Sábado 20 de diciembre de 2014
Confieso que de la dimisión del Fiscal General Eduardo Torres Dulce lo único que me llamó la atención fue que no explicara el por qué se iba. Eso de las «cuestiones personales» está ya muy manido y solo encubre el serio enfrentamiento del Fiscal con el gobierno y que todos hemos visto.
Ya lo dijo: el día en que reciba algún tipo de presión, me voy. Y se ha ido.
Pues váyase Sr. Fiscal y rinda un último servicio a la democracia. Explique el por qué se va y que es lo que ha vivido durante tres años de presiones gubernamentales y de qué manera mejoraría el ejercicio de la función del Fiscal General. Si ya sé que nos diría que con medios humanos y con otro tipo de elección se mejoraría en algo, pero dígalo usted. Tiene autoridad para hacerlo.
Tras su marcha todo han sido elogios para Torres Dulce. España sigue enterrando bien. Y no está mal, porque la Fiscalía en España ha sido, desde la primera elección, una mera correa de transmisión de las órdenes del gobierno. Una vergüenza democrática.
Pero de una personalidad de la envergadura del Fiscal cesante se requiere una explicación. Como en la película Liberty Balance. No lo ha hecho. ¿Lo hará algún día como servicio a ese estado que dice defender?. No lo creo. Confunde el almidón del cargo con la no necesidad de dar explicaciones que haría más agradable el aire fresco de la democracia.
Que haga lo que han hecho nada menos que trece magistrados de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo que exigían, el mismo día de la dimisión, al presidente del alto Tribunal y a la vez del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes que actuara ante el presidente del gobierno por lo que consideraban injerencias del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz ante la reciente decisión de la Audiencia Nacional de dejar en libertad a los miembros de ETA, Santiago Arróspide y Alberto Plazaola. En ambos casos, la dimisión de Torres Dulce y la protesta de los magistrados del Supremo subyace la presión que han ejercido públicamente sobre los jueces el gobierno español y el partido que le sustenta en cuestiones como en casos de corrupción, el proceso soberanista de Catalunya o la política penitenciaria.
A Torres Dulce le sustituye Consuelo Madrigal, fiscal de menores y experta en derecho penal a quien se le atribuye un perfil muy conservador. Podía haber apostado Rajoy por un/a fiscal proveniente de la Fiscalía anticorrupción para darle credibilidad a su mensaje, mucho más en estos tiempos turbulentos donde cada día surge un caso nuevo. Pues no. Rajoy apuesta por una señora experta en la fiscalía de menores.
Igual salta la sorpresa, pero me da que esta buena señora va a rendir importantes servicios al gobierno del PP en el próximo año 2015.