Prefiero ser un merluzo

Martes 10 de abril de 2012

Los Estados Unidos son un gran país. Y un gran estado democrático. Su constitución comienza diciendo que «nosotros somos el pueblo». Y el pueblo se da a si mismo, libremente, sus instituciones. Pero junto a esto, se creen los únicos pobladores del mundo y los únicos con derechos. Discutir en serio con un norteamericano es como sacarse una muela. Son como bilbaínos, pero sin gracia.

Hace cuatro años el mundo siguió la elección presidencial de Obama como si le fuera la vida. Era lo nuevo, lo rompedor, lo humanitario, la extensión del servicio de salud, la minoría en el poder, la desaparición de Guantánamo y la salida de Irak y Afganistán, la sencillez, el buen decir, la elegancia a pesar de su afición a las hamburguesas y a los perros calientes, la dieta ecológica, la sonrisa perenne, el mundo de las oportunidades, la fimeza ante Wall Street, la campaña twiteada, el «yes, we can». Y todos le votamos de pensamiento. No de obra. De hecho una elección norteamericana se sigue más que cualquier elección europea o cualquier decisión en Estrasburgo que además nos afecta. Somos así de tontos.

Sin embargo, la realidad puso a Obama en su sitio y en su dimensión. Resulta que era un ser humano mortal y muy imperfecto. No logró sacar adelante su proyecto sanitario porque perdió los dos primeros años en los que tenía mayoría absoluta. No puso firme a nadie en Wall Street. No cumplió su promesa en relación a Guantánamo, y un buen día salió con gran sonido de tambores en rueda de prensa encadenada diciendo que sus soldados «habían matado a Bin Laden». Y el hombre se regodeaba por el hecho y encima su popularidad aumentó. El fin justificaba cualquier tipo de medio.

Ya sabemos que el muerto era a su vez un asesino en serie, un fanático y un tipo que se la pasaba pensando qué acción letal podría hacer contra un imperio al que atribuía todos los males. Pero recordé que, un año después de su salida de la presidencia, le preguntaron a Bush cual había sido su mayor error y él había contestado que su madre y su esposa se lo habían recriminado y tenían razón, porque no debía haber dicho que iba a conseguir capturar a Bin Laden «vivo o muerto», y eso no era correcto.

Con semejante antecedente nunca entendí como tres años después el humanista Obama saliera a los medios jactándose de que habían matado al árabe. Podía haber sido un portavoz del Pentágono quien informara sobre una operación en la que había muerto el terrorista más buscado, pero aquella salida con fuegos artificiales no la entendí en un hombre que propiciaba la defensa de los derechos humanos y se coloca la mano en el corazón cuando se habla o canta a la patria norteamericana.

No sé si por la educación recibida en Marianistas, La Salle y Jesuitas. No sé si porque en Europa no existe la pena de muerte, no sé si porque nos enseñaron que el quinto mandamiento consagraba el “No matarás”, no sé si por la aversión que me producía cada asesinato de ETA y su posterior justificación, el caso es que desde ese mismo momento, el mito Obama se me cayó en el centro de la basura. «Yo a este tipo -si viviera en Estados Unidos- no le votaría. Me parece un cretino» me dije. Y cuando el insustancial de Rodríguez Zapatero, en su política de sumiso perro de lanas moviendo la colita ante Obama, para poder lograr de él alguna sonrisa tras su chasco con Bush, le felicitó por la operación, escribí lo que pensaba de ambos. No se puede seguir la ley del talión, la de la muerte por la muerte, la de la apología del terror, la de usar la misma argumentación que tu enemigo porque si Obama se alegra que maten a Bin landen, ¿porqué el joven francés que asesinó en Toulouse, no puede seguir la misma línea argumental en relación a sus enemigos?.

Curiosamente en el Madrid lleno de vestales que se rasgan las vestiduras por cualquier manifestación que se haga en relación a ETA y ante la operación policial de Francia, un periodista, Abelardo Zurita, recordaba mí critica a Obama y decía:

“Cuando se supo que las fuerzas militares de Estados Unidos habían matado a Bin Laden, el diputado del PNV Iñaki Anasagasti criticó que el Gobierno de Zapatero felicitase al de Obama por el “asesinato” del jefe terrorista.

“Dado que en Europa no está vigente la pena de muerte, por lo que ha admitido que “desde el punto de vista ético y estético” no le ha gustado que el Gobierno felicitara a los norteamericanos “por un asesinato”. En el caso de Mohamed Merah, por ahora, no ha salido ningún merluzo a buscar pegas a la liquidación del terrorista francés”

Pues bien. Prefiero seguir siendo un merluzo. La palabra en sí no es muy descalificante sobre todo escrita por alguien que ve con buenos ojos que se ande por el mundo a bombazo y balazo limpio. Es este clima el que propicia que a Mohamed Merah lo hayan acribillado pudiendo haberlo cogido vivo. La policía con varios tipos de gases, por cansancio, por acoso, por extenuación, podía haber lo­grado que el joven diera sus radicales justificaciones, que para mí carecen de sentido. Sin embargo Sarkozy ha preferido cargarse al tipo porque sabe que ésta sociedad sin valores lejos de pasarle factura, le felicitará y encima le votará por la hazaña.

Lo siento mucho. Prefiero seguir siendo un merluzo y que a Sarkozy y a Obama le voten los que tienen estómagos más complacientes que el mío y a los que gusta la ley del embudo a la hora de analizar los hechos. Si Fraga, decía que “el mejor terrorista era el terrorista muerto”, sigo reivindicando el «No matarás» de nuestro viejo catecismo. Eso sí, junto a esto, una policía y unos servicios de información con las pilas puestas, pero no ésta obscenidad de alegrarse de la muerte de un ser humano enseñando una impoluta fila de dientes blancos.

4 comentarios en «Prefiero ser un merluzo»

  1. Inaki,

    Cuando escribes y propones una policía y unos servicios de información con las pilas puestas, te refieres al modelo de Ertzaintza diseñado por el PNV con impoluta fila de dientes blancos?

  2. Estoy de acuerdo con la base de su argumentación, sr. Anasagasti, pero, por eso precisamente, no puedo entender el inicio del artículo. Creo que usted no considera democrática a la organización armada ETA. Y no lo hace, no por sus ideas, creo, sino por los métodos utilizados. Entonces, si los métodos de los EEUU son violentos para los de fuera, con entrada en países en los que creen tener todo tipo de derechos y para los de dentro, ya que la pena de muerte se aplica con más asiduidad de la deseable, o sea en ningún caso, ¿ por qué dice que EEUU es un país democrático? No voy a entrar en su intromisión en asuntos políticos, no hablo ya con su ejército, bloqueando económicamente a aquellos paises, cuyo sistema económico no le simpatiza porque saca a relucir la miseria de este sistema capitalista, pero sí de ese sistema y su aplicación en su propio país, provocando grandes capas de pobreza, el dominio de los medios por las grandes corporaciones financieras y empresariales… En fin, podría seguir hablando de muchas más miserias de ese «gran país democrático, pero creo que como muestra basta un botón.

  3. Totalmente de acuerdo contigo. Ya lo he comentado alguna vez en algún foro de este diario pero me apetece repetirlo. Para mi Obama es lo más parecido al timo del tocomocho que yo conozco. Todavía me estoy preguntando por que razón le dieron en su momento a ese señor el premio nobel de la paz. Sinceramente no veo ni un sólo motivo a no ser que los responsables quisieran desprestigiar definitivamente el ya de por si cuestionado premio de marras.

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