Bandrés y la Europa de las trece estrellas

Los últimos viernes de mes, en el programa de Aitzol Zubizarreta en ETB, Txiki Benegas, Ramón Rabanera y yo solemos pasar revista a la actualidad. Creo que llevamos en ello dos años haciendo estos desayunos coloquiales con Aitzol que es un muy buen profesional.

Al llegar nos han informado del fallecimiento de Juan Mari Bandrés. Y a Benegas y a mí nos han pedido opinión sobre esta personalidad del mundo político vasco. Rabanera no había podido ir por el fallecimiento de un familiar.

Benegas fue compañero de Bandrés en el primer Consejo General Vasco presidido por Ramón Rubial y negoció con él la inclusión de Euskadiko Ezkerra en el PSE, aunque su enfermedad no le permitió los últimos años estar presente de forma activa en la política vasca.

Le recuerdo cuando en 1977 acordamos el Compromiso Autonómico para el Senado con el PSE y Esei. No logramos viniera con nosotros aunque luego se integró en el grupo Nacionalistas Vascos y creo que éste fue el motivo de que así se empezara a llamar nuestro Grupo en el Senado. En el Congreso, Grupo Vasco. Aquella decisión fue un rasgo de su personalidad, una fuerte personalidad, que prefería siempre buscar su lugar para así emitir mejor su mensaje.

Le recuerdo yendo en 1978 con sus compañeros del Consejo General Vasco a visitar al Lehendakari Leizaola al hotel Madison de San Juan de Luz que estaba con sus consejeros Nardiz, Iglesias y Ausin. Fue un buen gesto.

Consejero de Transportes había sido senador y en 1986 le traté más como diputado. Era ya todo un clásico con una reconocida capacidad no solo dialéctica sino de gran pedagogía política. Y, ¡cómo no!, teníamos nuestras bronquillas cuando nos metía sus rejones sobre el nacionalismo y sobre el PNV o como en el caso de nuestra propuesta simbólica de la Europa de las trece estrellas que nos decía nos dejáramos de soñar ya que a Europa las hacían los estados.

Cuando en 1989 decidió dejar el Congreso para ir como eurodiputado a Estrasburgo le despedimos con una comida en un restaurant que se llamaba Sukalde. Y allí en los postres le regalamos una pequeña bandera europea con las trece estrellas que él nos criticaba. La había bordado una señora de Gasteiz a quien encargamos el trabajo. Y recuerdo su carcajada y su agradecimiento: «La pondré en mi biblioteca y así cuando me saquen una foto saldrán las trece estrellas».

Es una pena que vayamos perdiendo, por ley de vida, estas referencias políticas tan originales y atractivas. En momentos en los que la política es denigrada se va una persona que se consideraba un político al servicio de la sociedad. Y lo era. G.B. Juan Mari.

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