A Margallo le parece bien que la Observación Internacional no sea neutra

Martes 16 de octubre de 2012

El señor PRESIDENTE: Preguntas para el señor ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación.

Pregunta de don Iñaki Anasagasti.

Tiene la palabra su señoría.

El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Muchas gracias, señor presidente.

Muchas gracias, señor ministro. Esta es la pregunta que hicimos en el mes de septiembre. Nos dijo el secretario de Estado que usted estaba aquí y la iba a contestar, pero nuestra sorpresa fue que, en lugar de contestarla usted, la contestó el ministro de Industria, señor Soria, que leyó un escrito que le prepararon dentro de su ministerio. Y al final de la intervención −lógicamente él no tiene por qué saber todo lo que ocurre− nos decía lo siguiente: “por todo ello, señorías, de acuerdo con la legislación venezolana, corresponde al Consejo Nacional Electoral decidir a quién envía invitaciones individuales y nominativas, lo cual no excluye que dichas invitaciones individuales sean dirigidas a diputados o también a senadores españoles”.

A nosotros esto nos llamó mucho la atención. Como bien sabe usted, este sistema parlamentario, donde el Gobierno tiene la última palabra y no quien hace la pregunta, nos obligó a hacer de nuevo la pregunta. Y pensábamos que el ministro de Industria y de Asuntos Venezolanos, señor Soria, nos iba a contestar la cuestión la semana anterior y, como usted estaba de viaje, nos dijeron que no.

Ahora, cuando ya han pasado las elecciones venezolanas este domingo, 7 de octubre, viene usted. Nosotros, a toro pasado, le preguntamos: oiga, ¿le parece bien que el Consejo Nacional Electoral venezolano haya decidido que sean éste, éste y éste los invitados y observadores? Esto no fue admitido en el pasado, porque las invitaciones se hacen a las Cortes Generales, no a diputados y a senadores en concreto, porque si yo invito, no invito a los amigos. Indudablemente, ni el senador García Carnero ni yo pretendíamos que el Consejo Nacional Electoral venezolano nos invitara, porque estamos catalogados como ovejas negras, somos, como dice el señor Chávez, “escuálidos”, pero hubiera sido bueno que se hubiera invitado a una representación de las Cortes Generales. Por eso, la pregunta que le formulo va por ahí. Señor ministro, ¿el Gobierno tiene algo que decir? ¿Le parece bien?

 

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señoría.

Señor ministro, tiene la palabra.

El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (García-Margallo Marfil): Gracias.

Me parece divinamente que me haga usted esta pregunta. (Risas.- Aplausos.)

Hay una costumbre internacional inveterada que dice que las misiones de observación electoral solo son posibles si hay una previa invitación por parte del país interesado. Eso lo sabe usted, como senador, y lo he experimentado yo en mi reencarnación anterior, cuando era parlamentario europeo. Hay países que sí y hay países que no, porque está en el ámbito de su soberanía decidir a quién invita.

De todas maneras, sabiendo el interés de su señoría, y sabiendo el cariño que le profeso desde hace mucho tiempo, hice una gestión personal para que fuese invitado a las elecciones venezolanas. La respuesta del Gobierno venezolano fue tan clara como mi petición. La respuesta era que el Consejo Nacional tenía criterios propios para decir a quién invitaba y a quién no invitaba.

Usted, en su pregunta alude a que con esta decisión se han roto acuerdos anteriores. No sé si su señoría se refiere a las elecciones legislativas del año 2010, en que su señoría estuvo presente, pero no se pudieron romper los acuerdos porque en aquella época también estaban vigentes los mismos criterios que ahora, es decir, el Gobierno invitaba a quien le parecía bien y no invitaba a quien no le parecía bien. Pero quiero hacerle una observación, no solo el Consejo Nacional Electoral puede invitar a diputados, senadores, o a cualquier otro ciudadano a que estén presentes en las elecciones, también lo puede hacer la oposición. La oposición lo ha hecho, y me consta que ha habido miembros de mi partido, diputados europeos, que han estado allí. Su señoría podría haber sido invitado por el Consejo Nacional Electoral, si lo hubiese considerado oportuno, o también por la oposición si hubiesen contado en su proceso electoral con su importante presencia en Caracas. (Aplausos.)

El señor PRESIDENTE: Gracias, señor ministro.

Senador Anasagasti, tiene la palabra.

El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Gracias, señor presidente.

Le ilustro que también fui invitado por la Mesa de la Unidad Nacional, pero preferí votar en Bilbao por el señor Capriles. Tengo derecho a votar este mes de octubre 2 veces, por Capriles y por Urkullu. Fíjese qué cosa voy a hacer yo este mes de octubre.

Pero, señoría, le voy a decir que hay precedentes de una delegación de diputados y senadores. Indudablemente fueron las Cortes Generales las que decidieron quienes iban. Nicolás Maduro, el ministro de Asuntos Exteriores venezolano, nos envió a su jefe de gabinete. Nosotros le propusimos aquello y nos dijo, campanudamente: ¿ustedes admitirían que en España hubiera una observación internacional? Y nosotros dijimos: sí, no tenemos nada que ocultar. Y a raíz de eso hubo una negociación con el Gobierno, con el señor Moratinos, y logramos que fuera una delegación. Nos da la impresión, señor ministro, de que usted, a pesar de que está encantadísimo con el resultado electoral del domingo pasado en Venezuela, no tiene relaciones lo suficientemente fluidas como para lograr que el Consejo Nacional Electoral diga: a este sí porque es amigo, a este no porque es adversario. Una observación internacional tiene que ser neutra. Indudablemente ni el senador García Carnero, del que no tengo ninguna representación para hablar, ni yo pretendíamos, porque somos gente muy incómoda para el gobierno de Chávez, porque hemos preguntado durante muchos años por derechos humanos, por la libertad de expresión, por la jueza Afiuni, por las incautaciones de Yaracuy,…

El señor PRESIDENTE: Vaya terminando, señoría.

El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Sí, señor presidente.

Sabemos lo que es la razón de Estado. A usted le pareció muy mal lo que ocurrió el domingo en Barcelona y, sin embargo, le pareció muy bien lo que ocurrió el domingo en Venezuela. Bueno, pues nos parece muy bien, pero tiene usted una doble vara de medir, y ojalá tuviera usted un poco más de fuerza con el Gobierno venezolano.

Gracias, señor presidente.

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señoría.

Señor ministro, tiene la palabra.

El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (García-Margallo Marfil): Gracias, señor presidente.

Mire usted, la libertad de expresión es un camino de 2 direcciones. Hay quien lo puede demostrar pidiendo la independencia en un partido de fútbol, y hay quien puede decir que le parece que eso es un hecho indudable que perjudica la imagen de España. Libertad de expresión en los 2 temas. (Aplausos.)

Su señoría sabe que yo soy democristiano desde que tengo uso de razón política. Por tanto, no le resultará difícil adivinar a quién hubiese votado en Venezuela. Pero yo no soy un ciudadano, soy el ministro de Asuntos Exteriores. Y el ministro de Asuntos Exteriores tiene que practicar una exquisita neutralidad porque tiene que entenderse con esos Gobiernos. Lo que dije es que estaba encantado de que las elecciones fuesen limpias, que el triunfo de Chávez hubiese sido claro, que la oposición hubiese ascendido notablemente, y que las 2 fuerzas hubiesen reconocido el resultado electoral. Nada que ver con mis preferencias electorales sobre los candidatos en liza. Usted ha votado, por lo visto tiene la omnipresencia de poder votar en los 2 sitios, ventajas de la doble nacionalidad. Pero, insisto, el encantamiento al que usted se refiere se limita exclusivamente a la limpieza, transparencia del proceso y a la claridad del resultado. Y me entenderé con el Gobierno venezolano saliente en los mismos términos que me he entendido hasta ahora. Si no me han hecho caso y no le han invitado a usted, creo que lo lamento porque hice lo que pude. El señor Maduro, el ministro de Asuntos Exteriores, me contestó en una amable carta y dijo que el Consejo Nacional Electoral iba a hacer lo que le pareciese oportuno, lo cual es el uso del derecho de autodeterminación de un Estado soberano. (Aplausos.)

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor ministro.

 

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