EL OCASO DEL SOCIALISMO MÁGICO

Domingo 11 de septiembre de 2016

puño con colores de venezuelaEl socialismo, el comunismo y el anarquismo como estables formas de Estado no han existido, existen ni existirán jamás, salvo cual fracasados experimentos efímeros o trágicos, según se trate de utopías experimentales o de la jactanciosa versión científica de Marx y Lenin.

Fui invitado por mis amigos Alfonso Molina y Trino Márquez a comentar en el Trasnocho Cultural un excelente documental producido y dirigido por Michele Calabresi. Titulado El Ocaso del Socialismo Mágico, es una interesante visión sobre la tragedia actual de Venezuela.

Aunque se refiere a la ruidosa catástrofe montada en Venezuela por ya más de 17 años, puede ser tomada también como alegoría universal del socialismo, la utopía racionalista del siglo XIX emanada en forma pretendidamente científica de aquel alemán de malas pulgas que fue Carlos Marx.

La audiencia fue masiva, las entradas se agotaron dejando a muchos en cola. Menos mal que los venezolanos sabemos de colas, aunque ésta sí merece el calificativo de “sabrosa”.

Una de las acepciones de la palabra utopía es “lo que no existe”. Resulta por eso demencial que tantos en tantos países y durante tanto tiempo hayan (“hayamos”) luchado con infinito ardor por “algo inexistente”. Sería risible si no se recordara que envueltos en los vapores de semejante fantasía cientos de miles pusieron en juego su propia piel y la de muchos otros, como un sublime acto de Salvación. Las tragedias no deben suscitar risas sino reflexiones graves o dolorosas y rectificaciones hondas.

Por respeto a sí mismo y a su oficio de cineasta, el director Calabresi no abusa de calificativos. Guarda un matemático equilibrio entre los entrevistados según respondan al oficialismo o a la disidencia; no acomoda, organiza o dispone de mala fe los argumentos de cada parte, prefiere dejar que hablen las escenas y se pronuncien los hechos, todo lo cual se revela como un testimonio radical en contra del supuesto modelo socialista-siglo XXI que ha castigado tan fieramente a Venezuela, con un saldo abrumador de cifras perversas y resultados sombríos.

Nadie pregona con más fuerza el carácter socialista del modelo, que Maduro y antes Chávez. Sus seguidores, créanlo o no, los corean quizá por razones de seguridad o de provecho personal. Y nadie cree más en la reputación socialista de Maduro que la oposición cuando condena su obra.

Mucho más del 50% de los chavistas sabe y rumia que esto no es socialismo, mientras que un porcentaje igual de la disidencia sí cree que lo sea. Aquellos tratan de salvar al socialismo desligándolo del desastre madurista y éstos de hundirlo certificando que el peor presidente desde la colonia hasta el sol de hoy es su más pura expresión.

Se equivocan ambos. El socialismo, el comunismo y el anarquismo como estables formas de Estado no han existido, existen ni existirán jamás, salvo cual fracasados experimentos efímeros o trágicos, según se trate de utopías experimentales o de la jactanciosa versión científica de Marx y Lenin.

Y como no pasaron de ser utopías inalcanzables, no puede acusarse a Maduro de poner la inmensa torta que ha puesto “porque aplica el modelo socialista siglo XXI”. No es por eso, señores, es porque repite el anacrónico intervencionismo estatal armado de controles y policías que destruyen la economía, el mercado, la libertad y la gente cual arrasadores volcanes inflamados de ardiente lava.

“Socialismo mágico”, dice el director Calabresi, quizá influido por el Realismo Mágico hispanoamericano, conforme a la acertada definición lograda hacia los años 30 por Alejo Carpentier, Asturias y nuestro Uslar Pietri, en un estimulante café parisino.

Socialismo Mágico, la “colonia Cecilia” fundada en 1890 por el anarquista Giovanni Rossi. Legalizó el amor libre y fundo un anarco-comunismo ¡autorizado por el emperador Pedro II !

Socialismo mágico, la zaga latinoamericana desde Chávez y Lula, sin nada firme a sus pies, salvo magia, retórica y derroche populista, que terminó en un insondable naufragio.

La peor de las utopías resultó ser la que paradójicamente se proclamó científica. Marx prometió que su socialismo superaría con creces la producción, productividad, y creatividad científica de los capitalistas más desarrollados, y que la burocracia estatal desaparecía gradualmente. Y el resultado fue que nunca pudo lograr ni lejanamente lo primero, y en cambio infló como nunca las dimensiones del Estado hasta que todo se derrumbó como un zigurat de piedras de dominó.

Americo Martin

LA FÓRMULA DE INVESTIDURA VASCA IMPIDE EL BLOQUEO DE LA LEGISLATURA COMO EN ESPAÑA

Jueves 8 de septiembre de 2016

· El reglamento vasco no contempla la opción de que se disuelva la Cámara y se repitan los comicios, como ocurre en el Estado

· La votación nominal, en contraste con la del Congreso, garantiza la designación de un aspirante

La sentencia, abanderada en los últimos días por el PNV, de que en Euzkadi no habrá bloqueo tras el 25 de septiembre por mucho que las urnas dejen un escenario igual de endiablado que el estatal, no es solo un anhelo. Es una realidad. El sistema parlamentario para investir al lehendakari es más garantista que el reglamento del Congreso, y asegura la designación de un candidato, el más votado en las urnas o uno alternativo, con un proceso de votación nominal entre los aspirantes. Iñigo Urkullu, de hecho, salió investido en 2012 solo por los 27 votos de su grupo, el del PNV. Algo más de un tercio de la Cámara de Vitoria.

La previsión de que el 25 de septiembre depare un nuevo reparto de escaños sin mayorías absolutas y con una aritmética difícil de encajar, dificultará, probablemente, la gobernabilidad de los siguientes cuatro años, para los que sí se requerirán pactos. Pero, de inicio, no impedirá investir a un candidato, que en primera o segunda votación -como le ocurrió al actual lehendakari-, contará con el respaldo al menos de los suyos. El sistema, que de hecho no recoge la posibilidad de que no se produzca investidura y de que se repitan los comicios, como ha ocurrido y puede volver a hacerlo en el Estado, permite la presentación de más de un aspirante a ese pleno que convoca la Presidencia de la Cámara «oída la Mesa y la Junta de Portavoces».

Ha ocurrido tras las últimas citas electorales. En la más reciente, la de hace cuatro años, la candidata de EH Bildu Laura Mintegi optó por confrontar su programa con el de Urkullu en aquel pleno del 12 de diciembre. Tras la primera votación fallida por requerirse mayoría absoluta, Urkullu fue designado al día siguiente por mayoría simple del grupo nacionalista. Mintegi cosechó los 21 votos de la coalición abertzale y el resto de la Cámara se abstuvo. No hay más opciones. Los 75 parlamentarios solo pueden decantarse, tras llamamiento público y de viva voz, por uno de los candidatos propuestos, o abstenerse. No existe el voto en contra.

Las dos legislaturas anteriores fueron Juan José Ibarretxe y Patxi López los que se midieron en el pleno. Aunque, en ambos casos, 2005 y 2009, el resultado se conocía de antemano, los aspirantes se valieron de los 90 minutos de intervención que concede la Cámara para exponer su proyecto. El candidato jeltzale se impuso en la primera ocasión en segunda vuelta, con 34 votos sobre 33. Y el socialista consiguió cuatro años más tarde la mayoría absoluta gracias a los votos del PP.

El artículo 165 del reglamento del hemiciclo es el que regula una fórmula que desde 2009 es completamente transparente, ya que se cambiaron las papeletas por un sistema de voto público, a viva voz desde cada escaño, que además de agilizar los tiempos evita apoyos ‘secretos’ o ‘inesperados’ como esos diez votos (aún sin dueño reconocido) que permitieron hace unas semanas al PP hacerse con la mayoría de la Mesa del Congreso.

Nombre o abstención

En caso de que solo haya un aspirante, como ocurrió en 2001 con Ibarretxe, el procedimiento es similar. Los aforados deben optar entre su nombre o la abstención, una fórmula que por ejemplo en aquella ocasión llevó al candidato del PNV a obtener, en primera vuelta, más votos en blanco que a favor. Al día siguiente, en segunda, sumó tres apoyos más de Ezker Batua y logró superar por la mínima la abstención del resto de la Cámara (salvo Euskal Herritarrok, que como desde el año 80 había hecho HB, no votó). Tampoco hubiera importado que se diera ese escenario, ya que el voto en blanco no puede interpretarse legalmente como una mayoría de bloqueo. De este modo, en los plenos con un único candidato, éste tiene garantizado su nombramiento, cuente con los apoyos que cuente. Y solo si hay más de uno, cada aspirante deberá procurarse respaldos previos para que en la votación el nombre de su rival no sea pronunciado más veces que el suyo.

Ni siquiera el empate entre dos aspirantes es sinónimo de parálisis. El reglamento recoge que «de persistir el empate, la presidencia (…) establecerá el calendario para las sucesivas votaciones» hasta que uno logre inclinar la balanza y salga designado.

Sorpresas

El sistema de elección vasco, no obstante, no cierra del todo la puerta a las sorpresas. En dos de las diez legislaturas desarrolladas hasta ahora no ha sido nombrado el candidato más votado. La primera vez, en 1986. El PSE con Ramón Jáuregui a la cabeza renunció a presentarse pese a ganar los comicios en favor de Ardanza, con quien estableció una coalición de gobierno. Y, más recientemente, en 2009, el socialista Patxi López con el apoyo del PP desalojó a Ibarretxe de Ajuria Enea pese a quedar por detrás suyo en las urnas.

La posibilidad de que varios candidatos midan sus fuerzas al mismo tiempo en el debate obliga a atar pactos de antemano o, al menos, a asegurar la ausencia de mayorías alternativas, si los aspirantes quieren evitar sobresaltos de última hora. Ibarretxe, en su caso, fue plenamente consciente días antes de que sus apoyos no bastaría para reeditar otro mandato, como así se constató.

Sánchez hubiera salido

La fórmula empleada en el Parlamento Vasco desde la segunda legislatura -en la primera, aún sin reglamento aprobado, se votó ‘sí’, ‘no’ o abstención- difiere ostensiblemente del método empleado en el Congreso, donde solo un candidato se somete en cada sesión a la votación de investidura en la que los diputados tienen la opción de darle su apoyo, negárselo o abstenerse. El sistema vasco, por ejemplo, habría posibilitado un ‘cara a cara’ tras el 20 de diciembre entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en el que según el pacto cerrado entonces por el líder socialista con Ciudadanos hubiera sido investido. También facilitaría, en el contexto actual -en el que pocos se atreven a descartar unas terceras elecciones-, que el candidato del PP fuera designado presidente con el respaldo mínimo de sus 137 escaños, en caso de ser el único aspirante.

En Euzkadi, la elección del jefe del Ejecutivo vasco no garantiza, no obstante, la gobernabilidad durante los cuatro años de mandato. Un asunto, esta vez sí, que dependerá -también a partir del 25-S- de los acuerdos que alcance el futuro lehendakari, en una Cámara con nuevas fuerzas políticas y con un reparto de escaños no apto para cinturas poco flexibles. Será la hora de demostrar que esa «cultura de pacto» que tanto el PNV como el resto de fuerzas políticas presumen de tener interiorizada en Euskadi desde los años 80, sigue vigente y servirá para que, ya que el bloqueo no puede llegar por la vía normativa, tampoco lo haga por la vía política.

Sistemas de investidura

PARLAMENTO VASCO

Candidato. Los grupos del Parlamento Vasco deben proponer, 72 horas antes del pleno, a sus candidatos.

Pleno. El artículo 165 recoge que el o los candidatos exponen su programa de gobierno, y se abre el debate con el resto de grupos.

Votación. Es nominal y pública, a viva voz. Los parlamentarios deben optar entre el nombre de un candidato y la abstención. Si ninguno alcanza la mayoría absoluta, en el plazo de 24 horas será elegido/a el que obtenga el mayor número de votos. En caso de empate entre las candidaturas más votadas, se volverá a votar 24 horas después. Si persiste, la presidencia, con la Mesa y la Junta de Portavoces, establecerá un calendario para las sucesivas votaciones.

CONGRESO

Candidato. Previa reunión con los grupos, el Rey nombra a un candidato a la investidura.

Pleno. Según el artículo 171 del reglamento, el candidato expone su programa y solicita la confianza.

Votación. La última se realizó de viva voz, y los diputados tienen opción de elegir entre el ‘sí’, el ‘no’ o la abstención al candidato propuesto. Si en ella el aspirante obtuviera el voto de la mayoría absoluta del Congreso, se entenderá otorgada la confianza. Si no, se procederá a una nueva votación 48 horas después, y se requerirá mayoría simple.

Investidura fallida. El artículo 172 recoge que si la primera investidura es fallida, se tramitarán sucesivas propuestas. Y si en dos meses nadie obtiene apoyos suficientes, se convocan elecciones. Amaia Chico.

 

 

 

AQUEL LEHENDAKARI DONOSTIARRA

Miércoles 7 de septiembre de 2016

Jesus Maria LeizaolaEl 7 de Setiembre de 1896, nació en la Calle Getaria de San Sebastián, Jesús María de Leizaola. Este miércoles hubiera cumplido 120 años. Y lamento no se le haya recordado salvo por el artículo escrito por José Manuel Bujanda. Pero en Gipuzkoa nada de nada.

Trataré 120 años después, de contar las que recuerdo, de una persona que fue referencia institucional y del nacionalismo. Y que en Bilbao, laUniversidad de Deusto, sigue sin reconocer que gracias a él, el edificio actual sigue en pie.

Santiago Aznar, quien fuera Consejero de Industria del Gobierno Vasco recordaba cómo una vez en un Consejo de Gobierno, en plena guerra, el Lehendakari Aguirre le dijo: «Jesús, tu hasta el siglo XVIII. Del XVIII en adelante nos ocupamos nosotros». También cómo, al caer Bilbao y quedarse Astigarrabia, oculto al estar perseguido por sus correligionarios, Aznar y el propio Leizaola como miembros de la Junta de Defensa, le comentó que le gustaría quedarse escondido entre la población, para ver cómo era la entrada de los sublevados en Bilbao y luego huir por monte. Astigarrabia por su parte, recordaba a Leizaola siempre con un libro y Juan Manuel Epalza contaba cómo, derrumbándose Francia en 1940, consiguieron él, D. Alberto de Onaindia y Landaburu una entrevista con el primer ministro francés para contarle el caso del Lendakari Aguirre que había desaparecido en Ostende y cómo Leizaola se le puso a hablar de Enrique IV de Francia y Navarra.

¿Anécdotas? Mil. No era pues un político a la manera tradicional. Cálculo, maniobra, previsión, o puñalada, no estaba en su proceder. Lo suyo era la reflexión, el análisis, una cierta intemporalidad, la presencia, la prudencia, pero asimismo la firmeza y la consecuencia.

Cuando dejó de ser parlamentario vasco en 1981, en el restaurante Portalón de Gasteiz, todos los grupos políticos le ofrecimos una despedida. Cada representante vasco contó alguna vivencia con Leizaola. Recuerdo que Mario Onaindia, relató como en 1977, estando Leizaola todavía en París, fue a visitarle con su organización EIA. Argumentaba Onaindia, que si su grupo quería entrar en el país, a hacer política, tenía que ir asumiendo todas las realidades, y una de ellas era, el gobierno vasco en el exilio.

Pidieron una entrevista y el Lehendakari les recibió en París. Al parecer les empezó a hablar de la importancia de la revista infantil y del método «Kili-Kili». Los barbudos personajes no terminaban de creérselo. Ellos, los de la revolución pendiente, hablando de Kili-Kili en París. Y salieron malhumorados y con la sensación de irrealidad que parecía representar aquel anciano personaje, para ellos, una página del pasado. Y finalizaba Mario Onaindia:

«De repente me di cuenta que Leizaola representaba el país mucho mejor que nosotros. Porque nos hablaba de un hecho cultural, de los niños, de la recuperación de la lengua, de algo distinto a la política. Y capté que eso también era Euzkadi y que si no hablábamos de eso, nada haríamos».

Y es que Leizaola parecía una roca imperturbable. De ahí que la acción de los últimos días de Bilbao, descrita por Steer magistralmente, presenta un personaje clave, en un momento de terrible confusión y cómo con su sangre fría y su buen hacer, pudo remontar una dificilísima situación, impidiendo voladuras y crímenes indiscriminados. Una de estas destrucciones preparadas fue, la de la Universidad de Deusto. Este hecho ha pasado a la historia de esta casa de estudios, que no tuvo la generosidad de reconocer públicamente, con un doctorado «honoris causa» el que un hombre de bien, como Leizaola, impidiera su dinamitación. Pero así es la vida vasca. A Leizaola le entusiasmaba el estudio de la pesca de la ballena. Recuerdo cómo en 1976 se celebraba el cuarenta aniversario de la formación del Gobierno Vasco en Gernika. Había comenzado la transición política. Decidimos por tanto organizar un homenaje y que al mismo fuera invitado el presidente Tarradellas. Estando las cosas así, preparados los autobuses, el Prefecto suspende el acto público, pacífico e institucional. Conmoción.

Leizaola convoca una rueda de prensa en la Delegación de Bayona. Acudieron, a un acto del Gobierno Vasco, medios de comunicación, que durante cuarenta años habían tenido silenciada a la institución. Recuerdo al periodista Manolo Alcalá. Y Leizaola se puso a hablar de la pesca de la ballena, y, apenas de la prohibición. Lo relativizó, para no desmesurar la cuestión. Finalizada la rueda de prensa, me llevó a un despacho contiguo y enseñó un cuadrito donde estaba el texto escrito del Pacto de Bayona. Me mostró su firma. «Es la misma de hace cuarenta años. No he cambiado». Tampoco cambió en 1974. El PNV le sugirió la importancia de ir a Gernika, clandestinamente y hacer una manifestación pública bajo el Árbol. Sólo preguntó el día y la hora. Recuerdo cómo ese Aberri Eguna, mientras se celebraba la fiesta en el Centro Vasco de Caracas, un grupo que preparábamos las emisiones clandestinas de Radio Euzkadi, transmitiendo en onda corta, llamábamos a Donibane. El entonces consejero, Martín Ugalde, me relató el viaje, que transmitimos inmediatamente a través de radio. Recuerdo la emoción. «El Lehendakari, hoy, ha ido a Gernika, para animar a la juventud vasca a seguir la lucha y a ratificar su juramento ante el féretro de Aguirre, diciendo que ahí estaba su cargo para perfeccionarlo y ampliarlo». Años después, Segundo, el guía de la Casa de Juntas recuerda las molestias que sufrió por el terrible delito de permitir que, el presidente de los vascos, fuera a la Casa de Juntas, de incógnito, un día de «Aberri Eguna». Y eso es lo que hizo. Naturalmente, calladamente, humildemente…

Comenzada la transición, el EBB solía reunirse cada cierto tiempo con el Lehendakari en Beyris. Alentábamos estas reuniones, pues queríamos se reconociera la legitimidad fiel primer Gobierno Vasco. Leizaola bajaba de París, y mantenía su actividad política, mermada por el tiempo y por la rapidez con la que comenzaban a desarrollarse los acontecimientos. En una de estas reuniones, el Lehendakari nos contó una discusión que había tenido con Gonzalo Nardiz. Al final de la misma, Leizaola le había dicho que la diferencia entre él y Nardiz, era, que Nardiz creía que la política era como una especie de partida de ajedrez, con movimientos matemáticos de fichas, pero que para él la política era como el fútbol, habilidad libre, velocidad y chutar a gol.

Un pensamiento que parecía contradictorio con su reposada personalidad y esa simpática expresión que le dedicaba Irujo: «Sabes tanto, que das asco». Y es que Irujo y Leizaola discutían mucho, pero siempre respetuosa y amistosamente. Irujo era todo impulso y vitalidad. Leizaola reflexión, circunloquio y un cierto misticismo. Cuando un día, le presenté al periodista Gregorio Morán, diciéndole que era quien había escrito aquel libro sobre Adolfo Suárez, le dijo directamente: «No me interesan esa clase de trabajos». No nos extrañó que Morán le tratara con tanta dureza en su libro «Los españoles que dejaron de serlo».

En una oportunidad le solicitamos un trabajo sobre Doroteo Ziaurritz. Nos escribió un libro, que editamos. Nos pasó algo parecido a lo que contaba José Mari Barrenetxea de él: «Le pides la hora y te cuenta la historia del reloj».

Afortunadamente pudo vivir intensamente casi diez años desde su regreso del exilio en 1979 viajando por toda Euzkadi y por todas partes. Visitaba a sus hijas, iba de peregrinación a Jerusalén, acudía a todas las conferencias, en definitiva, no paraba como en esa búsqueda angustiosa del tiempo perdido. Recuerdo que la primera entrada en Madrid tras su regreso la hizo en el viejo CX que tenía el partido.

Lo conducía Iñaki Larreategui. Íbamos, además, Peru Ajuria y quien esto es­cribe. Al llegar a la calle de Alcalá el coche se estropeó. Quería empujar. Lógicamente no le dejamos. Y su entrada «gloriosa» en Madrid fue en un coche estropeado al que empujábamos Ajuria y yo.

Dio su charla en el Ateneo de Madrid, cenó con la Junta Extraterritorial y volvimos por Medinaceli porque a él no le gustaba volver por el mismo sitio por donde había ido. Lo mismo nos ocurrió en 1982, veinte años después del llamado «contubernio de Munich». Le acompañamos a un acto en la Generalitat a Barcelona. A la vuelta, en la autopista, y con suaves protestas de Mitxel Unzueta, volvimos por Huesca…

Su vida pública y privada era una urna de paredes de cristal, a prueba de balas de cualquier calibre. Con modestia, sencillez, gallardía y con gran espíritu de superación, viejo roble de Euzkadi de principios de siglo, representó una especie lamentablemente en extinción. La caballerosidad en la política y la honestidad a carta cabal.

Cuando se iba a celebrar el Juicio de Burgos, consiguió que por estar juzgados sacerdotes, el Vaticano no impusiera el criterio que éste fuera a puerta cerrada, sino todo lo contrario, logrando que por causa de esta medida quien estuviera en el banquillo fuera el propio franquismo. Religioso, quiso retirarse a una abadía y le convocó a tal efecto a D. Juan de Ajuriaguerra para mostrarle su voluntad. Ajuriaguerra llegó tarde a la cita y Leizaola cenó dos veces. Cuando le contó sus planes, fue éste el argumento que utilizó D. Juan para disuadirle: «Con semejante apetito no te admiten en ningún sitio». Afortunadamente así quedó todo.

Celebramos con él sus noventa años, que eran, uno menos que los del PNV. Y lo hicimos por todo lo alto. En el «Alderdi Eguna» de 1986 el izamiento de la ikurriña, de una concentración convocada con el lema «Noventa años de lealtad» fue el gran homenaje del Partido Nacionalista Vasco a quien le había servido de manera tan continua y desinteresada. Luchador político, STV y el PNV fueron el cauce de su acción. Sin abandonar ni un solo momento ese cauce madre, supo cumplir sus obligaciones y reclamar sus derechos en la lucha por la consecución del estatuto de autonomía y en la consecución de una democracia participativa que pudiera construir una sociedad abierta, pluralista, y de libre juego de las ideas.

En una oportunidad asistió en Madrid a una conferencia del Lehendakari Ardanza. Le vimos en el hotel y le invitamos a visitar el Congreso del que era el último diputado vivo del PNV de la legislatura de 1933. Al principio rechazó la idea. Posteriormente la aceptó argumentando que deseaba saber si en el despacho del presidente existía todavía el crucifijo que tenía Besteiro. Y por allí anduvimos siendo recibidos por Félix Pons. No estaba el crucifijo. Y él le recordó a Pons como tras una intervención, un diputado le agredió y el entonces presidente Besteiro le llevó a su despacho donde se fijó en el crucifijo.

Así como a Irujo, le preparamos su vuelta del exilio en avión. Fletamos un charter de Aviaco y le recogimos en París. Cerró la Delegación Vasca y con la misma naturalidad se aprestó a un recibimiento multitudinario, tanto en el aeropuerto, en el trayecto, como en San Mames. ¡Cómo distaba ese momento y esa expectación con su exilio y su viaje clandestino en 1974!.

Un viejo gudari, al llegar escribió algo que resume, toda una vida cargada de realizaciones: «Jesús María de Leizaola está ahí, erguido, de pie, sin flaquezas, sin desmayos, sin extravíos ideológicos causantes de traumas, y de amnesias, sin odios que anulan y amargan, fraterno, terco en la defensa de sus posiciones políticas y sindicales, caballero de la amistad y la fraternidad combatiente, que se forja al calor de las vicisitudes de todas las horas, de las buenas y de las malas, sectario en el buen sentido de la palabra, porque se consideró, y lo fue, un hombre honesto, leal y puro, aferrado a una bandera, a un programa y a una causa».

Ya de vuelta comenzó su periplo continuo. Parlamentario vasco en 1980 participó con su autoridad moral para que, cuando fuimos secuestrados en el Parlamento Vasco, defender la institución con firmeza y energía.

Mucho se podría estar hablando de Leizaola y de lo que representó. No está ya con nosotros y nos encontramos, un poco, como un árbol con las raíces al aire. De todas formas este homenaje al Lehendakari en el 120 aniversario de su nacimiento en Donostia, es solo un apunte sobre quien fue tanto en la vida política vasca.

Y no debemos perder la esperanza en ver renacer este tipo de hombres, en quien se puede creer porque acostumbran honrar sus palabras con sus actuaciones. Con los hechos. No participan del carnaval de caretas y antifaces. Son sencillamente ellos mismos. Tienen una sola identidad. Una sola. Por eso el PNV se enorgullece de haber tenido entre sus filas a un hombre cabal como el Lehendakari D. Jesús María de Leizaola.