Los agujeros negros del Siglo XX Español

Miércoles 3 de julio de 2013

Reclaman a Defensa que desclasifique 10.000 papeles sobre la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y la dictadura

Preston, Viñas y un centenar de historiadores, acusan a Morenés y piden transparencia

¿Le gustaría que los historiadores de la Guerra Civil le explicaran a fondo los desembarcos nazis en el Protectorado español de Marruecos, los campos de concentración, los batallones de soldados trabajadores (esclavos del franquismo), las deserciones, los sabotajes o la evolución de la armada republicana y la nacional?

¿Le interesaría conocer los incidentes ocurridos en aguas españolas con barcos de guerra ingleses, alemanes e italianos durante la Segunda Guerra Mundial y qué ocurrió con sus náufragos? ¿Querría saber en profundidad la política de armamento durante la dictadura, los planes de defensa en tiempos de la Guerra Fría o los detalles de la traumática guerra del Ifni? Pues no puede. No puede ni el simple ciudadano, y tampoco pueden los mejores historiadores del siglo XX español.

Por increíble que parezca en comparación con las políticas de otros países respecto a sus archivos militares, como en Estados Unidos, donde los secretos disponen de plazos de caducidad, 77 años después del estallido de la guerra española hay miles y miles de documentos datados entre 1936 y 1968 (la cifra total no la sabemos) que siguen inaccesibles a la opinión pública pese a que su desclasificación no constituiría ya ningún riesgo para la seguridad del Estado. Más de un centenar de prestigiosos historiadores y documentalistas como Paul Preston, Ángel Viñas o Francisco Espinosa, y algunos juristas como Carlos Jiménez Villarejo, reclaman al Gobierno del PP de Mariano Rajoy que ponga en práctica su compromiso de palabra con la “transparencia” y permita el acceso público a unos 10.000 documentos militares ahora declarados como secretos, confidenciales, reservados y muy reservados, que abarcan la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y buena parte de la dictadura franquista. Dicen que dado el tiempo transcurrido y su interés, ya no hay justificación alguna para que sigan ocultos.

El historiador Francisco Espinosa Maestre, uno de los promotores junto a Manuel Álvaro Dueñas y Mirta Núñez Díaz-Balart de la iniciativa a la que se han adherido colegas de toda España, explica que la socialista Carme Chacón, cuando era ministra de Defensa, promovió la primera desclasificación masiva de documentos castrenses antiguos y solicitó para ello una revisión exhaustiva para determinar cuáles podían salir a la luz. Los propios militares, dice el historiador desde su casa de Sevilla, señalaron en un informe a la ministra las secciones documentales que ya no entrañaba riesgo divulgar.

Pero ocurrió que al entrar el Gobierno de Rodríguez Zapatero en funciones en otoño de 2011, Chacón no elevó al Consejo de Ministros su propuesta para cancelar la condición secreta de esos papeles, o, si lo hizo, esta propuesta no fue aprobada. La propuesta de desclasificación masiva, dice Espinosa, pasó a manos de Pedro Morenés al asumir el mando el PP, pero éste la ha ‘congelado’. Espinosa cuenta que se enteraron de la iniciativa de Chacón ‘a posteriori’, a raíz de un artículo del periodista Antonio Rodríguez, que en la revista ‘Tiempo’ informó el 15 de febrero de 2012 del plan que la ministra (que habría recibido el informe en octubre de 2011, ya en funciones) había pasado a su sucesor. La revista divulgó el anexo que habría manejado la ministra con la relación de archivos militares, contenido genérico de los documentos, grado de secreto y hasta qué año se podrían desclasificar (hasta 1939, 1940, 1968 o sin límite posterior, según los casos). Son papeles que custodian el Estado Mayor de la Defensa, el Ejército de Tierra, el Ejército del Aire y la Armada.

Silencio administrativo

Al comprobar que pasaba el tiempo y la apertura no se producía, los historiadores iniciaron una batalla jurídica con el Ministerio de Defensa, ya en manos el PP, para reclamarle copia de la propuesta de Chacón y el informe que venía con el anexo, que era lo único que se había filtrado. Defensa, en un escrito del pasado 14 de diciembre de su subdirector general de Recursos e Información Administrativa, negó la mayor y les respondió que no les iba a dar copia alguna porque la propuesta de la exministra, simplemente, no existe.

Los historiadores volvieron a la carga con la ayuda de la abogada Eva Moraga, especialista en acceso público a la información, y presentaron un recurso de alzada, que el Ministerio desestimó en un escrito de su secretario general técnico, David Santos Sánchez, fechado el pasado 5 de enero, en el que les recordaba que, en todo caso, al margen de la ‘inexistencia’ de la propuesta de Chacón, la información histórica aludida es “documentación excluida del derecho de acceso a archivos y registros”.

Una batalla perdida. Pero la ‘guerra’ sigue. Les queda a este grupo de historiadores la opción de presentar un concurso recurso administrativo para lograr abrir los ‘búnkeres’ documentales de Defensa, pero Espinosa explica que de momento prefieren pedir el apoyo de los partidos y de la opinión pública y renunciar a abrir un pleito. La experiencia les dice que se ‘castiga’ a los que recurren a esa vía: si pierden el caso, les pueden condenar a pagar costas muy cuantiosas, lo que desincentiva la lucha judicial por la transparencia de la Administración, lamenta el promotor de la campaña.

¿Son estos ’10.000 papeles’ los últimos secretos de la Guerra Civil, del rol de España en la Segunda Guerra Mundial o de las Fuerzas Armadas bajo el franquismo? “No”, responde, “no son los últimos. Hay otros reductos, además de documentos desaparecidos. El Archivo General Militar es accesible desde mediados de los años 90, pero al ver lo que hay te das cuenta de lo que falta, de lo que alguien quitó. En el Alto Estado Mayor hay fondos sin abrir. Y lo más grave es que no sabemos lo que hay. En España no hay transparencia informativa. Hay una oscuridad enorme”.

Espinosa Maestre, en nombre de sus colegas, insiste en pedir a Defensa que les abra sus archivos. “Que nos diga al menos qué están manteniendo en secreto. Se debería aplicar la Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985 [incluido el patrimonio documental y bibliográfico], que establece el libre acceso a los documentos transcurridos 50 años. Por lo menos los que llegan hasta el año 1962. Pero el Gobierno aplica la Ley de Secretos Oficiales, que data del franquismo, de 1968″.

Sostiene que desclasificar esos papeles no costaría dinero ni esfuerzo porque “el trabajo ya está hecho” de la época de Chacón, cuando “se gastaron un dinero en revisar esa masa documental y extraer lo que se puede desclasificar”. Y reclama al Gobierno que aproveche la Ley de Transparencia que está preparando y democratice el acceso a información histórica cuyo secreto ya carece de razón. Si no, seguirán a la carga. “Nos toman por gilipollas”, se queja.

Ahí hay una mina

Pero como no lo son, los historiadores tienen en la cabeza lo que se esconde en el ‘búnker’. El anexo que supuestamente manejó la exministra Chacón con la relación somera de los papeles militares secretos que se podrían ya divulgar, en general los anteriores a 1968, indica sugerentes contenidos. “Es un material de primer orden”, subraya Francisco Espinosa, aunque precisa que su valor no lo pueden determinar hasta que sabuesos de la Historia como él le puedan meter el diente. Por ejemplo, el Cuartel General del Estado Mayor de la Defensa, en Madrid, guarda, según el listado, “proyectos y programas para la construcción de armamento, materiales y equipamiento de las Fuerzas Armadas” o “Planes de contingencia para hacer frente a posibles amenazas para la Defensa Nacional”.

En el Ejército de Tierra, su Archivo General Militar de Madrid conserva documentos de la Guerra Civil ahora secretos, como el “bando declarando estado de guerra”, o sobre “justicia militar, descripciones geográficas y topográficas, detención de extranjeros, censura”. Su Archivo General Militar de Ávila oculta datos sobre “campos de concentración, batallones de soldados trabajadores, arrestos, denuncias, deserciones, sospechosos, sabotajes”, además de movimientos de tropas, entre otros temas secretos.

El Archivo Intermedio Militar Sur, en Sevilla, mantiene fuera del alcance público papeles de la guerra como sentencias de tribunales castrenses u órdenes militares. El Archivo Intermedio Militar de Baleares es una mina para conocer la “rebelión militar” y el “espionaje” entre 1936 y 1939. Su homólogo de Ceuta alberga en la sombra información histórica sobre “convenios y tratados con Francia y Marruecos, desembarcos alemanes, gastos de armamento” o “protegidos y agentes franceses”.

Además de los centros mencionados, hay más documentos susceptibles de desclasificación del Ejército de Tierra en el Archivo Intermedio Militar Pirenaico, el Archivo Intermedio Militar Noroeste y el Archivo Intermedio Militar de Canarias. Por parte de la Armada, en el Archivo General de la Marina, el Archivo Central del Cuartel General, los archivos navales de El Ferrol, San Fernando, Cartagena y Canarias, y en el Archivo General de la Administración. Y por parte del Ejército del Aire, los secretos que podrían caducar se guardan en el Archivo Histórico del Ejército del Aire y el Archivo Intermedio del Cuartel General del Ejército del Aire. La opacidad del Estado mantiene aún el siglo XX español lleno de agujeros negros. Aquí están.

Tres mandamientos de la mafia

Martes 2 de julio de 2013

Vi en un reportaje de la televisión sobre el Capo mafioso Colombo cosas sobre la mafia que me llamaron la atención.

Colombo debió ser un tipo que aprovechó el malestar de los emigrantes italianos en Estados Unidos para utilizar como tapadera sus reivindicaciones y seguir en su doble papel de Capo de la mafia y de respetable líder ítalo norteamericano.

Durante el transcurso del reportaje salieron varios expertos sobre la mafia y uno de ellos comentó tres de las diez condiciones que hacían falta para ser miembro de la misma.

1) El primer mandamiento de la Mafia es la lealtad a la Familia, a la propia y a la de la organización. Lealtad rabiosa e incondicional.

2) No puedes llegar a Capo sin haber matado o haber ordenado matar a alguien que molestaba.

3) La mafia pide que no se llame la atención sobre tu persona. Discreción absoluta. Cosa Nostra, no Cosa tuya y menos Cosa Pública.

Me quedé con estos tres mandamientos y con las ganas de conocer los restantes. Me sonaban algunas cosas a partidos políticos.

¡Qué País Miquelarena!

Domingo 30 de junio de 2013

Jacinto Miquelarena fue un periodista deportivo de Bilbao fundador del diario Excelsior que acabó en el ABC tras ser el primer director de Radio Nacional de España.

Su amigo Mourlane Michelena despedía a su amigo Jacinto en la estación y ese fue el marco de la frase que encabeza el artículo y que ha quedado como expresión emblemática de lo que es España. La escena en cuestión fue la siguiente. Mourlane y Miquelarena estaban entretenidos en su conversación cuando se asomó un coronel por una de las ventanillas del tren, ordenando a uno de sus soldados: «Corre a la cantina y que te den una guindilla picante». El soldado salió corriendo y de pronto, se escuchó la  voz del coronel que vociferaba: «Y que pique mucho, que si no, te la voy a meter por el trasero».

EI imperativo diálogo sorprendió a los presentes. Pedro Mourlane, tras esto, levantó su majestuosa cabeza, miró a su amigo y exclamó: “¡Qué país, Miquelarena, que país!». La frase se hizo famosa, y se incorporó como muletilla en las tertulias de la época. Con ese estribillo terminaban los comentarios críticos o jocosos de la vida española.

La frase me vino a la cabeza tras asistir el pasado jueves 20 de junio al pleno de discusión en el Senado sobre el  proyecto de ley Orgánica de reforma del Consejo General del Poder Judicial, una iniciativa para jibarizar el órgano de los jueces, para recentralizarlo, para excluirnos y para seguir mediatizando a la justicia el mismo día en el que Miguel Blesa salía de la cárcel por orden de un juez que  había denunciado las presiones que sufría, el día en que Yolanda Barcina pedía su caso fuera antes cuanto antes al Tribunal  Supremo  porque allí le iban a archivar su imputación, y el día en el que la Infanta  Cristina sonreía en la misa por su abuelo D. Juan en el centenario de su nacimiento como diciendo: «La justicia es igual para todos -como dice mi augusto padre- pero no en España”. Bueno con todo eso y con una ley discutida durante cinco horas, la prensa no le dedicó ni una sola línea en sus páginas. ¡Qué país Miquelarena!.

Ibarretxe, sin Consejo

Le recuerdo al lehendakari Ibarretxe presentando en el Congreso de los Diputados la propuesta del Parlamento Vasco de reforma de «Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi”, lo que en Madrid denominaron «Plan Ibarretxe» para camuflar lo que era un acuerdo parlamentario.

Aquel febrero de 2005, Ibarretxe desgranó la iniciativa que se basaba en la capacidad del pueblo vasco en decidir su propio futuro y para ello hacía falta un estatuto político que es lo que desde aquella tribuna presentó, explicando todos los poderes que una comunidad requiere, entre ellos el Poder Judicial. «El  gobierno del Poder Judicial, en el ámbito de la Comunidad de Euzkadi -explicaba el lehendakari- corresponde a  la Institución Vasca denominada Consejo Judicial Vasco, que ejercerá sus competencias y funciones en estrecha colaboración con el Consejo General del Poder Judicial en el Estado con el fin de preservar los principios de unidad e independencia jurisdiccional».

Su intervención era más extensa pero valga este botón de muestra. Tras una de las réplicas me acerqué al escaño donde le habían  ubicado y le pregunté cómo se sentía ante la  tensión de aquel hemiciclo  que  echaba chispas por todas partes: «como si  estuviera hablando  desde  el kiosko de mi pueblo» me contestó. Quería hacer normal lo que debería ser normal a nivel de calle.

Pero aquello no prosperó. Zapatero y Rajoy se pusieron de  acuerdo y no dejaron que la  propuesta avanzara  un milímetro. La frenaron  en seco. «Para  vivir juntos hace falta decidir juntos» decían. «Antes debemos  saber si queremos vivir juntos” respondió Ibarretxe.

Los Catalanes también

Al poco el socialista Maragall planteó la reforma del estatuto catalán que en muchos  aspectos recordaba la iniciativa del Parlamento Vasco. Aprobada en el Parlamento de Catalunya y refrendada por  los  catalanes dicha  reforma fue “cepillada» por el Tribunal Constitucional. Y, lógicamente, en todo lo concerniente a la creación de un Consejo Judicial catalán, siguió la misma suerte que la iniciativa  vasca.

En su artículo 97, decían: «El Consejo  de Justicia de Cataluña es el órgano del  gobierno del poder judicial en Cataluña. Actúa  como órgano desconcentrado del Consejo General del Poder Judicial, sin perjuicio de las competencias de este  último, de acuerdo con  lo previsto en la Ley Orgánica del poder judicial». El artículo siguiente hablaba de todas sus  atribuciones. De ellas  la mitad fueron declaradas inconstitucionales.

Ya  tenemos pues a vascos y catalanes sin un Poder Judicial propio y decente pero, ¡hete aquí!, que presentada la modificación del Estatuto de Andalucía se hablaba  asimismo de  su Poder Judicial y en su artículo 144, se creaba ese Consejo de Justicia de Andalucía, con esta  rotundidad:

1. El Consejo de Justicia de Andalucía es el órgano de gobierno de la Administración de Justicia en Andalucía, de acuerdo con lo previsto en la Ley Orgánica del Poder Judicial.

Ni Alfonso Guerra, ni Zapatero, ni Rajoy, ni  Aznar pasaron el cepillo por sus artículos y ahí están los andaluces, con un Consejo de Justicia que ni los Caballeros de la Mesa Redonda. Y para cerrar la bondad de esta iniciativa, Mariano Rajoy decía campanudo:

“El Grupo Popular apoyará esta propuesta de reforma de Estatuto para Andalucía. Las razones de nuestro voto afirmativo se pueden resumir en cuatro puntos: es un buen Estado para Andalucía; es inequívocamente constitucional; cierra el paso a cualquier veleidad nacionalista y, en fin, señorías, es fruto de un consenso entre los dos principales partidos que representan a la sociedad española”.

Todo este pasado fue esgrimido el jueves  20 en el  debate  parlamentario que tuvo lugar en el  Senado. Habíamos presentado varias  enmiendas  una de ellas relativa a la  creación de un Consejo Judicial Vasco, como el que   tienen  los andaluces. ¡Vade retro!. ¡Qué  osadía!. «Ustedes lo que quieren es romper España”.

¿Y Andalucía? preguntaba Jokin  Bildarratz. Solo faltó nos dijeran que Andalucía no es territorio comanche sospechoso y  que  por eso tienen su Poder Judicial  propio. Son gente leal, no como estos tipos raros de provincias traidoras.

Clavero Arévalo

No sé por qué tenía la equivocada idea que Manuel Clavero Arévalo, eI ministro  para las  Autonomías de Adolfo Suárez, dormía el sueño de los justos en el Valle de Josafat. Pues no. Vive en  Sevilla y Victoria  Prego le entrevistó el domingo 16 de junio. El título de la entrevista era expresivo: “Estoy orgulloso de ser el autor, junto  a Suárez, del café para todos». La entrevista era interesante y en ella hablaba de  que fue él quien forzó la máquina para que  Andalucía fuera considerada «nacionalidad histórica »rompiendo  el compromiso implícito de   que  las Autonomías de verdad iban a ser tres: Euzkadi, Galicia y Catalunya.

“Se ganó con más del 50% de votos favorables en todas las provincias, menos en Almería. Y entonces el Gobierno de la preautonomía decidió que aceptaba la derrota porque que no se habían cumplido las condiciones del 151. Pero yo llamé a Escuredo (entonces presidente del ente preautonómico) y le dije:

«Rafael, esto es un error tremendo, no podéis aceptar la derrota, sólo se ha perdido en Almería y se ha ganado en todas las demás. ¡Hay que seguir luchando, Rafael, nosotros no podemos admitir que Andalucía ha perdido!

«¿Le importa decirle esto a Felipe y a Alfonso Guerra?», me dijo.

«No, no me importa».

Y entonces me reuní con ellos dos y les convencí”.

Esta es la historia de una apuesta partidista en la que desde los militares, sumados a los que nunca  quisieron nuestro encaje en un estado  confederal y las baronías territoriales, junto a un PSOE jugando a corto, crearon el actual Frankenstein. Monstruo que esta semana ha  tenido  un  episodio más con la historia que les he contado de los Consejos Judiciales. Y ni una línea. Ni una reflexión. Solo importa que la guindilla pique.

¡Qué país Miquelarena!