Los paraguas no son para el exilio

Viernes 4 de diciembre de 2020

La Fundación Sabino Arana tiene un buen archivo que continuamente mejora. Sus dependencias siempre están llenas de historiadores, estudiosos, gente que busca datos. Y por eso es bueno que la documentación no se pierda. Tiene al frente historiadores que catalogan y archivan el material donado.

Suelo ir cada cierto tiempo. Ayer tocó y llevamos  seis archivadores, una carpeta con el debate de Investidura de Felipe González de 1986 y una colección de bastones y paraguas del exilio. Había uno de avellano con ikurriñas bordadas en el pomo francamente bonito. Y, en las carpetas, un poco de todo. Correspondencia de José M. Lasarte a Rezola, carpeta de Ceferino de Jemein, actas de reuniones con Indalecio Prieto y personalidades inglesas  que tenía en una caja que rescatamos Peru Ajuria y yo en un viaje que hicimos a Paris a la Delegación de la Rue Singer. Encontré actas del BBB presidido por Juan de Ajuriaguerra de 1977, documentación del Movimiento Europeo y de los Federalistas, publicaciones de todo tipo, correspondencia con gudaris, peleas  con Margallo, correspondencia y actas de los primeros viajes permitidos en 1976 y 77.

Todos tenemos en casa una fotografía, una publicación, una carta, algún recuerdo. En la Fundación lo reciben con interés y queda al servicio de la historia del país. Animo a entregar documentación.

¿En qué  sitio va a estar mejor?.

La protesta mundial que montamos los vascos

Jueves 3 de diciembre de 2020

Al ser el juicio a puerta abierta hubo tiempo de movilizar la opinión mundial. El franquismo comenzaba a entrar en agonía, aunque todavía le quedaban cinco años, y el Juicio de Burgos fue la espita que al saltar movió la opinión mundial para salvar 16 vidas y para protestar contra el franquismo.

Para aprovechar políticamente el juicio ETA secuestró el 1 de diciembre de ese año al cónsul honorario de Alemania en San Sebastián Eugen Bheil, equiparando su suerte a la de los procesados sobre los cuales pendía la pena capital, lo que atrajo aún más la atención internacional. Sin embargo, los encausados celebraron una reunión poco antes de comenzar el juicio y decidieron condenar el secuestro por entender que podía perjudicar a las movilizaciones en curso al desviar la atención del mismo.

En Catalunya el 12 de diciembre, trescientos artistas e intelectuales catalanes se encerraron en la abadía de Montserrat y lanzaron un manifiesto en el que pedían la amnistía total, libertades democráticas y el derecho a la autodeterminación. En Madrid un centenar de abogados se encerró en el Palacio de Justicia, y en León, durante el Congreso de la Abogacía española se leyó un comunicado de los presos vascos y se aprobaron, entre otros puntos, la desaparición de las jurisdicciones especiales y la abolición de la pena de muerte. También se produjeron en toda España y en Euzkadi, encierros y manifestaciones multitudinarias contra este proceso y pidiendo la libertad de los procesados, así como protestas universitarias y otras manifestaciones relacionadas con conflictos sociolaborales que sumaban a sus reivindicaciones la demanda de amnistía. En Europa las informaciones y editoriales en los  medios de comunicación a favor de los encausaos incluyeron el apoyo de intelectuales como Jean Paul Sartre. Paralelamente  se produjeron movilizaciones de protesta contra la dictadura franquista en distintas ciudades europeas y sudamericanas, así como ataques a delegaciones y embajadas españolas. En Caracas, fue Euzko Gaztedi del Centro Vasco de Caracas quien dirigió la manifestación ante la residencia del embajador y ante el consulado español en la calle Sabana Grande. Pedimos permiso en nuestros trabajos y universidades para movilizar a todos los vascos de Venezuela logrando que desde el Presidente de la República a los diputados y hasta a los  estibadores, se solidarizaran con la protesta resumida en lo que el diario El Nacional publicó como editorial. ”Bolívar, nieto de vascos”. Aquellos fue un detonante tremendo para movilizar a todo el mundo.

Ante aquella protesta internacional, el almirante Carrero Blanco se dirigió a las Cortes españolas el 21 de diciembre en su calidad de vicepresidente del Gobierno afirmando que cualquier foco de subversión sería desarticulado. A lo largo de su discurso trató de explicar cómo el terrorismo no era consecuencia de circunstancias internas, sino la estrategia que el comunismo seguía para suscitar múltiples guerras simultáneas, consecutivas y entrelazadas.

Celebradas aquellas navidades con semejante tensión  el 25 de diciembre de 1970, ETA liberaba al cónsul alemán y el 28 de diciembre el fiscal hacía públicas las sentencias con la confirmación de las seis penas de muerte iniciales y tres más, en total nueve sentencias de muerte, quinientos diecinueve años de cárcel y multas por valor de seis millones de pesetas. Pero fue tal el clamor internacional que el dictador a sabiendas que la clemencia sería interpretada como debilidad, el 29 de diciembre se reunió el Consejo del Reino y el 30 el Consejo de Ministros en El Pardo, acordando por unanimidad conmutar las penas de muerte por las inmediatamente inferiores en grado.

Siete años más tarde, todos los procesados conseguirían la libertad tras la amnistía general de 1977 y aquellos cinco condenados por asesinato antes de ser amnistiados, fueron expulsados de España (Izko, Uriarte, Onandia, Larena y Dorronsoro).

Le salió muy mal aquel juicio a la dictadura gracias a que todos trabajamos para que los 16 condenados salvaran sus vidas, incluyendo a nuestros dos ancianos que se fueron a Roma y  que este mundo jamás ha reconocido su empeño.

Fue la victoria de una causa justa, dijo el Lehendakari Leizaola desde Paris.

Saratxaga e Intxausti consiguieron las fotografías de los 16 juzgados

Miércoles 2 de diciembre de 2020

Hace cincuenta años. Nada menos. Pero aquello marcó un hito. ETA salió reforzada como fuerza antifranquista. El mundo apoyó que Franco indultara a los condenados. Ayer conté como la gestión del Lehendakari Leizaola y de Joseba Rezola en el Vaticano con objeto de  que el juicio fuera a puerta abierta, ya que había encausados dos sacerdotes como Etxabe y Kalzada hizo que aquella repercusión mundial presionara al régimen y salvaran su vida.

Y si ustedes se fijan, en todos los reportajes que se están haciendo, no se dice nada de este dato capital. Esto sucedió el 3 de diciembre de 1970 en la ciudad de Burgos. Fue un juicio sumarísimo contra dieciséis miembros de ETA acusados de los asesinatos de tres personas durante la dictadura. Fueron estos: Eduardo Uriarte, Jokin Gorostidi, Xabier Izko de la Iglesia, Mario Onaindia, Xabier Larena, Unai Dorronsoro, Bittor Arana, Josu Abrisketa, Ione Dorronsoro, Enrique Gesalaga, Jon Etxabe, Gregorio López Irasuegui, Itziar Aizpurua, Julen Kalzada, Antton Karrera y Arantza Arruti.

Los hechos juzgados se remontaban al año 1968. El 2 de agosto de aquel año era asesinado el policía torturador Melitón Manzanas, jefe de la Brigada de Investigación Social (policía política secreta del franquismo) de la comisaría de San Sebastián y primera víctima premeditada de la historia de ETA.

El 7 de junio había sido asesinado José Pardines, agente de la Guardia Civil, al interceptar a dos miembros de ETA en un control de carretera. A raíz de estos hechos el gobierno español declaró el estado de excepción en Gipuzkoa primero y después en todo el estado español. Las detenciones masivas desencadenadas durante esos años consiguieron que para el otoño de 1969 estos dieciséis miembros de ETA ya estuvieran presos.

A los imputados se les acusaba asimismo del asesinato del taxista Fermín Monasterio así como de otros delitos, como atentados y robos, que según la acusación les habían reportado un botín de más de treinta millones de pesetas. Los hechos juzgados eran considerados un ataque al régimen español, por lo que fueron acusados genéricamente del delito de “rebelión general continuada” llamando la atención el elevado número de encausados, dieciséis, entre los que se encontraban tres mujeres y dos sacerdotes, así como las penas solicitadas, seis penas de muerte y 752 años de cárcel.

La vista del “Sumarísimo 31/69” se celebró del 3 al 9 de diciembre de 1970 en la sala de justicia del Gobierno Militar de Burgos y el tribunal militar deliberó 18 días en sesión ininterrumpida pero como la jurisdicción castrense en lugar de desglosar los hechos, supuestamente delictivos, se empeñó en acumularlos en un único sumario, para que una condena masiva proyectara una mayor ejemplaridad, la oposición mediática de la época explotó los errores acumulados.

Aquel juicio tuvo una inmensa repercusión en el mundo y como se necesitaban las biografías y las fotografías de los encausados, los activistas del PNV en la clandestinidad, Txomin Saratxaga y Jokin Intxausti recorriendo casa por casa la de todos los 16 juzgados solicitando a sus familias datos y una fotografía. Mientras uno subía a cada piso, el otro esperaba abajo con el coche encendido y así consiguieron ofrecer a la agencia de noticias France Press, en la persona de Juan Manuel Idoyaga, un material informativo  invalorable para poner cara y ojos a los que iban a ser condenados a muerte con lo que la campaña internacional tuvo en sus manos una información clave.

El equipo que les defendió estaba formado por dieciséis abogados y sus gastos fueron sufragados por cuestación popular. Como letrados actuaron Josep Solé i Barberá, Gregorio Peces Barba, José Antonio Etxebarrieta, Juan María Bandrés, Miguel Castells, Ibon Navascues, Francisco Letamendia y Elías Ruiz Ceberio entre otros, los cuales tuvieron como asistentes a Txiki Benegas y a Eduardo Moreno Bergaretxe. Entre todos planearon una cuidada escenificación  ante el tribunal militar, en la que los acusados y sus abogados pudieron hacer el papel de acusadores con sus declaraciones, para así dar a conocer internacionalmente la situación de opresión y represión a la que estaba sometida Euzkadi. Además todos los días los abogados de la defensa celebraban ruedas de prensa en las que se pormenorizaba la evolución del juicio. Juan Ajuriaguerra y Sabin Zubiri estuvieron en la sala del juicio.