Domingo 18 de septiembre de 2016.
En 1980, el PNV tenía una revista interna que se llamaba Euzkadi. Aprobado el segundo estatuto de autonomía, el 25 de octubre de 1979, ley orgánica refrendada por el pueblo, había que elegir el primer Parlamento Vasco de la Historia. Hace de esto 36 años. No es tanto. Por primera vez los vascos, en sus dos terceras partes, nos reuníamos bajo una institución común. HB, decía que aquello era un estatutillo vascongado que Monzón sentenció como inservible.
Y aunque se elegía un desconocido Parlamento, reproducimos en la portada de aquel Euzkadi del 17 de enero, un slogan electoral ejecutivo de la última campaña presidencial venezolana, el de Copei,: ”Un Partido de gobierno para el gobierno de un pueblo”. Lema que a la agencia Danis le gustó y resumió en el título de este artículo. La explicación fue que no había cultura de parlamento, que era lo que se elegía, y si de gobierno.
Se elegían veinte parlamentarios por territorio, y no veinticinco como en la actualidad. Tampoco teníamos edificio, ni letrados, ni cultura parlamentaria, pero si mucha ilusión. Era momentos boreales. Y en este país donde miramos poco a lo ocurrido, en esa cultura podemista de ser siempre los adanes del Paraiso, nos importan poco los hitos. Y como lo viví, lo cuento. Porque aquello fue un hito y lo hicimos nosotros .Cuando le escucho a Otegi y a sus candidatas hablar hoy con tanto entusiasmo del Parlamento Vasco, recuerdo aquellos años de desprecio y pienso que, entre otras razones, es por lo que seguimos siendo eje de este país. La IA solo acierta, cuando rectifica. Y me alegra.
Recuerdo también como el sociólogo José Ignacio Ruiz Olabuenaga nos ayudó con sus análisis en abordar aquella campaña, donde se detectaba un gran temor ante el voto manipulado de la emigración que residía en Euzkadi, sobre todo la de los años sesenta, diciendo que les íbamos a poner con la maleta en Pancorbo. Hoy parece una bobada, pero aquella especie fue sembrada, aireada y creida, por lo que hicimos un gran esfuerzo para desmentir aquel infundio y dedicamos mucho esfuerzo en ser creíbles y editamos una pieza, redactada por Koldo Mediavilla, en la que se entrevistaba en cada casa regional a sus representantes.
Recuerdo asimismo que alrededor de ese eje de gobierno, quisimos hacer una campaña amable y mandamos construir en Ibai Eder un Tobogán (la Txirrista) con forma de ballena que fue paseada por los municipios. Fue toda una novedad que los distintos municipios se rifaban. Padres y madres con críos, la música de la campaña, los anuncios en prensa, los caramelos….Aquello fue un exitazo que marcó pauta. Éramos los mismos, pero más alegres.
Y no quisimos olvidar de donde veníamos. El Lehendakari Leizaola, representante simbólico del primer estatuto de la historia había regresado del exilio hacía dos meses, una vez aprobado el segundo. No hicimos como los catalanes con Tarradellas, que por cierto luego recibió el título de un marquesado. Nuestro Lehendakari Leizaola regresó de Paris con su viejo sombrero y su extraordinaria dignidad y como había sido diputado en Madrid le invitamos a encabezar la candidatura de Bizkaia, y así fue.
Rompimos asimismo algo que Ajuriaguerra nunca quiso. No era partidario de campañas electorales que girasen alrededor de una persona. Él decía con razón, que el PNV era un inmenso equipo y que no había que permitir que la gente se emborrachara de imagen y que tan importante era ser parlamentario como candidato al Parlamento. Todos recordamos aquel cartel de las elecciones de 1977, que parecía más una requisitoria del Oeste donde solo faltaba el “wanted” con todos los candidatos en fotografías pequeñas. Pero eso lo cambiamos en 1980, previo pacto interno. Carlos Garaikoetxea no solo era presidente del EBB, sino simultáneamente presidente del Consejo General Vasco y gracias a eso había discutido con el presidente del Gobierno español, Adolfo Suarez, de tú a tú, toda la negociación estatutaria. El hecho de ser navarro, euskaldunberri, ex Presidente de la Cámara de Comercio, promotor de la ikastola y muy mediático, nos hacía tener la mitad de la campaña hecha. Nuestro mensaje estatutario tenía credibilidad y además las fotografías las sacó, nada menos que Alberto Schommer, en aquel cartel que la oposición llamó “la del museo de cera”. Si, si, pero ganamos.
Se daba asimismo otra circunstancia. No habíamos logrado hincar el diente, en aquel mes, a la devolución del Concierto Económico para Gipuzkoa y Bizkaia, pero tampoco transferencia de competencias al Consejo General Vasco, las leyes orgánicas cercenaban posibles competencias, la ley del Consejo General
del Poder Judicial nos eliminaba facultades, la ley de regulación de las distintas modalidades de referéndum nos negaba esa posibilidad, el Estatuto del Trabajador era muy negativo, la ley de Policía de las Comunidades Autónomas nos dejaba con una Ertzaintza de bolsillo, la ley de Financiación de las Comunidades Autónomas no contemplaba el Concierto, la ley de Seguridad Ciudadana perturbaba una interpretación racional del Estatuto, la ley de Autonomía Universitaria nos dejaba sin competencias y además ir a Madrid era ir a un gallinero ya que se habían desatado todos los odios contra el presidente Suárez, entre otras cosas “porque se iba a romper España” y además ETA mataba, y muchísimo. Casi una persona cada tres días.
¿Y qué hicimos?. Muy sencillo. Abandonar las Cortes Generales. Diputados y Senadores anunciaron el 18 de enero de aquel año ochenta en el Ercilla que no volveríamos a Madrid hasta tanto no hubiera unas mínimas garantías de respeto a la ley. Ya nadie se acuerda de esto, pero esto es lo que ocurrió. Más de seis meses estuvimos fuera de circuito. Volvimos, entre otras cosas, por la situación de gran inestabilidad política de aquel gobierno de la UCD. Y de hecho, al final de año, logramos, solo nosotros, que Suarez devolviera el Concierto para Bizkaia y Gipuzkoa. Hoy sería imposible. Pero ese fue un mérito del PNV en soledad. Ni el PSE, ni HB, ni UCD, hicieron nada para lograr algo tan fundamental.
Y aunque no hubiera espacios informativos en ETB, porque no existía, estuvimos presente en las radios y en Telenorte con una canción que la compuso Estitxu, y que era muy pegadiza y se titulaba “Eldu ‘ ko Gara”, que terminaba diciendo que “para que no nos manden desde fuera, seamos fuertes dentro”. Como lo que dijo el candidato Garaikoetxea, muy parecido a lo que está diciendo hoy el candidato Urkullu: ”desarrollar el Estatuto de Autonomía (el autogobierno estaba a cero), hacer frente a la crisis económica y al paro apostando por la innovación, y erradicar la violencia, fomentar la convivencia y la pacificación del país desde un Gobierno surgido de un Parlamento que va a tratar de reconstruir en todos los órdenes este país, que falta hace”.
Y como veníamos de una fuerte bronca en Bizkaia, Xabier Arzalluz, que era el presidente del BBB, decía con humor: ”la crisis interna del partido en Bizkaia está superada, y así lo demostrarán las elecciones, porque aquí no se elige a Arzalluz”. Y todo en una campaña que costaría cuarenta millones de pesetas, que luego fueron algo más.
El 1 de marzo de 1980, día electoral, tuvimos 350.283 votos y por Gipuzkoa salieron elegidos Carlos Garaikoetxea, Joseba Leizaola, Gurutz Ansola, Carlos Blasco, Begoña Amunarriz, José Antonio Zaldua, Castor Gárate, Ibon Navascues y Ana Bereciartua. Por Araba, Juan Mari Ollora, Patxi Ormazabal, Jose Maria Makua (Dip.General), Anabitarte, Maite Saez de Olazagoitia, Alberto Ansola, José María Jiménez de Aberasturi y por Bizkaia, Jesús María Leizaola, Mitxel Unzueta, Emilio Gevara (Diputado General de Araba), Carmelo Renobales, Juan José Pujana, José Luis Robles, Inmaculada Boneta, Josu Bergara y quien esto escribe. En total 25, han fallecido seis, a sus familias un recuerdo, que nunca reciben y que permitió, ante la ausencia de HB, a Garaikoetxea formar un gobierno en solitario.
HB había sacado 11 parlamentarios pero no fueron nunca, el PSE nueve, EE seis, UCD seis, AP dos y el PCE uno en un Parlamento de sesenta.
Curiosamente los parlamentarios de PSE elegidos (Benegas, Jauregui, Maturana, Agiriano, Eneko Landaburu, Viana, García Damborenea, Saracibar y Eguiagaray) acabaron todos en Madrid en la política española. Cambiaron de piso y solo regresaban a Euzkadi en campañas electorales, como hacen ahora Madina, Jauregui, y Patxi López.
Cuando se haga el análisis de lo que le pasa al PSE, en su previsible batacazo, no estaría mal que analicen como todos sus dirigentes lo que buscan es hacer política en Madrid, no en Euzkadi. En contraste, el éxito del PNV es que es un partido de aquí, para defender los intereses de la gente que vive aquí y como decía la canción de Estitxu: ”Llegaremos y ya estamos llegando.
Seamos desde mañana, nuestros propios dirigentes. Llegaremos y ya estamos llegando. Está en nuestras manos la decisión final. Para que no nos manden, desde fuera, seamos fuertes dentro”.
Y el 25 se repetirá ese eje victorioso porque en definitiva está avalado por unas apuestas, por una historia y por unos hombres y mujeres que estuvieron allí e hicieron país. Hace 36 años.
Hombre, una participación del 58,85 % del censo refrendando el Estatuto de Autonomía de 1979 … no es como para tirar cobertes.
Y recuerde yaquello de la entrañable «La Codorniz»: DONDE NO HAY PUBLICIDAD, RESPLANDECE LA VERDAD.
Ha llovido mucho sobre los campos del País Vasco desde 1979, ha llovido mucho sobre los lugares donde cayeron asesinados los cientos de personas a quienes el terrorismo etarra segó la vida, pero no tanto como borrar toda huella de lo que fue.
El PNV no es «el pueblo vasco» por muchos años que venga hablando, abusivamente, en su nombre.