Domingo 17 de enero de 2016
Recuerdo como tras quedar el Athletic subcampeón de Liga, el diputado Jon Zabalia llevó al hemiciclo un pañuelo del Athletic y el presidente se lo hizo quitar. Y recuerdo como en cierta oportunidad un txistulari de la Eusko Etxea madrileña, cuando llegamos a siete diputados, quería recibirnos en la puerta del Congreso tocando el txistu y el tamboril. Y recuerdo en una oportunidad que mi mujer tuvo que ir a Madrid al ministerio de Fomento y se llevó a Iker de cuatro meses en el capazo. Si yo hubiera pasado la acera y entrado en el hemiciclo con el crío seguramente hubiera sido noticia.
Quiere ésto decir que es fácil montar el número y llamar la atención por cuestiones marginales al propio debate parlamentario. Es tirado. Solo hay que ponerse a ello.
Por eso para mí lo más fuerte de estas teatralizaciones parlamentarias fue cuando Sabino Quadra se puso a romper páginas de la Constitución y luego en campaña dijo que entregaría lo que quedó del libro para que fuera exhibido en el futuro Museo Nacional Vasco. Pero luego el electorado no le votó lo suficientemente a su Grupo y se han quedado en chasis.
Lo malo de todo ésto es contar con medios de comunicación que dan importancia al espectáculo dejando lo medular arrinconado. Y lo medular de la sesión del miércoles en la apertura de las Cortes fue la presencia de un sinvergüenza como el diputado por Segovia Pedro Gómez de la Serna, del núcleo más duro del PP en la legislatura fenecida. Y allí estaba el muy corrupto agarrándose a su acta tras una columna y como un leproso político no mirando a nadie a la cara. Este diputado fue el gran defensor de las nuevas atribuciones del Tribunal Constitucional para actuar contra Catalunya y quien más despectivamente ha tratado el desarrollo de la Memoria Histórica, jaleado por un PP que le veía como la quintaesencia de la buena españolidad.
Este sí que ha pasado del cero al infinito, del cielo al infierno, de las candilejas a la oscuridad.
Y hacen bien asimismo los que le recuerdan a la super impresentable de Celia Villalobos que los piojos están en su partido. Y mira que le vuelven a colocar de Vicepresidenta primera a este vulgar personaje que debería estar en su casa de Málaga diciéndole a su marido, el famoso Arriola, que hiciera mejor su trabajo y que no llamara frikis a los de Podemos. ¡Vaya olfato!.
Y todo ésto para llegar al otro meollo de la sesión constitutiva del Congreso.
Pasó desapercibido de la sesión algo del mismo tono de la habitual picaresca española que lo de La Serna y que Luis Carandell definía como «Celtiberia Show».
Y me refiero a la presidenta de edad de la sesión inaugural, que suele ser el diputado/a de más edad. Y en esta oportunidad le correspondía tal honor a José Manuel García Margallo a quien maldita le hacía la gracia el ser el abuelete de la sesión cuando lo de él es hablar con Obama, ocuparse de la unidad de España, y que no se le note demasiado que es un viejo verde.
Pues no. Había una trampa en la biografía de la diputada por Madrid María Teresa de Lara, química, ex senadora y que había falsificado su edad en dos años. Resulta que no había nacido el 13 de diciembre de 1944 sino de 1942.
¿Y por qué se descubrió?.
Porque la vanidad le pudo. Tenía que elegir seguir manteniendo el que la gente creyera que era dos años más joven o la de ser la presidenta de esa sesión constitutiva de la Legislatura XI y poder lanzar una soflamita de un minuto de gloria pidiendo a los diputados trabajo y entendimiento. Superó esta exposición su coquetería de haberse quitado dos años todas estas legislaturas.
No me digan que esto no tiene más enjundia que el bebé de la Sra. Bescansa, las rastas y la charanga valenciana de la puerta de los leones. Para imaginación y para cara dura la de esta buena señora.
Y sin embargo ha pasado casi desapercibido este hecho porque son los medios quienes ponen el foco donde les interesa y han destacado más el número de los no encorbatados que este pecado venial «ya que de una mujer se trata» como escuché a un comentarista en clara exculpación machista. No sé qué hubiera pasado si un diputado del PSOE o de Ciudadanos o del PNV hubiera hecho semejante jugarreta biográfica de mentir por pura coquetería.
En fin. Las cosas son así en la Villa y Corte demasiado condicionada por unos medios que jalean el espectáculo y, si no lo hay, lo crean.