Habló Rajoy como si fuera el CID

Miércoles 12 de noviembre de 2014

Habló Rajoy y dijo mu, o mejor dicho, no dijo ni mu. Amenazas, unidad de la patria, desprecio a la participación manifestada el 9 de noviembre.

La víspera lo habíamos visto en el Senado. La víspera, el martes, nos venía Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta. Aplausos a su entrada. Como si la sala del senado fuera un plató. Y pregunta del portavoz de CIU en el Senado, Josep lluis Cleries, para saber que pensaba el gobierno. Y contestó la Doña en tono chulesco. Pero no fue solo ella. Fueron los distintos ministros, incluso Montoro y Jorge Fernández, los que estaban faltones y ofensivos. Han pasado de ridiculizar la consulta a estar tan irritados  al insulto personal porque se ha puesto en cuestión la unidad indivisible de España. Esto sigue siendo intolerable. Es la madre del cordero.

Los senadores de CIU han pasado de ser los buenos chicos a convertirse para el PP en los apestados de la Cámara. Ya no tienen el estado en la cabeza, ya no es Pujol el «español del año», ya la numerosa participación del domingo es una minucia cuando ellos gobiernan con el 29 % del censo que les da una mayoría absoluta. Ya no les hace gracia que se hable catalán en la intimidad. Ya se dan cuenta que la fantasiosa Marca España se agrieta por momentos porque en dos años, con sus torpezas, han creado diez mil independentistas por día con sus desprecios, sus silencios, su incapacidad para abordar un problema cuando éste se plantea.

Y si piensan que dejándolo en silencio o acudiendo al Fiscal, lo van a solucionar. Lo van a empeorar. Aznar persiguió a Carod Rovira y éste pasó de un diputado a ocho. Y si el fiscal persigue a Mas, además de convertirlo en héroe, lo sacraliza y lo hace un mártir.

Ni aprenden nada, ni entienden nada.

Un desastre total.

¿Y Pedro Sánchez?.

Este caballero cree que todo se  resuelve con una reunión a tres: Rajoy, Mas y él, como «jefe de la oposición». Este caballero no es jefe de oposición alguna. Es jefe de su partido y nada más.

En definitiva que el campo de juego para Rajoy es una reforma de la Constitución llevada a las Cortes para aplastarlas con su voto, como hicieron con Ibarretxe. Rajoy sigue sin entender nada.

Que sigan así.