Crimea, el Enclave Ruso de Ucrania

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Martes 11 de marzo de 2014

Se trata de una región estratégica en la que está la flota rusa del Mar Negro

La historia de Crimea está marcada por las numerosas invasiones que ha sufrido a lo largo de los siglos (griega, romana, bizantina, turca, alemana…) y, más recientemente, por su pertenencia a Ucrania y su histórica vinculación y relación con Rusia. Ahora, con la revuelta proeuropea que el pasado sábado acabó con el régimen del prorruso Viktor Yanukovich, la república autónoma de Crimea, ha cobrado un especial protagonismo. Poblada por dos millones de personas, la mayoría rusoparlantes, Crimea pertenece a Ucrania desde hace apenas 70 años, cuando, en 1954, el dirigente soviético Nikita Jrushchov la transfirió de la República Soviética Rusa a la República Soviética de Ucrania.

En aquel momento, ambas pertenecían a la URSS, pero la desintegración del campo soviético convirtió Crimea en un foco de tensión entre Rusia y Ucrania. En 1992, el legislativo ruso aprobó una resolución que anulaba la cesión de Crimea a Ucrania de 1954, pero Kiev insistió en mantenerla bajo su control y tutela administrativa. La Constitución de 1996 dotó a la región de cierta autonomía, pero impidió cualquier legislación contraria a la administración ucraniana.

A pesar de la desintegración de la URSS en 1991, en la península de Crimea quedó, en cambio, la base de la flota rusa del Mar Negro, lo que convierte a Crimea en un lugar estratégico. En 2010, tras años de litigios, los parlamentos de los dos países llegaron a un acuerdo que preveía prolongar esa presencia hasta 2042 a cambio de una reducción del 30% en el precio del gas ruso.

Actualmente, el partido mayoritario en la Rada (Parlamento) de Crimea es el Partido de las Regiones, la formación de Yanukovich. Y en la oposición, entre otros, están los tártaros, que representan el 12% de la población. Tras la instalación del régimen comunista en 1917, estos fueron deportados por Stalin a Siberia y Asia Central, pero regresaron con la independencia. Hoy en día reclaman una reforma constitucional que reconozca sus derechos y han apoyado las manifestaciones proeuropeas.

Arantza Quiroga, no es tan lista como ella se cree

301.14Domingo 9 de marzo de 2014.

Guapa, mujer lista (no tanto), ex presidenta del Parlamento Vasco, beneficiada por el dedazo de Basagoiti frente a Laura Garrido (euskaldun) y muy altiva, se creía la reina del mambo pensando que todas estas cualidades y el haber caído de pie le permitían hacer y deshacer a su antojo en el proceloso mundo de la política.  Y con la costalada ha comprobado que no es así. Puedes tener todo lo anterior pero si te metes en una cristalería dando golpes con un bate de golf, parte del cristal acaba roto.

Y acabó roto.

Basagoiti y Oyarzabal se llevaban muy bien. Tal para cual. Eran los boy scout de la política vasca que de vez en cuando rompían la inercia de la vieja derecha foral vasca andando en moto, diciendo tacos, jugando al fútbol, atacando el abertzalisrno con fiereza y malos modos, pactando con el PSE, insultando a López  describiéndole como  tan inculto como Homer Simpson podía modernizar una derecha que a pesar de estos gags iba a menos. A la mitad de votos de los que tuvieron Mayor Oreja y María San Gil.

Y un buen día le preguntaron a Basagoiti. “Oye Antonio ¿tú crees que vas a poder ser lehendakari, alcalde de Bilbao o presidente del Athletic”?. Y él, lo pensó y llegó a la conclusión que eso no iba a ser posible.

“Pues chico no pierdas el tiempo y vete al negocio de tu padre que vivirás más confortablemente, más tranquilo y con Londres a la vuelta de la esquina” que es lo que te gusta. Y dicho y hecho, Don Antonio dejó a los boy scouts en la estacada y se fue a México.

Antes de irse eligió a la más ambiciosa, no la más capaz. Tenía varias opciones, entre ellas a Laura Garrido que sabe euskera, pero optó por “la chica rubia de Irún” como la llaman algunos de sus correligionarios en casa y ella, por haber dicho una palabrita de más ante Rajoy por el caso Gurtel, sin llegar muy lejos, y por haberle dicho al lehendakari sus “verdades” con trazo grueso y sin generosidad, se creyó la reina de la fiesta y pensó que quitarle a Oyarzabal, y prescindir de la vieja guardia, y dejar en paro a uno de los pilares el Dúo Dinámico, iba a ser como quitarse una uña del pie. Se coge el cortauñas y ¡zas!, a otra cosa. Pues no. Quitarle a Oyarzabal era enajenarse a Basagoiti que de vez en cuando enreda, y nada menos que a Alfonso Alonso, el portavoz del PP en el Congreso, la muleta de Soraya Sáenz de Santamaría, poderosa señora a la diestra de Rajoy. Y se lo han hecho pagar. Casi un treinta por ciento de voto en contra y las excusas de la neófita, con sus lágrimas de debilidad en la Asamblea y eligiendo a Nerea Llanos una secretaria general simplona a la que los alaveses no van a hacerle mucho caso. Está encantada de haberse conocido. De todas formas y como resumen se puede decir que ha sido el Congreso de la hipocresía, de los aplausos y de los lloros. Ahora bien. Iñaki Oyarzabal se ha destacado como un actor consumado. Vale el tío.

Dar la patada al avispero es fácil. Medir las consecuencias y los riesgos de hacerlo es lo que distingue a los buenos políticos y esta señora ha demostrado que no lo es. Me da que no lo va a pasar bien.

¡Si Ramón Rabanera hablara y contaran con él!

Careo en Davos

Sábado 8 de marzo de 2014

A Carlos V no le gustó la idea de su hijo Felipe II de elegir Madrid como capital de las Españas y antes de morir le recomendó trasladara la capital a Lisboa. Esta ciudad era en ese momento el mayor puerto de Europa y Don Carlos quería consolidar la unión peninsular pensando en la asimilación del reino y en el comercio con América. Pero el viejo emperador se murió en Yuste sin que su hijo, obsesionado por su Escorial, le hiciera caso. A fin de cuentas para el poderoso hijo de Felipe el Hermoso y de Dña. Juana la Loca, el portugués era un castellano machacado y las ventajas de la ubicación de Lisboa eran claras. Quería también cortar con la creciente animosidad de Lusitania con el resto de España de la que le decían los portugueses que de allí»no vienen ni buenos vientos, ni buenos casamientos”. La diferencia lingüística del euskera con el portugués y el castellano es abismal y si hubiera sido o por una guerra o por un casamiento, Euzkadi hoy sería un estado más de Europa.

Manuel de Irujo en sus tiempos de exilio Iondinense conjuntamente con el ex primer ministro portugués Cortesao, el nacionalista gallego Alfonso Castelao y los políticos catalanes Batista i Roca y Pi i Suñer, escribieron un libro titulado «La Comunidad Ibérica de Naciones». La tesis que defendían era que Galicia, Euzkadi, Catalunya, Portugal y España podían convivir confederalmente como una comunidad Ibérica de Naciones. El ejemplar fue editado en EKIN de Buenos Aires.

Quedamos pues en que si Felipe II le hubiera hecho caso a su padre Carlos V y si después de la guerra mundial y ante las dictaduras portuguesas de Oliveira Salazar y de Franco, los aliados le hubieran hecho caso a Don Manuel, el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, no hubiera dicho la majadería que expresó en Londres el pasado 16 de febrero al decir que la adhesión de una Escocia independiente a la Unión Europea seria «extremadamente difícil, si no imposible», pues debería contar con el apoyo de todos los socios comunitarios. No dijo Barroso nada sobre como se le quitaría el euro a una zona que ya la tiene, no es el caso de Escocia, ni completó su racionamiento sobre Kosovo. Les guste o no, Kosovo formará parte, en relativamente poco tiempo, de la Unión Europea y con permiso de Serbia. ¡Qué remedio!.

Por su parte el jefe de información económica internacional del “The Daily Telegraph” Ambrose Evans-Pritchard, ex corresponsal en EE.UU. y en Bruselas escribió. “Se equivoca gravemente quien crea que la Unión Europea ayudará a aniquilar a los catalanes”.

Cena privada en el Hotel Intercontinental de Davos el pasado día 23 de enero. Los príncipes de Noruega, Haakon y Mette-Marit, saludan en la entrada, pero no se quedan. Sí acude el principal invitado, el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durão Barroso, que tiene ante sí a decenas de asistentes, entre ellos empresarios, inversores y economistas.

La cena estaba destinada a hablar de la Unión Europea y Durão, que ya había protagonizado horas antes un debate público hablando más que ningún otro ponente, estaba a sus anchas exponiendo su visión de la UE y su necesidad de mejora de la competitividad. Pero cuando terminó y tras alguna intervención rápida, tomó el micrófono fuera de lo previsto un habitual de Davos, el economista catalán Xavier Sala-i-Martín.

Este profesor de la Universidad de Columbia es una personalidad en el Foro Económico Mundial. Dirige el informe anual sobre competitividad y es ponente y gurú habitual en los debates de Davos, pero compatibiliza su labor docente e investigadora con un creciente activismo en favor de la independencia de Cataluña.

Después de Durao Barroso le tocó hablar a Sala-i Martín. Principalmente habló de la crisis económica y la competitividad de Europa. No tenía previsto hacerlo pero, al escuchar el discurso de Durao Barroso, decidió añadir un comentario final. En Davos donde todas las ideas se pueden discutir educadamente, utilizó la última parte de su discurso para hacerle una pregunta al presidente de la UE. Sus palabras literales fueron:

“Sr Durao Barroso, aplaudo y comparto su discurso sobre las bondades de la democracia en Europa y entiendo que saque pecho por el exitoso proceso de ampliación a países como Croacia y Serbia. Es muy importante que Europa sea cada vez más grande, tenga cada vez más ciudadanos y sea cada día más democrática. Pero hay una cosa que no entiendo. Croacia y Serbia han conseguido la independencia a través de sangrientas guerras, con abundantes crímenes contra la humanidad que están siendo juzgados por el tribunal de la Haya. Como usted sabe (porque nos conocemos), aunque yo esté en la delegación norteamericana, soy originario de Barcelona. Le menciono este detalle porque mis compatriotas catalanes están pidiendo un referéndum que les permita decidir si quieren seguir en España o prefieren ir por otro camino. En medio de este proceso usted, señor Barroso, ha dicho que si los catalanes votan a favor de la independencia, automáticamente quedarán fuera de Europa. Yo no tengo nada contra los ciudadanos de los Balcanes pero le pregunto: ¿De verdad que la Europa democrática de la que usted se siente tan orgulloso es una Europa que celebra la incorporación de países que consiguen la independencia a través de cruentas guerras pero amenaza con la expulsión a quien busca lo mismo a través de los votos?” El público presente aplaudió.

Aunque no estaba prevista su réplica, Durao Barroso se levantó rápidamente y, amablemente, le contestó:

“Querido Xavier, tu sabes que yo amo a Catalunya y a los catalanes. Y creo que los catalanes también lo saben. Lo único que yo he dicho es que la UE es una unión de estados y quien forma parte de los tratados es el estado español por lo que, si Catalunya pasara a ser un estado distinto de España, no podría formar parte automáticamente de la UE”. Es más, añadió, “la mayoría de instituciones internacionales, como las Naciones Unidas, también son acuerdos entre estados y, por lo tanto, tienen el mismo problema.”

La moderadora le concedió a Sala i Martín el derecho a réplica y le devolvió el micrófono:

“Señor Presidente, tiene razón usted: la UE no es la única institución internacional que tiene este problema. Es verdad que todos los países que se han independizado violentamente acaban formando parte de las Naciones Unidas con toda normalidad. Pero eso no debería ser motivo de orgullo sino de vergüenza, no solo para la UE sino para toda la humanidad. ¿No va siendo hora de que, como seres humanos libres y democráticos, empecemos a rechazar las fronteras trazadas con sangre y violencia y a aceptar las que se dibujan con los votos de los ciudadanos? Yo creo que sí. Es más, pienso que como en tantas otras ocasiones a lo largo de la historia, ese proceso debería ser liderado por Europa. Esa podría ser una de las bases sobre las que se fundamente el nuevo renacimiento de Europa”

Y añadió: “Dicho esto, es verdad que la UE es una unión de estados pero los tratados no están escritos en piedra. Es más, detrás de esos estados están las personas y ahora hay 7 millones ciudadanos europeos, que tienen un pasaporte granate en cuya tapa delantera están escritas las palabras Unión Europea, y que usted amenaza con expulsar. Cuando esos ciudadanos le pregunten a usted, ¿por qué me quitan la ciudadanía europea y se la dan a serbios y croatas?, usted les va a tener que responder: ¡es que vosotros tuvisteis la osadía de votar y eso, los tratados europeos no lo toleran!. Y cuando lo haga, ¿cómo cree que el resto del mundo valorará los valores democráticos de la nueva Europa de la que usted se siente tan orgulloso? ¿Es esa la Europa que están ustedes haciendo renacer? Por qué si lo es, el primero que no quiere ser europeo soy yo”. El público guardó un incómodo silencio hasta que la moderadora dio paso al siguiente ponente.

Al acabar la sesión, Durao Barroso se acercó a la mesa de Sala-i Martín y se sentó a su lado. Hablaron durante un buen rato… aunque esa conversación es privada y ha dicho que no va a revelar su contenido. Seguramente Durao Barroso le dio la razón, por su magnífica intervención. Ahí queda.