Martes 23 de diciembre de 2025
Iker Bermejo Ereño, ayer, opinaba sobre el comentario que puse sobre el vuelo de Leonor Borbón de ésta manera, que hago mía:
El texto plantea una cuestión legítima y profundamente política, no anecdótica: la utilidad real de la formación de la Jefatura del Estado en una democracia plurinacional del siglo XXI.
Que la heredera de la Corona reciba instrucción militar, incluido el pilotaje, es coherente con el marco constitucional vigente y con la tradición de la monarquía española. Nadie discute eso. La pregunta relevante no es si puede hacerlo, sino si esa formación es suficiente, prioritaria o representativa de la función que se le asigna.
Porque una cosa es conocer técnicamente el funcionamiento de las Fuerzas Armadas, lo cual es razonable, y otra muy distinta construir una figura simbólica cuya preparación parece orientada casi exclusivamente al eje militar, mientras se descuidan competencias esenciales para la representación política y social del Estado.
En un país con pluralidad lingüística reconocida constitucionalmente, el conocimiento y uso de los idiomas cooficiales no es un gesto identitario ni ideológico, sino una herramienta institucional de cohesión, respeto y legitimidad. No se trata de folklore ni de corrección política, sino de funcionalidad democrática.
La pregunta que se formula, con la incomodidad que genera toda buena pregunta, es pertinente: ¿qué aporta más a la estabilidad y representatividad del Estado hoy, saber pilotar un avión de entrenamiento avanzado o poder dirigirse directamente a la ciudadanía en sus lenguas propias sin intermediarios?
La impertinencia, cuando es argumentada y razonada, no es falta de respeto: es una forma de fiscalización cívica. Y la monarquía, si aspira a ser útil y ejemplar, no puede quedar al margen de ese escrutinio.
Formar a una futura jefa del Estado exclusivamente desde la lógica del artículo 8 de la Constitución, sin equilibrarlo con una preparación cultural, lingüística y social acorde a la realidad del país, no fortalece la institución: la estrecha.
En definitiva, el debate no es contra la formación militar, sino a favor de una formación completa, moderna y coherente con el Estado que se dice representar. Y plantearlo no es deslealtad; es responsabilidad democrática !!
Agur eta ondo izan, hurrengorarte

Totalmente de acuerdo .
Bueno, un servidor no sabe, de hecho no tiene ni puta idea, de cuán extensos son los conocimientos militares efectivos (no digo «reales» para que no haya confusión) de la heredera al trono. Y eso que me parece un tema interesante. En el libro de IA (Iñaki Anasagasti, no Inteligencia Artificial) «Una monarquía nada ejemplar» recuerdo que se hacía mención a lo que decía el ex (o un primo, no recuerdo bien) de la reina Letizia, que aseveraba que los conocimientos, de Derecho en concreto, del actual monarca se ceñían a cursos más o menos tutelados, y no en concreto a haber cursado y superado asignaturas en un plan académico de 5 ó 6 años.
A mí eso, concretamente eso, no me parece merecedor de un especial reproche en estos tiempos de titulitis que vivimos. Sí que creo que tiene su importancia que si el príncipe o la infanta «está cursando» algo, se sepa con exactitud que es ese «algo». Aún recuerdo las imágenes de Felipe desembarcando en los 90 «como un alumno más» (jajaja) en las aulas de la Universidad Complutense, y situándose en primera fila, mientras detrás de él una especie de claque integrada por pijas madrileñas, seguros arribistas que querían trabar amistad desde ya con el suprascrito y algún escéptico que otro se miraba el espectáculo de aquella manera…
Llego a decir, en este punto, que infinitamente más provechosas le pudieron ser a Felipe VI las tutorías personalizadas del economista Fuentes Quintana, la historiadora Carmen Iglesias o del jurista (asesinado por ETA) Tomás y Valiente que asistir a las rayadas diarias de cualquier miembro amargado de un departamento que tiene la cabeza en otro sitio en lugar de procurar la transmisión de conocimientos.
En el caso concreto de Leonor, no creo que vaya por mal camino: su catalán no es que sea bueno: es excelente; y el gallego, al menos leído, no está nada mal. De euskera no sé decir, quizá nos llevásemos alguna sorpresa. Si le añadimos un inglés magnífico y determinadas (¿muchas? ¿pocas?) nociones de árabe y/o chino desde luego demuestra una buena formación.
PD Debo matizar que para la precisión de los idiomas que habla la princesa de Asturias no he acudido a la IA (en este caso, Inteligencia Artificial, y no Iñaki Anasagasti) sino a las apariciones públicas de la heredera, en que se desenvuelve, creo, mejor que bien.
Yo creo que la pregunta es: que hacemos
cuestionandonos la preparación de la heredera borbona?. De verdad nos importa?. Me he equivocado de blog?. Nos la debería soplar su dominio del idioma vasco y preocuparnos más de los ataques sindicales y judiciales que sufre el euskera, que en eso si que nos va. O no?
Egunon!! A Leonor hay que darle tiempo, quizá pronto se acerque a Gernika, no en un bonbardero, que eso tiene, por aquí, una connotación horrible y quedaría muy mal. Ya le habrá explicado su padre. Lo que sí puede hacer es venir en un avin mas «cuqui» y dirigirse al pueblo en euzkera fluido, porque dicen que facilidad para los idiomas tiene. Bueno, hasta árabe sabe.
No,no te has equivocado.Lo he comentado por lo que me pasó con su padre.Y como seguimos padeciendo el Borbonato solamente quería destacar que entre lo civil y lo militar siempre eligen lo militar.