Jueves 8 de septiembre de 2016
· El reglamento vasco no contempla la opción de que se disuelva la Cámara y se repitan los comicios, como ocurre en el Estado
· La votación nominal, en contraste con la del Congreso, garantiza la designación de un aspirante
La sentencia, abanderada en los últimos días por el PNV, de que en Euzkadi no habrá bloqueo tras el 25 de septiembre por mucho que las urnas dejen un escenario igual de endiablado que el estatal, no es solo un anhelo. Es una realidad. El sistema parlamentario para investir al lehendakari es más garantista que el reglamento del Congreso, y asegura la designación de un candidato, el más votado en las urnas o uno alternativo, con un proceso de votación nominal entre los aspirantes. Iñigo Urkullu, de hecho, salió investido en 2012 solo por los 27 votos de su grupo, el del PNV. Algo más de un tercio de la Cámara de Vitoria.
La previsión de que el 25 de septiembre depare un nuevo reparto de escaños sin mayorías absolutas y con una aritmética difícil de encajar, dificultará, probablemente, la gobernabilidad de los siguientes cuatro años, para los que sí se requerirán pactos. Pero, de inicio, no impedirá investir a un candidato, que en primera o segunda votación -como le ocurrió al actual lehendakari-, contará con el respaldo al menos de los suyos. El sistema, que de hecho no recoge la posibilidad de que no se produzca investidura y de que se repitan los comicios, como ha ocurrido y puede volver a hacerlo en el Estado, permite la presentación de más de un aspirante a ese pleno que convoca la Presidencia de la Cámara «oída la Mesa y la Junta de Portavoces».
Ha ocurrido tras las últimas citas electorales. En la más reciente, la de hace cuatro años, la candidata de EH Bildu Laura Mintegi optó por confrontar su programa con el de Urkullu en aquel pleno del 12 de diciembre. Tras la primera votación fallida por requerirse mayoría absoluta, Urkullu fue designado al día siguiente por mayoría simple del grupo nacionalista. Mintegi cosechó los 21 votos de la coalición abertzale y el resto de la Cámara se abstuvo. No hay más opciones. Los 75 parlamentarios solo pueden decantarse, tras llamamiento público y de viva voz, por uno de los candidatos propuestos, o abstenerse. No existe el voto en contra.
Las dos legislaturas anteriores fueron Juan José Ibarretxe y Patxi López los que se midieron en el pleno. Aunque, en ambos casos, 2005 y 2009, el resultado se conocía de antemano, los aspirantes se valieron de los 90 minutos de intervención que concede la Cámara para exponer su proyecto. El candidato jeltzale se impuso en la primera ocasión en segunda vuelta, con 34 votos sobre 33. Y el socialista consiguió cuatro años más tarde la mayoría absoluta gracias a los votos del PP.
El artículo 165 del reglamento del hemiciclo es el que regula una fórmula que desde 2009 es completamente transparente, ya que se cambiaron las papeletas por un sistema de voto público, a viva voz desde cada escaño, que además de agilizar los tiempos evita apoyos ‘secretos’ o ‘inesperados’ como esos diez votos (aún sin dueño reconocido) que permitieron hace unas semanas al PP hacerse con la mayoría de la Mesa del Congreso.
Nombre o abstención
En caso de que solo haya un aspirante, como ocurrió en 2001 con Ibarretxe, el procedimiento es similar. Los aforados deben optar entre su nombre o la abstención, una fórmula que por ejemplo en aquella ocasión llevó al candidato del PNV a obtener, en primera vuelta, más votos en blanco que a favor. Al día siguiente, en segunda, sumó tres apoyos más de Ezker Batua y logró superar por la mínima la abstención del resto de la Cámara (salvo Euskal Herritarrok, que como desde el año 80 había hecho HB, no votó). Tampoco hubiera importado que se diera ese escenario, ya que el voto en blanco no puede interpretarse legalmente como una mayoría de bloqueo. De este modo, en los plenos con un único candidato, éste tiene garantizado su nombramiento, cuente con los apoyos que cuente. Y solo si hay más de uno, cada aspirante deberá procurarse respaldos previos para que en la votación el nombre de su rival no sea pronunciado más veces que el suyo.
Ni siquiera el empate entre dos aspirantes es sinónimo de parálisis. El reglamento recoge que «de persistir el empate, la presidencia (…) establecerá el calendario para las sucesivas votaciones» hasta que uno logre inclinar la balanza y salga designado.
Sorpresas
El sistema de elección vasco, no obstante, no cierra del todo la puerta a las sorpresas. En dos de las diez legislaturas desarrolladas hasta ahora no ha sido nombrado el candidato más votado. La primera vez, en 1986. El PSE con Ramón Jáuregui a la cabeza renunció a presentarse pese a ganar los comicios en favor de Ardanza, con quien estableció una coalición de gobierno. Y, más recientemente, en 2009, el socialista Patxi López con el apoyo del PP desalojó a Ibarretxe de Ajuria Enea pese a quedar por detrás suyo en las urnas.
La posibilidad de que varios candidatos midan sus fuerzas al mismo tiempo en el debate obliga a atar pactos de antemano o, al menos, a asegurar la ausencia de mayorías alternativas, si los aspirantes quieren evitar sobresaltos de última hora. Ibarretxe, en su caso, fue plenamente consciente días antes de que sus apoyos no bastaría para reeditar otro mandato, como así se constató.
Sánchez hubiera salido
La fórmula empleada en el Parlamento Vasco desde la segunda legislatura -en la primera, aún sin reglamento aprobado, se votó ‘sí’, ‘no’ o abstención- difiere ostensiblemente del método empleado en el Congreso, donde solo un candidato se somete en cada sesión a la votación de investidura en la que los diputados tienen la opción de darle su apoyo, negárselo o abstenerse. El sistema vasco, por ejemplo, habría posibilitado un ‘cara a cara’ tras el 20 de diciembre entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en el que según el pacto cerrado entonces por el líder socialista con Ciudadanos hubiera sido investido. También facilitaría, en el contexto actual -en el que pocos se atreven a descartar unas terceras elecciones-, que el candidato del PP fuera designado presidente con el respaldo mínimo de sus 137 escaños, en caso de ser el único aspirante.
En Euzkadi, la elección del jefe del Ejecutivo vasco no garantiza, no obstante, la gobernabilidad durante los cuatro años de mandato. Un asunto, esta vez sí, que dependerá -también a partir del 25-S- de los acuerdos que alcance el futuro lehendakari, en una Cámara con nuevas fuerzas políticas y con un reparto de escaños no apto para cinturas poco flexibles. Será la hora de demostrar que esa «cultura de pacto» que tanto el PNV como el resto de fuerzas políticas presumen de tener interiorizada en Euskadi desde los años 80, sigue vigente y servirá para que, ya que el bloqueo no puede llegar por la vía normativa, tampoco lo haga por la vía política.
Sistemas de investidura
PARLAMENTO VASCO
Candidato. Los grupos del Parlamento Vasco deben proponer, 72 horas antes del pleno, a sus candidatos.
Pleno. El artículo 165 recoge que el o los candidatos exponen su programa de gobierno, y se abre el debate con el resto de grupos.
Votación. Es nominal y pública, a viva voz. Los parlamentarios deben optar entre el nombre de un candidato y la abstención. Si ninguno alcanza la mayoría absoluta, en el plazo de 24 horas será elegido/a el que obtenga el mayor número de votos. En caso de empate entre las candidaturas más votadas, se volverá a votar 24 horas después. Si persiste, la presidencia, con la Mesa y la Junta de Portavoces, establecerá un calendario para las sucesivas votaciones.
CONGRESO
Candidato. Previa reunión con los grupos, el Rey nombra a un candidato a la investidura.
Pleno. Según el artículo 171 del reglamento, el candidato expone su programa y solicita la confianza.
Votación. La última se realizó de viva voz, y los diputados tienen opción de elegir entre el ‘sí’, el ‘no’ o la abstención al candidato propuesto. Si en ella el aspirante obtuviera el voto de la mayoría absoluta del Congreso, se entenderá otorgada la confianza. Si no, se procederá a una nueva votación 48 horas después, y se requerirá mayoría simple.
Investidura fallida. El artículo 172 recoge que si la primera investidura es fallida, se tramitarán sucesivas propuestas. Y si en dos meses nadie obtiene apoyos suficientes, se convocan elecciones. Amaia Chico.
está claro que los vascos no somos como los españoles y aqui funcionamos mejor y si los vascos tendriamos un Estado sería un sobresaliente pero hay algo que usted no dice cuando al señor Ibarretxe le desalojan del gobierno vasco porque alcanzan la mayoria absoluta por un voto el PP y el PSOE, ..una cuarta parte del electorado vasco estaba ilegalizada y no pudo votar. ese porcentaje importante de la población vasca con su apoyo o abstención bubiese sido posible y justo que Ibarretxhe sería Lehendakari en vez de Lopez. y anteriormente le apoyaron cuando los comunistas estaban en el gobierno vasco.