Domingo 12 de mayo de 2013
Efraín Ríos Montt, militar golpista, ha sido condenado a 80 años de cárcel por delitos de genocidio contra la población indígena de Ixil. En el juzgado, dictando la sentencia dos mujeres y un juez indígena. Algo muy fuerte para unos militares golpistas que ya están amenazando de muerte a esta cúpula valiente de la judicatura guatemalteca.
Estuve en la apertura de este juicio en Guatemala en enero de este año. Fuimos representantes del PSOE, PP, CIU y PNV. Fue una experiencia muy viva. Y no solo nos quedamos en la capital, sino viajamos al interior donde se habían producido las masacres y allí nos hablaron los directamente afectados. En aquellos años setenta la sospecha de guerrilla con indigenismo, fue terrible para aquella población que casi fue diezmada por un ejército que seguía instrucciones continentales de acabar con cualquier foco que supusiera un incendio como se había producido en Nicaragua y en el Salvador.
Cuando subimos al piso diez de aquel edificio de los juzgados de Guatemala y tuvimos a cuatro metros a Ríos Montt y a su equipo genocida, no dábamos crédito a lo que veíamos. Un dictador, que había sido diputado y por tanto había conservado su inmunidad todos estos años, sentado en el banquillo con 86 años y escuchando uno por uno los testimonios de todas las acusaciones en su contra. Detrás teníamos a su hija, a la que conocimos en un viaje, y familiares de las víctimas del genocidio. Delante un juez valiente al que una asociación militar amenazaba todos los días. Una mezcla explosiva que ha sido llevada con gran valentía por jueces y fiscales, la mayoría mujeres.
Y el sábado la sentencia condenatoria. Un hecho importantísimo que pone en su lugar el camelo que ha sido aquí la llamada modélica transición española de la dictadura a la democracia que vio como su dictador murió en la cama, la nomenclatura del régimen no fue tocada en un pelo, la familia del dictador por acuerdo del rey usufructuó y lo sigue haciendo todo el producto de la rapiña de esos años, un jefe de estado puesto por el dictador haciéndose pasar por demócrata, unos dirigentes políticos de la derecha que fundaron un partido y siguen sin condenar la guerra civil, un ex ministro como Fraga que funda ese partido y es el que sigue mandando… Nada que ver con Guatemala. Allí por lo menos tienen una judicatura valiente y no tienen una ley de punto final como aquí fue la de amnistía, lo que ha conseguido que el autor de un genocidio de esas características se siente en el banquillo y sea condenado.
¡Zorionak Guatemala!