Jueves 14 de septiembre de 2023
El Ayuntamiento de San Sebastián realizó este pasadoi miércoles una ofrenda floral en recuerdo y homenaje a las víctimas del franquismo de la ciudad con motivo de la conmemoración del Día de la Memoria Histórica de la capital gipuzkoana. Acto muy necesario y colectivo.
En el acto, celebrado en la escultura ‘Dual’ de la calle Igentea que recuerda a las víctimas hablaron todos los representantes de los grupos políticos del ayuntamiento. El Consistorio donostiarra quiso rendir así, un año más, un tributo a las víctimas y a los defensores de las libertades democráticas durante el golpe franquista de 1936 y los años de la dictadura.
El acto está muy bien y todas las víctimas son iguales pero,siendo un acto municipal y hablando el alcalde ,tanto Goia como personas significativas siempre se olvidan de resaltar de manera adecuada la figura del alcalde Fernando Sasiain, quien fuera el anfitrión del conocido como Pacto de San Sebastián el 17 de agosto de 1930 que dio origen a la II República y quien pagó muy cara su militancia republicana.
Elegido alcalde en 1931 con la conjunción republicano-socialista apoyó el proyecto de Estatuto de Autonomía siendo el encargado de entregar en persona la entrega formal del texto a las Cortes Generales y al Presidente de la República en diciembre de 1933. En abril de 1934 fundó la organización Ezquerra Vasca Federal. Desposeído en la práctica de sus atribuciones como alcalde el 13 de agosto de 1936, ya estallada la guerra, tuvo un incidente con milicianos incontrolados salvándole la vida Irujo. El 7 de octubre de 1936 participó en la elección del Lehendakari Agirre en Gernika siendo uno de los miembros de la mesa presidencial del colegio electoral que le eligió. Con la pérdida de la guerra fue uno de los últimos en salir y pasar a Barcelona. En 1938 participó en un congreso de unificación republicana celebrado en Valencia como presidente del consejo nacional de Izquierda Federal. Perdida la guerra se instala en Ziboure permaneciendo más de una década refugiado y viviendo con muchas dificultades.
La ley de responsabilidades Políticas de 1939 le condenó a la pérdida total de sus bienes lo que le dejó sin recursos económicos y necesitado de ayuda para subsistir. En tiempos de la II guerra mundial fue detenido por la Gestapo e ingresado en la cárcel de Bayona durante dos meses .En 1945 firmó el Pacto de Bayona en nombre del Partido Republicano Federal reconociendo con los partidos democráticos la legitimidad del Gobierno Vasco en el exilio
Sus problemas económicos y de depresión le hacen finalmente regresar en 1950 siendo encarcelado e imputado en un consejo de guerra por auxilio a la rebelión, delito por el que las autoridades franquistas acusaban a personas representativas y a los nacionalistas y republicanos en general. Tras tantas vicisitudes fue ingresado en el Servicio de psiquiatría del Hospital de Gipuzkoa y posteriormente en Palencia donde fallece en 1957.
Sé que frente al Museo de San Telmo la plaza lleva su nombre pero en general esta figura no tiene aún el imprescindible reconocimiento que su entrega merece y este miércoles se volvió a perder esa oportunidad.
En mi caso concreto y con mucho tiempo pasado y avpasar Dios mediante em Donostia, no había oido nada absolutamente de esta víctima del terrorismo franquista. Parte de la culpa es mia. Pero no toda. Gracias por tu valiosa aportación Iñaki.
Buena labor de iñaki de dar a conocer a represaliados por el franquismo.
Espero mas informaciones
Muy interesante. Hay gente de peripecia vital increíble, como por ejemplo Juan Garrigos.
Una historia más, de las tantas miles que se llevó la riada en 1936. Desde luego no pretendo plantear equidistancias, pero han pasado casi cien años desde el primer inicio de la guerra civil. Los que se comportaron como seres humanos en aquellas terribles circunstancias merecen nuestro respeto y memoria. A otros, los hubo en los dos bandos, mejor aplicarles el terrible castigo que los antiguos romanos aplicaban a los peores criminales políticos, la “damnatio memoriae”, el olvido cívico por los restos. Pero hay una diferencia entre mantener una memoria cívica de personas y actitudes elogiables, lo que creo que hace este artículo, e intentar remover el barril de mierda que fue nuestra guerra civil (si, también nuestra, se hablaba más euskera en el lado franquista del frente de Bizkaia que en el “Vasco”). “Dejad que los muertos entierren a sus muertos “, dijo el Señor.
Amen