Hicimos «Turismo terrorista» en el «Majestuoso Orinoco» 1987

Viernes 20 de septiembre de 2024

No huelen a agentes secretos del CNI los dos bizkainos secuestrados por Maduro a pesar de su impresentable rueda de prensa del miércoles en Miraflores, fusil en mano. Si eso lo hubiera hecho un gobierno de derecha, ya tendríamos por aquí campañas varias a cuenta del matonismo del interfecto de turno.

Y dijo más Maduro. Nadie va por esos lugares venezolanos que están militarizados. Maria Esther y yo nos miramos, porque nosotros estuvimos, según Maduro, haciendo «turismo terrorista» en agosto de 1987. Si es verdad que era cuando en Venezuela había democracia, y no un cuartel inmundo como es ahora, sin libertad para nada. Y fue un viaje precioso. Bien es verdad que tenía unas infraestructuras turísticas de andar por casa, pero es imposible conocer algo más impactante que navegar en una chalana por el río Orinoco, en una salida que se llamaba «Majestuoso Orinoco» saliendo desde Puerto Ayacucho. Habíamos llegado en avión desde el aeropuerto internacional de Maiquetía hasta Puerto Ayacucho con escala en San Fernando de Apure.

Dormíamos en chinchorros (hamacas) de palma de moriche donde recuerdo leí una novela de Rómulo Gallegos, mientras el barquito, chu-chu, con los tanques de queroseno en cubierta, iba recorriendo el río y parándonos y bañándonos en lugares donde nos decían no había pirañas. Ahora la gran Piraña es Maduro y Diosdado Cabello, que están en tierra.

De Puerto Ayacucho a Parguaza en la chalana Santa María comiendo cochino, arroz, mango, arepas. El segundo día fue desde Parguaza, subiendo al Parguaza, formación granítica, con vegetación típica de los morichales llaneros llegando hasta la cumbre desde donde se divisaba el río Orinoco en toda su extensión, hasta la gran sabana inundada. Pura naturaleza, orquídeas, plantas carnívoras, cotorras, nutrias….

El guía, allí se llama baqueano a los guías, era un indio Warao, llamado Juan de madre warao y padre margariteño, oriundo del Delta del Orinoco y que era un placer oírle describir aquella lujuriosa naturaleza que era extraordinaria y afortunadamente sin contaminar en nada. Todo puro. Lo recomiendo cuando desaparezca esa lacra del chavismo de la faz de aquel país extraordinario como es Venezuela, rico en todo y con unos paisajes que van desde Canaima, a los Andes, los Roques, las playas de Cumaná, los médanos de Coro, los llanos, los diablos de Yare…..todo, hay que volver y sacarle brillo a lo extraordinario.

No estábamos solos. En pocos metros convivimos dos valencianos, seis franceses, tres italianos, una hindú y nosotros dos. Catorce. Y quien organizaba todo era Leopoldo García que llevaba veinte años recorriendo Venezuela como científico. Además de aquella, otra de las excursiones que organizaba era la ruta de Humboldt desde Puerto Ayacucho hasta San Carlos de Río Negro, ida y vuelta, trece días en curiara y a pie y sobre el río. Le conocía a María Esther de la Universidad Central de Caracas. Fue profesora de ecología y ese mundo le entusiasma.

Seguimos nuestro circuito y nos pegamos un chapuzón en el río Sinaruco con aguas ferruginosas y seguimos en una curiara hasta llegar a la Hacienda Alto Cabuyare en el río Arauca. Después de la cena nos amenizaron con arpa, cuatro y maracas donde bailamos y cantamos. Todo muy espontáneo, ingenuo y auténtico.

A las cuatro de la mañana, dormíamos en la chalana, se desató una tormenta terrible de asustar y terminamos montando a caballo.

Toda la noche navegando por el río Apure y con un miedo atroz no fuera a ser que uno de los cientos de rayos nos cayera en los bidones y saltáramos todos por el aire. Y llegamos a San Fernando de Apure donde paseamos con la cocinera, Aurora, que nos enseñó la Plaza Bolívar, la estatua de José Antonio Páez, la Catedral y el mejor hotel de San Fernando, un local como de película. Visitamos una algodonera con la que además producían aceite comestible y terminamos en un minisafari donde vimos cunaguaros, picures, paujís, caimanes, guacamayas, venados y hasta una tremenda anaconda a la que le habían sacado 80 crías.

Y de ahí, en avión a Caracas.

Cuando acabe la dictadura, pensamos volver. Y nos reiremos de Maduro y la gentuza de la rueda de prensa del palacio Miraflores. Y haremos turismo de naturaleza y no terrorista como lo describe el terrorista de Miraflores.

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