A mayor gloria de Felipe de Borbón

Domingo 27 de octubre de 2013

El viernes, la primera noticia por la noche en TVE era Felipe de Borbón leyendo un discurso en telepronter que no había redactado él sobre tópicos buenistas. «Hay que apostar por el rigor, por la seriedad, por el trabajo bien hecho, por respetar la palabra dada…»nada que objetar.

Lo hacía desde Oviedo y con su mujer y como si fuera el presidente de los Estados Unidos. Todo el acto giraba en torno a su persona, mientras los medios públicos solo hablaban de la importancia de lo que había dicho y de lo bien que lo había dicho. Repito, todo leído y sin que él haya redactado nada. Seguramente su padre, celoso, pensaría lo mal que lo había hecho cuando les envió a los jefes de estado y de gobierno su mensaje en videoconferencia para la Cumbre de Panamá de hacía uno días. Pastoso, lleno de tópicos y diciendo que el año que viene estaría con ellos. Por si acaso alguien crea que piensa en abdicar. Soltó el chistecito de que tenía que volver a pasar por el taller y aquí paz y luego gloria.

Pero volvamos al hijo pues el padre está casi amortizado. Es una indecencia que los Premios Príncipe de Asturias sirvan sobre todo para jalear al heredero. Todo se hace en función de él. Se eligen personas acreditadas y premiadas y sobre todo con perfil muy público para que de esta manera el hijo de su padre (no tiene otro mérito) brille entregando a autoridades mundiales en sus distintas ramas del saber, el premio que lleva su nombre. Toda una campaña de marketing porque esos premios jamás se ocupan de gente joven emprendedora, o de los mineros, o de los represaliados bajo el franquismo, o de gente meritoria sin relumbrón. Aquí todo tiene que ser políticamente correcto y sobre todo que de prestigio al heredero.

Una total y absoluta vergüenza.

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