Viernes 21 de febrero de 2025
Formé parte de una delegación de observación Internacional de las Cortes Generales que fue a Venezuela en tiempos del dictador Hugo Chávez. La oposición se había retirado de aquella contienda al no cumplirse ningún requisito democrático. Lo denunciamos en nuestro informe y el propio Chávez en uno de sus “Aló Presidente!” nos trató de “escuálidos redactando un informe venenoso tomando whisky en la piscina del hotel Tamanaco de Caracas”.
Fue un viaje muy interesante. En una de las noches cenamos en un restaurant del este de Caracas y como el embajador de España era el corrupto Raúl Morodo nos organizó esa cena con miembros del chavismo. A mi lado se sentó una persona que me dijo se llamaba Juan Carlos Monedero que con mucha insistencia me dijo era de los asesores del régimen y me instó a visitar en los cerros las “Misiones cubanas” donde íbamos a ver la verdadera medicina. Le dije que se podía hacer buena medicina sin conculcar los derechos humanos.
Le recordé que mientras viví allí Venezuela tenía una de las mejores medicinas privadas, un Centro Médico que era una referencia, y en la pública había médicos altamente vocacionales que luchaban como jabatos y todo aquel mundo se iba mejorando hasta que llegaron ellos y los médicos y enfermeras pagados con sueldos de subsistencia fueron abandonando el país.
Sabía de lo que hablaba pues había podido conversar con uno de aquellos médicos referentes de la sanidad pública, Bingen Amezaga, que era el jefe de cardiología del hospital Pérez de León, un hombre entregado a su profesión e incluso patentado algún tipo de válvula cardíaca y que había trabajado con nosotros en la radio Euzkadi clandestina, hijo de Don Vicente Amezaga, un intelectual vasco exiliado, que había traducido Hamlet al euskera y tiene un busto en Arriluce. Bingen me había contado la persecución a la que le sometía el chavismo con amenazas y riesgo de cárcel algo, que con el tiempo, dio con sus huesos en Rentería y ahora en Irún donde vive.
Con este background le dije a Monedero que estaba dispuesto a conocer esas “Misiones” si él en Euzkadi estaría dispuesto a conocer cómo funcionaba la universal sanidad vasca sin necesidad de ayuda cubana, ni de perseguir al adversario, y que, a pesar de la propaganda, no era la mejor de América. Me contestó que eso podía ser así pero el gran culpable era el “Bloqueo” estadounidense. Le contesté que no había tal Bloqueo sino un Embargo pero que Cuba podía comerciar con todos los países del mundo, entre ellos España y que esa era la clásica consigna y excusa propia de un manual de agitación para seguir sojuzgando un país.
No acabamos muy bien y no fuimos a ver sus Misiones cubanas. Alguna vez estuve en el programa que tenía Pablo Iglesias con su Fort Apache, donde allí estaba, y le he visto alguna vez y como yo no me quedo callado ante la dictadura de Maduro, él me ha criticado duramente, cosa que me importa un rábano.
Ahora veo que es acusado de acoso sexual y es noticia como Podemos, lo sacó de circuito, pero no lo denunció y en eso se basa la crítica que todos los partidos le están haciendo a Sumar y a Podemos. Muy aguerridos contra los demás, muy comprensivos con los suyos. Pasó lo mismo con Iñigo Errejon, otro que quería asaltar al cielo contra la Casta. Ahora nos enteramos que ellos eran la gran caspa.
Y estoy muy de acuerdo que se le denuncie y procese.
Ahora bien. Tengo que recordar que no hace un mes este sujeto, Juan Carlos Monedero, asesor de Maduro, dio una charla a unos 160 policías nada menos que en el Helicoide, una de las cárceles más siniestras del Continente donde diariamente se tortura. En la puerta de ese Helicoide estuve tres horas tratando de visitar a uno de los presos de la dictadura, y no nos dejaron entrar. Conozco pues el tema.
Como si el general Galindo hubiera dado una charla sobre derechos humanos en el cuartel de Intxaurrondo.
Bueno, pues este sinvergüenza de Monedero no fue noticia aquí por esta indignidad. Lo es ahora por el acoso sexual, y me parece muy bien. Pero no hay que ser tan selectivo con el delito. Tan culpable es por ese acoso baboso, como le describen sus víctimas, como por aquella asquerosa conferencia en el Helicoide, si creemos de verdad que todas las libertades son solidarias y los principios no pueden trocearse.
Y no es la primera vez que pasa esto. ¿Se acuerdan de Pablo González?. ¿Qué dicen ahora los de la plataforma Pablo Askatu ante un Trump que ve en Putin a todo un demócrata?.
Pues eso.