Martes 24 de diciembre de 2019

Hoy es Nochebuena y he visto en una tienda en el Arenal una cola inmensa de gente comprando croquetas. He pensado si se ha sustituido las angulas por las croquetas o por qué esas croquetas no se han comprado hace una semana sin cola, como si regalasen las mismas. Y he pensado que esta sociedad está perdiendo un poco el buen juicio. Pero es mejor hacer cola para comprar croquetas que hacer cola como en Caracas para que te den un pernil comprado en Rusia, si previamente tienes el carnet de la Patria de Maduro, y algunos de ellos putrefactos. Es la diferencia entre una dictadura y una democracia. La única solución que tienes si no quieres el obligatorio pernil es el irte del país en dictadura y en democracia sustituir las croquetas por lengua en salsa.
El anuncio de un 2020 en mejor situación económica, la mejoría económica de Euzkadi a pesar de todo y de un sector en paro, el impresionante fortalecimiento de su clase media, el desarrollo del país impulsado tanto por la acción gubernamental como por el esfuerzo de los industriales, agricultores y trabajadores vascos ; la correlación de fuerzas en el campo internacional y la creciente presión de los pueblos sometidos a ideologías unitarias, hacia una recuperación de su libertad, son factores de garantía de la estabilidad democrática en nuestro país a pesar de todas las malas profecías que nos rodean.
Por ello, el miedo que se ha tratado de des¬pertar últimamente por parte de la caverna ante el resultado — ¿en qué medida cierto?— de algunas encuestas, me pa¬rece obedecer más a maniobras políticas pree-lectorales que a una realidad amenazante.
Los vascos tenemos que acostumbrarnos al choque de las ideas, a las fluctuaciones de la opinión pública y a la progresiva orientación de las sociedades modernas hacia una mayor participación de todos en las riquezas engendradas por el esfuerzo de todos.
Es necesario que tengamos siempre presente que ningún régimen de libertad, medianamente solvente y medianamente eficaz, ha sido jamás destruido por la subversión interna. Esto es una verdad histórica. Las revoluciones, como las enfermedades, sólo prosperan en los organismos debilitados y éstas, como aquéllas, son resultantes no causas.
Por otra parte, tampoco debemos olvidar que la democracia, como las mesas, necesita un mínimo de tres patas para mantenerse sólida¬mente sobre el suelo. En consecuencia, la exis¬tencia de fuertes grupos de izquierda lejos de debilitar el sistema de libertad en que vivimos, contribuyen al contrario, a mantener un sano juego y proveen de válvula de escape positivo a las energías renovadoras que se van acumulan¬do en el subsuelo social, y que de ser yuguladas o anquilosarían el funcionamiento del país o es¬tallarían destruyendo su equilibrio, aunque por parte de Sortu tiene un larguísimo camino que recorrer para ser homologado democráticamente y no solo por su nefasto pasado sino por su actuar adolescente.
La libertad es una conquista cotidiana que solamente puede ser alcanzada por los pueblos sin miedo. Es un bienestar incómodo, un hermoso equilibrio inestable que presupone, como fundamento, el aceptar serenamente el riesgo, la crítica y hasta el enceguecido apasionamiento de los otros.
La libertad se pierde cuando se pierde la con¬ciencia de que ella es logro colectivo y no de un gobierno o de un partido o de un hombre. Vive en la multiplicidad de las convicciones, en las luces y sombras de la existencia humana, en el convencimiento sin reservas de que todo hombre y toda mujer tienen el derecho sagrado de ser lo que son, de pensar como quieran y de expresar ese pensamiento y de tratar de llevarlo a la realidad.
Quienes creemos en la libertad y en la democracia, estamos obligados a jugar limpio aun cuando sospechemos que nos están jugando sucio y debemos hacerlo sin miedo, con orgullo y hasta con desenfado, porque la historia de-muestra que el único anhelo permanente de la humanidad, hacia cuya realidad marcha a pesar de todas las caídas, es el anhelo de vivir libremente, en una sociedad de hombres y mujeres libres.
Jamás el cobarde será un hombre libre, ni jamás el valiente dejará de serlo.
Por eso prefiero las croquetas del Arenal al Pernil gratis de Maduro.