QUINCE AÑOS SIN DOMEKA ETXEARTE

Lunes 19 de septiembre de 2016

Domeka EtxeartePreocupado por la identidad-vasca de los descendientes de exi­liados vascos en Venezuela, Domeka Etxearte supo aunar, al fren­te del Instituto Vasco-Venezolano de Cooperación Eguzki, una labor de trasmisión de los sentimientos vascos por todos los centros de la diáspora que visitaba. No en vano, du­rante sus múltiples visitas a la Euzkadi que le vio nacer y de la que despidió a corta edad, reivindicó el carácter emprendedor de los primeros vas­cos emigrantes al corazón de Sudamérica y de Venezuela. Su pa­dre, Juan Etxearte Atxurra, fue uno de ellos. De aquellos que, obli­gados por la represión que siguió a la Guerra Civil tuvo que abando­nar su Aulesti natal para comen­zar una nueva vida. El «Flandre» un buque de carga, fue el escena­rio de sus sueños más repetidos: rehacer su vida sin olvidar de dónde procedían sus antepasados. A su llegada a Venezuela, fue ins­crito en las listas de emigrantes como agricultor. Él no era emi­grante. Había salido de su tierra por motivos políticos.

A pesar de todo ello. Domeka supo responder, sin ninguna ven­da en los ojos, a la visión de Euz­kadi que se debía legar a las generaciones posteriores. Alejado de una visión idílica de su Pueblo, Et­xearte se mostraba más dispuesto a explicar cómo era la Euzkadi re­al, con sus luces y sus sombras.

Partidario de mantener estre­chos lazos de colaboración con Euskadi, desde su puesto de res­ponsabilidad al frente de Partido Nacionalista Vasco en diversos años, este aulestiarra consideraba que la «mala prensa» que tenían «los vascos» era el principal acica­te que se debía resolver. Para ello, abogaba por sacar a la luz los avances conseguidos en Euzkadi en todos los aspectos: económico, social, cultural…, y empezar a construir de nuevo sobre esa base.

Él lo hizo, a su modo y en la me­dida de lo posible, desde una Vene­zuela que le acogió con los brazos abiertos como a otros miles de vascos. Sus hijos le habían acom­pañado aquel verano, como siem­pre, a tierras vascas. Había que mostrarles la verdadera fotografía de Euskal Herria. Fue la úl­tima vez que hizo de guía para sus hijos: Ainhoa, Izaskun y Niko. A los 64 años de edad y como conse­cuencia de un infarto, Domeka Etxearte fallecía en agosto de 2001, hace ahora quince años. Lo hizo en su País. Su último hálito de vidas se quedó aquí. Las honras fúne­bres por su alma se celebraron a las 18.00 horas de la tarde, en la parroquia de San Juan Bautista en su localidad natal, Aulesti.

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