HASTA EN LA FORMA DE DAR LA MANO.

Domingo 16 de marzo de 2025

En 1960, en la calle Prim, vivía en Donostia en casa de mis aitonas. El 22 de marzo recuerdo que algo muy grave había pasado. Yo era un chavalito y me enteraba de poco pero el recuerdo que tengo de ese día es que la  pérdida de un familiar muy importante y querido se había producido en París. El sentimiento de orfandad de mis aitonas y de su directo entorno, hablando muy bajo, era muy angustioso y llamativo. Se me grabó vívidamente. Había fallecido el presidente de los vascos, el Lehendakari Aguirre, aquel nefasto día. ”¿Qué va a ser de nosotros?” exclamaban angustiados. Perdida la guerra, perseguidos, multados, la existencia de un gobierno vasco en el exilio presidido por una persona tan vital, tan cercana, les daba esperanza y seguridad, y sin embargo, el Lehendakari había fallecido. Han pasado 65 años y éste sábado 22 recordaremos aquel terrible y estruendoso silencio.

EN CARACAS

Al Lehendakari Aguirre, que había visitado el Centro Vasco de Caracas, la última vez en 1959, te lo encontrabas en todas partes del edificio, en todas las conversaciones. Su figura me interesó hasta el punto que publicamos en EGI  todos sus discursos de Gabón y un poster para, ilusamente, contrarrestar el del Che Guevara de la época. Ya en Euzkadi he tratado de promover su recuerdo con estatuas, libros, bustos, nomenclatura, pegatinas, etc pues, por culpa de la dictadura, poco se sabía de él y había el primero, la referencia por antonomasia. Incluso  en su juramento en Gernika, perdido en la niebla.

En 1975, año batidora, el Centro Vasco nombró a Don Manuel de Irujo presidente de Honor de la entidad.

El programa que confeccionamos para su estancia fue muy completo culminando el mismo con la celebración del  Aberri Eguna  en el Centro Vasco. Y allí estuvo como un “mozo” sin dejar de ser entrevistado ni dejar de mantener coloquios en las  diversas televisiones, dando conferencias y saludando a todo lo que vivía de manera organizada en aquel Centro Vasco y su alrededor, que es el más grande de todo América. Con todo lo vivido, que fue mucho preparamos una publicación que recogió todas sus intervenciones en prensa y televisión. De allí D. Manuel viajó a Buenos Aires. Fue su último viaje americano. Volvió a París, donde vivía en un pequeño piso encima de la Delegación del Gobierno Vasco en la rue Singer de la capital francesa y, de aquel exilio, a Iruña en marzo de 1977.

Aquellos días anduve muy cerca de D. Manuel coordinando su estancia por lo que  una noche, en casa de su sobrina Maite y ante un magnetofón, conversé con él informalmente, pues tenía la frustrada ilusión de saber más sobre nuestro primer lehendakari, y nadie mejor que él que había sido diputado en el Congreso con Aguirre así  como estrecho colaborador en la guerra y en  el exilio.

D. Manuel se sometió a mi bombardeo y yo grabé aquella conversación. Recuerdo que al final y después de mucho hablar me acompañó hasta mi coche. Estaba D. Manuel en mangas de camisa. Yo, joven inexperto, me sentí muy honrado por el detalle, pero mi coche no quiso ponerse en marcha. Era un Ford Cónsul inglés de segunda mano conocido en el Centro Vasco como el Apolo, pues cuando pasaba de 60 a 70 km temblaba todo el volante como hacía la cápsula espacial cuando llegaba a la atmósfera. Ni corto ni perezoso, ante aquel coche desobediente, D. Manuel se dispuso a empujarlo, hasta que al final alguien se apiadó de mí, y el motor comenzó a funcionar. Incrédulo ante la escena dejé en la acera de su casa a un D. Manuel que sonreía divertido ante mi azoramiento. Tenía unos juveniles  83 años.

Con el tiempo puse en limpio esta larga entrevista así como vivencias varias recogidas en un libro titulado, ”Ráfagas de Aguirre”. Desgraciadamente ya no se  editan estos trabajos por lo que entresaco algunas preguntas y respuestas dadas aquella tarde.

AGUIRRE, IRUJO… Y EL ENFADO DE LUIS ARANA

P- Usted siempre admiró y quiso al lehendakari Aguirre porque entre otras cosas fue su amigo. ¿Recuerda cuándo le conoció?

M.I.: Desde luego; si no fue después de diputado no le faltaría mucho. Yo a José Antonio, hombre de Acción Católica, amigo de Herrera Oria, no le he conocido. Quiero decir que conocí a José Antonio Aguirre alcalde de Getxo y hombre puesto en la brecha al frente de las gentes activas de Bizkaia propugnando el Estatuto y propugnando la actividad vasca. De modo que realmente conocí al diputado José Antonio Aguirre.

P- ¿Y en su actividad dentro del Partido Nacionalista Vasco?

M.I.: Sí. Cuando más le conocí y cuando más le traté fue porque el Partido Nacionalista Vasco necesitaba remozarse, y en aquel entonces D. Luis Arana Goiri y las gentes que lo presidían llamaron a una pléyade de gentes para que fueran ponentes de esta remoción. Nos reunimos la primera vez , no sé si diez o doce. Mucha gente. La segunda, cuatro. La tercera, tres. En resumen que los ponentes definitivos que concurrimos a la Asamblea de Tolosa (1933) y que mantuvimos en la Asamblea la ponencia y que discutimos sus condiciones fuimos José Antonio Aguirre y yo. Eso exigió una compenetración política mayor entre los dos y un conocimiento personal también mayor. Además tuvimos la desagradable, no diré sorpresa, aunque fue sorpresa, pero sobre todo la desagradable escena que nos dio D. Luis Arana.

D. Luis Arana cuando se planteó el problema de la bandera defendió que la bandera vasca actual, la bicrucífera, era la bandera de Bizkaia y que la bandera vasca era barrada en fondo rojo, cruz blanca y barras verdes.

Pero como empezó a hacerse en Bizkaia, de Bizkaia pasó a Gipuzkoa, de Gipuzkoa pasó a Laburdi y a Nabarra y… al mundo. Y la que pasó fue la bicrucífera. Por eso nosotros, José Antonio Aguirre y yo, con todos los respetos pero dándonos cuenta de la responsabilidad que suponía aquello dijimos:

“Mire usted D. Luis aunque usted la dibujó, Sabino ideó esa bandera para Bizkaia. Es verdad. El pueblo vasco, al menos el pueblo nacionalista vasco, la ha aceptado para Euzkadi. Nosotros somos demócratas. Atempérese usted a esta realidad. Eche usted la vista, si es capaz desde aquí, a los Centros Vascos en América que la tienen como bandera vasca. Vaya usted a las playas de Biarritz y la verá ondear como bandera vasca. ¿Cómo quiere usted hacer lo contrario ahora que la ha adoptado hasta la Sociedad de Estudios Vascos? ¡Si de lo que tenemos necesidad es de que sea no la bandera del Partido Nacionalista, sino que sea la bandera de la Patria!. ¡Deje usted en paz que lo que ha aceptado el país, dentro y fuera del Partido, siga su curso!.

P.– ¿Se aceptó?

M.I.: Ésa fue una acción dentro del Partido Nacionalista Vasco de José Antonio y mía y la causa que definió la salida de D. Luis de Arana y Goiri, porque D. Luis cuando acabamos de hablar José Antonio y yo, al ver que se levantaban los presentes y aplaudían cerradamente a la bandera bicrucífera, se levantó y se marchó. Fue una escena muy triste, pero nos unió mucho más a José Antonio y a mí.

LA CAMPAÑA EN NABARRA.

P.– ¿Hicieron proselitismo juntos?

M.I.: Había que hacerlo. Nos unió también una actitud muy digna por su parte que estuvo calificada por unas palabrejas poco afortunadas “¡Vamos a la conquista de Nabarra!”. Las palabrejas de “conquista de Nabarra” nos hicieron en Nabarra mucho daño porque fueron mal interpretadas; no se trataba de una conquista material sino que era ir a la conquista del espíritu de Nabarra, es decir a la predicación en Nabarra.

Ideada por José Antonio y llevada a cabo principalmente por él, por Monzón y por mí, recorrimos Nabarra de arriba abajo. Es posible que diéramos 50 mítines, si no fueron más. Éramos un poco el trío de la bencina que recorría aquello. El recuerdo que tengo de José Antonio en aquellos mítines lo tengo muy presente. Estábamos muy hermanados, nos entendíamos muy bien y había mucha confianza entre los tres.

En Nabarra no existía esa relación que había en Bizkaia y en Gipuzkoa. Y entonces el partido en Nabarra se planteó el problema. ¿Vamos a salir en Nabarra? .No.. La mayoría se la va a llevar la izquierda y el Partido Nacionalista Vasco a comer ranas. Fuera. No vamos a salir. Pues entonces vamos a abrir una brecha en la candidatura de las derechas para que sea la candidatura de Nabarra lo mismo que son la de Gipuzkoa y la de Bizkaia.

P.- ¿Y qué hicieron ustedes los nacionalistas nabarros?

M.I.: Ninguno de los que formábamos parte de la candidatura en Nabarra estábamos dispuestos a formar parte de las candidaturas de las derechas. Ni las derechas navarras estaban dispuestas a que ninguno de nosotros formáramos parte de sus candidaturas. Quiero decir que éramos incompatibles.

Al final se hizo un puesto en la candidatura de las derechas e incluyeron a José Antonio Aguirre. Y José Antonio fue diputado electo por Bizkaia y por Nabarra.

P.- ¿Recuerda usted algo de la labor desarrollada por la minoría parlamentaria vasca en las Cortes?. ¿Qué tipo de intervenciones eran las de Aguirre?

M.I.: Las intervenciones de José Antonio fueron siempre políticas, nunca administrativas, nunca de negocios. Siempre políticas. José Antonio fue a la Comisión del Estatuto, ya que ésta era la comisión política, la del Estatuto. Todas las deliberaciones del Estatuto las llevó José Antonio. Los demás llevábamos la acción parlamentaria del día a día, José Antonio se centró en el estatuto, en sacar adelante el primer estatuto vasco de la historia. Y lo escribió en su libro “Entre la Libertad y la Revolución”.

P.- ¿Recuerda cómo intervenía José Antonio?

M.I.: Los discursos de José Antonio no son muchos, pero son buenos, y como además hablaba con tal convicción, con tal afirmación, que la gente le tenía  simpatía. ¡Hay tipos humanos…! José Antonio daba calor y se preocupaba de dar calor. Mire usted, hasta en la forma de dar la mano. Eso sí, José Antonio iba lo menos posible a Madrid. José Antonio era muy poco asiduo a Madrid.

P.- ¿Usted cree que el prestigio que pudo alcanzar José Antonio en el Parlamento o el nombre que adquirió en aquella época fue el que conformó su personalidad nacional para que aquel 7 de octubre de 1936  fuera elegido lehendakari?

M.I.: Creo que el prestigio lo adquirió más en Euzkadi  que en Madrid. Lo de Madrid fue coronar el prestigio de Euzkadi. Mire usted: el hecho de que Aguirre fuera concejal de Getxo, y luego alcalde, para posteriormente encabezar a los alcaldes de Bizkaia en Gernika y tropezar con la fuerza pública que había tomado posesión de Gernika era mucho. El hecho de invitar a los de Álava, Gipuzkoa y Nabarra a que se unieran a él, y conseguir que se unieran a él para lograr la Comisión de Alcaldes y que fuera él ,el presidente de esa importante comisión, todo eso fue muy importante.

P.- ¿Ahí entra el  viaje de los alcaldes a Madrid?

M.I.: Yo le tengo que decir a usted que fui opuesto al viaje de los 420 alcaldes a Madrid. Pero mi oposición fue confidencial y dentro del Partido. Les decía: “Estos alcaldes vascos que van a Madrid van a ratificar al Gobierno y a las izquierdas en su oposición al Estatuto, y a nosotros lo que nos conviene es el Estatuto.

¡Por este camino sí que vamos a dar una sonada! Eso sí, efectivamente iremos el 80 o el 90% de los alcaldes o los representantes de los Ayuntamientos a Madrid y esa fuerza está ahí, eso no se inventa, pero prácticamente no vamos a sacar nada”. “Sí -me decían-, pero hay que hacerlo”. Bueno, pues todo eso fue presidido por Aguirre. Era el  adalid, el líder. Y todos estábamos de acuerdo. Como por otra parte José Antonio era simpático, cordial, muy amable y tenía un don de gentes extraordinario, su personalidad era muy atractiva.

Lástima de espacio. He reproducido solo dos páginas de quince. Si a alguien le interesa este texto, gustoso se lo haré llegar.

7 comentarios en «HASTA EN LA FORMA DE DAR LA MANO.»

  1. Kaixo, Iñaki:

    Aprovechando tu ofrecimiento, me gustaría disponer del texto completo.
    Eskerrik asko!

  2. Buenas, me gustaría me hicieras llegar el texto completo, si no es mucha molestia. Eskerrik asko!!!

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