UNA IZQUIERDA VIEJA Y SIN BANDERAS

Domingo 22 de octubre de 2017

Cada cierto tiempo, los seres humanos nos preparamos para recibir al Mesías. A veces llega y a veces se retrasa. También existe la posibilidad de que se disfrace o se apee en otra estación .Existen casos en los que se disfraza de Papa Noel o de Olentzero y otros en los que se coloca el uniforme de la revolución pendiente. Esta necesidad de salvación y de seguridad, cuando se han perdido todas las banderas, crece como hongo alucinógeno en tiempos de sequía política e intelectual. Hay quienes piensan que lo que necesita la Izquierda Abertzale de verdad son dirigentes no anclados en el pasado y ante eso, tal carencia conduce al pescueceo de algunos dirigentes, con la esperanza de ser escogidos en el casting para la gran superproducción titulada “El día en el que el EAJ-PNV muerda el polvo”.

Mientras, presentan a sus juventudes líderes del pasado, pero que tienen su fuerza asentada en la ignorancia porque ¿quién en aquellos años de franquismo no ha tenido puesta en su habitación la foto de Alberto Korda sacada al Che?. Yo, por ejemplo, la tuve. Me gustaba aquella mirada que era todo un canto al ideal. Era la máxima empatía por la solidaridad y las causas justas. Su muerte en Bolivia, tras una traición y en una emboscada, fue todo un mazazo. Aquella aventura estaba destinada a acabar mal, porque no tenía ni pies ni cabeza, y porque aquella  invención del foquismo como sistema de lucha, era lo que quiso llevar a América, afortunadamente sin éxito: llegar al poder por las armas, no por los votos. Y tener muchos focos revolucionarios encendidos.

Posteriormente leí sobre él y me di cuenta de cómo Fidel Castro se lo había sacudido de La Habana para que no le hiciera sombra y porque era maoísta y él dependía de la URSS y de cómo al personaje además de ser un trotamundos le faltaba algún tornillo, pero lo que ya me horrorizó fue como mandaba fusilar sin juicio alguno a todos los servidores de la dictadura cubana de Fulgencio Batista Zaldivar. Para él la transición de una dictadura a otra consistía en matar opositores. ¿Les suena?. ¡Y cómo se ufanaba de ello! Un tipo así, no es un idealista, es un asesino, y hay que decirlo con todas sus palabras. El problema es que a la IA le gustan los asesinos buenos, porque el mérito de aquella foto fue del fotógrafo no del sujeto, al que Korda pilló desprevenido, como el mérito de La Gioconda fue de Leonardo, y no de la Mona Lisa con su aparente enigmática sonrisa que igual sería el rictus de una insustancial pero que a la gente le sigue intrigando. Somos así de tontos.

Lo inquietante fue cuando el domingo 8 de este mes de octubre vi como Gara, el Granma vasco, le dedicaba lo mejor de su información a este cincuenta aniversario de su muerte con un título que era un editorial: ”Quitándole la vida hicieron eternos al Che y a sus ideales de revolución”. Y para colmo, anunciaban su libro “El Diario de Bolivia” que se vendería a través de las suscripciones de Gara y Naiz .

No es pues de extrañar que Arkaitz Rodríguez, el nuevo comandante de la revolución de Sortu, organizara en el puerto de Donosti un mitin tras la muerte de Fidel Castro en su honor, uno de los dictadores más crueles del siglo XX y que al morir dejó en la silla a su hermano y que, para el año que viene ya tienen nombrado al sucesor que, por cierto soltó su mitin castrista en este cincuentenario del Che en La Habana. Todo, pues, queda en casa, y todo sin la participación de ese pueblo que nombran hasta la náusea como lo hacía el despotismo ilustrado, ”todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Y es curioso verles levantar con tanta rabia el puño como símbolo de una ideología que fracasó tan ostensiblemente en la URSS, en Cuba y ahora en Venezuela, porque levantar el brazo en saludo nazi, o fascista o franquista, está muy mal visto, pero los efectos del nazismo son los mismos que los del comunismo soviético y cubano. Pero ese saludo y esa ideología totalitaria es lo que le vende Sortu a las nuevas generaciones. Apañados estamos. En lugar de una izquierda democrática, sus iconos son todos comunistas a los que presentan como líderes vegetarianos siéndolos carnívoros de la peor especie.

Por eso hay que recordar un infame discurso del Che Guevara ante la Asamblea General de la ONU el 11 de diciembre de 1964. El mandamás castrista, responsable de multitud de asesinatos en Cuba (el periodista cubano Luis Ortega cifra las víctimas del Che en 1.897), reconocía sin rodeos:

“Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando.“

Con todo el cinismo del mundo, el guerrillero comunista negaba que su dictadura estuviese cometiendo “asesinatos”, justo después de reconocer que estaban fusilando y seguirían fusilando:

Lo que movía a ese asesino sanguinario era el odio puro y duro, como él mismo escribió en 1967:

“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal.

Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos: atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá decayendo. Se hará más bestial todavía, pero se notarán los signos del decaimiento que asoma.”

Estas palabras, que no las superaría Mola, han sido usadas durante años como una consigna por multitud de grupos terroristas, incluida ETA, que han seguido la receta al pie de la letra asesinando y secuestrando allí donde se habían empeñado en reproducir las tácticas de asalto al poder recetadas por el Che. Ha pasado más de medio siglo y ahí sigue la dictadura que ayudó a instaurar en Cuba, a base de fusilamientos, pero algunos llevan su rostro en la camiseta como si fuese la imagen de un libertador y Gara le dice a su gente joven que sus ideales son eternos. El fin sigue justificando los medios.

Vivimos en un mundo con valores tan trastocados que Sortu pone como ejemplo a seguir a un tipo como el Ché, habiendo miles de ejemplos constructivos y que han dejado una estela de humanidad, de construcción, de solidaridad, de esperanza, pero a sus jóvenes les mitifican a Fidel y al Che. Si, ya se lo que proponía Mao, otro que tal baila, que decía: ”La población pacífica es el mar en el que la guerrilla nada como un pez”. Pero a ese pez en Euzkadi lo mejor es quitarle el agua. ¿Cómo?. Denunciando toda esta farsa y el baile de disfraces.

Sortu engaña con el Che, con Castro, con Maduro, con todo ese mundo totalitario sin libertades y si capacidad alguna para denunciarlos. ”Maduro, dales duro”. Por más agnósticos y ateos que sean podrían hacer suya este reflexión tan completa del Papa Francisco y las cosas serían diferentes:

“Sólo una moral que reconozca normas morales válidas siempre y para todos, sin ninguna excepción, puede garantizar el fundamento ético de la convivencia social, tanto nacional como internacional, en defensa de los iguales derechos tanto de los poderosos como de los últimos de la tierra, mientras que el relativismo de una democracia sin valores, lleva al totalitarismo”.

Léanla por favor dos veces. Es una buena receta. Y es que esa es la clave. ”Una democracia sin valores lleva al totalitarismo” de ahí que equivocadamente sus modelos sean todos totalitarios: Castro, el Che, Mao, Chávez, Maduro,….como si no hubiera suficiente humanismo y gente decente en la historia y no confrontación violenta y el puño cerrado.

Porque sin lucha armada parecería que Sortu no tiene ideas, ni proyectos atractivos. Carecen de propuestas y ahora nos anuncian como en Sierra Maestra un segundo frente con Ela y Lab. Usan el lenguaje de la guerra porque todavía no han aprendido el lenguaje de la democracia sin darse cuenta que una de las claves radica en el abandono del absolutismo ideológico que durante décadas bloqueó la salida del conflicto, pero al parecer siguen en ello. Tenemos pues en casa una izquierda vieja que no es capaz ni de renovar sus iconos, ni su mensaje.

 

 

 

 

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