Domingo 19 de noviembre de 2017
Una de las cuestiones que más nos han diferenciado de la manera de hacer política en relación con los catalanes, desde los primeros balbuceos democráticos, es que ambos pueblos tenemos fines iguales aunque tácticas y estrategias distintas. Fusilado Companys y fallecido el presidente del Parlament Josep Irla en el exilio, Tarradellas dio una patada a todo lo institucional republicano existente y se erigió en President de la Generalitá en el exilio. Le molestaba que a diferencia suya, quijotescamente, mantuviéramos no un Lehendakari solitario, colgado como una lámpara, sino un gobierno vasco en el exilio con republicanos, socialistas, y nacionalistas que convocaban Aberri Egunas, huelgas, mantenía la representación y el relato. Lo institucional como pebetero encendido por encima de cualquier otra consideración y que además durara la friolera de 43 años.
Tarradellas, un manipulador nato y un hombre de poder, lo primero que hizo fue proponerle a Suárez su vuelta como President en 1977 para ostentar, aunque fuera la cáscara vacía de una presidencia, que no era más que la entonces Diputación de Barcelona, pero como le gustaba el protocolo, es verdad que le dio un aire de importancia a la tarjeta de presentación Molt Honorable que era como el de esos palacios que solo tienen fachada. Y los catalanes se entusiasmaron y gritaron en la calle “Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía “ y se pusieron como locos al verle en el balcón de la Generalitá y oírle gritar aquello de “Ciutadans de Catalunya, !Ja soc aquí!”. Pensaron que volvían Maciá y Companys, y, en el referéndum constitucional votaron si a la Constitución un 90,46% de catalanes y Tarradellas fue nombrado Marqués de Tarradellas, aunque unos pocos le tildaron de ser el auténtico Petain catalán. ¿Alguien se imagina a Leizaola saludando en Gernika como Marqués?. Pues eso.
Nosotros, como el buey y sin meternos en peleas entre comunistas y socialistas, mantuvimos aquella legalidad republicana que nos había permitido nuestro primer estatuto de la historia y le pedimos al Lehendakari Leizaola que se mantuviera en Paris hasta lograr un estatuto parecido o superior al del 36.Fallecido Aguirre en 1960, Leizaola tuvo el mérito de aguantar como un jabato 19 años más su gobierno de sombras y con su viejo sombrero y su inevitable paraguas y yendo en Metro todos los días a la rue Singer de Paris y abrir aquella Delegación, mantuvo la dignidad de la antorcha encendida, algo que molestaba terriblemente a Tarradellas.
De la muerte de Franco a la aprobación del estatuto de Gernika, no paramos de escuchar a nuestros mayores que debíamos conseguir un texto similiar, conseguir la devolución del Concierto para Gipuzkoa y Bizkaia y, con ironía, lograr que el Capitán General de la Sexta Región Militar pasara de Burgos a Bilbao, para tenerle vigilado. Y viéndolo hoy con perspectiva, podemos decir que la historia de aquellos años, es la historia de un éxito de la posibilista acción política del nacionalismo para sacar desde menos cero, un país que estaba en la lona. Es verdad que nos equivocamos no presentando candidatura como PNV en Navarra en 1977 y que no supimos ver en lo que se iba a convertir un sindicato como Ela, nacido del vientre del PNV en 1911, que muy pronto creyó que lo suyo no era la lucha sindical sino convertirse en un contrapoder político, en una rama más de aquella HB, y hoy de Sortu. Sin embargo, aquel team de diputados y senadores logró una Disposición Adicional, una extraordinaria percha y la devolución del Concierto, frente a una clase política catalana que decía que era una antigualla así como un estatuto de Gernika con la puerta abierta de su Disposición Adicional que dice que “la aceptación del régimen de autonomía no implica renuncia a los derechos que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de su historia”. Ahí queda eso, como modelo de inteligente lucha política que, desde luego, si hubiera sido por los Txiki Muñoz, los Otegi, los Argala, los Artapalo y los Iruin de turno y su revolucionaria visión de la jugada, estaríamos criando malvas.
Por eso en 1978 y en uno de aquellos momentos de miseria total, de negación absoluta de todo, con ETA haciendo barbaridades, el rayo de una democracia insuficiente en gestación encendió la ilusión del PNV. Era una oportunidad histórica envuelta en gravísimos problemas. El presidente del EBB, Carlos Garaikoetxea, en la Asamblea de Iruña que decidió nuestra abstención constitucional dijo claramente que de poco nos serviría la recuperación de un poder político para Euzkadi “si nos encontramos con una patria espiritual y materialmente arruinada. De poco nos servirá a los vascos obtener los resortes para preservar nuestra propia identidad, si la identidad del hombre vasco ya no existe o perece trágicamente distorsionada. El sufrimiento infligido a nuestro pueblo por el fascismo, las reacciones provocadas por la dictadura en las mentes y en la conducta de muchos vascos, han conducido a nuestro país a una situación tal de conmoción que hay que detener. El hábito de la violencia, el caos ideológico que nos rodea ,el retroceso dramático del euskera en algunas áreas de Euzkadi, a pesar del milagro de las ikastolas ,la situación de nuestra industria y la falta de una nueva generación de hombres emprendedores que impulsen nuestra maltrecha economía ,el desastre ecológico ,el enfrentamiento irreconciliable arteramente fomentado por la derecha navarra en torno a la cuestión vasca ,constituyen una difícil herencia cuya resolución debemos afrontar con decisión”.
Tal era la desastrosa situación que un hombre de una pieza como Juan de Ajuriaguerra viéndose morir escribió en 1978 dos cartas al presidente del Congreso Álvarez de Miranda para que supiera que él, si su voto se requiriera, votaría si en una y en otra carta decía que abstención a la actual Constitución. Nunca NO. Aqella generación sabía lo que era España y sus cloacas y su visión unitaria del estado y sabía que la violencia de ETA era un terrible lastre político y ético y que se imponía la política de comerse el elefante a bocados. Sabía también que esa Constitución debía concretar ese modelo democrático, en el que tenían que caber los anhelos de libertad tanto de los individuos como de los pueblos que componen el estado, pero todos sabíamos que iba a resultar más fácil que prosperara el respeto a los derechos del individuo, que el reconocimiento efectivo de los derechos nacionales ,como así fue aunque logramos la distinción entre nacionalidad y región y la famosa Disposición Adicional y poder abordar la situación de Navarra a partir de un reconocimiento real de nuestros derechos originarios, sobre la base de un restablecimiento pactado entre el estado y la representación del pueblo vasco de dichos derechos, y con la garantía de que jamás la administración española unilateralmente violaría los mismos.
Por eso y ante un logro parcial nos abstuvimos a diferencia catalana. Pero teníamos que vivir y comenzamos a transitar un camino difícil, mientras ETA asesinaba, HB callaba y ELA distorsionaba casi todo sabiendo que la democracia no había llegado al ministerio del Interior, que la Justicia española no era ni es independiente, que el Rey era una herencia de la dictadura, que el café para todos fue un ardid, que el 23 F nos tenía en el punto de mira, que la Loapa sigue existiendo, que la acción exterior estaba muy condicionada por políticas imperiales, así como una política industrial con pies de barro y fuegos artificiales.
No necesitábamos que se nos dijera los inconvenientes y lagunas de aquel estatuto de Gernika, como se dijo hace veinte años en Gernika diciendo que estaba muerto, ni nos recordaran que debíamos encima lograr su cumplimiento en base a apoyos al gobierno central. Lo sabíamos y lo sabemos, sin que estos nuevos maestros ciruela que han apoyado muertes, secuestros, chantajes, persecuciones nos lo dijeran. Pero no había otra alternativa para sacar a este pueblo adelante. Sin Concierto Económico y sin abordar la agonía del euskera, este pueblo se nos moría.
Txiki Muñoz nos anuncia una nueva ofensiva contra el estatuto y contra el PNV. Nada nuevo bajo el sol. Quiere hacerlo con LAB “en defensa de un proceso soberanista unilateral y social”. Que lo hagan, al calor del centenario de la revolución rusa que están celebrando. Se creen bolcheviques de salón, pero el ciudadano vasco debe saber que si hubieran estado al frente desde 1977 hoy Euzkadi sería una región española y no una Nación Vasca en recuperación de su futuro gracias a la consolidación de sus constantes vitales. Tan sencillo como eso.