Martes 16 de febrero de 2021
Reproduzco un interesante análisis electoral en Catalunya publicado este martes en La Vanguardia por Carles Castro
El mensaje del silencio: el cansancio, el alto nivel de abstención, la resignación de una parte creciente de la población de Catalunya, un reflejo de la “calidad” y credibilidad de la oferta política.
Ante esto el objetivo del PNV debe ser mantener alta la participación. Evitar la fragmentación y las ofertas binarias de Bildu y Vox. Definir el framework (marco de referencia), definir los temas, liderarlos y no caer ni seguir los argumentos de la izquierda abertzale, independentista o comunista. Tener discurso propio y no estar a la defensiva.
Dice lo siguiente:
ELECCIONES CATALANAS
La tasa récord de abstención revela el agotamiento de la sociedad catalana ante el falso dilema entre ruptura o inmovilismo
Tres miembros de una mesa electoral en Sant Cugat del Valles a las 7pm cuando se colocaron los EPIs en la jornada electoral del 14F
“Para qué vamos a cambiar nada si las cosas ya no pueden ir peor”. Esta frase tan representativa del cinismo político podría explicar la conducta de muchos de los electores que el domingo acudieron a las urnas, pero también de buena parte de los que optaron deliberadamente por quedarse en su casa. Las comparaciones pueden ser odiosas y además absurdas. Por eso, la caída en la participación no puede verse solo a la luz de los resultados excepcionales de los comicios del 2017.
Ahora bien, la deserción de más de un millón y medio de electores tampoco puede despacharse como una consecuencia exclusiva de la pandemia y, mucho menos aún, como un cierto retorno a los registros habituales de unas autonómicas. Sobre todo porque el 53,5% de participación que se produjo el 14-F supone un récord abstencionista que solo encuentra parangón en el registrado en una coyuntura diametralmente opuesta a la actual: los comicios del 92 (54,9%), celebrados en un momento de optimismo olímpico y razonable cohesión social.
Las cifras reales del 14-F
En realidad, ese millón y medio de electores ausentes configuran el anunciado “partido de la abstención”, un espectro que se ha convertido en el mejor reflejo del cansancio que afecta a la sociedad catalana. Catalunya lleva casi una década partida en dos, enfrentada a un falso e insoluble dilema dramático de carácter existencial: seguir o no formando parte de España y, en consecuencia, también de Europa.
Por eso, las elecciones del domingo apenas tienen ganadores. El independentismo esgrime como un éxito que justificaría nuevos intentos de “saltar la pared” el 51,3% de los sufragios que lograron reunir el 14-F las fuerzas formalmente secesionistas (incluidas las más exóticas, con cómputos en torno a 5.000 papeletas). Pero ese sector político no puede ignorar que cedió más de 600.000 sufragios con respecto a su cosecha del 2017. Es decir, 626.086 antiguos votantes independentistas decidieron olvidarse de la “legitimidad del 1 de octubre” y de la persistencia de los “presos y exiliados”. De hecho se olvidaron incluso de que habían ido a votar en aquel referéndum unilateral. Y eso, en el mejor caso, se llama fatiga.
Pero, además, la supuesta hegemonía independentista se reduce prácticamente a cenizas si se la sitúa en el contexto de una participación tan baja. ¿Más del 51% de los sufragios? Cuidado con las fantasías. Como recurso de política ficción puede funcionar, pero la realidad se escribe con otras cifras: los votantes independentistas suponen ahora el 27% del censo, diez puntos menos que hace tres años. En otras palabras: solo uno de cada cuatro catalanes expresó el domingo un impreciso deseo de continuar la aventura soberanista como si nada hubiese pasado. Ese es el “gran salto adelante” que pueden esgrimir los escurridizos sherpas de la independencia.
El problema de las elecciones del domingo es que tampoco acudieron a la cita muchos de los que en el 2017 se volcaron en las urnas para expresar el rechazo a la ruptura con España. En este caso, casi 900.000 desertores. Una desmovilización realmente asimétrica que se explica por la distribución territorial de la abstención: en torno al 45% en la Catalunya profunda, pero hasta diez puntos más en la metropolitana. Y esa fuga dejó el contingente de quienes rechazan o simplemente no apoyan la independencia en torno a 1.400.000 votantes. O sea, algo más del 48% de los sufragios si se excluyen los nulos y que, expresado en cifras reales, supuso un 26% del censo; es decir, más de 15 puntos menos que en diciembre del 2017. Otra muestra de fatiga bien visible.
La evolución electoral del nacionalismo y el independentismo
Claro que, a la vista de esa asimetría, pueden formularse algunas preguntas incómodas: ¿Les afectó más a este sector de los votantes el temor a contagiarse mientras depositaban un sobre con una papeleta en una urna? ¿O bien la “victoria” en votos pero la “derrota” en escaños de hace tres años les ha llevado a abandonar toda esperanza de impulsar la alternancia en Catalunya? En fin, quizás hayan llegado a la terrible conclusión de que las instituciones del Estado ya se ocuparán de “poner en su sitio” a los dirigentes independentistas si, como no dejan de proclamar, “ho tornaran a fer”.
Es verdad que la victoria del socialista Salvador Illa es un resultado meritorio en un contexto tan difícil como el actual. Y los más de 46.000 sufragios que ha añadido el PSC a su resultado del 2017 tienen un gran valor en medio de la formidable caída de la participación. Todo ello sin olvidar que la hegemonía socialista en el bloque opuesto a la independencia implica que, a ese lado de la trinchera, domina una formación partidaria del diálogo y el pacto.
Pero más allá del éxito de un partido político que, sin embargo, no contará con el apoyo parlamentario suficiente para aspirar a gobernar Catalunya, el resto del panorama que se extiende ante las fuerzas de proyección estatal no puede ser más desolador. El derrumbe de Ciudadanos alcanza unas dimensiones tan catastróficas que solo se explican por su incapacidad para dibujar una alternativa al nacionalismo que no pasase por el simple rechazo frontal de sus postulados.
Esa intransigencia ante un conflicto territorial que exige bastante sutileza explica también los desastrosos resultados de los populares, peores que hace tres años y al borde de la marginalidad. Pero ese discurso tan aparentemente productivo en el conjunto de España, y que consiste en describir como una tragedia lo que con frecuencia no va más allá de una farsa, tampoco sirvió a Rivera y Casado para ganar las elecciones generales. Y lo que es peor: la exageración de la magnitud del conflicto catalán ha alimentado la creación de un monstruo que amenaza con devorar al PP y a Cs: Vox. Los ultras son ahora la segunda fuerza de oposición al nacionalismo en Catalunya, con casi 220.000 votos que no contribuirán precisamente a apaciguar los ánimos ni a buscar soluciones sofisticadas.
Una década de cambios en el Parlament de Catalunya
Claro que en la eclosión de Vox, el papel catalizador del aventurerismo independentista ha sido también clave. Y de ahí que, si se hace abstracción del resultado global, una visión miope solo percibiría lo mucho que crecen los extremos: en total más de 400.000 electores entre los antisistema de la CUP, que duplican representación, y los antisistema de la ultraderecha españolista. Pero aún son solo 400.000 sobre un censo total cercano a los cinco millones y medio de catalanes.
A partir de ahí, si las fuerzas centrales no son capaces de encontrar una solución aceptable al callejón sin salida del proceso soberanista, de modo que la desafección –y con ella la abstención– sigan creciendo, las únicas voces que acabarán oyéndose serán las de los dos extremos. Y si unos prometen suprimir la autonomía, los otros parecen dispuestos a responder a pedradas. Ese es el mensaje silencioso de estas elecciones: el vital entendimiento entre las principales fuerzas. Algunos lo llamarían “la hora de los traidores”.
Que viene¡¡ que viene¡¡ la abstención ya lo predije hace unos cuantos meses, COVID incluido, con una tendencia social a la resignacion de la crisis económica, territorial, y pandémica. Ya no me lo creo, dice ( digo) el elector desideologizándose por la situación sin solución y la gresca, a la mierda¡¡ Se palpa. Ya en las últimas autonómicas el PNV ganador y otros se dejaron decenas de miles de votos, esta es la tendencia hacia el precipicio: gana el partido abstencionista con mas del 50% del censo.
La gente ni protesta, te ponen en la lista negra, sí, sí. Hoy me ha dicho un funcionario de hacienda que no vuelva a censos. hala¡ y por supuesto he formulado mi queja ante sus contradicciones que no ha querido escuchar y se ha marchado ante mi con esa frase y chulescamente. Me espeta lo primero sin venir a cuento una obligación fiscal cuando resulta que por escrito me han dicho en censos que esa obligación no es de su competencia, que ponga una denuncia. hala¡¡y claro le he recordado su escrito y se ha rebotado, y me ha prohibido volver a Censos el dueño de la Diputación porque no les gusta lo que les digo, que cumplan sus obligaciones e impidan irregularidades. Y no les gusta a los señor@s funcionari@s, que te tratan, much@s, con disciplencia..pon un escrito…..para eso les digo poner una máquina expendedora de ponga un escrito, y así nos ahoramos funcionari@s. Es bochornoso¡¡ no sé no es cosa mía ni se donde llevan esto…….. y que al Director de hacienda que no me queje que no me va a hacer ni caso eso ya es muy grave¡¡ Y en el Ayuntamiento idem.
El funcionariado ha establecido su dictadura, Fª de género a discreción ilegal incluida, que las estoy viviendo ambas, y tonto no soy. Y lo tengo que decir ¿ que estoy paranoico? pues quizá, pero digo lo que percibo, y lo debo decir aunque me pongan en la lista negra en Hacienda, que me están haciendo varias pirulas irresponsables e irregulares y ancha es Castilla¡¡ meten lo tuyo en un cajón y santas pascuas¡¡que jeta¡¡
¿Politicamente incorrecto? el filósofo Daniel Innerarity lo ha advertido sobre el funcionariado
Hubo más abstención en las autonómicas vascas. Producto de la pandemia, parece ser. No inventes. Cuenta el batacazo del socio del PNV en Cataluña, directo a la desaparición.
Comparar al neofascismo de Vox con la CUP…..El independentismo catalán ha dado de nuevo una lección de civismo, coherencia y dignidad.
Me imagino que este artículo representa el sentir del espectro ideológico del PDCAT.
En estos momentos, un sentir minoritario en catalunya.
Zorionak al soberanismo catalan, tipi tapa!
Parece ser que la victoria de los nacionalistas/independentistas en Cataluña está empañada por la alta abstención (en un momento muy alto de la pandemia), mientras que la mayor abstención que se dio en las elecciones al Parlamento Vasco (3 puntos porcentuales más alta que en Cataluña) en un momento de sosiego en la pandemia que hacía, a juicio del PNV que fuera el momento idóneo, no empañó la Enorrrrme victoria del PNV (con 50000 votos menos).
Los otros, los que ganaron 25000 votos, a pesar de la abstención, no son merecedores de nada, porque son Comunistas e independentistas (¿qué le molesta más al PNV? lo segundo, sin duda).
Sr. Anasagasti: Las reflexiones del artículo en cuestión ¿no son aplicables a Euskadi?… en su día nadie lo hizo.
Pésimo análisis totalmente sesgado. Lamentablemente, La Vanguardia hace tiempo que dejó todo intento de crónica objetiva en aras de salvar el negocio del régimen monàrquico y el autonomismo de opereta.
Como apunta Malguki, se ha de tener mucha mala idea o una ignorancia cósmica para comparar la CUP con el fascismo.
Euskal Herria Bildu y Vox!, y lo dice tan tranquilo su Señoria..la 2ª fuerza en Euskal Herria Sur, en Iparralde muy arriba, comparada con Vox con su escañito en la CAV..
En fin, señor Anasagasti, reflexione un poco, qué le pasa con la CUP?, están en la Declaración de Llotja de Mar, están en el Parlamento español. están intentando unir a Junt con ERC… déjese de fotos fijas y evolucione.
Si no se quedará como LLuran
Claro, como que en Euskadi fue a votar mucha gente…Menudo nivel que ha mantenido aquí el PNV. Su análisis es fantasioso y habla como si no existiera el COVID.
Es que todavía me hace gracia. Sólo me faltaba por ver que los vascos, que en las últimas elecciones votamos el 50,78%, digamos que los catalanes están cansados, han participado poco y nos pongamos a dar lecciones. No me lo puedo creer.
No me gusta el artículo. Es un escrito que sigue la moda periodística de hacerse pasar por juez de los de verdad, por encima del bien y del mal, pareciendo políticamente correcto, equidistante como una balanza de precisión, pero con objetivos definidos. Escribiendo no lo que se piensa, sino escondiéndolo en una capa de ambigüedad calculada.
Me gusta decir las cosas a la cara, desnudar la realidad para analizarla. No me gusta el falso de mirada torva, que enmascara su realidad con piel de cordero para engañar. Me gusta Gabriel Celaya y su maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Entre col y col, lechuga y para, demostrarlo, don Carles Castro, nos afirma, se supone que sin ruborizarse «seguir o no formando parte de España y, en consecuencia, también de Europa.»
Seria aseveración esa, en la que afirma tan tajante de que con Catalunya independiente no hay Europa. Digna de cualquier socialista, que presuma de liberal. Aunque semejante disparate de adivinación obedezca más a los deseos ocultos del periodista que a una situación real.
Pasar de puntillas por la pandemia que ha cambiado nuestras vidas y no señalar que con esa terrible abstención los votos independentistas han ganado sobre los unionistas, pese al bombardeo constante de medios de comunicación, es forzar los sucesos, moldeándolos para poder llegar a la conclusión premeditada antes de comenzar a escribir.
El artículo en cuestión, no es sino una loa al partido socialista, que ha utilizado el marketing, en detrimento de la política y de la ideología, para buscar un candidato con publicidad que sustituya a otro gordito, simpático, chiquitín y calvo, que no daba la talla.
Tras la recompensa en forma de ministerio, bajo las órdenes directas del hombre más incumplidor de su palabra que hay bajo la capa del cielo, procede seguir con la loable tarea de engañar al ciudadano con falsas transferencias, falsas selecciones deportivas o falsos estatutos de los trabajadores.
Todo ello, adornado con juicios con corrupción a todas horas.
Quien se puede extrañar ante semejante panorama, y con una pandemia de carreras de un año de duración de momento, que la gente no esté harta y hasta muchos desanimados.
Pero, que no olvide el periodista, que el voto independentista está ahí, firme y con cimientos muy poderosos, porque por mucha alabanza que se quiera dar al partido socialista, que no ejerce como tal, la realidad es una lucha por el poder y por ser una agencia de colocaciones. No una solución al problema catalán o vasco. Su federalismo es tal mentira, que ni tan siquiera el PSOE está organizado interiormente de forma federal.
La ideología socialista y su capacidad para buscar soluciones fallecieron ya hace mucho tiempo.
Pero el independentismo, no, señor periodista.
Hor dago, oztopo guztien gainetik.
Es que produce hastío por ejemplo que el PSOE engañe al PNV con calendarios de transferencias que nunca llegan y no haya reacción más allá de unas palabras NAIF.
O que el maleducado y prepotente Sánchez no responda a Urkullu cuando éste le plantea algo sobre el estado de alarma, o se lo niegue con chulería, algo que no parece afectar demasiado a los comodones.
A los tiempos de EXTRAORDINARIO PLACIDEZ que le supusieron a Mayor Oreja los años del terror franquista le siguen ahora los tiempos de EXTRAORDINARIA FLACCIDEZ de políticos cómodos y votantes pasotas.
Cuando no hay ilusión surge la decepción.
Los que ahorran están ilusionados son los fascistas. Inmenso error menospreciarles y ampararles como si fueran demócratas.
Muy parcial el artículo.
Me hace gracia algún ingenuo que se extraña de la actitud chulesca y traicionera de Sánchez, sobre todo cuando ese partido le ha apoyado en su investidura. El que con niños se acuesta …
Y más gracia que se den por enterados con transferencias. Hay algún partido más trilero que el PNV, que te coge los millones y al día siguiente vota en tu buzón de censura? Anda ya…!
Respecto a la abstención, creo que una buena medida es que a partir de un porcentaje de prudencia, se reduzca el sueldo de los políticos en relación directa con la caída de la participación. Si los políticos no son capaces de mover a la población a la ilusión, es mejor que se vuelvan a su casa ( en cuyo caso habrá que mantenerlos porque salvo honrosas excepciones no saben hacer nada más). Ese es el panorama.
Jaime, los franquistas son tan sucios que tienen que vender la sede central para disimular la basura acumulada.
Franco era tan ilusionante que si no ibas a votar que SI en sus referéndums fascistas te caía un puro.
El PNV no es trilero. Es demasiado apocado. En un estado corrupto desde los cimientos sabe mantener el tipo.
Incluso ante los despreciables insultos de la ridicula Margarita Robles, ha respondido con demasiada educación. Politicos pactos contra chulos grotescos.
La dictadura del funcionariado no es ninguna broma. La libertad en la práctica es el derecho a disentir (o sea protestar, y que la queja sea tomada en consideración seriamente para si o para no, si el funcionariad@ te pone en la lista negra por protestar ( disentir) o no considera realmente las quejas, que no lo hace, es puro formalismo, estamos en un sistema totalitario real, SI, ESTAMOS EN UN TOTALITARISMO.
La HISTORIA está plagada de casos en los que la burocracia y los burócratas se adueñan del estado, EL FUNCIONARADO ES EL 4º PODER.
En todos los servicios públicos habría que poner dos carteles bien grandes. Estamos para ayudar al ciudadano( el cliente). Atendemos al ciudadano con empatía.
Que los funcionarios lleven un número que les identifique como la policía.
Un sistema que a cada atención del ciudadano a este se le haga una encuesta como hacen las grandes empresas que valore la atención recibida.
Un órgano independiente de atención al ciudadano( como los Dtos de atención al cliente de las empresas) que estudie las quejas recibidas, y no que la queja sea resuelta por el mismo que no te hace ni caso porque ha decidido que le caes mal, como suena. Pero en «tiempo real» no un escrito que lleva un recorrido de meses y va ninguna parte con la estrategia de aburrirte.
La Administración obliga a las empresas a que tengan un servicio de atención al cliente, pero La Administración no lo tiene, el cliente es el ciudadano. «Haced lo que digo no lo que hago»
Felicitaciones por publicar las respuestas aunque sean la mayoría en contra.
No todos lo hacen. Por ejemplo J.V.
Comparto la opinión de casi todos.
Estoy más en la línea de los comentaristas que del artículo, sesgado y tramposo en sus tesis. Seguro que Iñaki lo ha sacado para provocar el debate.
David.Pues no.Lo he contado para refrescar la memoria porque de seguir asi,va a resultar que fue Bildu el que consiguió una telefonía propia para Euzkadi y de ésta un equipo ciclista que se llama Euskaltel Euskadi.Ellos le pondrían Euskaltel-Euskalherria,pero nunca negociarían,aunque ahora lo hacen tras años ridiculizándonos,entre otros improperios por negociar con el PP.Pero ya ves lo que hacen los estatutistas cuando se manchan las manos por su pueblo.Sin hablar del Concierto económico sometido a todos los vaivenes antes de este acuerdo.La política es eso.