Martes 8 de octubre de 2019
Es una historia que no vives todos los días. Pero es una realidad. Este martes en Sabin Etxea y presididos por Mikel Burzako y con José M. Etxeberria y Kepa Rekakoetxea hemos recibido a dos monjas ortodoxas rusas de la región rusa de Carelia, fronteriza con Finlandia. Venían con una traductora y dos ” niñas de la guerra” (86 años) que eran una bomba. Simpáticas, habladoras, movidas, entusiastas, cargadas de miles de historias y protestando porque e habla poco de lo que ellos vivieron en Rusia y de como Stalin se negó a que las adoptaran para poder entregarlas de nuevo a la posible III República española.
El asunto versa sobre la actuación de la abadesa y monjas que habitan en el Monasterio de Syandebskogo en la Región de Karelia, con respecto a los niños de la guerra que murieron luchando contra el fascismo en las tierras rusas que los acogieron en 1937. Estas monjas ortodoxas rusas han desarrollado una gran labor humanitaria y de dignificación honrando con un monumento a los menores republicanos que perecieron en 1941 en aquellos frondosos bosques.
El emotivo y sorprendente acto de inauguración se desarrolló en el claro de un intrincado bosque, en la región de Karelia, en las inmediaciones de Siandeba, en el distrito de Olonetski. Una decena de monjas ortodoxas rusas vestidas de negro marcharon silenciosas en procesión sosteniendo en el aire los retratos de 11 chicos republicanos españoles que perecieron en estos olvidados parajes en 1941 tras marchar al frente voluntarios a luchar por la URSS en contra del nazismo. La ceremonia sin precedentes conmocionó a María Teresa Casero, la presidenta del Centro Español de Moscú y vocal de la Junta Directiva de AGE, y a sus compañeras del CEM.
El monumento consiste en dos lápidas de mármol negro sobre las que están grabados los nombres de 23 vascos —aquellos cuya identidad está confirmada ya documentalmente, aunque solo disponían fotos de 11— que lucharon en Karelia en las filas de unas milicias populares —la tercera división Frunze—. En aquellas milicias se alistaron en masa como voluntarios, los chicos del Politécnico la mayoría vascos, en parte aquellos que, por su edad, no fueron evacuados de la caída de niños de Leningrado junto con otros menores residentes en casas de niños en aquella ciudad cuando Alemania invadió la URSS. Alekséi Kolodéznikov, jefe del grupo de búsqueda Línia Fronta (Línea del Frente) de San Petersburgo, calcula que entre 74 y 78 españoles murieron en el frente de Karelia y ha reunido los nombres de 62.
La iniciativa de fijar los nombres de los que perecieron en la zona de Siandeba pertenece a las monjas del monasterio de la Asunción y, en concreto, a la madre Varvara, la abadesa de esta comunidad ortodoxa cuya espartana vida discurre retirada del mundo a unos 300 metros del nuevo monumento. Es la que aparece en la fotografía en la mitad. En septiembre pasado en Moscú, la madre Varvara explicó que la historia de aquellos chicos voluntarios «conmovió» a las hermanas.
La abadesa fue una de las participantes en una rueda de prensa en la agencia Tass, en la que participé también Dolores Cabra, Secretaria General de AGE, y en la que se reveló el hallazgo de los restos de Martín Peña Sentoria, vasco de Bilbao identificado en los últimos 10 años por Linia Fronta. En 2016 en una operación en los bosques de Siandeba, los grupos Línea Fronta y Patriot hallaron los restos de 14 combatientes y, de ellos, cuatro fueron identificados. Peña fue uno de ellos gracias a un medallón que portaba con sus señas personales contenidas en una cápsula.
Los combates en los que pereció el vasco ocurrieron en agosto de 1941. Estando herido quedó oculto en el suelo con una granada de mano que estalló cuando vio avanzar un tanque de los nazis situándose bajo el mismo. Fue una muerte heroica la de este joven vasco que nunca pudo regresar a su tierra
De Martín Peña apenas se sabe nada, excepto que nació en 1923 y que antes de llegar a la casa de niños de Leningrado había pasado por Odessa, tras llegar a la URSS en 1937, con 14 años.
En Siandeba hay un memorial a los caídos en la guerra de la URSS contra la invasión nazi y allí, en una tumba colectiva están los restos de tres de ellos hallados anteriormente, pero la madre Varvara, deseó que éstos tuvieran un lugar especial propio en su memoria.
En los bosques de la zona, casi intransitables e invadidos por los mosquitos e insectos, todavía se ven las huellas de las trincheras y las pertenencias (trozos de ropa, calzado y equipo) de quienes aquí combatieron y murieron. A consecuencia de la guerra civil española llegaron a la URSS un total 2895 niños entre tres y 15 años. En la actualidad en Rusia los pocos que sobreviven son ya nonagenarios pero siguen defendiendo el Centro Español de Moscú con la ayuda de los hijos y las entidades de memoria como AGE, que los representa y apodera. Personalmente he estado dos veces en él.
Es a propósito de estos hechos que nos han visitado y han estado con la organización de la Memoria Vasca, Gogora, en su breve estancia que han pasado en Bilbao la madre abadesa Varvara y una de las monjas, quienes querían conocer la tierra de esos niños que con tanta grandeza y generosidad dieron su vida luchando contra el fascismo en tierras rusas. Esta visita es en reciprocidad a la que hicieron las niñas de la guerra y representantes del Centro Español de Moscú. Llegaron en tren (no han subido nunca en avión y le tienen respeto) desde Petersburgo hasta París y desde allí a Bilbao el 4 de octubre y regresan vía Niza (al no haber billetes desde París) el día 12.
En Bilbao les han acompañado en la visita, que las ha dejado molidas, las niñas de la guerra Vitori Iglesias y Azucena Fernández, dos señoras ya viudas que han disfrutado contándonos sus vivencias en aquel país, salpicando su castellano con el ruso que lo hablan perfectamente.
Esa es también parte de la historia de Euzkadi.