’, donde acusa al rey de cierta complicidad, desidia o ambigüedad con el ambiente golpista previo al 23-F.

Disfruto mucho de las novelas de Cercas, pero como columnista se ha vuelto muy sentencioso. Formula grandes frases, que luego no fundamenta. Creo que lo que expone ‘Anatomía de un instante’ es que el rey no supo cortar el ambiente malsano de las tramas golpistas de la época contra Suárez. Cercas no se ha atrevido a dar el paso de decir que hubo complicidad entre el rey, Armada y los golpistas. Quien sostiene esa tesis es Pilar Urbano. Lo que no entiendo es que se permita el exceso de decir que sin el rey no habría democracia en España. A mí esa frase me parece un absurdo, se mire como se mire. El rey tuvo un papel importante en la forma en que llegó la democracia, pero hoy España sería un país democrático hubiéramos tenido rey o no. Sencillamente, se daban los condiciones sociales y económicas para que la hubiera, como sabe cualquiera que haya estudiado un poco de política comparada. Pero sí, en ‘Anatomía de un instante’ era más crítico con la figura del rey que en el homenaje colectivo que hizo El País al monarca el día de su abdicación. Javier Cercas en Santander. EFE/Esteban Cobo P. Su libro transmite la sensación de que El País es un diario que se ha ido degradando con los años.

R: Soy lector suyo de toda la vida. Empecé con poco más de diez años. Hoy lo sigo porque es el diario de referencia en España. A mí siempre me han tratado con extrema generosidad: dejé de colaborar con ellos por voluntad propia y solo tengo agradecimiento con ellos. Lo que sucede es que, desde que estalló la crisis, se produjo un divorcio entre el periódico y sus lectores, que ha sido muy dañino para la marca. Se alejaron demasiado de la España real. Como lector y excolaborador, no me gusta la marcha que ha cogido. Ha traicionado muchos de sus valores fundacionales. Tengo una visión crítica, no han sabido reconocer los problemas nuevos que estaban surgiendo. No han dado la importancia necesaria a los desahucios, ni a la creciente desigualdad, ni a la crisis social en general. Me sorprendió en 2010 la reacción de entusiasmo de El País cuando las instituciones europeas obligan a España a imponer el ajuste fiscal. Su discurso fue “por fin se ha acabado el populismo del PSOE”. Estaban hablando de populismo ya en 2010, años antes de que surgiera Podemos. El País se puso a celebrarlo, en plan “por fin va a haber políticas de Estado”; pues mira dónde nos han llevado esa políticas. Se ha vuelto un diario autocomplaciente. P. ¿Usted es capaz de distinguir El País de El Mundo y ABC?

R: Se ha producido un fenómeno curioso: la división ahora está entre periódicos de papel (que se parecen cada vez más entre sí) y diarios digitales (que están más atentos a las preocupaciones que dominan la sociedad civil). Esto al margen de que la línea editorial tire a izquierda o a derecha. Los de papel parecen caminar a rastras. Las nuevas tendencias se generan en mayor medida en los medios digitales. Ahora tenemos un ecosistema mediático mucho más plural, cito medios como CTXT, Infolibre, el blog Piedras de papel o plataformas como Agenda Pública o Politikon. Le pongo un ejemplo: todos los figurones tienen opiniones muy rotundas sobre la educación. La mayoría cree que se ha dejado de leer, que nadie escribe como antes, que todo es un desastre. Los expertos matizan mucho esas percepciones. En cualquier caso, yo no quiero que desaparezcan las visiones generalistas, dando paso a especialistas con anteojeras, sino que se establezca un diálogo entre firma de visión amplia y quienes llevan muchos años estudiando un asunto concreto y se quedan pasmados por la alegría con que otros sueltan diagnósticos. Ese cruce me parece enriquecedor. Al abrir el terreno de juego, se ha cuestionado mucho más el papel de los figurones. Se ha demostrado que sus opiniones no tienen tanto valor como se creía. La división ahora está entre periódicos de papel (que se parecen cada vez más) y diarios digitales (más atentos a las preocupaciones de la sociedad)

Recuerda una expresión de Jordi Gracia, que habla del “síndrome del Narciso herido”. Como si los figurones pensasen que lo peor de la situación del país fuera que los demás no estamos a la altura de su sensibilidad política y estética. R. Recomiendo a los lectores ‘El intelectual melancólico’, el panfleto de Jordi Gracia, porque es muy certero y divertido. Hace pensar mucho. Esta es una actitud que caracterizo como una aproximación moral a la política: los intelectuales a los que me refiero piensan que la política realmente existente nunca está a su altura. La actualidad les produce irritación o melancolía, pero no les estimula a buscar soluciones. Esta aproximación estética se remonta a la Generación del 98. Lo que produce son unos vaivenes muy fuertes: de repente, estos intelectuales se entusiasman con una novedad, por ejemplo la aparición de UPyD, que llegan a ver como la solución a todos los males del país. Luego, de repente, les entra la decepción y van a otra ideología. La mayoría han pasado por el marxismo, por la socialdemocracia, por el liberalismo, por el conservadurismo y han completado el espectro hasta e l narcisismo. Me parece una aproximación estéril al debate público. P. Hay un sector que no trata en el libro y que me gustaría que comentara. Me refiero al ala dura de los columnistas, por ejemplo Alfonso Ussía, Jiménez Losantos y Salvador Sostres, que tienen un registro mucho más bestia o kamikaze.

¿Cree que su función es llevar el discurso tan a la derecha que cualquiera a su lado parezca sutil y razonable? R. En el texto no he querido descender a los infiernos de estas firmas más gamberras o maleducadas, no sé bien cómo calificarlas. Algo que me llamó la atención es que intelectuales con una capacidad estética y moral muy desarrollada sean capaces de juntase con tipos como Hermann Tertsch y Jiménez Losantos en el manifiesto de los Libres e iguales. Esto me dejó muy confundido. En cierta medida, al firmar con ellos, Savater, Trapiello, Juaristi y los otros están legitimando el discurso de Tertsch y Losantos. Hablamos de gente que ha mantenido durante años la teoría de la conspiración del 11-M, defendiendo que fue ETA. Me parece incomprensible que se mezclen. Luis Garicano. Foto: EFE/Emilio Naranjo

Termino con asunto candente: desmontas bastantes argumentos de Luis Garicano, que ha pasado de ser una firma influyente a ejercer de gurú en las políticas del pacto entre el PSOE y Ciudadanos. Ahora sus opiniones están en el centro del debate político y sus errores los podemos pagar todos. ¿Tendríamos que estar preocupados?

Garicano es un gran economista, con un trayectoria brillante, pero cuando opina de política le pasa lo mismo que a muchos de sus colegas. Sencillamente: no han leído lo suficiente para construir los argumentos que maneja. Con Garicano estoy de acuerdo en muchas cosas, por ejemplo su visión de la educación en España, pero cuando se mete de lleno en política no se impone los mismos niveles de exigencia que al hablar de economía. En su libro ‘El dilema de España’ es tremendamente simplista, llega a decir que tenemos que escoger entre Venezuela y Dinamarca. No creo que este sea un dilema real: ni vamos a llegar a los niveles abismales de Venezuela, que es casi un Estado fallido, ni vamos a alcanzar la altura de Dinamarca. Durante las próximas décadas, seremos un país europeo normal de la periferia. Si gana Podemos, esto tampoco va a parecerse a Venezuela, ni se va a descomponer el sistema social y económico. Es de un simplismo tremendo.

¿Más ejemplos? R. También considero muy pobres los ejemplos que pone para ilustrar sus reformas, cosas como el carné por puntos o la Ley Antitabaco. Esos son ámbitos donde resulta sencillo cambiar las cosas porque no hay ganadores y perdedores. Cuando hay más en juego, como el mercado de trabajo, en el mercado educativo o la caja de las pensiones, los conflictos se complican mucho. Muchos problemas no se pueden cambiar a golpe de BOE, sino que necesitas negociar con los agentes sociales. En esas situaciones, es crucial conseguir un consenso para que la sociedad no disuelva tus decisiones. Los liberales del estilo de Garicano jamás piensan en las consecuencias sociales de sus reformas. Si las cosas les salen mal, se llevan las manos a la cabeza y dicen “Cómo puede ser la sociedad tan irresponsable”. Y no es cuestión de eso, sino de que sus cálculos estuvieron mal hechos desde el principio. Una reforma solo es sostenible si cuenta con el apoyo de la sociedad. Veo una especie de ingenuidad reformista, pensar que se puede cambiar un país de la noche a la mañana. Allá los partidos que quieran hacerle caso. JK.

 

 

El Sidecar de Pedro Sánchez

Jueves 17 de marzo de 2016

Rivera y Sánchez en SidecarVi un día una película española donde un hijo llevaba a su padre en el sidecar de la moto.El sidecar es ese cacharro que se adjunta a la moto y que puede llevar una persona en dicho capazo, pero quien lleva el manillar es el hijo con la moto.

El tipo decía que no le dejaba a su padre ni para heredar y que a cualquier sitio él iba con su padre. Eso decía, hasta que en una oportunidad vio una chavala que le interesó y dejó al padre en el bar tomando un chiquito.

Esta escena me recuerda la forma de negociar de Pedro Sánchez que a la hora de la verdad es tan cursi como Pablo Iglesias con sus declaraciones de amor. Nada más ridículo que aquella escena en el Congreso donde Sánchez y Rivera se declaraban amor eterno y firmaban su pétreo compromiso escrito para la eternidad. O eso creía Rivera.

Me decían en Madrid estos días un senador del PSOE que conoce bien a Sánchez que por pasar una noche en La Moncloa es capaz de ir a matar un elefante, como el de Botswana. Ya lo hizo bajando de un aerogenerador pasando más miedo que ante un Nublado, con riesgo de su vida y me lo creo.

Salió elegido con apoyo de Susana Díaz que votó junto a los compromisarios andaluces su candidatura contra Eduardo Madina, pero ahora le molesta tanto la buena señora que sería capaz de lo que fuera para que la andaluza no le tutelara.

¿Recuerdan lo que le pasó a Tomás Gómez que había apostado por él?

No solo lo cesó, después de ganar Gómez unas primarias, porque decía que no ganaba elecciones, y él quedó el cuarto el 20 de diciembre e incluso le cambió la cerradura del despacho.

Este hombre pues, no es de fiar.

Este jueves ha tenido una reunión con el PNV, siendo acompañado en el sidecar por el padre del motorista que es de Ciudadanos, el PNV le ha dicho que ponga el cuenta kilómetros a cero, que no se fía de él porque no asume ni el derecho a decidir ni echar para atrás la política recentralizadora del PP.

Nosotros no olvidamos que habiendo recibido al PNV y acusado recibo a sus propuestas, en el debate del NO a su investidura, ni nos nombró.

Este jueves en la reunión de la Internacional Socialista le ha pedido a Tsipras le eche una mano para convencer a Pablo Iglesias. Seguramente el griego se habrá acordado que en su día Sánchez le puso a bajar de un burro y le ha dicho que verdes se las han segado y que se vaya con su música a otra parte.

Para Sánchez el fin justifica los medios y él quiere ser Presidente como sea siendo la cuarta fuerza en Madrid, tienen solo noventa diputados/as de 350, y un partido que está deseando sacudírselo. No se fía de él para nada.

No se extrañen que si, por lo que fuera, Pablo Iglesias hace un requiebro y le dice que podría pactar con él, dejaría a Rivera en el bar como hizo el motorista con su padre.

Que no. Que este hombre no es de fiar.

APARENTEMENTE DURAN SE FUE DE LA POLITICA

Miércoles 16 de marzo de 2016

20160314_234514Me llamó hace un mes el ex diputado de CIU  Josep Sánchez Libre. Estaba preparando una cena de despedida de la política de Josep Durán i Lleida. «Tú le conociste en 1975 y queremos, la gente que ha tenido una relación estrecha con él, homenajearle por su entrega, con sus luces y sus sombras. Se retira de la política y sus amigos queremos decirle gracias. ¿Vienes?». Les dije que sí.

Efectivamente conocí a Durán en octubre de 1975. El Equipo Demócrata Cristiano del Estado Español, conjuntamente con la CDU alemana habían organizado una semana de charlas informativas en Berlín, en aquel Berlín del Muro. Y allí conocí a un joven Duran, que venía de Lleida y era un tipo inquieto. Al mes murió Franco.

Nos alojaron  al lado del Muro de Berlín para que comprobáramos los estragos que hacía aquella ideología. Se había producido el golpe de estado en Portugal, el año anterior, donde los militares habían mandado a Caetano al exilio y había inquietud en Europa sobre lo que podría pasar en España y fue entonces cuando se acordaron que  por estos lares podía haber una revolución similar y aquello no les gustaba. Y querían una democracia homóloga en el estado.

Nos defendió en Chile cuando el PP propició nuestra salida.

El caso es que estuve en Alemania con Durán no solo en Berlín sino también en Colonia hace cuarenta años. Luego hemos colaborado en la Unión Europea Demócrata Cristiana y en la Declaración de Barcelona y en el Congreso. Conozco pues, bien a Duran.

El lunes llegué a Barcelona. Los organizadores querían darle una sorpresa. Le habían dicho que se trataba de cenar con un chino que hacía el esfuerzo de venir desde Pekín y que tenía problemas de hernia y ante eso  Durán  no podía faltar. Y no faltó a la cena con el chino que se transformó en una de unas 150 personas de todo tipo. Había del PSOE como Zapatero, Elena Salgado, Pepe Blanco, Izeta, Cunillera, del PP como el ex- presidente del Congreso Posadas, Pujalte, Manuel Pizarro, de Convergencia como Roca, Siurana, Pere Macías, el ex alcalde Trias. Por parte de  su partido  Unió como Llibert Cuatrecasas, Manel Silva, Jordi Casas, Espadalet, Sesmilo, y muchas cartas de adhesión, desde María Teresa Fernández de la Vega, hasta Rubalcaba pasando por políticos de todas las toldas, incluyendo al ex eurodiputado con él, Andoni Monforte.

A mí me tocó en la mesa con Zapatero, Roca, Posadas, Salgado, Trias y el matrimonio Josep y  Marta.

Tomó la palabra el director de La Vanguardia Marius Carol que glosó sobre el personaje y  sobre  su retirada en momentos de gran pugnacidad, polarización y acusaciones de todo tipo que le quitó su espacio a un partido tan histórico como Unió y dio la palabra al amigo de Duran, Alonso, al ex alcalde de Lleida Siurana, a su colaboradora de toda la vida Dolors Llorens, al ex diputado y senador Jordi  Casas que llegó a Unió tras leer un artículo de Durán, al ex alcalde Trias y a mí.

Glosé la figura de un Durán que quizás debería haber trabajado su oferta dos años antes de su salida de CIU, pero ante una sociedad tan polarizada los hechos le habían llevado a la derrota total en las últimas elecciones y que la política no puede ser » complicidad sin amistad», pues los  amigos  de la cena lo desmentían. Recordé dos momentos con un Durán que venía a  todos los Alderdi Egunas y cuando el PNV se dividió y tuvimos un pésimo resultado  en 1987 en el Hotel Villa de Bilbao estuvo Durán con Marta. Y lo mismo en relación con el referéndum para una Constitución para Europa. El defendió el Si con apasionamiento, cuando había un movimiento de fondo por el NO. Y recordé lo que decía Tarradellas y la dedicación a la política.

En primer lugar hace falta una salud de hierro y Durán tiene una mala salud de hierro.

En segundo lugar una mujer que te aguante, y Marta irá al cielo.

Y la tercera, no dimitir nunca. Duran ha dimitido pero, dije, como buen democristiano resucitará al tercer día. Y recordé que Sánchez Libre siempre se despedía cada legislatura y siempre volvía.

Duran tuvo mucha relación con Arzalluz, Gorka Aguirre, Uzturre y Bergara y, tras estas intervenciones le tocó al ex presidente del Congreso  José Posadas que valoró su buena oratoria parlamentaria y Roca que dijo que la agenda internacional que tenía Durán no la tenía nadie en Catalunya y cerró Zapatero recordando las ayudas parlamentarias de Durán cuando, desatada la crisis, el voto de CIU impidió se rescatara a España. También le agradeció que él y Sánchez Libre le invitaran a comer tras dejar Moncloa y valoró la pareja Duran-Sánchez Libre llamándole a éste Watson, como aquel compañero de Holmes. Dijo que afortunadamente no se había hablado del derecho a decidir.

No habló claro que uno de los responsables de la actual situación era él con aquello que prometió e incumplió de «aprobaremos lo que salga del Parlamento Catalán».

Cerró Durán que pasó revista por todo lo dicho, por su vida política, por sus amistades y adversarios y por sus meteduras de pata y sus cambios de carácter. «En el fondo soy un buen chico».

Se pasó un video con momentos estelares de su vida y con opiniones sobre Duran de gente variopinta.

No son usuales estas despedidas. Y no están nada mal porque humanizan la política.

Carrasco y Formiguera fundó el partido Unió Democrática de Catalunya en 1932. Era un partido independentista catalán y  demócrata cristiano. Ante el acoso que sufría la Generalitá lo nombró delegado  catalán  en Euzkadi. Capturado  en el  barco Galerna  fue fusilado en 1938. Y ese partido democristiano no puede desaparecer. Roca me recordó que su padre  fue de Unió y que su padre y un vasco del PNV se echaron del tren en marcha cerca de Burdeos al ver que había entrado la Gestapo en el vagón. El miedo que producían era terrible.

En aquella sala había mucha política de los últimos treinta años. Y no está nada mal saludar a la gente en una cena  no verlas en funerales.

Pero Durán, a quien su familia ha recuperado tras años de tratar de conseguirlo, tiene el veneno de la política en sangre. Y como decían del presidente Caldera: «mientras respira, aspira».